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Diario Capítulo- 24

El sonido de la alarma me despertó. Con torpeza tanteé con la mano por la mesita de noche hasta que logré apagarla. El dolor de cabeza era punzante y no lo soportaba. Tan solo quería taparme y seguir durmiendo, pero no tenía más opción que levantarme, ya que justo ese día tenía un examen de psicología y no podía faltar. Me fui al baño y al mirarme al espejo, daba más miedo que la chica de la película The ring por haber dormido sin desmaquillarme. Me di una ducha rápida y me vestí escuchando los golpes y gritos de mi hermano a través de la puerta para que me diera prisa. Al bajar a la cocina ya tenía el café con leche servido y me sorprendió ver una pastilla para el dolor de cabeza justo al lado.

Todavía sentía las tostadas con mantequilla bajando por la garganta cuando ya estábamos en el coche y de camino a la universidad. Esperé a que Ian me dijera algo, ya que me imaginaba que Steve le había contado lo de anoche después de ver la pastilla, sin embargo, no me dijo nada al respecto y eso me extrañó bastante.

Aparcamos un poco más lejos de lo habitual por llegar más tarde y caminamos juntos hasta la entrada. Se despidió de mí con un beso en la mejilla y quedamos en que me esperaría a la salida, porque en el almuerzo tenía que terminar un trabajo.

Al llegar a mi taquilla, saqué los libros y me senté en uno de los bancos situados en los pasillos. Necesitaba repasar un poco antes de entrar en clase.

-¿También te toca examen verdad? -comentó Vega rompiendo el hielo y sentándose a mi lado con los brazos extendidos por detrás del respaldo del banco.

Le enseñe el libro con los apuntes marcados en color amarillo fluorescente. Arrugó la nariz y tras reírse nos quedamos en silencio. Era incómodo el no saber de qué hablar y me dio la sensación de que a ella le pasaba lo mismo. La miré de perfil disimuladamente. Los rayos del sol entrando a través de la ventana resaltaba su fina y delicada piel debajo de la capa de maquillaje que llevaba. Empecé a ver varias similitudes que anteriormente se me habían pasado por alto. Su nariz perfilada era como la de mi padre, sin embargo el rasgo de ojos se parecían a los de mi hermano y por lo tanto a los míos.

-Oye Samy... ¿Te gustaría ir conmigo a una carrera esta noche? -su pregunta me dejó desconcertada varios segundos por estar tan concentrada buscando las similitudes que teníamos.

-Está bien, pero ¿te molestaría si viniera mi mejor amiga con nosotras?

En otra ocasión le hubiese dicho un no rotundo, pero veía como se esforzaba para acercarse a mí y no podía negarme. A parte también quería aprovechar para intentar averiguar quien era el jefe de Jael y para eso necesitaba la ayuda de Karen. Se quedó pensativa y cuando estuvo a punto de abrir la boca, el timbre anunciando el comienzo del infierno sonó. Me levanté con rapidez para irme, pero su mano agarrando mi brazo me detuvo.

-A las nueve de la noche en el parking -dicho eso, giró sobre sus talones y se alejó perdiéndose entre la multitud de estudiantes que corrían a sus respectivas clases.

Las horas transcurrieron lentamente hasta que llegó la última hora, donde me tocaba hacer el examen. Me resultó sencillo, porque en la otra universidad íbamos más avanzados en esa materia y por lo tanto lo terminé antes de lo previsto. Con una sonrisa de satisfacción me encaminé a la salida para esperar a Ian. Tras varios minutos esperando y al ver que el conserje ya había cerrado la puerta, me senté en un bordillo.

-¿Te llevo? -levanté la vista al oír una voz grave. Mi sorpresa fue ver a Dylan frente a mí con las manos en los bolsillos- me viene de paso.

Vestía con unos jeans azules rotos de las rodillas y una chaqueta negra. El pelo lo tenía castaño claro y peinado perfectamente hacia atrás. El color de sus ojos eran azules y a diferencia de los demás no tenía ningún tatuaje. Me inquietaba su interés porque me había dado a entender en más de una ocasión que yo no era de su agrado.

-No, gracias.

Mi respuesta salió de forma rápida y tajante, lo que hizo que él se empezara a reír. Fruncí el ceño sin entender dónde le veía el chiste. Me levanté de golpe y comencé a caminar alejandome de él con el móvil en la mano para llamar un taxi. Ya bastante tenía con que mi propio hermano me hubiese dejado plantada, como para que encima se burlara de mí.

-No era mi intención ofenderte -hablaba mientras escuchaba sus pasos detrás de mí - he venido porque Ian me pidió que viniera a recogerte.

Detuve mis pasos abruptamente al nombrar a mi hermano. ¿Desde cuándo eran esos dos eran tan amiguitos? Sabía que habían hablado en la biblioteca, pero también presencié como en la pelea se puso de parte de Jael en lugar de Ian.

-Mi hermano te ha pedido que vinieras -no era una pregunta, más bien era una forma de autoconvencerme a mí misma que no había escuchado mal. Asintió despacio con una sonrisa al darse cuenta de mi incredulidad. Resoplé fastidiada al ver en su rostro la expresión de burla.

