Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo único

Y ahí estaba Geno, escuchando las palabras que decía el chico más popular a sus amigos de aquel internado.

Empezó a dar pasos rápidos mientras se ocultaba en su bufanda y se ponía los audífonos, pasó por al lado de aquel grupo intentando apurar más su marcha, pero no.

No pudo.

Reaper le tomó del brazo y le atrajo a su cuerpo en frente de sus amigos, Nightmare rió, Killer sonrió de lado abrazando a Night, Dust se quedó neutro y Error se empezó, literalmente, a partir de risa.

Y ésta es mi perra por las noches... A veces gata... A veces... —Reaper agarró de la mejilla a Geno y la acarició, mordiendo su labio y enterrando sus dientes en este volviendo loco a Geno, pero el menor lo disimuló—. Vieran como gime...

— Uff... ¿Cómo no gemir si eres tan estrecho? Vieran como gime él y sin necesidad de metermela... Ja. Hasta un perro ocupa mejor a tu pequeña perra, Death, permiso.

Y sin más, Geno se marchó dejando en total ridículo a Reaper delante de sus amigos.

La boca de Geno sabía a sangre y su cara ardía, no había sentido temor al momento de decir aquellas palabras, pero en aquel momento el horror se apoderó de su cuerpo.

El padre Antonio pasó junto a quien parecía ser un párroco junto a Geno, le dedicaron un cordial saludo y se arrodillaron frente a la pileta que había en el centro de un jardín del internado.

Geno se sentó en la orilla de la pileta y empezó a rezarle a la imagen de de dios que había en el centro de la pileta pidiendo piedad ante sus pecados cometidos.

Desde lo lejos le observaba Reaper y sus amigos, quienes se burlaban aun de él.

— Uff... Si tu perrita se comporta así contigo, me imagino como seria conmigo... —Dijo Dust en broma.

— ¡¡CALLATE!! —Explotó Reaper tomando a Dust de la camisa—. ÉL ES MÍO.

Luego de aquel grito, Reaper se alejó todo el día hasta llegar la noche en el internado para hombres.

Error, luego de hablar con su hermano Geno de lo sucedido y echarse unas risas, se fue a dormir. Geno se quedó en la pileta mirando el cielo estrellado.

Reaper estaba enfadado, estaba con ira, estaba fatal.

Cuando divisó a Geno, fue envuelto en locura hacia él, lo agarró de la cadera y le tiró al piso lejos de todo ser con vida.

Reaper agarró de las muñecas a Geno y lo acorraló con firmeza, mirándole fijamente y volviendo a enloquecer en el pecado a Geno.

— ¿¡Quieres ver como te hago gemir, pequeño gatito!?

— S-sí, señor...~ —Gimoteó Geno ladeando la cabeza para no mirar al desquiciado de Reaper.

Los brazos del mayor tomaron de la cadera a Geno y lo comenzó a besar sin pudor por los vacíos pasillos de aquel internado católico hasta llegar a una habitación que parecía casi abandonada.

De una sola patada se abrió y dejó a la vista un colchón algo destrozado en el piso, un armario y una rota ventana.

— Te atreviste a desafiarme y hoy te enseñaré a no tratar así a tu señor. —Dijo Reaper quitándose su camisa y acercándose al armario, sacando un collar que parecía de gato y poniéndoselo en el cuello blanco de albino.

El mayor de los dos destrozó con gran bestialidad la ropa del menor, poniéndole un traje algo infantil, a su parecer, y dejándolo así para él... Solamente para él.

Empezó a besar la boca del albino con desesperación mientras se frotaba contra él, su miembro palpitante pedía más y más, el pasivo lo gemía al oído de su señor.

Reaper enterraba sus dedos en la piel blanca de Geno, dejando marcas y rasguños. Sus dientes le pedían el marcar territorio en esa hermosa piel blanca de su juguete favorito, de quien le hacía volverse una bestia.

Los gemidos eran bajos, eran solo audibles para el mayor, aquel chico de 17 masajeaba el miembro del de 15 con suavidad, haciendo que Geno no pudiera ni hablar del placer.

Sus manos atadas, sus piernas abiertas, su pecho marcado, sus labios partidos.

Simplemente, excitante a los ojos de Reaper.

Pronto Reaper se quitó el uniforme del colegio dejando al descubierto su pecho, su abdomen perfecto y sus brazos con algunas marcas de dientes. Aquellos dientes eran los de Geno, de las noches en que los mordía aguantando el gemir con la fuerza que le podía llegar un castigo por parte del Padre Antonio.

