Una transformación; su transformación
"Ellos" han llegado, son doce en total. Sus figuras se asemejan a pequeños tornados de color blanco con una cabeza esferoide. Están intactos y en su interior tienen o un orbe luminoso o una llama de distinto color. No tienen ojos, o al menos no unos que los estúpidos mortales dirían que son normales.
Uno de ellos se coloca en frente de mí, su llama se expande, alumbrando con insignificancia. Dos pequeños puntos se encienden en su cabeza y de la parte del cuerpo que está en el medio, nacen dos largos ¿brazos? que terminan en triángulos del mismo color del fuego: negro. De lo que pensaba que eran puntos salen un par de sombras, entonces, me doy cuenta de que eran sus ojos.
Ellos jamás me mostraron sus verdaderas formas cuando iban a consolarme. Se presentaban como sombras o fantasmas de un gris que apenas recuerdo.
—Amo Luka, ¿está listo para decir sus últimas palabras? —junta sus brazos para llevarlos hacia atrás.
Bajo la cabeza para asimilar lo que veo, es fascinante. Estos seres me están dando la oportunidad de ser uno de ellos y encima me llaman su amo.
—¿Es acaso una fantasía? —Subo la mirada, le observo al centro—. ¿Ya puedo ser uno de ustedes?
—¿Uno de nosotros? ¿Está seguro de que no desea meditar su decisión? —Su voz suena demasiado sobria. ¿Acaso es la primera ocasión en la que nos encontramos? Creí haber dicho que quería dejar mi humanidad para siempre
Quiero sacarle el dedo del medio, quiero, pero deseo que esto sea rápido. Qué importa la tonta meditación, ¡ya me quiero ir de este lugar!
—¡Comiencen! —emito un grito, llevando la mano al pecho. Otro toma el lugar del inútil que duda.
—Mi joven amo, ¡usted será algo mucho mejor! Pero deberá pasar una última prueba que garantice que renuncia a su humanidad por completo —La llama de este es de un rojo intenso. Tengo la sensación de que es el líder.
Él y los demás se ponen en un círculo al redor de mí. Al tratar de extender los dedos, los siento rígidos e incapaces de moverse. El latido de mi corazón se acaba de detener, no lo escucho.
No, no tengo miedo. Quiero que esto sea rápido. Quiero ser uno de ellos.
Comienzan a dar vueltas, veo sus colores: son todos los que aprendí en la primaria. La maldita perra que me daba las clases estaría orgullosa.
Escucho un ruido que me trae recuerdos de a cuando jugaba con carritos, ¿abre perdido el control? Estoy girando. La tierra se está partiendo y se sacude, pero no tarda en volver a su estado normal.
Respiro, para darme cuenta de que recuperé ese sentido. Cierro los ojos para no caer en la confusión entre tantos colores. Estoy contando números, si cuando llegue al veinte no paran, le escupiré a uno de la ronda.
Voy por el doce y, extiendo las manos para sentir los dedos llenos de humedad. Al abrir los ojos veo cerca de ellos un oso de peluche igual al que tenía... Y una foto de mi "familia "entera con el par de vejestorios molestos que se supone eran mis abuelos y hasta los imbéciles que llamé tíos por obligación.
—Destruya la foto y el oso para poder completar su transformación. Tiene seis minutos exactos —Pide una de flama morada que tiene los brazos extendidos.
—Me lo voy a quedar, es demasiado bonito para ser destruido —doy unos cuantos pasos hacia atrás, con el oso en manos. Un pequeño juego para distraer incautos siempre es necesario, es tan divertido.
—No puede negarse, tiene que cumplir con la orden. Cuando ascienda podrá tener todos los que quiera —su voz sonó igual a la de aquella señora asquerosa que tuve que llamar madre. Si es que quiere molestarme, buen intento, porque lo logró.
—Si es así... —retrocedo hasta casi pegarme a una iluminada por una luz roja. Lanzo al tonto juguete hacia el de llama negra, él lo consume hasta volverlo cenizas.
«Voy a disfrutar romper esta porquería». Sonrío. No es una sonrisa cualquiera, es algo más especial, un sentimiento que un ser de mi edad no debería sentir. ¿Pero a quién le importa?
—¡Jajaja! —Lanzo la foto contra lo que se supone es el piso y entonces salto encima de ella, marcando las huellas de los zapatos que traigo puestos. Con esa sensación de calor y siendo observado por "ellos", continúo con el inocente juego. Ver las caras de los detestables humanos llenas de polvo y arrugas me causa una satisfacción increíble
La recojo, al tenerla entre los dedos, una fuerza, la misma que hace que coloque una sonrisa podría ir de colina a colina, me da el impulso de partir la fotografía de falsedad. Pedazos, grandes, pequeños y la cereza del pastel: escupir hacia las caras de los imbéciles que fueron mis padres.
El último trozo cae sobre el suelo. La sonrisa sigue en mí, al igual que el sentimiento que los sentimientos que la acompañan.
—Amo Luka, hizo un buen trabajo. Es hora de que ascienda con todos nosotros —el de flama negra se pronuncia—. Por favor, evite cerrar los ojos, será el último en subir. No quiero que se asuste. Es normal que las primeras veces su velocidad sea un tanto baja
Los doce se ponen en un círculo de vuelta, me pregunto por qué doce y no otro número. ¿Es alguna clase de código oculto?
Las vueltas que ahora dan, me envuelven en un viento que aviva sus llamas y luces. Pero, no estoy mareándome ni siento dolor de cabeza. El tornado está por encima de mi cabeza, no parece tener un fin.
Me veo las manos: de las yemas de los dedos sale polvo. A los pies, unos cabellos están cayendo. El corazón me ha dejado de latir por completo, ni tampoco siento mi propia respiración. Un humano normal tendría que estar muerto, sin embargo, siento que todo es un juego, nada más que un juego.
Las llamas y luces del tornado se hacen enceguecedoras, el viento que me rodea hace que quiera cerrar los ojos...que ya no tengo; no hay parpados, ni pestañas. Es tan ligero. Mi nuevo cuerpo es inhumano; no hay extremidades, ropas o cabello.
Los otros se detienen, ¿por qué?
—Asciende, asciende, asciende, nuevo Milnombres —el de flama negra repite unas palabras para al final desaparecer. El resto le sigue, hasta que al final el cuarto regresa a su estado inicial de vacío.
Las luces rojas se apagan, la puerta desaparece sin más. Pero una nueva luz aparece, es de color azul y está en lo que antes era mi cuello y se mueve hasta lo que sería mi corazón, ¿acaso seré yo? Por debajo, las grietas colapsan lo que pensé que era irrompible. No estoy tocando el piso, en qué momento dejé de hacerlo. «No lo comprendo, no lo comprendo, ¡no lo comprendo!»
—¡Auxilio! —Voy dejando atrás la habitación sin pedirlo. A lo lejos, veo fragmentos de negro profundo y rojo—. Contrólate, ¡tonto cuerpo!
Aunque di una orden, sigo moviéndome hasta distinguir un lugar rodeado de nubes con una pila de osos de peluche en la que aterrizo. Puedo oír que un coro de voces que canta mi nombre antiguo, quizás lo conserve.
Al verme las palmas estas son azules y traslucidas al igual que el resto de mi nuevo cuerpo. Debería tener una esfera o una llama oscura en alguna parte, voy a tener que averiguarlo. ¿O acaso seré distinto del resto? Son varias las preguntas que tengo.
Lo que en verdad importa es que cumplí mi objetivo: abandoné mi humanidad en su totalidad, dejé atrás los días del niño del piso dos. Me he vuelto un nuevo ser, un Milnombres.
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