Diario Capítulo- 43
Me cayó como un jarro de agua fría enterarme que él estaba con otra, pero era mejor saber la verdad y acabar de convencerme a mí misma que debía olvidarle por completo. Respiré profundamente y escuchando como mi corazón se iba partiendo en mil pedazos. Con el bolso colgado en el hombro, salí del taxi con la cabeza bien alta. Caminé hacia la entrada al lado de Karen quien no dejaba de observarme sorprendida por mi cambio de actitud. Pasé de ser un alma en pena a una que le daba todo igual. Por muy destrozada que me sintiera, tenía claro que esa noche no iba a derramar ni una sola lágrima más ni por Jael ni por mí padre. Había salido para divertirme y eso iba a hacer.
Una vez dentro de la discoteca nos deslizamos entre la multitud hasta llegar a las escaleras. Subimos a la parte se arriba que es donde estaba la fiesta privada a la que nos habían invitado. En realidad, yo no conocía al chico del cumpleaños, pero al ser amiga de Karen automáticamente también me habían invitado.
Para mí fue muy incómodo estar ahí sin conocer a nadie aparte de mi amiga. Solo tenía ganas de llegar a la barra para beber una copa y relajarme, pero era complicado porque a cada paso que dábamos alguien nos paraba para saludar a Karen y claro, a mí me tocaba activar el modo planta y esperar.
Al final me cansé y la agarré del brazo para llevarla a rastras hasta la barra escuchando sus carcajadas por mi arranque repentino. Ella nunca me había visto actuar así, pero ese día eran de los que estaba harta de todo y solamente quería desconectar y dejar de escuchar que si una se había comprado un vestido o si a la otra la había dejado el novio.
Empezamos por tomar tres rondas de chupitos de tequila y en la cuarta ronda se acercó un chico alto de ojos azules y muy muy guapo.
-¿Me puedo unir a vosotras? -preguntó ese chico desconocido con voz sensual y una sonrisa encantadora.
Tras escucharle, ella le dio un fuerte abrazo mientras le cantaba feliz cumpleaños. Entre tanto ellos charlaban de lo bien que le había quedado el decorado, aproveché para pedirme otro chupito y así no tener que sentirme de nuevo como pez fuera del agua.
-Los chupitos se beben con compañía -comentó el cumpleañero con picardía quitándomelo para dejarlo de nuevo encima de la barra.
Levantó la mano y en menos de un minuto ya le habían servido otro. Busqué a Karen con la mirada y la vi hablando con una chica animadamente cerca de nosotros. Se notaba que el alcohol ya le estaba haciendo efecto, por como movía los brazos sin parar.
-No nos han presentado, mi nombre Kim, encantado -se presentó levantando su chupito.
-Me llamo Samy, gracias por la invitación -le respondí sonriente brindando con él y bebiéndome el contenido de un trago.
Ese chico aparte de guapo era muy simpático y me sentía muy a gusto a pesar que de vez en cuando se me trababa la lengua. Cuando ya me había bebido unos tres cubatas, me entraron ganas de ir al baño, así que me disculpé con él y me fui. Me tocó esperar en la cola un buen rato hasta que por fin pude entrar y hacer mis necesidades. Antes de salir me lavé las manos y me mojé un poco la nuca porque me sentía muy mareada.
Abrí la puerta y esquive a las chicas que estaban esperando y me dirigí a pasos torpes hacia las escaleras.
Justo cuando estaba a unos metros, le vi. "Jael "estaba apoyado una barandilla con una morena a la cual la tenía agarrada del culo mientras ella le devoraba el cuello.
Sus ojos se posaron en los míos y no pude evitar agachar la cabeza para no seguir viendo esa escena.
-¿Estás bien? -la voz de Kim me hizo levantarla y mirarle- estaba preocupado y por eso he bajado...
Algo se apoderó de mi en ese instante y no le dejé continuar hablando porque le besé. No pensé en lo que estaba haciendo, solo me dejé llevar por la desilusión, por la rabia y por toda la tristeza. En el fondo sabía que me estaba equivocando, pero no me importaba, solo quería sentir algo más que dolor.
