Realmente no sabía qué iba a ser de mí, y todo dependía de Lucy. La seguí, y tomándola por los hombros, pregunté de nuevo.

— ¿Quedará entre nosotros?

— ¿Estás enamorado de mí?

Preguntó con inocencia.

— Sí, Lucy.

Dije con seguridad.

— ¿No te gustaría casarte conmigo?

Volvió a preguntar.

— Sí, Lucy, pero..

Ni siquiera yo tenía idea de por qué evitaba así enfrentarme a Peter.

— No me amas.

Dijo, mirándome con sus penetrantes ojos azules.

— Sí, si te amo.

Dije algo fastidiado.

— ¡Entonces tú sabrás qué hacer!

Dijo molesta y se alejó de mí.

Me quedé allí, parado, con una expresión boba en mi rostro. Pasé las siguientes horas encerrado en mi habitación meditando.
¿

Por qué temía tanto de lo que Peter piense? Edmund no sería gran problema. Y Susan.. se sentirá herida.

— ¡Agh!

Me quejé tapándome la cara con las manos.

— ¡Al diablo con todo esto!

Dije, decidido a seguir aquello que mi corazón me decía.
S

alí de la habitación y fuí a buscar a Peter, Edmund, Susan y Lucy. Quise que todos estuvieran presentes, pero mi gran reto era Peter.

— ¿Qué sucede, Cas?

Dijo el rubio con calma, exhibiendo una gran sonrisa.

— Estás algo pálido.

— Sí, hm.. escucha, Peter.

Dije con firmeza.

— Yo.. estoy enamorado de tu hermana, y quiero que sea mi esposa.

— ¿Quieres casarte con Susan?

Dijo arqueando las cejas, mostrando sus celos.

— No, no con Susan.. con Lucy.

Dije mirándolo fijamente.

Muchas cosas pasaron en ese momento.
Edmund soltó una risita, como si se tratase de una broma. Susan quedó boquiabierta por unos segundos. Lucy soltó una sonrisa. Peter no dudó en darme un puñetazo en medio del ojo.

— ¿¡Quieres casarte con mi hermana!? ¿¡Mi hermana menor!?

Dijo con furia.

— ¡Sí! Y aunque no sea lo que tú quieres, lo haré si es lo que ella quiere.

Dije demostrando seguridad, tocándome el ojo golpeado.

Peter me miró unos segundos, eternos segundos. Y soltó un quejido.

— Si la haces sufrir alguna vez, por muy mínimo que sea, acabaré contigo.

Dijo.

— Puedes estar tranquilo.

Dije, aún con la mano cubriendo mi ojo.

Peter desapareció del cuarto, Susan no dijo ni una palabra y se encerró en su cuarto, creo que estará bien.
E

dmund se acercó y estrechó su mano conmigo.

— Yo estaré con Peter cuando sea hora de acabarte si haces sufrir a mi hermana.

Dijo, y se alejó despreocupado.

Lucy, que era la única en el cuarto conmigo, se acercó.

— Sí me amas.

Dijo con alegría, mientras me abrazaba.

— Ven, tenemos que curar ese ojo.