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Adormecimiento confortable

En todo el tiempo que estuve con hermano mayor Konstantinoz, hermana mayor Ellie y el primo Denis, han pasado muchas cosas, no demasiadas. Lo de la feria, la primera vez que fui a un lugar con juegos y comida rápida, lo de Ulkidur o Luei, la pelea entre papá y mamá, no sé si podré con esto.

No es difícil saber que lo sucedido el día del almuerzo especial para Kons fue en parte obra de Ulkidur, no puedo echarle la culpa porque si no fuera por él, jamás hubiera pensado que mi hermano mayor tuviera ciertos trapos sucios... tampoco debería mencionar el hecho de que Ulki me dijera por medio de una de las hojas de mi cuaderno que incluso sin su intervención, el almuerzo habría salido mal y que papá y mamá, peleasen, pero por otros motivos.

—Es demasiado —dije, dejando caer los hombros.

Con la boca seca, quise ir a la cocina a por un vaso de agua, entonces, me detuve al ver que a las afueras del cuarto de Ron y Sam estaba una maleta con cuatro pequeñas ruedas.

No puede ser la de Kons, él salió de paseo con hermanita; entonces, podría ser...

—Ellie —escuché al primo Denis con su ya clásico acento de persona ahogándose—. Lamento tanto haber destruido la armonía de tu familia, yo salgo sobrando. Debí darme cuenta de las señales, pero hubo un motivo por el que me quedé hasta el final.

—Creo que ese motivo es fácil de saber.

«Somos hermanita y yo».

—Sí, mademoseille Ellie, es usted tan interesante, no deje que nadie le diga lo contrario.

—Tú también, Denis. Después de todo, eres un buen chico. Supongo que te vas a Francia de vuelta, tu universidad te debe estar esperando.

—Es verdad, pero hay algunos asuntos que tengo pendientes —se paró a tomar aire—. Me imagino que tú y el monsieur Konstantinoz se quedarán por algunos días más.

—Sí, un semestre perdido en la universidad es mejor que uno perdido de mi familia —Ellie sonó seca, aparentando que no le importaba sus estudios. —Oye —ella procedió a llamarme por mi nombre—, te estamos viendo, no intentes ocultarte de nosotros —se dio cuenta de mi presencia, estoy muerto.

—Pero si es el Pequeño Caballerito. Ellie, permíteme despedirme de él de manera apropiada, quisiera tener una última conversación en la sala.

Así sucedió.

Después de que tomara un poco del agua fría, Denis y yo nos sentamos en el sillón más grande que era el de dos personas. Hoy el piso olía a cloro y la superficie de estas cosas se sintió más áspera de lo normal. Todo lo que pudiese haber de adornos u objetos se encontraba en su lugar, no es como que tuviésemos demasiados.

Debido a mi falta de ropa me quedé con el uniforme del colegio, al primo pareció no importarle porque ni siquiera preguntó; esto no sería de esta manera si es que la ropa que el Niño de la Luna hizo para mí y hermanita, estuviese en mi armario. Pero, qué importa.

De su parte, Denis llevaba un traje que mamá diría que es elegante, seguro en los aeropuertos todo el mundo lleva sus mejores prendas.

—Petite chevalier, lamento tanto lo que sucedió anoche —sus ojos me miraron llenos de compasión, había una luz dentro de ellos.

—Denis —miré hacia mis zapatos por lo que estaba a punto de decir—, perdóname a mí y hermanita por escaparnos sin avisar, fue tonto de nuestra parte —le dije, subí la mirada de vuelta por el respeto que le tengo.

—No fue su culpa, ustedes no se merecen vivir de esta manera —su voz pasó de calmada a triste. —Me gustaría poder explicarte tanto, sea de tu familia o la que tenemos; gracias por considerarme tu primo.

—Cómo no iba a hacerlo si en serio te pareces a la tía Elinor, aunque mi padre y madre lo nieguen —dije los apelativos de mis progenitores con tono seco, después de todo el trato que le dieron a Denis, me di cuenta de los dos pueden ser una completa mierda, no me importa que me prohíban usar esa palabra porque la aprendí de mis mayores.

—Es tan adorable que lo digas. Pequeño Caballerito, tengo un regalo por entregarte.

— ¿Eh?

—No le vayas a decir a tu querida hermanita, pero aquel día de la feria me dio pena ver que tu hermano mayor no te compró, así que decidí prepararte un regalo por mi cuenta. Espérame un momento.

Me quedé quietecito en el asiento, jugando con las piernas y colocándolas sobre la mesa. ¿Qué? Nadie me estuvo viendo.

Denis regresó con un libro de tapa dorada lleno de stickers y unas molonas letras en el título.

—Esto es para mí —bajé la mandíbula sin querer.

—Lo es, cuídalo bien —Denis me revolvió el cabello—. Ya tengo que irme, si no, no alcanzaré a llegar al aeropuerto —dijo al ver su reloj.

Esto no se quedará de esta manera, no puedo dejar que se vaya sin que le dé una despedida apropiada. Después de hinchar las mejillas de aire me dirigí corriendo al cuarto de Ellie, dejando al primo con una cara que en resumidas cuentas era de sorpresa.

—Hermana mayor Ellie, Denis ya se irá, déjame acompañarlo hasta la puerta, por favor, por favor, por favor —me puse de rodillas y crucé las manos.

—Lo iba a hacer yo, pero ya que me lo pides de esa manera. Te dejaré ir, no tarden demasiado.

— ¡Gracias!

Volví a la sala, él estaba a punto de partir sin mí cuando logré interceptarlo a tiempo. Denis hizo una sonrisa tímida y le abrí. No le tomé de la mano porque lo haría ir más lento.

—A qué no me imaginas lo que hice para que me dejarán venir contigo —intenté seguirle el paso—. Vah, no importa, hasta que lleguemos a la puerta, estaré contigo, te voy a hacer unas cuentas preguntas si no te molesta —me pasé algunos dedos por la barbilla. —¿Cuándo naciste y en dónde?

—Nací el 22 de febrero de 1989 en Paris, Francia —respondió, no debí darle una tan fácil.

—Ay, déjame pensar...—por poco me distraje oyendo el ruido de las maletas de su rueda—. ¿Por qué llevas primero el apellido de la tía Elinor? ¿Cómo es tu relación con ella?

—Fue algo que mis abuelos quisieron cuando se enteraron que Skympass es un apellido importante en Jeervalya —se escuchó con la misma seriedad que algunos de mis profesores de la primaria—. La relación que tengo con mi madre, no la conozco mucho, no puedo decirte si es buena o mala.

—Supongo que hay mucha tela por cortar en ese tema. Pasemos a otro, ya sé, ¿dónde fue el último mundial de Futbol y quién lo ganó? Apuesto que no te la sabes.

—Fue hace dos años, o sea el 2006, en Alemania; lo ganaron los italianos.

—Rayos, si que eres bueno —no esperé que en serio lo contestara—. Un segundo, dijiste que estás en la universidad, pero apenas tienes dieciocho años, ¿Cómo fue posible?

—Digamos que me aceptaron a los dieciséis por motivos especiales —dijo, subiendo la mirada—. Lo siento, ya no puedes estar conmigo.

— ¿Qué? Pero si no llegamos hasta la puer —me quedé a medio hablar al ver lo tonto que fui por no darme cuenta que llegamos a la puerta principal del terreno en el que está la casa. —Entonces, te regresarás a Francia, ¿verdad? —agarré algunos de sus dedos.

— Tal vez sí, tal vez no —lo solté—. Fue un gusto conocerte a ti y tu familia. Por favor no dejes de ser el niño tan inteligente y atrevido que eres, Pequeño Caballerito —dejó su maleta para acercarse hasta mí, pude ver que no era tan alto como big bro.

Denis puso sus brazos a la altura de mis hombros, los enroscó llegando hacia mi espalda. A pesar de que sus manos estaban frías, el sentimiento era contrario: mi interior se llenó de una sensación para la que no encuentro palabras.

Yo no tuve tiempo de corresponderle el gesto porque agarró su equipaje y lo vi alejarse por la acera improvisada de rocas. Después de un rato, él dejó de ser visible para mí.

Dejé de moverme por culpa de la sensación, tengo que volver a casa que hermana mayor Ellie podría molestarse.

¿Cómo podría llamar a esto? Se siente reconfortante, pero al mismo tiempo me adormece; me deja invalido.

Sin dar muchas vueltas, al pensar en las palabras que aprendí, di con dos sencillas, pero a la vez contradictorias.

Adormecimiento confortable.

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