Mientras sentía el miembro de Reaper rozar el suyo, no evitó recordar aquella noche en que Reaper lo poseyó por primera vez.

Cuando apenas Geno tenia 12 y Reaper 14.

Jamás olvidaría la mirada chorreante de pecado. Jamás olvidaría como lo había hecho llegar al cielo y al infierno en sólo una noche. Jamás olvidaría como lo había embestido contra aquella muralla que quedaba paralela a la iglesia del internado.

Jamás olvidaría como aquel día, el niño que rezaba todos los días, se iba cada vez más lejos con cada embestida por parte del de 14 años en este entonces.

Ya habían sido 3 años desde esa noche bestial. Se quedaba corta para los juegos que poco a poco había tomado conocimiento aquel chico mayor. No entendía de donde sacaba los látigos, las correas, los juguetes.

Pero tampoco es como si le importara.

¿De qué tenia que preocuparse si seguía siendo el mismo a los ojos de los incrédulos devotos?

Aquellos ilusos sirvientes de Dios que lo veían como el chico callado que jamás había perdido nada, que seguía siendo el mismo estudiante maravilloso y perfecto en sus notas, obediente... Ahí estaba.

Ahí estaba lo que a Reaper le había enloquecido de él desde que tenía 12 años.

Sí, Reaper era todo un pecador que desde los 12 miraba sediento de placer a Geno, un Geno de apenas 10 años.

— ¿Quieres sentir a tu señor dentro o quieres complacer primero tus necesidades, pequeño gatito mío? —Dijo Reaper frotando su miembro contra el abdomen del menor, mientras le se apoyaba a un lado de la cabeza del contrario.

— L-lo que desee mi señor me complacerá... —Dijo en un tono que desde siempre había complacido en todos los sentidos al mayor—. T-todas las decisiones de mi señor siempre me co-complacerán...

— Bien... ¿Me puedes decir quien es tu señor? —Dijo Reaper agarrando el miembro de Geno y moviendolo con suavidad, aquel ritmo que tanto le enloquecía—. Pronuncia el nombre de tu señor, Geno.

— ¡T-tú eres m-mi seño-... ¡¡R-REAPER~!! A-ahh~ M-más...

Reaper se acercó al miembro de Geno y lo comenzó a besar, su mano no paraba de masajearlo y su lengua tampoco paraba de estimularlo.

Las cadenas empezaron a resonar cuando Geno se comenzó a mover y arquear su espalda debido al placer.

La poca iluminación de la habitación dejaba ver los ojos de la bestia saliendo de Reaper. Esos ojos casi siempre vacíos... Y ahora que mostraban el pecado de la lujuria en vida.

Era aquel pecado capital reencarnado en un humano y él había tenido la suerte de ser a quien había elegido.

La lengua de Reaper recorrió la extensión del miembro del pasivo hasta hacerlo pronunciar su nombre repetidas veces y venirse en su boca.

Su cuerpo totalmente exhausto no daba crédito a las vistas que tenía.

La cara de Reaper levemente manchada, sus brazos a ambos lados de su cadera, el miembro del activo sobre su abdomen, la boca de éste aun goteando el líquido que había hace segundos soltado y sus ojos... Sus ojos con un brillo único...

Un amor desquiciado, enfermizo y único.

El miembro de Reaper llenó cada espacio que pudo y se empezó a mover sin esperar, el libido de Geno explotó y su boca se vio invadida por la lengua de Reaper, que buscaba callarlo a toda costa mientras le daba estocadas precisas y sin piedad.

Las cadenas sonaban como las más dulces campanas, sus caderas iban a un mismo preciado y armonioso ritmo, el nombre de Reaper salía de la boca de Geno en bucle y el placer consumía el cuerpo de ambos por cada segundo que pasaba.

Geno gimió al oído de su señor unas palabras que lo descontrolaron, pero ya no podía aguantar en su estado de locura e inconsciencia.

— S-señor... Te amo... R-reaper~ Ngh, m-más por favor...

Y así Reaper llenó con su líquido el ser repleto de pecado a Geno.

Las cadenas cayeron al instante, las manos de ambos se juntaron y sus bocas se fusionaron en un beso dulce.

Geno jamás había recibido un beso de parte de él tan cariñoso y se dejó llevar sin más.

Sus ropas fueron devueltas, sus respiraciones aun no se calmaban y cerraron esa habitación con llave como todas las noches.

Se dirigieron a sus habitaciones y aquella noche solamente sacaron sus pijamas, pues durmieron juntos en un pasillo.

Aquel mismo pasillo donde todo había comenzado con un simple...

"Los juegos así son una vergüenza para Dios".

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro