Epílogo
Epílogo
2 de Julio de 2017
Josh está perdido, estoy segura de eso. No físicamente al menos, pero mentalmente lleva destrozado mucho tiempo. Desde que volvimos, ha pasado por bastantes fases, como si estuviera buscando una respuesta de la pregunta que si quiera es capaz de crear. Primero fue una notoria rabia, similar a la que crecía en él cuando llevaba tiempo sin consumir, que se mezclaba con aislamiento. Después muchas veces le veía salir de ese aislamiento en silencio, mirando a su alrededor con asco. Pasado un tiempo apenas pisaba la casa durante el día, pero volvía temprano, eso sumado a que contaba con Ethan para saber si Josh había vuelto a las andadas me hizo saber que Josh no había caído de nuevo, simplemente no quería estar en casa. Se pasaba tardes enteras en el apartamento de Roy o con los gemelos.
Su conducta estaba en cambio contínuo, y supe, sin llegar a intentarlo, que hablar con él no sería buena idea. Lo veía en su mirada, en ese mar de emociones, frustración y confusión, Josh estaba tratando de entender algo, de entenderse a sí mismo o de buscar ese porqué que estaba carcomiéndole poco a poco. Necesitaba tiempo para él, para pensar, así que se lo di. No había vuelto a consumir, así que por mi parte estaba más tranquila, aunque puede que el hecho de que estar con Ethan me distrajera también haya influenciado en ello.
Puede que fuera por eso, que tuviera que haberle ayudado en vez de darle espacio, ahora ya es tarde para conseguir cambiar su plan.
Trago saliva, viéndole terminar de recoger sus cosas a través de la puerta abierta de su habitación. Todavía le estoy dando vueltas a su anillo, deseando que cambie de idea, que me diga que ha sido sólo un impulso y que ya no quiere ir, pero no lo hace. Ha pasado tiempo rellenando formularios y haciendo pruebas, le han aceptado, aunque yo no quiera él va a ir directo a una academia de entrenamiento militar.
Como si no hubiera pasado por suficiente ya.
—¿Estás seguro de esto? —pregunto, he estado evitando hacerlo durante semanas, pero ahora mismo, con el taxi ya esperando en la puerta, no puedo evitarlo.
"Por favor, por favor, di que no", ruego mentalmente.
—Sé que no quiero ir a la universidad.
—Puedes no ir —interrumpo, aferrándome a la esperanza—. Ethan tampoco va a i r porque no le interesa, no tiene nada de malo.
Aunque Ethan es caso aparte. Es decir, su padre va a darle un poco de tiempo y él ha aceptado ir metiéndose en el negocio familiar poco a poco. Al final, al igual que su padre, quien empezó la cadena hotelera sin haber terminado ni siquiera el instituto, sabe que va a aprender más sobre el tema metiéndose de lleno que con unos años de teoría general. En su caso, tiene a personas que le instruyan sobre lo que necesita, así que planea aprovechar a empezar lentamente y tomarse con bastante calma los próximos años.
Puede que Josh no planee tocar los hoteles Aldrich, pero dinero para vivir no le faltaría, ¿por qué no puede quedarse tranquilo un tiempo? Ya me ha dado suficientes ataques al corazón como para ahora meterse de lleno en una zona de guerra, nunca mejor dicho.
—Es que quiero hacer algo con mi vida, Em. No puedo quedarme aquí, no quiero estudiar y quedarme encerrado en una única cosa, no quiero pasarme la vida en una oficina, joder, no quiero ser nuestros padres. No sé si voy a aguantar mucho tiempo o si voy a dejarlo, sólo sé que ahora mismo siento que es lo que quiero hacer.
Dejo de juguetear con su anillo. Me siento egoísta por tratar de pararle los pies, por poner trabas, por haber pensado incluso en jugar con el sentimiento de culpa para evitar que se vaya. Quiero protegerle, es mi hermano y, aunque no seamos muy cercanos, aunque cada uno haya decidido seguir su propio camino, no puedo evitar pensar en cómo me sentí al creer que había muerto. No es algo que quiera revivir y ahora me pregunto qué pasará cuando él termine la instrucción. Porque ese miedo volverá y ya no volverá a irse.
Evito pensar demasiado en ello, no serviría para nada. En su lugar veo cómo recoge una pequeña bolsa donde ha metido lo poco que va a necesitar allí y se la echa al hombro. Se me revuelve el estómago.
—¿Puedo abrazarte? —¿Cuándo le abracé por última vez? Sé que de pequeños lo hacíamos bastante, él era muy protector por aquel entonces y me mantenía la mitad del tiempo bajo su agarre. Ni siquiera puedo recordar con claridad si después de encontrarle tras haberle dado por muerto nos llegamos a abrazar, esos días están algo nublado entre mis recuerdos, son unos días a los que no quiero volver. Ahora los escondo en lo más profundo de mi mente esperando que desaparezcan.
Josh duda, pero finalmente extiende los brazos como señal.
Y yo corro a sus brazos como cuando era pequeña y él me ofrecía lo mismo tras uno de los monólogos de Rachel. Cierro los ojos, valiéndome de esos recuerdos para hacerme creer que todo estará bien, justo como él me prometía. Ahora ya no estoy segura de eso, de nada más bien, estoy aterrada por lo que pueda ser de él después de la instrucción, creo que en fondo estoy deseando que lo pase tan mal allí que no quiera seguir con eso, que vuelva a casa, a un lugar seguro.
Quiero que deje de arriesgarse, pero cuanto más lo pienso más entiendo que es lo que va con él. Porque sacrificó mucho al robar aquel pendrive, lo hizo por puro impulso, estoy segura, se metió en todo aquello por ayudar desde un primer momento. Quería cuidar de otros, como cuando me protegía de pequeña incluso de algo tan insignificante como una tormenta. Es algo que está en él y que, aunque sus episodios por culpa de la adicción que desarrolló lo cubrieron por mucho tiempo, no desapareció del todo. No puede evitarlo, es algo que está en él desde que tengo memoria. Por eso sé que, aunque él todavía no esté seguro, yo sé que estará cómodo allí. Eso es lo peor de todo, porque él estará feliz, pero yo no volveré a quedarme tranquila y eso me hace sentir egoísta.
Le abrazo con fuerza, aprovechando los últimos minutos juntos antes de que él desaparezca de mi vida hasta, probablemente, las próximas navidades.
—¿Me llamarás? —pregunto, al menos podré escucharle, espero.
—Al menos una vez al mes.
Me me encoge el estómago. Una vez al mes, sé que estará entretenido allí, pero sigue sin gustarme poder hablar con él tan poco, sobre todo porque sé que la única razón para que pase tanto tiempo es porque a él no le apetecerá hacerlo antes. Puede que sí, sea en parte por mi culpa, porque desde que decidí crear mi propio camino que seguir, él no tuvo resguardo y se centró en el suyo. Se volvió mucho más independiente. Me duele, pero supongo que es como tenía que ser, quizás que los mellizos sean muy unidos sea sólo un mito, porque con nosotros ese lazo se ha ido rompiendo cada vez más.
—¿Podré ir a visitarte?
—Hablaremos cuando te llame —responde, rompiendo el abrazo—, pero primero quiero estar unos meses por mi cuenta.
—Oh. —Lo dice como si la forma en la que ha estado por su cuenta estos últimos meses no hubiera contado para nada. Decepcionada, doy un rápido paso hacia atrás.
Él abre la boca para explicarse, probablemente habiendo encontrado mi decepción, pero luego no encuentra las palabras y lo deja estar. Sí, sé que no lo dice por mí, que sólo quiere pensar y encontrarse a sí mismo y todo eso, pero duele igualmente cuando eso implica que alguien a quien ya le has dado suficiente espacio, busca todavía más.
Josh deja las palabras a un lado y vuelve a abrazarme como única respuesta. Esta vez es algo más corto, sólo para probar un punto que no ha podido explicar. Conforme con eso, esta vez sigue con su camino escaleras abajo y directo a la puerta.
Revisa su móvil una vez más antes de salir.
—El idiota de tu novio tiene que estar a punto de llegar, dile de mi parte que no te deje tomar decisiones en un tiempo, no sabes pensar cuando estás preocupada.
—¿Has hablado con él?
Josh hace una mueca, como si admitirlo le disgustara incluso a sí mismo.
Abre la puerta de casa, el taxi está aparcado a unos metros, esperando en la carretera a mi hermano. Yo no soy capaz de cruzar la puerta, sé que, si lo hago, le pediré que se quede, rogaré que lo haga y probablemente termine golpeando la puerta del vehículo pidiéndole que baje. Así que tengo que conformarme con verle alejarse, ver a mi hermano irse a paso rápido y subir en el taxi. Me quedo con su rostro, grabado a través del cristal, antes de que el coche arranque y él desaparezca por completo de mi vista.
En ese momento llevo una mano a mi boca, la cubro como si estuviera queriendo parar el aire que llena mis pulmones, buscando que el tiempo se pare con ello. Sólo que no lo hace, él se ha ido.
Con eso una brisa de aire frío envuelve mi cuerpo, dándome tranquilidad al tener la certeza de que, aunque todo haya cambiado, sé que hemos madurado. Josh está empezando a seguir su propio camino, lejos de adicciones, y yo estoy creando el mío, fuera del control de terceros. Incluso sus amigos son algo diferentes ahora y es que, aunque su grupo parece haberse resquebrajado entero, no siguen las mismas líneas que antes y es que, sí, suelen salir, pero Roy está más tranquilo desde que tiene a Elliot. Cole, no, Cole no ha cambiado en absoluto. De Zac sé poco y es que a la única conclusión a la que he llegado es que o bien él se ha aburrido de tener una prima, o el problema que hubo tiempo atrás entre él y Ethan nunca se arregló y me culpa por ello. Puede que Ethan lo haya dejado pasar como algo sin importancia cada vez que he preguntado, pero no estoy ciega, hay cierto odio en la mirada de Ethan cada vez que Zac entra en escena y dudo que hayan cruzado palabra alguna desde que todo terminó. Hay mucha tensión entre los miembros de su grupo, algo que dudo que haya podido pasar desapercibido para alguien.
Sea como sea, yo decidí no ir más detrás de las personas, así que si Zac me la tiene jurada por algo, que así sea. Supongo que ya sospechaba desde un primer momento que todo era demasiado bueno para ser verdad. Un primo al que le importara, no, demasiada fantasía.
Dejo que la fría mañana me reconforte, esperando en la puerta a que, como Josh me ha dicho, llegue Ethan. Después de despedirme de mi hermano, necesito a alguien que sea positivo en todo esto y Ethan siempre consigue eso. A veces porque le importa tan poco cómo salgan las cosas que le resta importancia y otras simplemente porque es capaz de ver lo que quiero que me diga y yo dejo que me mienta.
Miro una última vez la carretera por la que el taxi ha desaparecido antes de apartar al fin la mirada, con un último pensamiento hacia él.
"Por favor, Josh, cuídate."
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro