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Diario Capítulo-16

Necesitaba hablar con ella aún siendo consciente de que posiblemente tendríamos una discursión por revisar sus cosas sin permiso, pero quería respuestas. Comencé a dar pasos rápidos y poco a poco fui acelerando hasta terminar corriendo como una loca. No me importaba ensuciarme el chándal por pisar charcos de barro o doblarme el tobillo por los desniveles del camino. Mi mente estaba demasiado ofuscada para pensar en eso. Entré en casa con la respiración entrecortada y me senté en una silla recuperando el aire, mientras buscaba su nombre en la agenda. Sentía como las manos me temblaban y un nudo se instalaba en la boca del estómago al tener la esperanza de que pudiese ser él.

* –Mamá  —hablé directamente sin dejar que tan siquiera me saludara— ¿Quién es Eros? —le pregunté sin rodeos— esperé a obtener una respuesta,  la cual no llegó.

Me desesperaba su silencio y eso me hacía sospechar que tenía razón. Ella sabía que su partida me afectó y por mucho que le pregunté nunca me dijo nada. Mi madre conocía muy bien su familia y aunque jamás me quiso contar de qué, tampoco le dí importancia, hasta ese momento. Todo encajaba. Una carpeta con su nombre, su desaparición repentina y su silencio.

*–¡¡Respóndeme!! —le exigí perdiendo la paciencia— ¿La carpeta con clave de tu portátil, es el chico que yo conocí de niña?

Su respiración pausada me hacia saber que se estaba controlando y eso me desquiciaba más de lo que ya estaba.

*–Samy, ahora no es buen momento para hablar de eso. —cada palabra que salía de sus labios lo decía tranquila, pero a través de su voz notaba un ápice de advertencia.

Resoplé frustrada ya que la conocía lo suficiente para saber que para ella, nunca era el momento idóneo para hablar. Colgué sin despedirme y solo tenia ganas de estampar el teléfono cuando comenzó a sonar y veía su nombre en la pantalla. Lo apagué directamente y lo dejé encima de la mesa de la cocina.

–¡Ey! ¿Estás bien? —levanté la cabeza y me encontré con Vega apoyada en la pared.

Negué despacio y apoyé los codos en las rodillas.

–¿Nunca has sentido que tu vida es una mentira? —comenté con desdén y me miró con cara de ¿Qué te has bebido chica? Pero me daba igual quedar frente a ella como una tonta. Quería desahogarme con alguien— Es decir, darte cuenta que la vida no es como uno piensa.

–¿Te refieres a que la vida no es de algodones rosas, unicornios y príncipes azules? —mientras hablaba se sentó a mi lado y puso su mano en mi brazo— a pesar de lo que creas, es bonito que hayas tenido la oportunidad de ver esas cosas y no vivir siempre en una realidad cruel.

Asentí al darme cuenta que ella tenía razón, pero para mí era difícil de asimilar todo lo que me estaba pasando.

–No te ahogues en un vaso de agua y deja que las cosas fluyan. —agregó tras unos segundos— ahora anímate y vámonos por ahí.

Al principio deseé que se fuera al igual que los demás, pero después de los últimos acontecimientos, preferí que se quedara ya que me gustaba su compañía. A pesar que éramos de mundos tan distintos, sentía que me entendía más de lo que me imaginaba y eso me daba confianza.
Se levantó y me tendió la mano con una sonrisa. Alargué la mano y se la estreché levantándome también.
Entraron Jael y los otros dos que por lo que recordaba uno se llamaba Mark y el otro Dylan.

–Vámonos o no llegaremos a la carrera —anunció este último mirando su teléfono— ¿Te animas a venir morena?

Su mirada se centró en mí, al igual que los demás.

–¡Ella no viene!  —intervino Jael autoritario— así que vámonos de una puta vez.

Vega negó con desaprobación, pero ninguno fue capaz de llevarle la contraría.

–Ella es mi acompañante —las palabras seguras de Steve se escucharon desde la puerta— así que cállate.

No me gustaba la tensión que se había formado por mí culpa y menos estar con Steve, pero no podía dejarle mal delante de ellos. Observé como Mark le susurró en el oído algo a Jael que le cambió la cara.

El orangután mal vestido sonrió burlón y salió de la casa seguido por sus dos perritos falderos y Vega.

–¡Por qué lo has hecho! —le reproché al quedarnos a solas— ¿Sabes que la última vez casi me matan?

Con las manos en la cabeza me puse a dar vueltas por la cocina incrédula. Yo quería salir por ahí y distraerme, no acabar en otra carrera donde la última vez casi me pegan un tiro.

–Tranquilizate, no va a pasar nada —me aseguró levantando los hombros restándole importancia— si la cosa se pone fea nos vamos ¿de acuerdo?

No le respondí, tan solo pasé por su lado y fui a la salida. Nos subimos al coche y condujo una media hora hasta un descampado el cual estaba repleto de coches. Steve salió y me pidió que me esperara.

–Esto es de Vega, supongo que te irá bien. —comentó entregándome un pantalón de cuero negro, un top y un chaleco a conjunto— me lo dejo en el maletero antes de irse.

Esa ropa no era de mi estilo, aunque estaba segura que me quedaría mejor que el chándal que llevaba lleno de barro. Resplé sin dejar de mirar las prendas que había encima del asiento del piloto. Observé lo que me rodeaba antes de proceder a cambiarme con dificultad debido al poco espacio que tenía.

Me sentía rara y apretada, lo peor es que se me veía el ombligo. Parecía que estuviese en la película de tomb raider pero con deportivas.
Al bajar del coche me encontré con Vega caminando en mi dirección con un botellín de cerveza en una mano y un cigarro en la otra. Me pidió que me apoyará en el coche y sacó un lápiz negro de su bolsillo trasero. Dejó el botellín en el suelo y tiró la colilla antes de empezar a pintarme los ojos.

–Ahora sí que estás... —comentó con orgullo al terminar.

El sonido de unas sirenas la interrumpió. Ella rodeó el coche y entró al igual que yo. Arrancó sin perder un minuto y salimos de allí a toda velocidad.

–¡Steve! Tenemos que volver a por él —grité asomándome por la ventana.

Me preocupaba el saber que se había quedado allí y que la policía lo pudiese detener.

–Él saldrá de allí, no te preocupes —me calmó con una sonrisa— Dragón es uno de los mejores corredores, así que dudo que lo atrapen.

La segunda vez que le nombraban de esa manera y me picaba la curiosidad por saber el porqué le llamaban así, pero no quise parecer una maruja así que me mantuve callada.

–¿Quieres saber por qué tiene ese apodo verdad? —inquirió leyéndome el pensamiento.

Afirmé con timidez y comenzó por contarme que él se metió en el mundo de las carreras al conocerla. Él era un chico solitario que sólo estudiaba y cuidaba de su madre. No salía a ninguna parte y eso le estaba consumiendo. Su primera carrera fue un desastre, pero no se la tuvieron en cuenta por ser pareja de ella. Poco a poco fue entrenando y mejorando, hasta el punto que se convirtió en Dragón, por la furia que tenía en el volante y ganaba mucho dinero por eso. Steve era uno de los favoritos del público y sobretodo de las chicas por el potencial y riesgo que tomaba en cada carrera.
Era increíble como una persona podía pasar de un extremo a otro en tan poco tiempo y la verdad empezaba a entenderle porque me estaba pasando lo mismo a mí.

Aparcó delante de un edificio donde la fachada era vieja y llena de graffitis. La seguí hasta una puerta de madera,la cual tocó tres veces y un hombre enorme, lleno de tatuajes nos abrió la puerta. Hizo un gesto en modo de saludo y fuimos por un pasillo hasta unas escaleras de metal en forma de caracol. Descendimos hasta llegar a una pista enorme con luces de colores y música electrónica a todo volumen.
Por lo que me había explicado Vega, hacía unos años ese lugar era una fábrica la cual reformaron y la convirtieron en discoteca.
Me guió hasta la barra y pidió dos chupitos de tequila a un chico que iba vestido con un pantalón roto de las rodillas y una camiseta de tirantes, dejando a la vista el tatuaje de una geisha que le ocupaba casi  todo el brazo. Era muy atractivo y tenía una sonrisa preciosa.

–Esta ronda la invito yo —habló el camarero sin quitarme la vista de encima— ya era hora de que trajeras chicas guapas.

–¡No empieces! —le respondió ella girando los ojos—Samy él es mi hermano mayor Stefan.

La miré a ella y luego a él notando las facciones que tenían, y sí, eran muy parecidos.

–Solo por traer a esta chica, tienes barra libre hermanita  —tras decir eso, soltó una carcajada— no te vayas preciosa— añadió guiñandome un ojo.

No era una chica que llamara la atención por mi físico o de las que piropeaban por la calle. No me consideraba fea, pero tampoco guapa. Era del grupo de las que dirían del montón.
Unos minutos más tarde, Stefan trajo dos copas llenas de un líquido morado y amarillo.

–Especialidad de la casa — nos entregó una copa a cada una— te espero para la siguiente ronda.

Vega tiró de mi brazo y me arrastró a la pista. Probé el contenido de lo que nos había servido su hermano y tenía un gusto fuerte, pero a la vez dulce. Sinceramente me encantó. Nunca había probado algo tan exquisito, ni siquiera los cócteles que bebíamos en las galas era tan buenos.

–Está canción me encanta —gritó para que la escuchara por encima de la música— ¡Vamos a bailar! —añadió quitándome la copa de la mano y dejándola junto a la suya en una mesa alta, rodeada de taburetes.

Al terminar la canción volvimos a por nuestros vasos y nos bebimos los que nos quedaba prácticamente de un trago. Hacía calor y estábamos sudadas, así que teníamos mucha sed.
Al cabo de media hora apareció Mark y se puso a charlar con Vega, entre tanto aproveché para salir de la discoteca un rato. Al principio pensé que era cuestión de que me diera el aire para estar mejor, sin embargo, a medida que pasaban los minutos sentía cada vez más calor. Tenía la sensación como si la ropa me estuviese quemando y eso me estaba desesperando.
Recuerdo ver a Jael de lejos y de repente todo se volvió negro.
No sé cuanto tiempo pasó, pero cuando abrí los ojos, me di cuenta de que estaba en un coche con Steve a mi lado.

–¿Vega está igual que ella  verdad? —escuché una voz masculina que parecía la de  Dylan.

–Sí, las han drogado a las dos. —le respondió Steve con los dientes apretados.

Dedicado a;
AliciaPirezGranados
EvaRibaltaCaler
LauraRodri25
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Llumetes
AnnabelGaleraGarcia
candyoftheunivers
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