Sobre el arcoíris
De vuelta viví un aburrido día de clases, no es que estar en el colegio me emocione demasiado, voy ahí por obligación, porque mami dijo que así podríamos escapar para siempre de donde estamos; a veces voy solo por ella y porque no podría dejar a lil sis indefensa.
Después de que terminara el plato, di pasos suaves para llegar a la puerta, escuchando que la sala estaba repleta de voces, la abrí un poquito, lo suficiente para ver a mamá y unos cuantos más, eran unos cuatro en total. Tomé la decisión de no irme de hasta que ellos se fueran.
—No te preocupes mami, nos quedaremos como unos diez días contando desde hoy. No sé si sea el caso con Denis.
—Él no me importa tanto, pero no quiero que tú y Ellie sean sancionados.
Creo que esa fue una forma de decir que no le importa Denis, ella y papá lo tratan de sirviente pese a que es una buena persona y me ayudó en algunas tareas difíciles y fue paciente conmigo en la feria y pagó todo lo que pedí y los juegos y...
—Hello, pequeño campeón, que bueno que te encuentro —Big bro Konstantinoz abrió la puerta—. Quisiera tener contigo una charla de hermano a hermano.
—Vale, big bro —fingí estar feliz levantando el pulgar hacia arriba.
—Creo que ya tienes edad suficiente para que te lo diga. No es el cómo se hacen los bebes, si no, una responsabilidad.
— ¿Una tarea?
—Sí, una tarea —me dio un caramelo—, una muy especial e importante en la que Ronald falló por completo: la de cuidarlos y protegerlos a ti y...
Por algún motivo, la boca de big bro se deformó. Me sacudí la cabeza, volviendo a oír bien.
—Pero, quiero que tú la protejas a ella que es más débil de fuerza, indefensa y podría sufrir más ante el mundo y las circunstancias de la vida.
—Sí, big bro, yo siempre he estado a su lado, soy su compañero de juegos.
No quería preguntar el porqué, pero al mismo tiempo lo descifré cuando dijo que era débil e indefensa.
—Sus problemas podrían llegar a ser peores que los tuyos, tú podrías crecer tan alto como yo y tener tanta fuerza para defenderla de los tipos malos que le quieran hacer daño.
—Sí, hermano, lo entiendo —subí la mirada para no parecer un cobarde.
Cuando la charla terminó un sentimiento de culpa entró dentro de mí, fui un cobarde ese día al dejar que ella me defendiese ante Miss Palmer, se supone que debió ser al revés. De inmediato fui a verla para pedir perdón, desde esta mañana que ha actuó extraño, sentándose en un sitio lleno de luz y en colocando con color azul en su cuaderno: I hate clowns. No le pregunté, vaya llorica que fui, pero ahora, no, me disculparé.
—Lil sis —dije, tocándole la espalda y de pronto me vio con la mirada caída que pone cuando tiene miedo, genial, en vez de mejorar, lo empeoré.
—No me toques —dijo, después nos observamos a los ojos, los dos tenemos el mismo color y el tamaño de estos—. Perdóname hermanito, tengo que hacerte una confesión, no puedo ocultar esto —de ella salieron unas gotitas que chocaron el piso—. Mientras estuvimos en la feria, un señor parecido a un payaso intentó tocarme en sitios donde no debía y nadie hizo nada para detenerlo hasta que vino hermano mayor Konstantinoz y casi por mi culpa iba a ser golpeado. Por favor no se lo digas a nadie más, por favor.
Mierda, sé que no es una palabra que deba tener en el vocabulario.
La miré con atención, entendiendo su actuar, dando razón a las palabras de la charla que recibí hace unos momentos atrás.
Yo he fallado como hermano, pero si consigo encontrar al tipo algún día, lo haré pagar para siempre.
Alguien tocó la puerta diciendo que lil sis se quedó sin almorzar. Agarrados de la mano, la llevé a que comiera la sopa que en realidad era pollo frito con patatas que intentó darme, rechacé diciéndole que estoy lleno.
—Me alegra verte tan feliz comiendo así, lamento que estuviera un poco frio —big bro Konstantinoz le dio una caricia en la cabeza.
—Es la primera vez que, como esto, ¡quiero más!
—Te compraré los que quieras. Come tranquila y después alístate princesa, iremos al centro a divertirnos los dos, luego te ayudaré con la tarea.
—¡Sí!
Siendo que sobraba en la mesa, me regresé a mi habitación para leer los cuentos que traje de la sala de castigados de la primaria. En realidad, hoy fue uno de esos raros días en los que ningún Mister o Miss nos daba palo con las tareas, qué más da, sé porque big bro lo dijo, no soy un tonto.
Pero, ser envidioso sería una idiotez, ella se lo merece, ha pasado por tanto y debería apoyar su felicidad.
Pasé la primera página de uno de los libros, era el de criaturas mágicas del país, esta era diferente de los que leí antes, además de que estaba en castellano, venía repleto de ilustraciones tan chulas de cada uno de los seres.
La mitología jeervalyana es tan molona. Hay criaturas de otras como las hadas o los duendes, y hasta una versión cadavérica y verde la banshee de los celtas. Obvio que también existen propias, se me vinieron a la mente los darfun y las bolas de magia que habitan en las aguas de lagunas y lagos, aunque no recuerdo su nombre porque está en jerví, la lengua de los habitantes originales de la isla.
Y, como en toda buena mitología que se respete, había héroes y figuras sabias, en especial los segundo, de lo primero de hecho hay tan pocos que puedo contarlos con los dedos de la mano; unos tres, si es que la memoria no me falla.
«Mucho texto», pensé al pasar a la sección en la que se terminaron las ilustraciones.
No debería quejarme, cuando sea más grande los profesores me obligarán a leer muchos libros así, además quejarse es para débiles, lloricas y maricas, yo no soy ni pienso serlo si no decepcionaría a papá y a hermano Konstantinoz.
"La leyenda de los cinco elementos"
El título hizo que pegara la mirada sobre la hoja, ¿no se suponía que son cuatro los elementos? ¿Cuál podría ser el quinto? Tenía que continuar si acaso quería la respuesta, lo bueno es que estaba cómodo sobre la cama, así que esto iba a durar para largo rato.
Terminé de leer la primera página, tardé apenas unos cinco minutos, supongo que es un buen tiempo. Pronto la segunda, la tercera, la cuarta, la...
El sonido de alguien llamando a la puerta hizo que cerrara el libro, perdí la concentración para abrirle a quién fue el molestoso: Denis. Terminé retirando lo anterior, él no es una ninguna.
—Petit chevalier, ¿qué haces tan solo en tu cuarto? —preguntó con un tono demasiado amable de voz.
—Estoy leyendo los libros que traje de la primaria, me gusta hacerlo cuando no hay nadie en casa.
—Que maravilloso seas así, ¿podría acompañarte en tu sesión de lectura? Tengo unos snacks por si tienes hambre.
—Claro que puedes acompañarme, no tengo sillas por lo que tendrás que estar sobre mi cama.
Denis no tuvo problemas en sentarse conmigo y tomar el libro, papá o mis hermanos mayores no lo hubieran hecho de una forma tan delicada como él, sosteniéndolo por ambos lados del lomo sin movimientos torpes.
—Los darfuns, jamás escuché sobre ellos.
—Son criaturas de la mitología jeervalyana, hombrecitos de colores delgados y de brazos tan largos que extienden para hacer travesuras. No son duendes ni enanos porque sus orejas son redondeadas y van desnudos por ahí.
—Vaya criaturas más voyeristas que son —dijo, abriendo la bolsa de palitos de queso que trajo.
— Voyerista, ¿Cuál es su significado?
Denis me lo dio, otras personas me habrían dicho que no tengo edad suficiente. Lo que estaba por leer era un cuento llamado la Ronda de los Darfuns.
—En un lago de agua cristalina y pura —se esforzó por leer sin exagerar su acento.
Su voz hizo que entrara en un estado completo de serenidad, incluso en los diálogos que les pertenecían a los malos malotes, sonó libre de malicia. Sigo sin entender por qué mis padres lo tratan tan mal.
—Entonces, el desquiciado bidir fue arrastrado para siempre al agujero negro sin fin y los darfun volvieron a habitar el bosque con serenidad. Fin.
—Wow —formé un perfecto círculo con la boca. Denis abrió una de las bolsas de potato chips, se lo habría pedido antes de no ser porque me dio vergüenza hacerlo. Tomé un puñado y cuando las masqué el crujido que dieron provocó que sacara hasta terminarlas.
Algunas de las migas cayeron sobre el libro en el que aprecié una ilustración de los darfun usando sus largos brazos para hacer un muro que rodeó el malo malote.
—Se nota que eran otros tiempos en los que una historia infantil podía ser más violenta y oscura.
—Y es lo que las hacen geniales. No les digo a mis padres y hermanos mayores que leo esta clase de historias, si no se podrían dementes.
—Ya veo —se llevó un dedo al mentón—. Tus padres son de aquellos que les gusta ir a la iglesia o rezar, ¿no es así?
—Pues mamá nos obligó a mí y a lil sis aprender rezos de memoria y vamos a la iglesia cada que podemos.
Le fui sincero. Hablando de verdades, no me gusta ir a la iglesia, es aburrida y me hace dar sueño, pero no lo puedo decir porque mamá se enojarían conmigo o diría que podría irme al infierno.
Evitando pensar en situaciones no tan buenas caí en otra al colocar los ojos hacia abajo después de ver que me terminé las chips sin dejarle mucho a mi primo, fui un grosero.
—No te sientas triste por las patatas, traje otras.
—Denis, ¿podrías leerme otro cuento? —le pedí para cambiar de tema. Él hojeó unas cuantas paginas y de pronto, la cabeza me resultó pesada y el cuarto se volvió de color azul. —No, Denis, esa leyenda no, esos seres para nada han existido.
—Pequeño Caballero, ¿estás bien? Tus ojos están más brillosos de lo normal.
—Sí, estoy bien —fingí para no preocuparle. —No necesito nada, ya verás que estaré normal después de dar dos vueltas sobre mí.
De pie sin zapatos giré dos veces, sin ver nada caí sobre la cama, viendo a mi primo lleno de extrañeza. ¿Qué sucedió?
—Iré por una pastilla para el dolor de cabeza y si no la encuentro, buscaré una farmacia. Lo que te pasó no es normal.
—No lo hagas por favor, no quiero que mi familia te vea, quédate a contarme cuentos —jalé de su brazo sin dejar que escape.
—Por lo menos recuéstate.
Después de un rato, Denis tomó el libro y me leyó todo lo que quise sin que ninguno de los dos fuese interrumpido hasta que el sonido de la casa llena de pisadas hizo que él tuviera que marcharse a prepararnos el té. Sí, sé que la hora pasó, pero no es que seamos ingleses para tomarlo a tiempo.
—Y se quedó conmigo toda la tarde y dejó que comiera de sus snacks sin molestarse. Es una de las mejores personas que conocí.
—Eh, pues, no tan bueno como hermano Konstantinoz. Ahora vamos a dormir que mañana nos toca con la Señorita Solares —dijo lil sis, tenía razón.
—Buenas noches.
Despierto a la hora que acostumbro, o sea a las 7:30 de la mañana, empecé el día sintiéndome húmedo. Ese olor metido entre la madera de los muebles y las paredes no me daba la mejor sensación. Las sabanas con las que me cubrí se sentían rígidas y es probable que hiciese algunos daños a la costura.
Luego de que me vistiera con el soso y aburrido uniforme de camisón blanco, corbata azul y pantalón negro, fui derecho a la cocina, encontrando a lil sis, Denis y Konstantinoz.
Mis ojos se clavaron sobre la pila de redondos color dorado puestos sobre un plato, encima de ellos vi una cosa café en el que colocaron unas cuantas moras azules. Para beber encontré una taza de milk chocolate.
—Comete tu desayuno que se enfría —me recomendó big bro, limpiándose con un pañuelo.
Agarré uno de los discos dorados y le di unos mordiscos, no se pareció a nada que haya comido antes por su suavidad y dulzor tan agradables ¡Estaba delicioso!
—Denis, esto es lo más guay que probé, eres bueno en esto. Para ser un hombre cocinas mejor que mi mamá y hermanas mayores, no, mejor que cualquier mujer que conozco —se las dio por hablar con la boca llena. Y, sin tener un motivo concreto, supe que las palabras de hermanita fueron incomodas.
No me equivoqué en lo que dije cuando vi que los otros dos presentes hicieron risas fingidas. Como mamá la escuche, seguro que la castigaría, aunque tiene un punto, todo lo que Denis preparó era glorioso y para mí fue la primera vez que veía a un hombre cocinar, se supone que papá siempre dice que la cocina es para mujeres y maricas, ahora que lo pienso, jamás le pregunté el significado de esa palabra, pero siempre la usa para referirse a cualidades malas que un niño no debería seguir, hablando de sólo niños varones, como yo.
Acabado el desayuno, justo en la parada del bus, esperando a ir con hermanita, big bro la tomó de la mano y se fueron hacia arriba. Les seguí el rastro.
— Pero el bus ya llegará, ¿A dónde van?
— Lo siento, pero hoy irá conmigo a la primaria, tendrás que tomar el bus por tu cuenta, sé que puedes.
Kons detuvo un taxi. Debía de valerme por mi cuenta, no ser un cobarde.
— ¡Esperen! —Denis llegó a tiempo, antes de que el auto se marchara. —Señor conductor, yo igual vendré con el niño, no pueden separarlo de su hermana.
Adentro del vehiculo noté que Kons tenía las cejas hacia abajo, lil sis en cambio me guardó el asiento al lado de ella. Los dos mayores se aseguraron de que llegáramos a salvo a la primaria y se despidieron de nosotros.
Entonces, comenzó la tortura con ciencias naturales; aburrido.
Bah, tengo mis propios asuntos más importantes que la Miss Rodar y su tonta clase. Y uno de esos es asegurarme de proteger a los que me importan.
—Deja de mirarme tanto, concéntrate en hacer apuntes —dijo hermanita enojada.
Reiteré que es una clase aburrida.
Para estos casos, nada mejor que divertirse haciendo garabatos con colores, estoy seguro de que me pasarán los apuntes.
«Azul»
Tomé el color azul, sintiendo una suave corriente eléctrica dentro de mí. Empecé a recordar sucesos que pensé que olvidé, dejándome llevar por los pensamientos que tenía.
Pasó por mí la imagen de una habitación, una sala en la que estaban un hombre y una mujer hablando fuerte. El lugar era pequeño, a comparación de la que esté en mi casa. Olía a humo de cigarro y alcohol, me recordó a las veces en las que papá hacia lo mismo y nos daba dinero a mí y a hermanita para que no lo delatemos con mamá.
Todo se vio tan real, incluso la mesa desde la que observaba a la pareja pelear. Pasé las manos encima, la madera fría y café me confirmó que el lugar era de verdad.
Estaba en problemas si no volvía pronto a clases.
La pareja se dijo insultos en inglés, por un instinto de curiosidad pasé a ver qué había en mi detrás; desearía no haberlo hecho.
Encontré a un espíritu azul de tamaño parecido al mío. Una sensación de amargura se me cruzó por la boca. El espíritu azul logró articular una palabra:
—Vete.
— Hermanito, ¡despierta!
Al oír a lil sis llamarme, reaccioné colocando la frente en el alto. La señorita Rodar se encontraba en mi lugar, enojada y de brazos cruzados. Ella tomó mi cuaderno sin que viera lo que dibujé. Sin que ella lo dijera supe que iba a ser enviado a la dirección y que llamaría a papá y mamá.
—Por favor Señorita Rodar, no le avise a mis padres, me quedaré en la salón de castigados. Esto me sucedió porqué no dormí bien anoche por los ruidos tan fuertes que escucho.
La maestra de ciencias naturales cambió su expresión por una que dio menos miedo. Dejando sus brazos sueltos y sus preciosos ojos celestes medio llorosos, me dio un abrazo en frente de la clase.
—No tengo por qué castigarte, no me tengas miedo, sólo te pido que atiendas la clase.
Devolviéndome el cuaderno, ella se fue a continuar la lección. Lil sis me pasó un papel que al desenvolverlo encontré el mensaje de:
"We ned to tal avouth your drawyns later"
Pese a su mala escritura, entendí lo que me quiso decir.
Unas horas más tarde, después de que acabase la ultima clase, a la salida de la primaria, hermanita tocó la manga de mi camisa, señal de que quería hablar conmigo, pero, pasé de ella cuando noté la presencia de una figura de cabello rubio y ojos color avellana que me saludó a través de su sonrisa, cálida y sincera como la de mamá.
Corrí hacia él y le saludé de un fuerte apretón de mano, dándole a hermanita suficiente tiempo para que llegara. Ella no le saludó de la forma en que yo lo hice.
—No es necesario que me saluden tan elocuentes, pequeñitos. Vamos que su hermano mayor nos está esperando, iremos a comer afuera.
—Jo, que va. Ojalá pueda comer pollo frito y patatas fritas de vuelta —dijo ella tan deseosa.
—Sé que lo harás, confía. Si la mochila te parece pasada, puedes dármela. No soy tan fuerte como tu hermano, pero podré ayudarte.
Y, de pronto, hermanita que hasta ese momento mantuvo oculta su mano, se la dio a Denis, se pegó a él y se apartó antes de que llegaremos hasta Kons. Estando los cuatro como esta mañana, tomamos un taxi que nos dejó a la entrada de un sitio al que nunca antes vine.
Afuera había un enorme poste pintado de rojo con líneas blancas y arriba de este, se encontraba un pájaro llevando una patata frita en su pico.
—Vamos, pequeño caballerito, la comida es adentro —hermano mayor me tomó de la mano. Sin embargo, cuando me llamó por el mote que me puso Denis, no tuve el mismo sentimiento.
Si por afuera parecía increíble, el interior hizo que la quijada se me desplazara hacia abajo.
El piso blanco y luminoso le hacía contraste al rojo y amarillo sobrio de las paredes. Había un montón de mesas circulares y unas cuantas cuadradas, la mayoría de ellas ocupadas por personas; padres junto a sus hijos. El aroma del aceite y las frituras hizo que el estomago me crujiera tan fuerte que las mejillas se me volvieron coloradas, seguí a mis mayores sin hacer mucho escándalo, los cuatro conseguimos un asiento cerca de una extraña parte en la que niños entraban, muchos de ellos sin zapatos. ¿Por qué?
—Hermano mayor, ¿Qué este lugar? Todo se ve delicioso, bonito y divertido —preguntó primero hermanita.
—Es un sitio especial donde comes y juegas, si tienes suerte, haces nuevos amigos —respondió rápido. —Primero necesitamos pedir la comida, vamos a pedir juntos.
—Está bien, pero no voy si primero va hermanito con nosotros.
A Kons no le quedó de otra más que ir con los dos en las manos, me dio un poco de pena que dejáramos a Denis solito.
Al poco rato los tres que partimos, llegamos a una fila en la que por supuesto esperamos. Arriba de mí estaban las imágenes de la comida, encontré pollo frito, patatas, pizza helados, sodas, vaya, pensar que esto nada más lo veía en las películas.
Cuando llegó mi turno de pedir escogí el combo que venía con un juguete y un vaso de soda. De postre Kons nos compró una rebanada de jeervalyan peach pie. En total pidió cuatro raciones.
—Así que, esta es la franquicia de la que tío Yebi compró las acciones —dijo Denis.
Dejé que él y hermano hablasen, me dio curiosidad.
— ¿Qué? —Por un momento pensé que Kons no iba a tragarse la patata que mascó.
— No puedo mentirte a ti ni a estos pequeños, fue el mismo tío que me dijo en persona que compró las acciones para establecer locales en Jeervalya. ¿Tú sabías que esta franquicia fue fundada por un migrante jeervalyano en Estados Unidos hace más de 70 años?
— Y por qué el tío Yebi te lo dijo a ti.
— Es un secreto que me pidió que lo guardase —el primo hizo el símbolo del silencio—. Si no me crees, que te muestren una foto del principal accionista.
Ahora sí. Ahora hermano mayor confiará en las palabras de Denis, dejará de tratarlo como lo hace.
Por alguna razón, hermanita escuchó la discusión atenta, hasta me dio la impresión de que le interesó más que las clases.
—El último en comer barre la habitación de Ronald y Samara —hizo un reto con la boca llena. Se le está olvidando con quién juega.
Sin responder metí cuatro patatas a la boca, no sé cómo lo consiguió, pero ella se puso cinco, ¡cinco! Es una tramposa.
—Pequeños no coman tan rápido, los juegos se quedarán quietos —dijo el primo, dejando fluir su acento tan peculiar.
Juegos.
Supuse que eran los que estaban cerca de nosotros. No iba a perder la competencia, ella tenía la delantera. Aunque el pollo era delicioso, los juegos son lo mejor. Masqué a velocidades que ni yo mismo supe que podía. Al final fue un empate.
—No olviden quitarse los zapatos —advirtió big bro, él acabó por desatarnos los cordones.
Apenas entramos, lil sis tuvo un arrebato de energía que le hizo correr, perdí su rastro entre los enormes tubos de colores y trampolines. Había un montón de niños, todos alegres y sonrientes, para nada con sentimientos encontrados y jugando sin parar.
Aunque la cabeza no me duele, hay tanto por lo que preocuparme. Las palabras de Konstantinoz, la relación de Denis con mis familiares, lo que está pasando estos días, los extraños dolores de cabeza, lo que vi esta mañana en clases.
Para no levantar sospechas, busqué un rincón alejado. No quiero sonar grosero, pero pese a tantos colores tan bonitos y molones, el mal aroma de tantos cuerpos juntos en un espacio reducido hace que no quiera estar cerca de nadie.
En medio de dos tubos de plástico, uno rojo y otro amarillo, encontré lo que buscaba: un hoyo al que la luz le costaba entrar. En su interior había un montón de pelotas de colores, al tocarlas me di cuenta de que eran de plástico como muchos objetos de hoy en día.
—Veamos —susurré bajito, asegurándome de que nadie me escuchase. —A hermanita le sucedió algo que preferiría no recordar, papá y mamá tratan mal a Denis, han estado pasando sucesos extraños —tomé otra pelota y luego otra, luego una más.
No.
Volví a sentarme, pensando en una posible explicación para cada una de las dudas. Sin querer llevé un dedo a la boca. Si hago esto rápido iré a darle alcance a lil sis.
Denis es una buena persona, desde que lo conocimos siempre fue atento conmigo y con todos. Ayuda a mamá con las labores de casa, soporta al castor cascarrabias de Ronald, ayuda a Ellie y Sam en el gallinero. Hace el desayuno puntual...hay tanto que él hace bien.
No entiendo por qué no lo consideran uno de la familia, si hasta dijo el nombre del tío Yebi y seguro conoce el de su esposa y el de su hija.
—No intentes comprender a los adultos, son tan repulsivos —escuché decir a un niño, unos dos o tres años menor que yo.
Salté por encima de las bolas. Cómo es posible que me hayan encontrado, o de nuevo será uno de esos sucesos extraños.
«Quizá debería dejar de torturarme con esto», pensé. Y de pronto, vi que, de una bola, salió una luz azul idéntica a la que encontré en el sueño que tuve en clases, que por supuesto no se lo contaré a nadie para no preocupar.
Caminando de puntitas, la agarré y era idéntica al resto de bolas, pero en ella tenía un ojo igualito al que me topé un par de veces cuando estuve con Denis en la feria.
Miré hacia los lados, no se encontraba ningún niño o niña cerca, ni siquiera el gracioso que me asustó. Libre de miradas la metí en el bolsillo de mi pantalón.
Para que lil sis no fuera a preocuparse por mi paradero y no decepcionase a hermano mayor, fui a buscarla entre los juguetes. En el momento que quise gritarle "hermanita" un relámpago me cortó las palabras.
— ¡Hermanito!
Varios niños gritaron, algunos se fueron donde sus padres.
Sin saber de dónde vino el de ella, caminé hasta el final del tubo en el que estaba un gran hoyo por el que salió justo a tiempo.
—Esto fue divertido, una vez más. Deberías intentarlo tú también —jaló de mi corbata.
Al darle una inspección noté que le faltaba una de sus medias.
—Hermanita, no tienes una de tus medias.
— ¿Y? No me importa, le diré a Kons que me compre más.
— Dale, yo iré a tomar soda, me dio sed.
Mentí, no quería hacerlo. No le iba a decir que fuera a por su media porque si no tal vez big bro fuese a enojarse conmigo porque no cuidé bien a hermanita.
De vuelta en la mesa para beber soda, me encontré con que big bro tenía la mirada sobre su celular y que Denis estaba leyendo uno de los libros que traje de la primaria. No quería molestar a ninguno de los dos, pero, me acerqué a ambos tratando de no hacer ruido.
El cuento que leyó Denis era uno de mis favoritos, el de madre Orwida, la hechicera más poderosa de Jeervalya. Él se pasó a uno de hadas, vaya que es veloz leyendo.
— ¿Quién es Bela y por qué le mandaste dinero? —pregunté al ver el celular de big bro.
— No es nadie —él cerró su celular y se lo metió en un bolsillo—. Nos quedaremos hasta que la tormenta pase —dijo calmado.
Le pedí que me diera soda, como no había nada, fue por un vaso entero.
—No le cuentes a nadie lo que viste —big bro me cuchicheó.
Una nueva duda.
Vah, se supone que vine aquí a divertirme, no a tener preocupaciones. Ahora sí que iba a hacerlo.
—Hay cosas que no puedes ni debes ignorar —dijo un niño rubio, vaya loquito. Lo ignoré pasando con desdén por donde él.
Sin saber por dónde empezar, evalué las posibilidades. Había el muro, las otras piscinas de pelotas, el trampolín, los tubos por los que lil sis bajó...era demasiado.
Tuve la idea de preguntarle a ella, terminé por decantarme en acompañarla a resbalar por los toboganes circulares de plástico. Al final resultaron mejor que los normales.
La lluvia siguió cayendo, en ocasiones acompañada de truenos que hicieron revolotear a los miedosos, que bien por mí que sí soy valiente. No volví a encontrar al niño extraño, excepto después de que bajara por el muro, pero sus ojos lucían iguales a los de cualquier persona. No creo que fuera el mismo, quizá el que vi antes fue su gemelo o alguno de sus familiares.
—Hermano, ya deja de sobre pensar tanto, vamos que nos esperan.
Ella me sacó jalándome el brazo, me la quité antes de que Kons nos pudiera ver. Big bro sacó unas mentas que repartió entre los cuatro y guiñó hacía mí, entendí lo que me quiso decir.
Secretos, secretos y más secretos.
Se supone que hermanita y yo teníamos que hablar, ella se olvidó, es mejor que siga así.
Afuera se encontramos un montón de charcas dispersas en la calle. Pasando por algunas de ellas, encontré mi reflejo. Pasé de saltarlas porque tanto hermano mayor y Denis dijeron que si lo hacía me iba a mojar.
Ahora los cuatro íbamos de camino a casa, después de un día divertido, era momento.
El aire mezclado con la humedad me devolvió la claridad que necesitaba. Sé que no debería sobre pensar demasiado, pero es difícil. Hay demasiado de qué hacerlo, demasiados secretos.
