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Capítulo 49 - Final


Capítulo cuarenta y nueve: Final.

Jueves. [cinco días después del capítulo 48]


Adoro a Hati. Hati es el perro más adorable al que he conocido en toda mi vida, es como una bola de pelo que siempre está dando vueltas a tu alrededor en busca de caricias, ese que se sienta sobre mis piernas cada vez que tiene oportunidad. Como ahora, que repasando mi comentario de texto de historia en el sillón, ha decidido que mis piernas son el lugar más cómodo para él. Aunque supongo que haber aprendido que le suelo acariciar cada vez que lo hace, ayuda.

Hati, tumbado boca arriba, ladea la cabeza cuando aparto mi mano para hacer un apunte en el folio en el que ya he impreso el comentario. Los errores son más fáciles de ver en papel, así que después de un par de revisiones siempre lo imprimo para hacer la comprobación final. A Hati no le hace demasiada gracia la falta de caricias en lo que, con el lápiz, tacho una frase completa y la sustituyo por otra. No deja de mirarme hasta que vuelvo a acariciarle.

Pesado.

Al volver a acariciarle empieza a mover la cola con rapidez, feliz.

—No me dejas hacer nada, bicho —comento, como si realmente pudiera entenderme. Uso, sin darme cuenta, un tono de voz tan infantil como el que algunas personas usan con los niños pequeños—. Eres un pesado y eso te encanta, ¿verdad? ¿Pero cómo puedes ser tan adorable?

—Voy a terminar celoso con todo el caso que le haces a Hati. —Ethan aparece en el marco de la puerta de su salón con una sonrisa sobre sus labios. Está de brazos cruzados, con una de sus cazadoras y un aire algo cansado que trata de ocultar.

Lleva desde que volvimos pasando bastante tiempo con el abogado que está llevando el caso del hermano de Roy o con Roy. No ha ido a clase más que el lunes y estoy segura de que sólo fue por hacerme compañía. La verdad es que fue bastante incómodo todo, volver de la muerte, quiero decir. Eso y que Ethan literalmente palmeó el hombro de Tanner como si fueran amigos y le pidió que me mantuviera cerca esos días. No sé quién se quedó más sorprendido, si Tanner o yo, porque definitivamente Ethan no dio señas de incomodidad. Le había aceptado, así, de un día para otro.

Josh volvió con su grupo, aunque podía notar bastante tensión entre ellos. Supongo que ahora que Josh se la tiene jurada a Ethan eso va a afectarles a todo, sobre todo con lo obcecado que es mi hermano, pero eso ya no es cosa mía, puede que haya convivido un poco con ellos, pero no son mis amigos. Quizás Zac creía que podía serlo, somos familia después de todo, pero él decidió que ese lazo no le importaba, porque desde que volví ni siquiera me ha dedicado una sola mirada. ¿Me decepcionó? Sí, pero cuando, cansada, le pregunté a Ethan el martes, me dijo que no sabía nada. Simplemente decidió que no le interesaba bien conmigo, supongo.

Aunque nuestros padres están de vuelta en casa, he roto con mi rutina. Rachel ya sabe lo poca dispuesta que estoy a pasar tiempo con ellos y supongo que después de lo que pasó, me ha dado algo de margen porque sabe que en cierta forma se merece ese rechazo por mi parte. Es más, ojalá le afecte, ojalá se dé cuenta de sus errores, aunque, claro, para eso Josh y yo deberíamos importarle y todavía dudo que lo hagamos.

Así que, después de clase, doy alguna vuelta por la ciudad porque no hay ningún autobús que me lleve directa o me deje cerca de la cabaña de Ethan. Espero a que Ethan termine lo que tenga que hacer y vuelvo con él, para disgusto de mi hermano.

Él habló conmigo en el avión de vuelta a casa. Me dijo que sólo quería cuidar de su hermana pequeña, recordándome el lazo que nos une para tratar de llegar a mi cariño por él. Le dije que podía cuidarme sola, me puse los auriculares y lo dejé así. No puedo evitar que me duela todavía que me dijera que, de elegir pasar tiempo con Ethan, él se iría de mi lado. No puedes querer a alguien y buscar controlarla de esa forma. Vale que se preocupe, pero, como ahora en su grupo de amigos, son problemas entre ellos. Sí, quizás carezco de ese "El enemigo de mi amigo es mi enemigo" o lo que sea, pero he aprendido a ver las cosas por mi cuenta, a entender situaciones y decidir. Soy más que capaz de tomar mis propias decisiones, juzgar basándome en lo que otra persona me dice me parece una estupidez.

Claro que no ha vuelto a decirme algo así, puede que sepa la tontería que ha sido, pero aun así no le hace gracia que me vea con Ethan. Quizás ya no salgamos de esta, nunca recuperemos el lazo que teníamos antes porque yo lo estoy dejando ir, estoy dejando de ceder por mi hermano. En el fondo quiero que él haga algo por mí, que ceda al menos una vez, si no todo se tratará de dejar el tiempo pasar y que sea como deba ser.

—Sabes que prefiero a Hati antes que a ti —miento, con una clara sonrisa. Ha salido hace más de una hora para ir al aeropuerto a recoger a Elliot, el hermano pequeño de Roy. Roy está terminando algo de papeleo que Ethan no ha concretado y vendrá después de cenar. Miro la hora en mi reloj para calcular cuánto tiempo queda hasta entonces, no mucho más de dos horas.

Ethan va a responder, pero antes de hacerlo se aparta un poco del marco cuando un niño de pelo rojizo pasa por su lado. Él apoya la mano en la cabeza del niño, como suele hacer con Dax cada vez que pasa por su lado. Le impulsa un poco para que entre al salón. Ahí es cuando también veo a Fenrir, recién llegado a los pies de Ethan. Se sienta junto a su dueño.

Eliott es todavía pequeño. Mantiene el ceño fruncido, como si se estuviera cuestionando todo lo que hay a su alrededor. No deja de mover los labios, nervioso y notoriamente incómodo.

Hati se ha levantado al notar la nueva presencia y ahora baja del sillón de un salto para acercarse con lentitud al niño. Los ojos de Elliot se clavan en el caniche con curiosidad. Frunce el ceño y adopta una mirada tan propia de su hermano que me sorprende, es decir, por lo que Ethan me contó, ellos no se han visto desde hace mucho tiempo, ¿cómo es que pueden tener gestos tan similares?

Finalmente Hati se cansa de olisquearle y se tumba en el sofá.

Tomo eso como momento para ponerme en pie, acercándome con cuidado al niño.

—Tú debes de ser Elliot, yo soy Emma. —Su forma de mirarme se asemeja demasiado a la de su hermano, sólo que Elliot muestra una notoria desconfianza. Sus ojos mieles me examinan antes de apartarlos e ir hacia la isla de la cocina. Me vuelvo hacia Ethan, que está tratando de no reír al acercarse—. Justo como su hermano.

Ethan pasa un brazo sobre mis hombros.

—Sólo está algo estresado por todo, no se lo tengas en cuenta.

Giro la cabeza para mirar a Ethan y él hace lo mismo. Un escalofrío recorre mi columna por su cercanía, por recibir esa sonrisa ladeada que tanto me gusta, esa mirada cargada de desafío tan propia de él.

—¿Ethan? —llama Elliot, que acaba de conseguir subirse a una de las altas sillas de la isla por lo que veo. Adiós al momento—. Tengo hambre.

—Acabamos de comer una hamburguesa de camino aquí. —Más que sorprendido, Ethan suelta el comentario como una pequeña reprimenda. Siempre que algo no sale como él quiere o alguien le contradice, hace lo mismo.

El niño se ve notoriamente más encogido. Baja la mirada rápido.

—Ten cuidado, es sólo un niño —murmuro, sólo para Ethan pueda escucharme. Él puede ser muy directo e incluso arisco con todo el mundo, pero tiene que tener más cuidado alrededor de los niños, es como si no diferenciara ni cambiara su actitud con nadie.

—Es que acabamos de comer, no puede tener hambre —sigue.

Esta vez Elliot lo escucha porque deja de mover los dedos sobre la isla. No, tampoco creo que tenga hambre, pero está nervioso y por cómo me ha mirado, yo diría que sólo se siente cómodo con Ethan, no quiere estar solo, eso es todo. Quiere la atención de Ethan porque confía en él, y no me extraña, él fue quien le visitó durante meses en lo que hablaba con sus padres y lo organizaba todo. Me contó lo difícil que fue y que tuvo que explicarle todo al niño. Elliot está asustado, nada más.

—No me importa preparar algo, ¿por qué no sacáis a los perros mientras? —Quiero que Elliot me escuche, medir su reacción, y lo hago al ver que levanta la cabeza al escucharlo. Sí, le apetece. Me dirijo a él esta vez—. Elliot, ¿te importaría ayudar a Ethan a sacar a Fenrir y Hati? La última vez que les sacó sólo perdió a uno.

Miento, pero esa pequeña broma va con buena intención.

Elliot asiente enérgicamente antes de bajarse de la silla.

Aparto el brazo de Ethan de mis hombros.

—Bueno, ya tienes algo que hacer, ahora largo.

—¿Me estás echando de mi cabaña? —pregunta de vuelta. Elliot, que estaba acercándose rápidamente, ahora ha bajado el ritmo al ver la reacción de Ethan. Alguien tiene que darle alguna clase de cómo tratar a los niños, ¿es que no ha aprendido nada con su hermano?

—La cabaña de tu abuelo —puntúo—. Y sí, los perros tienen que salir, Ethan.

—No puedo creerl...

Sin importarme mucho tener que sacarle a empujones de su cabaña, lo hago. Fenrir me gruñe más de una vez sin entender que esto es bueno para él. Cuando consigo que tanto él como sus perros estén fuera le guiño un ojo a Elliot.

—Vigila a Hati, adora perderse en el bosque.

Con eso cierro la puerta.

Arreglado.

Claro que no voy a ponerme a cocinar, no cuando Ethan me apuntó la dirección en un papel el otro día y ahora puedo pedir comida a domicilio como antes solía hacer él. Me meto en la aplicación para pedir a domicilio, meto la dirección y pido a un Mcdonalds algo para Elliot y para mí. Después a un restaurante de sushi para Ethan. Lo pongo para dentro de cuarenta minutos y doy por terminado todo. Ha sido rápido.

Vuelvo al sillón con mi folio de historia y la carpeta en la que estaba apoyándome, ahora al menos puedo terminar esto tranquila.

(...)

Una hora después la comida que he pedido ya está sobre la isla de la cocina y yo estoy comiendo mi hamburguesa tranquilamente, terminándola, más bien. Para cuando la puerta principal vuelve a abrirse, le doy el último mordisco que trago con un sorbo a mi refresco. Los perros son los primeros en aparecer, corriendo hacia su bol de agua. Luego llega Elliot, con una sonrisa sobre sus labios y emocionado. Ethan, en cambio, aparece de mal humor, con una mancha de barro en sus vaqueros y poco feliz.

Elliot se acerca a mí corriendo.

—¡Hemos visto un jabalí! —Me cuenta Elliot a gritos. Se gira hacia Ethan—. ¡Cuéntaselo! ¡Era enorme!

Ethan niega, cansado, y se quita la cazadora para lanzarla de forma descuidada al sofá.

Le acerco la bolsa del Mcdonalds a Elliot cuando se sienta a mi lado, quedándome sólo con mis patatas.

—¿Cómo de enorme? —pregunto.

—Era casi tan grande como yo, y gordísimo.

—¿A sí?

—Sí, pero no me ha asustado, Ethan en cambio... —deja ahí la frase, pasando la mirada hacia el chico que ahora está cotilleando la bolsa negra con el logo de la tienda de sushi a la que Ethan solía pedir mientras yo me quedaba aquí. Saca uno de los platos antes de mirarnos.

—¿Qué? —pregunta.

—Así que le dan miedo los jabalís —sigo, comentándolo hacia Elliot, pero todavía sin apartar la mirada de Ethan. Él suelta un suspiro.

—Más bien me aseguro de no estar en su camino cuando corren hacia mí, ¿o debería de decir hacia ti? —Señala a Elliot con la tapa de plástico del táper antes de dejarla sobre la mesa y sacar la primera bola de arroz. No le echa nada, se la come directamente en lo que va a por algo a la nevera.

—No iba a hacerme nada —sigue Elliot, mirándome como si tratara de decir que Ethan es un exagerado.

Escucho la puerta de la nevera cerrándose y después la botella de agua que Ethan deja frente a Elliot. No tarda en dejar un vaso también y arrebatarle el refresco que le había pedido.

—Cuando ves a un animal salvaje es mejor no hacer ruido y si va corriendo hacia ti, te apartas, no te pones a gritar de emoción porque se está acercando. —Le reprende Ethan. Pasa por mi lado, dándole un sorbo al refresco que le ha quitado a Elliot antes de sentarse a mi lado.

—Al menos Elliot no ha vuelto lleno de barro como otros —comento.

Ethan deja el refresco de un seco golpe.

—Alguien tenía que quitar al niño del camino de un puto jabalí. —Se echa hacia atrás en la silla—. De nada, por cierto.

—Iba a parar —se queja Elliot.

—¿Cuándo? ¿Después de haberte aplastado? Tenía a sus crías cerca, no tenías que haberte acercado en primer lugar.

Ethan no mide la brusquedad en sus palabras, tampoco parece importante y, aunque por una vez esté de acuerdo con que lo use teniendo en cuenta que, si lo que dice es cierto, Elliot podía haber terminado mal, sigue haciéndome sentir mal la forma en la que Elliot baja la cabeza. Ahora mismo sólo parece confiar en Ethan. Conmovida, apoyo una mano en el hombro de Ethan buscando mandarle controlar el tono con el gesto.

Sólo tengo que mirarle para que entienda lo que quiero. No parece gustarle así que paso a mostrarme más bien molesta. Él cede. Sonrío, definitivamente ya no nos hace ni hablar para discutir de alguna forma, bueno es saberlo.

—Estoy segura de que Elliot tendrá más cuidado para la próxima, ¿verdad? —pregunto, tratando de animar un poco al niño.

—Sí —murmura con pesadez.

Quiero decirle a Ethan que interrumpa, que le anime un poco él también, pero esta vez se limita a esquivar mi mirada, no va a ceder y no quiere discutir por eso. Ya no sé si yo soy demasiado permisiva o si él demasiado testarudo.

Sea como sea conseguimos que todo esté tranquilo hasta que Roy llegue. A cada minuto que pasa, Elliot se pone más nervioso, ni siquiera la televisión le distrae lo suficiente llegados a este punto y, cuando suena el timbre, le veo erguirse alarmado, acelerado. Preocupada, le doy una cálida sonrisa y voy tras Ethan hasta la entrada. Elliot se queda solo en el salón, con la televisión suficientemente alta como para impedir que nos escuche hablar a Ethan y a mí.

—Espera —pido, apoyando la mano en la puerta para que él no pueda abrirla—. ¿Estás seguro de que esta es la mejor forma? Elliot parece bastante nervioso, quizás sea mejor que pase aquí la noche y mañana queden.

—Roy está deseando llevárselo a vivir con él.

—¿No es algo precipitado? Tú lo dijiste, no se han visto aún, puede ser malo para Elliot que le metan en la casa de un desconocido.

—Es su hermano, no un desconocido —corrige.

—Para Elliot es un desconocido.

—Es su hermano —repite. Ahí entiendo que no tengo las de ganar aquí, ni siquiera la razón a sus ojos. No sé quién la tiene. Es su asunto, él se ha encargado durante tanto tiempo así que lo dejo estar, me aparto de la puerta y le dejo saludar a Roy.

El pelirrojo llega con una mochila y una brillante sonrisa.

—¿Está aquí? —Por una vez Roy ni siquiera se percata o inmuta por mi presencia, ni siquiera para insultar, sólo busca a su alrededor.

—En el salón —responde Ethan.

La sonrisa de Roy crece y va directo. Ethan le sigue de cerca, yo no soy capaz de hacerlo. Hay unos segundos en silencio, con mi corazón tamborileando demasiado fuerte como para poder estarme quieta. Cuando juguetear con el anillo de mi hermano que le quité una segunda vez -aunque con lo poco que le importa ni lo notó- se vuelve insuficiente, me asomo un poco.

—Venga, campeón, ¿no vas a darle un abrazo a tu hermano mayor? —Está diciendo Roy. Incluso su tono de voz parece impropio de él. Eso me saca una media sonrisa, al menos hasta que veo la forma en la que Elliot se ha quedado de pie frente al sofá.

Da un paso atrás, mirando alarmado a Ethan, después a mí.

Me llevo una mano al corazón, sabiendo lo destrozado que Roy debe de sentirse. Precisamente esto es lo que quería evitar. Ethan no puede ponerles a los dos en la misma sala y esperar que todo vaya bien. Roy ha tenido años para pensarlo, está deseoso de recuperar a su hermano, pero Elliot ha vivido con otra familia que creía suya, no recuerda bien lo que fue de la suya o quién era su hermano. Sólo sabe lo que le han dicho y que ahora le van a pasar al cuidado de alguien a quien desconoce. No son formas.

Elliot busca ayuda en mí, lo noto con claridad. "Está bien", quiero decirle, pero no es el momento para hablar. En su lugar aprovecho que Roy está dándome la espalda para asentir hacia Elliot con la esperanza de que eso transmita todo lo que quiero decir: que es seguro, que está bien.

El problema es que Elliot vuelve la mirada a Roy, pero sigue sin reaccionar.

Eso parece romper el corazón de Roy quien, poniéndose de cuclillas en el suelo, vuelve a llamar a su hermano. Al pequeño se le cristalizan los ojos. Ocurre antes de que corra a los brazos de su hermano mayor.

Siento el latir de mi corazón regular de nuevo. Menos mal. Con eso suelto el aire que ni siquiera sabía que había estado conteniendo y recibo con los brazos abiertos a Ethan. Él deja un beso sobre mi frente.

—Ven, vamos a darles un minuto —pide.

Sin poder evitarlo me quedo mirando la escena una vez más. El abrazo en el que Roy parece no querer volver a soltarle. Me dijo una vez que no había nada peor que no saber si tu hermano estaba vivo o muerto, no quiero ni llegar a imaginar por lo que pasó mientras buscaba al suyo, pero saber que ha terminado bien es suficiente para sacarme una sonrisa. Ethan tiene que empujarme un poco para seguirle fuera del salón.

Durante la siguiente hora nos quedamos en su habitación, con la puerta abierta a la espera de que Roy nos avise y hablando con tranquilidad sobre todo un poco. Yo no puedo estarme quieta, dando vueltas por su habitación más feliz de lo que había esperado después de esto. Veo el reflejo de una familia uniéndose de nuevo y eso me da esperanzas. Soy como una niña hiperactiva teniendo que dar vueltas mientras habla.

En una de esas vueltas, Ethan, que llevaba todo el rato sentado en su cama, agarra mi mano y me obliga a parar frente a él.

—Empiezas a marearme con tantas vueltas.

—Perdón, supongo que estoy feliz.

Eso hace que Ethan enarque una ceja. Toma mi otra mano y me acerca un poco a él. Sabiendo lo que pretende, apoyo ambas manos sobre sus hombros y me siento sobre sus piernas.

—El martes todavía seguías con pesadillas —recuerda. Sí, llevo con ellas todas las noches, dos por noche al menos, estoy empezando a quedarme despierta a partir de la primera para no caer una segunda vez.

Muevo las manos hasta su cuello.

—Y sigo con ellas, pero estoy feliz. Pensaba que todo se había fastidiado, que nada había valido la pena, pero supongo que me he dado cuenta de que nunca habíamos tenido una oportunidad y eso me da un respiro. No me siento tan culpable por no haber podido ayudar.

Ethan aparta el pelo de mi rostro.

Ya se lo conté, le hablé de lo que creía que había pasado y él le dio el visto bueno. Tiene sentido, tanto que, de no ser un completo hijo de puta, aplaudiría a Caleb. Todo esto ha sido cosa suya desde el primer minuto. Cada vez más personas estaban conociendo de sus negocios, incluso mi hermano, probablemente porque Colton no es el más inteligente de los hermanos o quizás porque es el más egocéntrico. Le dieron el control y él empezó a cometer errores, sólo era cuestión de tiempo que alguien les descubrieran y estoy segura de que el robo del pendrive fue lo único inesperado de ese plan. Lo único que Caleb no había planeado.

Colton se cree superior, se cree con el control y se le fue de las manos.

Christian creí que sería el que maquinaba todo, pero no, lo debí de haber sabido en el momento en el que le vi buscar a alguien tras él para reírle las gracias, en la forma tan abierta de soltar la información. Era demasiado emocional, alguien que había ideado todo eso no podía permitirse ser emocional, así que quedaba Caleb.

Christian sólo repetía un papel dado por Caleb.

Y Caleb quería una capa más de protección, la que tiene ahora es increíble. En cuanto vi eso lo uní todo. ¿Quién va a desconfiar de un hombre con poder, buenos contactos y que está desarrollando un proyecto para la búsqueda de jóvenes desaparecidos? ¿Quién desconfiaría de alguien que ha donado tanto dinero para ello y que ayudó a encontrar a dos jóvenes? ¿Quién creería que tal salvador sería quien secuestra?

Luego todo es ir tirando. Si Josh encontró mi foto como creíamos, eso tuvo que haber sido parte de un plan que aún no estaba terminado, quizás se trataba sólo de mí en un principio y Josh les forzó a adelantarlo cuando robó el pendrive. Quizás todo iba a ser un secuestro, rescate y agradecimientos. La fecha de la foto nunca fue la de un envío, sólo la fecha límite para que todo encajara.

Esa fue la idea, ahora, ¿qué hizo con Josh y conmigo? Nos encerró en su juego, como a animales enjaulados cuya jaula golpeaba para mantener controlados. Alguien le debió de haber ayudado desde dentro, estoy segura, pero no consigo saber quién. Caleb jugó con nosotros desde el primer momento. Tenía su meta y fue a por ello, hizo lo que Rachel siempre me decía: no actuar hasta tener el final planeado. Así no te vas de la línea ni cometes errores de cálculo.

Josh y yo sólo fuimos marionetas y todo lo que creímos descubrir no era más que el movimiento de las cuerdas con las que Caleb nos sostenía. Nunca se trató de nosotros, sino de Rache. Caleb quería llegar a nuestra madre. Esa era su meta, nosotros sólo nos dimos cuenta demasiado pronto. Josh vio lo que no debía.

Caleb intercambió su imagen mejorada por devolvernos, por, de forma indirecta, firmar nuestra protección porque secuestrar a aquellos por cuyo rescate se ha creado un fondo es una estupidez, sobre todo porque le lanzaría a los medios, todos querrían saber cómo se siente después de eso y Caleb es más de jugar en las sombras.

Nunca tuvimos una oportunidad real.

—Cometerán algún error —dice Ethan.

—Espero, porque estaré encantada de verles caer.

—Y que los medios se los coman vivos —sigue, acercándose hasta besarme.

Esa es otra cosa que hemos estado haciendo bastante a menudo. Cuando todo terminó nos sentimos más libres, más tranquilos, sin esa contínua tensión ni miedo en nuestro interior, y queríamos disfrutar de eso. Se nota en las pequeñas conversaciones, en como los agarres ya no son tan bruscos como si la otra persona fuera a desaparecer frente a nuestros ojos. Ya no se trata de últimos momentos, últimas oportunidades o posibles despedidas, ahora todo es tranquilidad y disfrutar de la certeza de que habrá más momentos. Tomarnos todo con más calma.

Alguien se aclara la garganta sonoramente y me aparto de inmediato.

Roy está en la puerta de la habitación.

—He golpeado. —Señala la puerta.

—Haber cerrado —responde Ethan. Como siempre, arisco en cuanto le llevan la contraria o interrumpen.

Incómoda, me pongo en pie.

—Elliot y yo nos vamos ya.

—¿Tan pronto? —pregunto, echando de menos al pequeño aunque apenas haya pasado tiempo con él. Conociendo a Roy, no podré volver a ver a Elliot al menos en mucho tiempo.

—¿Por qué, es que quieres que nos quedemos mientras vosotros...

—Roy, cállate —interrumpe Ethan. Justo a tiempo.

Después de todo lo que Ethan me ha contado, no puedo evitar ver a Roy con otros ojos, de forma que sin quererlo termino sonriendo. Cuando lo nota su felicidad cae y se vuelve hacia Ethan.

—¿Es que se lo has contado? —pregunta alarmado.

¿Si me ha contado su infancia? Sí. Me contó desde que Roy perdió a sus padres muy joven por un asesinato hasta que tuvo que vivir en la calle durante meses porque su tío era un borracho que le golpeaba. También su paso por distintos centros de menores de los que se escapaba porque su estancia allí era tan insoportable que prefería la calle. Me habló del año de instituto perdido, de sus dos trabajos para poder pagar los estudios y un pequeño apartamento de escasamente diez metros cuadrados y de que, en todo ese tiempo, lo único que le mantuvo estable fue la idea de encontrar a su hermano pequeño. Al hermano al que al final se supo que habían abandonado en un orfanato después de matar a sus padres.

Ethan se encoge de hombros.

—Oh, joder, pedazo de amigo que tengo —murmura Roy incómodo. Ahora que sabe que yo conozco su pasado, ¿por qué ocultar mis emociones?—. Emma, si se lo dices a alguien te juro que voy a...

—¿Nos vamos? —interrumpe Elliot, subiendo rápidamente las escaleras.

Oh, así que Roy no quiere maldecir ni amenazar con su hermano pequeño delante. Aunque sea una vez en mi vida tengo que hacerlo, tengo que abrazar a Roy, después de todo por lo que ha pasado, necesito hacerlo. Él parece entender mis intenciones porque da un rápido paso hacia atrás. Su hermano le mira todavía expectante.

—Emma, no.

—Ven —pido, con los brazos abiertos. Él mira las escaleras, pero lanzo mis brazos alrededor de su cuello antes de que pueda irse corriendo. Voy a darle un abrazo cueste lo que cueste. Ahí es cuando, en un susurro, le digo todo lo que le tenía que decir—. Siento mucho lo que te pasó, pero no creas que eso va a cambiar cómo te veo. Eres un cretino, así que más te vale portarte bien con Elliot porque si no voy a ir yo misma a hacerte entrar en razón a golpes, ¿queda claro?

Mi comentario podía tener dos respuestas posibles: la primera era que Ro se sintiera ofendido por dudar de él en cuanto a su hermano y nuestra relación empeorara aún más si eso es posible. La segunda, que por suerte es la que tiene, es aceptarlo y sentir agradecimiento por la preocupación hacia su hermano. Y sé que es la segunda porque, lentamente, él me devuelve el gesto.

Le escucho gruñir antes de sentir una de sus manos vacilando al apoyarse sobre mi espalda. Luego llega la otra y, finalmente, termina por devolverme el abrazo.

Roy me ha abrazado.

Sí, esta es una de esas metas que sólo se consiguen con mucha suerte y una vez en la vida.

—No creas que ahora somos amigos o algo así —dice.

—Iugh, no.

Con eso me devuelve el abrazo con más firmeza, algo divertido por lo que parece. Después presiona hasta hacerme sentir que me estoy ahogando. ¡Lo está haciendo a propósito!

—Vale, ya puedes soltarme —pido casi sin aire.

— Ahora que lo dices, Emma, abrazarte es cómodo. Creo que me voy a quedar así.

—Roy, maldita...

Pero Roy me suelta, riendo, y al momento Ethan está con nosotros, o quizás había estado ahí de antes, desaprobando la conducta de Roy. Paso la mano por mis costillas, tenía una fracturada cuando llegué, el idiota acaba de devolverme el dolor.

Ethan estira una mano hacia Roy a modo de despedida.

—¿Te veré por clase? —pregunta.

—Sabes que una de las condiciones que me pusieron para quedarme con Elliot. Estaré allí desde el lunes.

Con eso Ethan le suelta y se despide de Elliot como haría con Dax. Elliot sonríe y Roy se lo lleva sin darme tiempo a hacer lo mismo, supongo que tiene demasiadas ganas de llegar ya a casa, de empezar una nueva vida. Si no me equivoco, la familia que había adoptado en un primer momento al niño está pasándole un dinero al mes, una suma bastante alta durante los primeros cuatro años que estén juntos, también he oído, por Ethan, que en dos semanas se mudarán a una casa más grande. Parece que al final todo le está yendo bien.

Supongo que podría decir lo mismo de mí.

Estiro la mano para que Ethan me de la suya, además de hacerlo, tira un poco para dejarme a su lado.

—¿En qué piensas? —pregunta.

¿En qué pienso? Muchas cosas. Demasiadas. Tratando de resumirlo todo, formo una única frase.

—Pienso en que todo va a ser diferente ahora.

Mi familia ha soltado un poco las riendas. Tanto que ahora estoy pasando las tardes en la cabaña de Ethan sin muchos inconvenientes.

Por una vez en mucho tiempo, estoy fuera de peligro y, aunque tenga pesadillas, poder despertar y que no sigan es un milagro.

Josh está de vuelta y, definitivamente, más lleno de vida que nunca.

Y Ethan se ha vuelto alguien indispensable para mí. Es el chico que siempre esperé conocer y a quien nunca pensé que le daría esta oportunidad. Después de todos estos años, fue la primera impresión que tuve de él la que de verdad había contado.

Así que sí, tengo demasiadas cosas en la cabeza, sólo que sé que ahora todo va a ir bien porque, sí, puede que no hayamos ganado, puede que los hermanos Colton, Christian y Caleb sigan en libertad y mejor que nunca, pero saber que nunca estuvo en nuestra mano es un completo alivio. Lo intentamos, realmente lo hicimos, y ojalá alguien pueda hacer lo que nosotros no pudimos, pero, mientras tanto, sé que ya no estaré sola.

—Por fin vamos a estar tranquilos así que, ya sabes, deja tu imán para los problemas a un lado por un tiempo.

¿Cómo puede alguien gustarme tanto como para encantarme recibir bromas llenas de pullas como esa? La respuesta es fácil.

Ethan es imperfecto, ha cometido errores. Yo también los he cometido. Quizás sea eso lo que nos haga perfectos el uno para el otro. Eso, y que estoy perdidamente enamorada de ese idiota.

Tomo una profunda bocanada de aire y dejo que su presencia me relaje de nuevo, no necesito más.



FIN.


Cuando dije que quería reescribir EBBEMA, muchas personas me apoyasteis. Recibisteis la nueva versión con lo brazos abiertos y, aunque tuvimos algún que otro choque -muertes de Josh y Emma-, en general he encontrado que esta versión os ha gustado más y eso me ha alegrado muchísimo. Ha sido un placer poder hacer este viaje una segunda vez, volver a una trama conocida e ir estructurándola con más cohesión y personajes más profundos. Realmente no pensé que tantas personas fuerais a volver conmigo, y es que me habéis dado un apoyo incondicional y me habéis hecho querer dar lo mejor de mí con cada capítulo.

Espero que hayáis disfrutado leyendo esta versión más que leyendo la anterior. Espero haber podido transmitiros algo, haber podido distraeros al menos de vuestro día a día y que esta novela haya podido encontrar un fin en vosotros y vosotras.

Ha sido un auténtico placer escribir esta historia y poder interactuar con vosotros y vosotras. He disfrutado muchísimo.

Al fin, es la hora de decir adiós.

Subiré el epílogo a principios de año,

No, no habrá segunda temporada. Supongo que ya sabéis que no me gusta demasiado alargar más de lo necesario. Como Emma dijo, el plan de Caleb funcionó porque lo tenía estructurado de principio a fin y, al llegar al final, paró. Este es el final de la historia, alargarlo sólo sería sacar y lanzar ideas, perjudicándolo. Pero los personajes se quedarán siempre con nosotras.

Y, como no queda más que decir, esto ha sido todo.


- Lana 🐾

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