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0.1

Prólogo 

Fecha: Martes 8 de noviembre de 2019. 

Hora: 14:56 PM 

Lugar: algún lugar del norte del lago del Oso Blanco 

El reloj pegado a la pared sucia y gris sonaba constantemente. El tiempo pasaba despacio en esa habitación. La humedad y las pocas ventanas que estaban (haciendo que la iluminación fuera casi inexistente) habían hecho de las suyas mientras acababan poco a poco con el cuarto. El calor y la humedad se notaban con cada gota de sudor que salía de las dos personas en el cuarto.

Uno era un hombre bajo. Llevaba puesto un uniforme formal, de detective. Jeans y una camisa blanca manga larga. Su placa estaba colgando con el cinturón de cuero café. Sus zapatos estaban un poco pulidos, lo suficiente para parecer más presentable que de lo que su cara cansada decía. Estaba exhausto con el caso que tenía en sus manos en estos momentos. Pero no se rendía, deseaba ganar esto. Estaba parado, con la mano apoyada en un polígrafo y grande un poco viejo.

La situación necesitaba tal medida. Por seguridad y para conseguir la información que con tanto desespero necesitaban. En 3 días debía conseguir algo útil de la chica frente a él. Si no, sus jefes se enojarían. Llevaba un dia y este era el segundo. Lo único que había obtenido eran comentarios ofensivos hacia su persona.

— Volveremos a empezar y espero que me des algo más beneficioso. Recuerda que esto decidirá tu destino. ¿Cómo se llama usted?— La respuesta no le fue una sorpresa a la chica sentada frente al detective Jasha. Ya había pasado más horas de las contadas sentada en esta silla. Era un poco incómoda.

—Anya Kuznetsova—. Sencillo. En ningún momento el polígrafo cambió de su recta línea.

Anna Fletcher era una hermosa pelirroja con el rimel corrido debajo de los ojos. Sonreía con suficiencia en casi cada comentario y tenía una respuesta inteligente para contraatacar. Se sabía poco de ella. Problemas con alcohol y drogas. Unos días en la calle por denudez y otros crímenes descontrolados pero con penas bajas. Los reportajes sobre ella eran cortos y sin rodeos. Las notas de sus psicólogos igual no tenían mucho que aportar. Ellos no la conocían pero tampoco se habían preocupado por preguntar.

— ¿Me recuerda, por favor, de dónde es?

— Chicago, USA.

—¿Me podría responder una simple pregunta? — Preguntó el detective Jasha con el brazo apoyado en el polígrafo.

—Claro, igual las demás también fueron simples preguntas. Así que no veo porque preguntar—. La chica respondió. Jasha sonrió de boca cerrada.

—¿Qué estaba haciendo el lunes 11 de enero a las 12:45 pm?— El día que el atentado ocurrió, dando muchas bajas.

Con una ceja alzada, sonriendo con sorna Anna, la asesina kul, habló—:

No logro memorizar todo a detalle pero creo que estaba comprando unos chicles en la tienda a la vuelta de mi casa después de bajarme de la lujosa limosina.

El polígrafo empezó a moverse con desespero dando señales que Anna mentía con descaro. Largas líneas descarriladas empezaron a pintarse en el papel con prisa. El detective negó antes de asentir.

— Está mintiendo, señorita Kuznetsova.

— Dije, "yo creo", no estoy segura. No logro acordarme—. Se cruzó de brazos con una mirada salvaje.

Unos segundos pasaron antes de que el detective agarrara una carpeta y sacara la foto de un chico. Joven, cerca de 25 a 28 años. Cara perfilada y ojos oscuros. Su rostro estaba libre de cualquier obstáculo y el marco llegaba a sus caderas.

—¿Lo conoce?— Atento a cualquier movimiento de Kuznetsova, Jasha la miraba con burla. Pero la chica no hizo ningún movimiento inusual además de respirar.

—No.

—¿Segura? Ha salido muchas veces en revistas y noticias—. El hombre sabía que se conocían. El polígrafo sólo debía confirmar la mentira.

—Nunca lo he visto en mi vida—. Ella estaba segura de la respuesta excepto que el polígrafo recibió la señal de una mentira. <<Perfecto>>, pensó el detective. La iba a tener.

Jasha suspiró pero no tenía pesar. Si, quería un trato pero prefería ganar y dejarla en la cárcel. Habían enumerado muchas muertes con ese incidente. Merecían justicia y él no cansaría hasta conseguirla. Aun cuando tuviera que hacerlo con sus propias manos — . Recuerde, no me mienta y está será más difícil.

— Reitero. Creo que nunca lo he visto en mi vida—. Esta vez la línea siguió su camino recto. A veces las mentiras eran más fáciles que la verdad, solo si sabías decirlas.

Jasha apretó los dientes. La imagen de él viendo como ella conocía a Kostya Sokolov comenzó a romperse pero no se daría por vencido—. Es un famoso narco. Tratamos de capturarlo.

— Mmmm, no creo que tenga cara de narco—. Sonrió coquetamente. Seguro no tenía cara de narco y menos de feo. El joven tuvo el impulso de rodar los ojos pero no lo hizo.

— Pues lo es y lo llevamos buscando por mucho tiempo. ¿Sabe que es lo curioso? — Oh, si que era curioso.

—No creo que lo sepa.

— Si creo que lo sepa—. El detective también sonrió. Estaba encerrando a su víctima. Iba a ser el león victorioso—. Hay evidencia de que al parecer usted trabaja para él—. Un silencio los cubrió. Era tenso y cargado con una mirada asombrada de la chica. La ocultó de inmediato. No porque supiera del trabajo si no porque lo hubiera dicho directamente. Sin rodeos, algo poco usual de los policías que la habían interrogado. Todos iban con pasos precavidos (la aburrían) pero este se había lanzado sin miedo alguno a su víctima. Esto de verdad era un buen interrogatorio, que triste que ya tuviera experiencia.

Una sonrisa inocente nació de sus labios con un poco de labial rojo restante. Este tipo de acciones le habían conseguido diferentes privilegios. No era la mejor fingiendo pero tendría toda su vida para practicar. Tal vez había perdido esta batalla, sería echada inmediatamente después de esto, pero de algo estaba segura, la guerra seguía en pie y con sus cuadernos llenos de hojas con escritos sobre la organización ella conseguiría algo. Tal vez salir de ahí.

Revoloteó sus pestañas con aparente fragilidad.

—¿Evidencia? Suena como un completo complot en mi contra—. Su tono fue con la finalidad de mostrar qué tan absurda sonaba esa idea un tanto verdadera. La chica subió su mano a su pecho y puso su cara más ofendida. Puede que él se comiera la mentira o puede que no. No lo hizo. No cuando el polígrafo volvió a moverse con fiereza.

El chico solo volvió a agarrar la carpeta que había dejado en la mesa y sacó cuatro fotos. Las colocó encima de la primera imagen. Eran retratos de una chica pelirroja besando un hombre un poco más alto que ella. Se agarraban entre ellos como si se fueran a caer si no estaban juntos y sus labios se succionaban hasta el alma. Era un beso muy caliente. Cada foto venía de una escena diferente. Una en la playa con la chica en un traje de baño rojo y el hombre sin camisa. Otras dos eran como en las calles de una cafetería con pancartas blancas. Y en la última estaban con una gran mansión de fondo.

Anya observó cada foto con atención, recordando esos momentos. <<Sí que habían sido calientes encuentros>> Pensó y sonrió por eso. Pero la borró antes de comentar algo.

— Esto no prueba nada, solo que disfruto libremente de mi vida sexual —. El hombre sabía que eso era verdad pero aun faltaba unas cosas dentro de la carpeta.

— Y que tiene algún tipo de relación con Kostya Sokolov, el hombre que buscamos. Nos podría empezar a dar información sobre él antes de que saque las demás pruebas —. Las demás pruebas. Significaba que el granos había hablado. Bocazas. Ya arreglaría eso con el.

— No hay otra relación además de que me lo follé. Si gemidos y toqueteos es una relación para usted adelante pero no hay nada más con él — El polígrafo cambió. Maldito polígrafo.

— No parece que el polígrafo piense lo mismo, señorita Kuznetsova.

— Esa mierda no sabe nada — Murmuró.

— ¿Disculpe?

— Nada.

— Perfecto, si no colaborara con nosotros sobre su relación con él le enseñaré las siguientes pruebas —. Alargó su brazo y finalmente la carpeta amarilla quedó vacía. Una era una hoja con un diálogo escrito. Había una foto de un joven con muchos granos y cara incómoda. Otra de un usb en una bolsa negra de fiesta. Y la ultima de otra imagen, pero esta tomada de una camara de seguridad, sobre una chica con un enterizo pegado y negro poniendose una mascara oscura.

— ¿Qué es esto?— Miraba todas las imágenes. Las tomó con la mano una a una. Inspeccionando cada detalle para librarse de esta pero parecía que no había escapatoria.

— Evidencias que usted trabaja para alguien, tal vez para Sokolov — Agarró la hoja con un diálogo y la levantó — Esta es una conversación que tuvimos con Jeffrey, el aprendiz de sistemas. Y jura decir que usted le pagaba para meter ciertos datos en un usb. Ha cantado como gallo desde entonces —. Lo dejó en la mesa para después levantar la foto del usb —. Este, según dice él, es el usb que extrañamente encontramos en su bolso. Una situación inusual si dice no trabajar para nadie. Lo abrimos y encontramos múltiples archivos, audios y mensajes sobre información de la organización. No se si sepa que eso es ilegal — Anna apretó los dientes con impotencia. No tenían derecho de buscar entre sus cosas y ahora con estas pruebas, no importa cuan circunstanciales fueran, ella estaba acabada, a menos que hiciera lo que no deseaba, un trato. Finalmente se apoderó de la imagen restante. La de la chica con un enterizo — Lo tomamos en las cámaras de seguridad y después de un corto reconocimiento facial debido a lo que tapa la máscara llegamos a la conclusión de que es usted — El polígrafo se movía por cuán rápido le iba el pulso. No mentía pero sentía que lo hacía al pensar que todo saldría bien. No había ninguna ventana, no había ninguna forma de crear una llave. Este era el final a menos que... — Usted fue la causante de múltiples misiones fallidas y el evento de la fiesta. Es culpable. Todo apunta a usted, señorita Kuznetsova. ¿Sigue diciendo que no tiene una relación con él?

En ese momento pudo haber hecho cualquier cosa para acabara con esa agonía llamada orgullo herido. No había más comentarios burlones o sonrisas coquetas. Ahora era ella en ese cuarto oscuro, con el detector de mentiras, un hombre capaz de todo y unas evidencias que la podían acabar. No podía ir a la cárcel o perder todo lo que había logrado. Le faltaba tan poco. Todo habría valido si no hubiera sido tan despreocupada. Era su culpa y ahora debía arreglarlo. Ese sueño se esfumaba igual que con su corta victoria. Solo quedaban pesadillas y un ahogamiento que iba de sus pulmones a su tráquea.

Con la voz cortada habló —: ¿Qu-é pod-emos hacer?— Carraspeó para resguardar las apariencias pero Jasha ya lo había notado. Esta vez no sonrió, sentía lástima por la chica. Solo un poco. Asintió.

— Tu sabes que debemos hacer. Acepta, hazlo correctamente y serás libre e inmune.

— ¿Cómo sabes que no los traicionaré?, ya lo hice una vez y lo puedo volver a hacer —. Y era verdad pero quedaba algo. El policía sacó una foto doblada de su bolsillo izquierdo. Era algo más personal. Más íntimo. Algo más privado donde no tenía derecho de usarlo. La arrastró por la mesa antes de abrirla y mostrarsela.

— Es más que obvio —. Y entre el silencio y la pesadez del momento la chica rompió a llorar. Lo haría, solo si de esa forma lograba conseguir una salvación, aunque no fuera para ella —. ¿Trato?

Su voz era ronca, se había mezclado con pequeños sollozos. Pintura negra corría de sus mejillas y con sus manos se limpió. Los dos se pararon. El chico extendiendo su mano. Tratando de dar el final a el interrogatorio que había durado tanto. Necesitaba descansar con urgencia.

— Trato — El detector siguió su curso derecho y los hombres que observaban desde la ventana negra vitorearon. 


                                                                                             ⚅ ⚅ ⚅ 

Esteee es el prólogo. Se lo dejo a mis 0 seguidores. Je, je, je que triste :) 

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