Desde la llegada de Denis a casa conocí un lado que jamás vi de mis padres, ya no necesito aclarar a nadie la postura que tengo sobre él, tampoco quiero cambiarla. Pero, esa es solo una parte. Lo de Konstantinoz, aquel mensaje; lo de hermanita, los extraños sucesos relacionados con el color azul, las palabras de aquel niño.
¿Debería dejar de buscar una explicación para todo? ¿Es acaso todo esto una prueba? Es algo que no me puedo explicar. ¿O es que tal vez no necesito saberlo o las respuestas que quiero vendrán a mí?
Nos detuvimos. Llegamos a una plaza en la que había bancas para descansar.
—Hermano, tengo sueño, quiero dormir.
—No te preocupes princesa, pronto llegaremos a casa —oí a Kons.
— ¿Y si nos vamos juntos?
—No cariño, tenemos que volver rápido. Denis también quisiera descansar y tu hermanito, bueno, él no parece tan cansado. ¿Por qué no vamos a preguntarle?
Me di vuelta antes de que comenzara el interrogatorio.
—No es justo, tú no estás cansado —dejó salir un bostezo, sonaba tan enojada.
—Shh, no hagan tanto ruido, podrían asustar al arcoíris —Denis apuntó hacia un arco multicolor en el cielo.
Azul, rojo, naranja, violeta, amarillo, verde, índigo; los colores que puede tener un darfun. Las leyendas jeervalyanas dicen que, si logras ir por encima de un arcoíris, el más poderoso y colorido de los darfun puede concederte un deseo. Pero, ¿Qué hay sobre un arcoíris?
—Qué bonito, hace mucho tiempo que no veía uno tan bonito. En el norte no se ven arcoíris tan grandes ni tan coloridos —dijo big bro.
—Ya no tengo sueño.
—Parece que este arcoíris es mágico. Te quitó el cansancio e hizo que tu hermano dejara de tener cara de preocupado —big bro me apuntó.
— ¡Ya deja de sobrepensar tanto! —lil sis me gritó como si fuese Ronald el que lo estaba haciendo.
—Y tú no suenes como el castor cascarrabias —me defendí.
—Pequeño caballero, pequeña damita, no peleen que podrían escucharnos.
—Lo siento, Denis —dijo ella un tanto apenada.
Nos callamos. Le dije a los demás de quedarnos viendo el arcoíris, si tuviera una cámara, ya habría tomado foto. Los colores se iban perdiendo, y el enorme arco que pasaba de cielo en cielo, también. Sin embargo, saqué la mejor sonrisa que pude para no espantar a los darfun.
— ¿Qué creen que hay sobre el arco iris? —pregunté.
—No lo sabemos, tal vez darfun saltarines, oro y joyas, plata; puede haber tanto —Denis respondió mi pregunta.
Al querer observar el arcoíris, este ya no estaba. En verdad era momento de volver a casa. Lil sis tomó la mano de big bro, yo desistí de tomar la de nuestro primo, suficientes problemas le causé hoy.
Mientras esperábamos por un vehículo que nos llevara de vuelta, tomé la pelota que saqué del sitio de juegos, el ojo azul se había esfumado. Después de girar el brazo, la lancé hacia un desagüe, vaya decepción me llevé. No estaba molesto, fue un grandioso día.
Aunque las dudas puedan seguir en mí, parece que a veces es mejor ignorarlas, hacer caso a lo que dice hermanita. Sin embargo, a veces también no es bueno dejarlas para al final. Entonces, al mirar al cielo una de ellas vino a mí. Y es que de verdad me gustaría saber, ¿Qué hay sobre un arcoíris?
Y antes de que subiera al auto, si bien no encontré lo que quería, al lado de una estrella y una nube, vi una luz alargada y de color azul, el mismo color de la bola, del ser extraño que estuvo en mi sueño. Esto para nada es una coincidencia, yo sé que pronto tal vez conozca el misterio tras todo esto.
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