Diario Capítulo-12
Steve volvió a leer el papel, como si intentara descubrir el significado y luego su mirada se centro en mí.
–¿Desde cuándo estás recibiendo estas notas? —inquirió con el ceño fruncido.
No podía seguir callándome, porque ya no se trataba de unas simples letras escritas en un papel, sino que la persona que estaba detrás de todo esto no se iba a detener por lo que me había dado a entender.
–Esta es la tercera nota. —le respondí con un hilo de voz- Si no llega a ser por Jael, me hubiesen matado.
Creí prudente omitir la llamada telefónica que había escuchado, porque ya había descartado que fuera él. Levantó una ceja incrédulo como si no se creyera lo que le estaba diciendo. Se acercó a mí y me agarró de los hombros.
–Samy. —hizo una pausa— no pienses que es inocente porque te haya salvado, él ha extorsionado a mucha gente, es un tío muy peligroso.
La seguridad con la que hablaba me hacía dudar de nuevo. En todo caso, si Steve tenía razón ¿Por qué me volvió a salvar de esos chicos?
–¿Entonces por qué me ayudó? —le pregunté confundida— Hubiese sido más fácil dejar que me pegaran un tiro ¿No crees?
Sabía del odio que le tenía e intuía que sospecharía de él desde el primer momento, pero pensé que se le había quitado esa idea de la mente al enterarse de lo sucedido.
–Porque para él sería demasiado fácil —añadió con simpleza— le gusta impartir el miedo y tener el control.
Mi cabeza estaba hecha un lío y el alcohol recorriendo mi sistema no ayudaba en absoluto para poner en orden mis ideas. Su cálida mano la posicionó en mi mejilla, para que le mirara directamente a los ojos.
–Mantente alejada de él. —advirtió en un susurro— no es buena persona.
Afirmé lentamente y decidimos subimos al coche, ya que los demás tocaban el claxon impacientes para que nos fuéramos. Arrancó y los seguimos hasta un descampado, el cual apenas estaba alumbrado. El suelo estaba lleno de cartones, botellas y jeringuillas. Por lo que me había contado Steve, ese sitio era frecuentado por yonkies para picarse y prostitutas. No hacía falta más explicaciones porque nada más bajé lo comprobé con mis propios ojos a medida que avanzábamos. Chicos jóvenes apoyados en la pared con una aguja clavada en el brazo. Mujeres con faldas extremadamente cortas y tops. Para mí fue un golpe muy duro el tener que presenciar todo eso y lo ¿peor? Era que eso lo considerarán algo ¿Normal?
Ver esas personas que hacían lo que hiciera falta para conseguir droga era algo que siempre había visto en la televisión, pero nunca en directo y eso me partía el alma.
Los perdí de vista cuando llegamos a un callejón donde había una valla cerrada con un candado. No me dio tiempo de preguntar qué hacíamos allí, cuando los demás comenzaron a trepar por ella. La valla era metálica y de rombos lo cual era sencilla de subir. Me esperé a que todos pasaran hacia el otro lado y con la ayuda de Steve (él delante de mí) me ayudó a subir agarrandomé de la mano para que no me cayera. En ese momento no me paré a pensar en que llevaba vestido y por lo tanto los chicos verían mi ropa interior desde ahí abajo. Tampoco tenía intención de echarme atrás y menos en ese lugar.
Una parte de mí quería irse, pero por el otro me sentía eufórica. No sé si sería por hacer una locura de esta magnitud o porque aún sentía el alcohol recorriendo mi sistema.
En silencio subimos por unas escaleras de hierro y llegamos a una puerta. Uno de los amigos de Vega sacó un par de ganzuas de su chaqueta y en menos de un minuto ya la había abierto. Entramos y pasamos por el gimnasio guiandonos por la luz de la luna que entraba a través de los ventanales.
Tardamos varios minutos en llegar a la piscina. No dieron ni dos pasos, cuando ya se estaban desnudando y quedando tan solo en ropa interior. Me animé a mí misma diciéndome que era lo mismo que estar en bikini, pero ver a Vega y las demás me hacían sentir insegura. Ellas llevaban lencería que parecían modelos de intimissimi, en cambio mi ropa interior era negra.
–Si no quieres, no lo hagas. —escuché la voz de Steven— yo me quedaré aquí contigo.
Sopesé la situación en la que estábamos y decidí dejarme llevar por lo que me apetecía. Me quité los tacones y las medias, agarré del borde de mi vestido, me lo saqué por encima de la cabeza y lo dejé caer en el suelo.
–¡Joder! —escuché como alguien exclamaba seguido de un silbido.
No quería mirar a mi alrededor, porque me daba vergüenza, siendo la primera vez que me quitaba la ropa delante de chicos. Acto seguido me lancé al agua y al momento Steve se lanzó también.
El único que se quedó fuera, sentado en una silla fue Jael con cara de pocos amigos y fumando un cigarro.
Uno de ellos salió del agua y al volver trajo una botella de whisky que había encontrado dentro de una mochila. Comenzaron a pasársela y a beber.
–¡Eh! Vosotros dos —gritó Vega limpiándose la boca con el dorso de la mano— venid a echaros unos tragos.
Steve se acercó, le arrebato la botella, apoyó el gollete en sus labios para comenzar a beber, entre tanto los demás le animaban para siguiera. Al terminar, me la pasó y procedí a hacer lo mismo que él.
–¡La pija si sabe dar un buen trago! —exclamó una voz varonil.
Aguanté las arcadas que me había provocado el haber ingerido tanto licor de golpe en tan poco tiempo y guardé la compostura como pude. No sé porqué lo hice, si fue por demostrar que yo también podía beber como los demás o porque no quería sentirme desplazada. La cuestión que media hora más tarde, todo me daba vueltas y tenía la boca pastosa. Aproveché que todos estaban distraídos y borrachos para salir de la piscina. El calor del recinto me hacía sentir peor y necesitaba aire lo antes posible. Llegué con pasos torpes al vestuario y me metí directamente en la ducha. Apoyé las palmas de las manos en los fríos azulejos para no caerme y abrí el grifo. Un pequeño grito salió de mis labios al sentir el primer chorro de agua fría caer en la cara. Estuve varios minutos allí debajo, hasta que me sentí un poco mejor y cerré el grifo. Me dispuse a reunirme con el resto, pero al dirigirme a la puerta para salir, me encontré a Jael con la espalda apoyada en ella contándome el paso.
–¿Qué haces aquí? —balbuceé manteniendo las distancias.
–Hipócrita —su voz sonaba fría y cortante— quieres aparentar lo que no eres y das pena.
Sentí rabia al escuchar como esas palabras cargadas de asco abandonaban sus labios. No me importó las advertencias de Steve, tan solo quise hacerle daño como él me acababa de hacer a mí.
–No entiendo que vio Vega en ti para dejar a Steve —escupí posicionandome delante de él y alzando la cabeza— él sí es un hombre, en cambio tú —le señalé con el dedo— no le llegas ni a la suela de los zapatos.
Su mirada se oscureció y se acercó a mí, quedando sus deportivas rozando mis pies descalzos. Levantó la mano y por instinto cerré los ojos esperando el golpe. En su lugar, sentí sus dedos apartandome el pelo y su aliento chocando contra mi oreja.
–Si yo quisiera ya te estaría follando contra las taquillas hasta que supieras lo que es un hombre de verdad —susurró con la voz ronca, mientras paseaba la yema de sus dedos por mi cuello hasta llegar a la cintura— pero como no eres mi tipo, tendrás que seguir conformandote con niños como Steve, niñita.
Si algo tenía en común la gente que me rodeaba y el orangután mal vestido era su ego. Y si algo tenía yo, era orgullo. No iba a permitir que me tratara como una chica a la cual podría "Follar" si le diera la gana e irse tan tranquilo.
–Menos mal que no soy tú tipo —le respondí con chulería— porque jamás estaría con un tipejo barriobajero como tú.
No me pude contener en decir lo que pensaba, aún sabiendo que eso ocasionaría un enfrentamiento verbal. Me equivoqué.
Dedicado a;
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