-¿Dónde tienes el coche? -refunfuñé con los brazos en jarras.

Hizo un gesto con la mano para que le siguiera y busqué por todos lados el coche en cuanto dejó de caminar. Ante mí había una moto enorme; negra con pequeñas letras escritas en blanco. No lograba leer lo que ponía debido a la oscuridad y a que estaban escritas más abajo del lateral. Extendió el brazo en mi dirección con el casco en la mano, que a diferencia de la moto era totalmente negro. Arrancó el motor y gesticuló para que me subiera.
No me gustaba la idea de irme con él a pesar de que le había mandado mi hermano, pero acabé por subirme sin rechistar al mirar la hora. No me quedaba mucho tiempo para avisar a Karen e ir al encuentro con Vega.

No era muy fanática de las motos, así que me agarré de su cintura como una garrapata en la primera curva. Sentí sus músculos tensarse bajo mis manos y dudé en retirarlas, pero conforme aumentaba la velocidad deseché esa idea de mi mente.

Me dejó en la puerta de mi casa y se fue sin ni siquiera despedirse. Miré en dirección hacia la carretera donde se acababa de ir, desapareciendo por completo bajo las sombras de la noche.
Al entrar, subí directa a mi habitación para hablar con Karen e invitarla a venir conmigo. No me hizo falta rogarle mucho porque aún sin terminar la frase ya estaba histérica pegando gritos emocionada.

Opté por ponerme unos jeans negros y una sudadera del mismo color. Mientras me hacía una coleta, miraba mi imagen en el espejo. Ya no quedaba ni rastro de la mujer que iba pulcra de la cabeza a los pies hasta para ir a comprar pan. ¿Quién eres realmente Samy? Formulé esa pregunta en mi mente acariciando con la yema de mis dedos ese reflejo donde me veia a mí misma, pero a la vez una persona totalmente desconocida.

Salí de casa a hurtadillas al recibir el mensaje de ella avisándome de que me esperaba donde siempre. Ya era algo normal el salir a escondidas sin que nadie notara mi ausencia.

-¡Ey! ¿Estas bien? -preguntó con preocupación al entrar en el coche y abrocharme el cinturón- Te noto más rara que de costumbre.

-Sí, es solo que he tenido un mal día -otra de las cosas que estaba aprendiendo era a mentir, aunque por lo visto aún no era buena en eso, porque por su silencio supe que no me había creído.

Al llegar al parking ya estaban varios coches aparcados con las puertas abiertas de par en par y la música a todo volumen. Nos acercamos al grupo de chicos y chicas en busca de Vega, pero no la veíamos por ninguna parte. De repente escuché uns gritos que provenían de un callejón cercano. Al ver a Karen saludando a una chica rubia y entablar conversación con ella. Me encaminé sola a pasos cautelosos hasta que dejé de escuchar voces. Mi mente me decía que diera la vuelta y me mantuviese lejos de allí, pero el afán por saber qué pasaba era demasiado fuerte.

-¡No metas las narices en esto! -pude reconocer la voz furiosa de Jael- haz lo que te digo y ya está.

-¡Olvídalo! Si piensas que me voy a quedar de brazos cruzados. -rebatió Dylan negando con la cabeza.

-No voy a volver.....

Escondida tras un muro escuchaba su acalorada discursión. Moví un pié para acercarme un poco más, con tanta mala suerte que le di una patada a una botella que había por el suelo. Me maldije mentalmente cuando él dejó de hablar. Salí de ahí a paso ligero para evitar que me viera y tener otro enfrentamiento. Supe que era demasiado tarde cuando su mano me sujeto de la muñeca.

-No compliques más las cosas y sueltala -le exigió Dylan cortandole el paso.

Le empujó con brusquedad sin soltarme y me arrastró con él. De nada sirvieron mis ruegos para que se detuviera. Jael estaba fuera de si y no escuchaba razones. Me llevó a un camino donde había un coche plateado aparcado.

-¡Sube! -me ordenó con autoridad. El miedo me paralizó completamente y lo único que lamentaba era haberme dejado llevar por mis impulsos. Al no moverme del sitio sacó de nuevo la pistola y me la puso en la sien.

-¡Te he dicho que subas! -insistió con impaciencia. Escuché el click del seguro y cerré los ojos mientras las lágrimas descendían por mis mejillas, entre tanto accedía a su petición.

Me aferré al asiento con fuerza hasta que lo dedos me comenzaron a doler. Parecía inverosímil que me estuviese sucediendo justamente a mí, lo que tantas veces había visto en la televisión. De repente sentí que el aire no me llegaba a los pulmones y todo me daba vueltas. No quería perder el conocimiento y luchaba con todas mis fuerzas para que mis ojos se mantuvieran abiertos, sin embargo, fue inútil. Todo se volvió completamente negro. Quedando a la merced de quien era mi juez y mi verdugo.

Dedicado a;
AliciaPirezGranados
EvaRibaltaCaler
LauraRodri25
VeroOrtiz044
Llumetes
AnnabelGaleraGarcia
candyoftheunivers
MoniqueTejeroGil
PaulaIgnaacia
Marraquesh

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