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Contra todo pronostico

https://youtu.be/muoWDA6zmsY

Opening: What's up, people?! - Maximum the Hormone


Ahora mismo, soy consciente de que está pasando en esta casa y de lo que estoy pensando.

Aunque en este lugar no está ocurriendo mucho, solo estoy yo sentado en el sofá de la sala.

Mi vida ha cambiado demasiado desde que mi hermana mayor desapareció sin dejar un rastro. Vamos que mis padres no tardaron en separarse y que sucediese que perdiera a mis amigos, calificaciones y otros aspectos que son importantes.

No me importa que desde que comencé el penúltimo grado de la secundaria, me sentase atrás y algunos me señalaran; no es mi culpa que los de mi salón sean tan molestos y que los profesores solo sirvan para dar sus lecciones y aburrir.

Mi familia del lado de mi padre es otra molestia que me dice que debería dejar de buscar a Armelia, la única persona que de verdad me importa, mi querida hermana mayor. Yo la busqué por todos los rincones posibles cuando ellos dijeron que la rastrearon por toda Jeervalya y en ningún lado la encontraron.

Pude haberla buscado más pero no puedo ni siquiera salir de la ciudad si es que no es con autorización de mi madre, a ella no la veo hasta que son las ocho o noche de la noche. Estúpidas reglas, no quiero ser castigado sin mi Play Station 2, lo otra que sí me interesa sin contar a Armelia.

Mi estomago hizo ruidos, tenía hambre, desde el almuerzo que no como nada.

Me levanté sin mirar el viejo álbum de fotos y los dibujos que traje. Después de atarme los cordones caminé a la cocina a ver qué tenían en la congeladora: unas verduras, leche y un par de huevos. La cerré y miré en la alacena, solo estaban unas galletas duras, nada de pan.

Cuando estaba en estas situaciones Armelia solía cocinarme y su comida era la mejor, incluso más que la de mamá. Sin saber qué hacer me puse a perder el tiempo, jugando con los dedos sobre la mesa.

«Me pregunto qué haría mi hermana mayor si estuviera aquí», pensé.

De repente, un foco imaginario como el de las caricaturas se encendió en mi mente.

Si Armelia estuviera aquí ella habría preparado la cena. Luego de la idea fui a por la sartén y espátula, cogí un par de huevos que rompí al terminar de colocar el aceite, unas gotas de este alcanzaron mi cara y sentí lo caliente que estaban.

—Joder —retrocedí para que no volviera a lastimarme.

Serví el resultado en un plato, los dos huevos se quemaron por los bordes. Para ser la primera vez que hago esto no se ve tan mal. Antes de acompañarlo con crackers, agradecí a Dios, joder cómo es posible que lo haga incluso cuando estoy solo.

Acabé en dos bocados, después de limpiar lo sucio regresé a mi anterior afán.

Me fijé en el calendario, era septiembre del año 2003, casi un año desde que desapareció Armelia.

Para no levantar algunas sospechas sobre mi comportamiento, me hice de una novia llamada Margot, ella es parecida a mi hermana mayor en cabello y en piel, y un poco en el carácter. No le dije a nadie que la tengo, llevamos siendo pareja dos semanas, lo conseguí luego de perseverar después de que volviéramos de las vacaciones de verano y colocando sus biscuits favoritos en su casillero.

— ¿Cómo apareció esto aquí? —pregunté, viendo un dibujo que hice cuando era pequeño.

En ahí me dibujé junto a los dos amigos imaginarios que tuve de pequeño: un señor japonés llamado Kasumi y su esposa cuyo nombre olvidé. Lo tiré al piso, que más daba, el papel se arruinará en algún momento.

Abrí el álbum de fotos familiares. En la primera que encontré de mí salía el equipo de fútbol de la primaria, junto al capitán y en el centro el trofeo que me lo quedé; me lo dieron a mí por ser el mejor jugador.

La segunda foto era la última grupal que tuve con mi hermana mayor. Aquella vez fuimos a la piscina, salí de brazos cruzados porque nuestro primo Amadeus se enojó conmigo porque empujé al hermano menor de una de las amigas de Armelia que no quiso lanzarse por el tobogán por miedoso.

Ahora que me acordé, ella no tuvo tiempo de reclamarme, estaba ocupada con Kismon y Lena, sus mejores amigos. Amadeus también habló con ellos.

Llegué a las páginas finales, encontrando las fotos de cuando hice la primera comunión. De ahí, el resto eran de mis familiares.

—Que aburrido —cerré el álbum.

Encendí la tv y la consola, el Play Station 2 fue un regalo guay, incluso tiene la tarjeta para guardar las partidas para que no se pierda el progreso. El último juego que compré fue el Silent Hill 2. Desde la primera mirada que le di, el compañero que me lo vendió no paró de insistirme hasta que me lo llevé.

Los videojuegos son mejores que las caricaturas y los libros. La pantalla del viejo televisor se volvió oscura, esperé unos minutos y siguió sin cargar, no creo que el disco esté mal, si así fuera, iría a por el tipo que me vendió el juego y pediría que me devuelva el dinero.

—Estúpido televisor, ¿Cómo es que se desconectó?

Arreglé el problema y al poco rato apareció una pantalla con el menú de iniciar. El fondo negro con letras igual de oscuras me dio indicio de que tenía una pintaza.

Lo jugué hasta antes de que mamá llegase, digo, a ella no le iba a hacer gracia si me pillaba, me iba a decir que era muy violento.

Me mandé a dormir, mañana era otro día en la estúpida secundaria.

Al día siguiente Margo y yo nos encontramos en los casilleros como ella me pidió.

—Te ves tan bonita hoy, me recuerdas a... —dije las primeras palabras que se me vinieron a la mente al verla con su brocha reluciente, ella hizo una mueca.

— ¿A quién?

—A mí hermana mayor. Las dos tienen el mismo color de cabello y piel morena —le entregué la barra de chocolate que compré.

— ¿Ah? Yo también tengo algo para decirte. —Ella se puso de espaldas al lado de un casillero despintado—. Eres tan lindo y siempre me traes golosinas, pero ya no podemos ser novios. Adiós.

Margo se marchó sin darme una respuesta. Qué más da si estamos en la misma clase, obvio que ella se sienta en los primeros asientos.

Con las manos en los bolsillos fui de camino a la cafetería, no quedaba suficiente tiempo para almorzar y por suerte para mí, la siguiente clase era la de computación donde iba a la sala a manejar las computadoras. Esa asignatura es de las pocas en las que tenía notas altas.

—Miren al tipo rarito de allá que tiene sentimientos —escuché a una chica de grado inferior.

—Jo, pero si el año pasado lo vi reírse —dijo otra.

—Eres un tipo raro —la estúpida me gritó—. Pero mira que ni se mosquea en vernos.

—Eh, lo reconozco, es el tipo que coló carteles de una chica morena que dice que es su hermana mayor perdida. Pero es que ni se parecen si él es blanco con cabello castaño y ojos verdes.

Ni siquiera me giré, continué mi camino por los infinitos azulejos color crema de la secundaria.

La siguiente hora el profesor se las dio por ponernos a escribir en nuestros cuadernos, aburrido. Me puse a garabatear algunas palabras, me da igual atenderle si saco buenas puntuaciones en los exámenes prácticos.

El bolígrafo se cayó por sí solo, pero no lo dejé cerca del borde. Por error crucé miradas con uno de los matones del salón que igual le gusta sentarse atrás para pasar desapercibido.

—Deja de verme, niñato. ¿Acaso te recuerdo a tu hermana mayor?

Miré el cuaderno, vi escrita una palabra que no recuerdo haber colocado. Thousand Names? ¿Mil nombres? O estoy tan distraído o anoche no dormí lo suficiente. Olvidé la hoja, preferí concentrarme en las palabras del profesor.

La tarde siguiente a la salida de la secundaria, poco más de las 4:30, me di la tarea de colocar los carteles con la foto de Armelia, el volante no es el mejor, pero lo hice ayer en WordPad mientras el profesor no me vio. En la parte de arriba decía Missing y la en la de abajo, Se Busca. Es obligatorio colocarlo en los dos idiomas oficiales de Jeervalya, si la gente no entiende en uno, lo será en el otro. Coloqué un total de dieciocho y tomé un bus que me dejó cerca de casa.

Llegando a casa encendí la consola para jugar una partida del Silent Hill 2, cargué la partida y me transporté al pueblucho lleno de niebla y de monstruos.

En media misión escuché que la puerta de entrada de casa, se cerró de golpe. Debió ser obra del viento, la siguiente seré más cuidadoso, no suelo olvidarme, pero hoy fue una excepción.

—Un momento, no debería haber tanto viento —me percaté.

Salí para ver si alguien estaba cerca, ¿en una casa en los suburbios de la ciudad y que conduce a un bosque? Dudo que un desconocido se atreviera. Pasé la mirada por las gradas, la barandilla, los costados de la casa; no había nada. Hice lo mismo, viendo hacia la puerta de salida y me di tiempo para ver atrás, ni una mosca cerca. Esto tiene que ser una broma de mal gusto.

Regresé a continuar la partida, los monstruos del juego ni me inmutan; no creo en la existencia de fantasmas, espíritus ni magia. La única excepción son los horóscopos, todo por Armelia y Margo que los leían.

Mi hermana también me leía el mío, nuestros signos zodiacales comparten el mismo planeta.

Jugué hasta que el reloj marcó las ocho y apagué la consola en caso de que mamá estuviese cerca. Usé el control para cambiarle a la televisión, quizá en MTV encuentre algo bueno.

Realities, noticias, caricaturas demasiado infantiles, nada interesante para ver. Iba a apagar la tv, pero empezaron a pasar un reportaje donde aparecía una presentadora bonita.

—In the other hand, jeervalyan government efforts for reconstructing the History Museum are giving the first steps. Visitants and tourists will come to visit again soon. Stay attentive to Crown TV news to see more, we are your reliable source since 1980.

No me acordaba que hace unos meses atrás el Museo de Historia se incendió de manera en la que todos decían que fue misteriosa. Algunos chalados atribuyeron a que había demonios, que un ritual maligno se estaba realizando debajo de la planta principal, que las malas energías y un montón de ridiculeces para no decir que seguro esto fue planificado por alguien. La respuesta más creíble que dieron fue que algún británico preparó el desastre con antelación en respuesta a que el gobierno sigue reclamando porque no devolvieron varias piezas y que se cabrearon.

Aunque, pensándolo bien, suena inverosímil, no tanto como las anteriores explicaciones, pero tiene su grado de tontería.

Pasé a ver otros programas. Tantos canales y ninguno tiene nada bueno. Llegué al de los religiosos que alababan día y noche a Dios.

— ¡Dios es tan bueno! ¡Alabadlo! ¡Misericordia!

Presioné fuerte el botón de apagado.

—Si Dios es tan grande y omnipotente, ya habría encontrado a mi hermana. Le he rezado tantas veces como pude, asistí a tantas misas y celebraciones religiosas, y a pesar de mi fidelidad, no obtuve ningún resultado.

Sacudí la cabeza, no debería estar pensando en eso.

A pesar de que casi eran las ocho, mamá no regresó. ¿Y si tal vez se encontró con papá? No creo, él se fue a un lugar lejano que ella no quiere decirme, tampoco me interesé en preguntarle.

Cogí otro juego y lo metí a la consola. Mañana era otro día en la secundaria.

Otro día en el que tuve suerte. La primera hora la maestra que le tocaba dar la clase, se ausentó, me dio tiempo de ir a la imprenta y gastar el dinero que ahorré unos tres días para sacar más copias del cartel de perdido. Pedí unas cincuenta y empecé a colarlos, dejé algunos en mi casillero. Tambien compré una cinta extra.

Debido a que la secundaria es grande, el primer sitio en el que se me ocurrió colarlos fue cerca de la cafetería. Lo malo es que tal vez el color blanco de las paredes podría difuminarlo.

Los que pasaron por ahí me vieron colocar unos cuantos, justo a tiempo para llegar a la segunda hora y tomar asiento en el último rincón del salón. La maestra dio un dictado. Cada que terminaba de escribir un párrafo, veía hacia el reloj deseando que fuera la hora del receso para ir a colar más carteles.

A las once y media acabé por cruzar miradas con la maestra, ella puso cara de enojo. Para quitármela de encima me concentré en lo que estaba en el cuaderno.

—Necesito que saquen sus reglas, van a colocar en un cuadro las principales ideas de la lección de hoy.

Ya faltaba poco para que acabe, abrí mi mochila para sacar lo que pidió y al hacerlo, un folleto salió porque fui un torpe; este acabó cerca de un compañero que lo tomó.

— ¿De verdad piensas que la vas a encontrar? Eres un tonto, ella jamás volverá.

El tipo agarró el folleto y lo puso sobre sus zapatos para dejarlo lleno de pisadas. Por culpa de su voz tan fuerte acabamos por llamar la atención de la clase y hasta de la profesora que nos vio como si estuviera a punto de castigarnos. Algunos de nuestros compañeros empezaron a reírse y señalarme con sus ojos, ¿no tienen nada importante por hacer?

Maldita sea, ojalá él cabrón que pisó el folleto se fuera al infierno.

Aguanté las ganas de maldecir al resto para concentrarme en acabar la tarea.

—En serio que está lleno de asquerosos granos en la cara, no sé cómo hizo para salir con Margo —dijo una de mis compañeras al finalizar la clase.

—No tiene tantos como parece, pero da un asco tremendo. —Le respondió otra—. De seguro fue por un reto, como pasó con otros chicos.

—Yo no me atrevo a salir ni de broma c0n él.

Las dos se rieron. Margo da igual, tendré que buscar a otra chica que haga que deje de pensar en Armelia.

Finalizada todas las clases, me apresuré en ir hasta a la plaza de piso rojo que era la más cerca de mi casa. Me quedaban muchos carteles por colar y el manzano que rodeaba el lugar iba a ser suficiente por hoy, mañana vendría a otra parte.

A pesar de que el viento me pasó varias veces por la cara o traía hojas secas hacía mí, no sentí frío porque traje un abrigo extra con el que tapaba el logo de la secundaria que para nada era una de las más prestigiosas, pero a qué les gustaba obligar a llevar uniforme con esa plasta.

—Voy a colocar uno aquí, ahí y cerca de la tienda.

No había líos en que la gente me viese, incluso aproveché para colocar darles algunos.

El cielo con algunas nubes por encima, todavía era claro y el viento no era tan fuerte. Una hoja me pasó por la mejilla, su color dorado y sensación áspera al tacto, no me iban a detener.

—Permiso —me hice paso ante un sujeto que caminaba sin ver a nadie.

No quise detenerme para descansar en alguna de las bancas ni para comprar alguna chuche por las tienditas. Me quedaron algunos carteles por colocar.

Di un suspiro, mi aliento ya se veía con un halo. Si seguía no iba a encontrar vehículo a casa. Con un cartel enrollado en la mano, me dispuse a ir hasta la parte por donde pasan y de repente, un dolor de cabeza fue el culpable de que me tropezara.

La cabeza me daba vueltas y vi muchas plantas cafés y quebradizas, además de sentir el tacto duro por el piso y un aroma a tierra. Debió ser por la comida de la cafetería. El dolor duró por unos minutos y volví a ponerme de pie.

Una figura azul pasó veloz por mi delante y alguien hizo un grito de miedo. Cogí el cartel caído con la mano, lo enrollé y me puse a caminar. ¿Debería estar más atento a lo que sucede a mí alrededor?

No lo sé, ni creo que me interese.


https://youtu.be/8-r-V0uK4u0

Ending: Bullet With Butterfly Wings – The Smashing Pumpkins


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