Dos siluetas caminando sobre las mismas grietas, mientras una las construye, la otra las recorre y acaricia con la sutileza suficiente como para que la sangre fluya a borbotones, y la piel se rasgue a sí misma; como cuando una hoja de papel se ve bañada por una simple gota que la desnuda, la vuelve frágil y la rompe con tan solo un roce.

Y así aquellas huellas se vuelven estrías ardientes, cicatrices cuyo dolor estalla con cada contacto. Como estalactitas caídas de mil metros; acupuntura a gran escala.

Es una superficie tan frágil que las huellas quedan grabadas a cada paso, a cada tacto. Una superficie de bordes abstractos y desiguales, repleta de nombres y huellas, latiendo de manera especial por aquellas dos siluetas;

Ellas.