Ese chico de ojos azules al principio se quedó sorprendido, pero tras una sonrisa, me agarró de la cintura con una mano y con la otra me sujeto de la nuca para volver a chocar sus labios contra los míos.
Ese besó apenas duró unos segundos, porque una mano se aferró a mi brazo y me apartó de él bruscamente. A trompicones me arrastro fuera de la discoteca como si fuese una muñeca de trapo. Ni los gritos de Kim para que me soltará ni los míos le hicieron detenerse. Me llevó hasta un callejón que había a unas calles de la discoteca y allí me acorralo contra la pared.
-¡Qué cojones crees qué estás haciendo! -bramo con su nariz pegada a la mía. Se notaba que él también había bebido de más, pero aun así hablaba de forma clara y tajante- ¡Piensas que me puedes reemplazar por ese Ken de plástico! -prosiguió con los ojos inyectados en sangre.
-¡Vete y déjame en paz! -balbucee empujándole con tanta mala suerte que perdí el equilibrio y él me tuvo que sujetar para evitar que me cayera.
El volver a sentir sus cálidas manos en mi espalda descubierta me hizo estremecer. No le pasó desapercibido como mi piel reaccionó con su tacto porque comenzó a dar pequeñas caricias.
-Tus labios callan, pero tu cuerpo te delata -me susurró en el oído haciendo que mi corazón latiera con rapidez y me picaran las manos por tocarle- sigues siendo mía por mucho que lo niegues.
Un pequeño gemido involuntario me salió desde el fondo de mi garganta al escuchar su voz ronca.
-Jael por favor, basta-logré pronunciar sintiendo un nudo en la garganta.
Me levantó de la barbilla y con las yemas de sus dedos acarició lentamente mis labios sin dejar de mirarlos con deseo mientras se relamía los suyos.
-¡Samy! -escuchamos la voz de Karen y de Kim llamándome seguido del ruido de los tacones repiqueteando contra el suelo.
Era el momento idóneo para huir de él y olvidar esa locura que solo me traería más problemas, sin embargo, mis piernas se quedaron paralizadas y no moví ni un solo músculo para ir en busca de mi amiga.
-Quédate conmigo -me suplicó Jael con una mirada tan intensa que me costaba no perderme en ella.
-Tú y yo...no podemos... -tartamudeé.
Me besó dulcemente interrumpiéndome, como si supiese que con mis palabras iba a terminar con todo lo que estaba pasando entre nosotros.
-Entiende que no podré volver a contenerme si veo a ese tío cerca de ti -añadió ignorando mi último comentario con la respiración entrecortada.
No me dio tiempo ni de responder cuando me agarró de la mano y tiro de mi despacio hacia lo más profundo de ese oscuro callejón. No me pude resistir a sonreír como una tonta cuando vi nuestras manos entrelazadas. Caminamos por una calle estrecha que olía fatal hasta que llegamos a otra que era un poco más alumbrada.
-Esto es una locura -balbucee en voz baja para mí misma.
-Lo sé -respondió sin dejar de caminar- pero no puedo dejarte ir.
El resto del trayecto hasta su casa lo hicimos en silencio, ya que mi mente estaba demasiado ofuscada por el alcohol como para pensar en algo más que no fuese controlar mis propios pasos sin tropezarme.
Subimos a su casa y me llevó hasta el cuarto de baño sin soltarme. Me sentó en un pequeño taburete y se agachó para quitarme los tacones, para luego levantarme y quitarme el vestido por encima de la cabeza. Se quedó unos segundos observándome y no pude resistir la tentación de quitarle la chaqueta de cuero y la camiseta de tirantes dejando su pecho al descubierto.
No esperó ni a quitarme la ropa interior ni quitarse los pantalones, para agarrarme de los muslos y meterme junto a él dentro de la ducha. Con mi espalda apoyada en los azulejos y con el agua fría recorriendo por nuestros cuerpos terminó de quitarme las pocas prendas que me quedaban, arrancándolas prácticamente.
-Joder como te echaba de menos -musito con los ojos cerrados. Como respuesta, cruce las piernas por detrás de su espalda, ya que era incapaz de decir nada sin que la voz me temblara por la excitación- te necesito nena.
Apagó el grifo y me llevó hasta la cama sin secarnos. Me acostó y tras quitarse el pantalón y los bóxer, se tumbó encima de mí. Sus labios se pasearon por mi cuello hasta que llegó a mis pechos. Los besó con delicadeza y los succiono haciendo que no pudiese contener más los gemidos. Sin dejar de mirarme comenzó a deslizarse hacia la parte más íntima volviéndome completamente loca.
Me llevó al éxtasis varias veces con su lengua y aun así quería más de él, así que no dude en tomar el control y subirme encima.
El alcohol solo fue el empujoncito que me faltaba para que mis deseos más profundos salieran a la luz. Me sentía poderosa y me gustaba la sensación de poder ser yo misma sin ningún pudor.
-Te quiero dentro de mí-musite con dificultad mientras me movía sensualmente notando la dureza de su entrepierna- no aguanto más.
Me sujeto de las caderas y me dio la vuelta quedando él encima. Alargo el brazo hacia la mesita de noche y abrió el cajón para sacar un envoltorio plateado. Lo abrió con los dientes y antes de que se lo pusiera se lo arrebate. Me miró con curiosidad cuando lo saqué, ya que él sabía de mi poca experiencia en el ámbito sexual. Con las manos temblorosas le acaricié previamente escuchando sus gruñidos de placer y se lo puse. Acto seguido me besó con pasión e introdujo dos dedos dentro de mí. Tras sacarlos los lamios lentamente, negando con la cabeza.
-Joder nena que bien sabes -comentó cerrando de nuevo los ojos.
No me dio tiempo ni de abrir la boca para quejarme, cuando entro de una estocada. Sus movimientos eran tan sensuales que parecía una danza aprendida de los mismísimos dioses de la sexualidad. Y yo por mi parte, intentaba no gritar, pero con ese hombre era imposible mantenerse callada por mucho tiempo.
Al terminar nos quedamos acostados uno al lado del otro recuperando la respiración. Los efectos del alcohol estaban desapareciendo y eso conllevo a que la cordura volviera. Me levanté y me fui al baño para lavarme la cara. Apoyé mis manos en el lavamanos y me miré en el espejo maldiciéndome a mí misma por haber cedido aun sabiendo lo que le había hecho a Ian. Le había fallado a mi propio hermano entregándome a la persona que lo había intentado matar y me sentía fatal.
-¿Qué te pasa? -habló con el ceño fruncido observándome a través del espejo.
Quería gritarle que ya sabía lo que le había hecho y pedirle explicaciones, sin embargo, antes de poder hacerlo el timbre sonó. En la primera que pensé fue en Karen, pero ella no sería capaz de ir a casa de nadie a esas horas de la noche, así que el descarté de mi mente en el acto.
-No salgas ¿Entendido? -me advirtió con frialdad mientras buscaba el pantalón y se lo ponía. Antes de salir sacó una pistola de un armario y se la puso detrás del pantalón.
Con rapidez me puse el vestido y abrí despacio la puerta para saber quién era.
-¿Qué cojones haces aquí? -ladró Jael con desdén.
-Te han visto con la pijita, así que he venido a comprobar si te la habías traído aquí y por tu cara es así ¿Verdad? -le replico su hermano Samael- ya sabes las condiciones para soltar al hermano y si se entera que no has cumplido con tu palabra lo matarán.
Esa confesión me dejó descolocada totalmente. ¿Jael le había salvado? Y si era así¿Qué condiciones le habían puesto?
iciaPirezGranados
EvaRibaltaCaler
LauraRodri25
VeroOrtiz044
Llumetes
AnnabelGaleraGarcia
candyoftheunivers
MoniqueTejeroGil
PaulaIgnaacia
Marraquesh
MaySayoki
silviamillanes
VanderleyRojas
carmenripollprats
rociorp19
Orii4546
maia202
Andreaa490
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro