Capítulo 45 - Cambio de idioma, cambio de actitud
Capítulo cuarenta y cinco: Cambio de idioma, cambio de actitud.
—¿De nuevo? —Eso es lo único que puedo preguntar al encontrarme con mi hermano. Lo primero que he hecho ha sido subir a la suite para sacar un abrigo y después he empezado a revisar las plantas. A Josh me lo he encontrado entrando al ascensor, con los hombros caídos, los primeros botones de la camisa desabrochados y marcas en su cuello que no deja de rozarse.
Se ha peleado, ya ni siquiera me sorprende.
Él pone mala cara, deja la mano caer y se mete al ascensor.
—¿Qué tienes con pelearte con todo el mundo? —presiono y, aunque él no quiera, consigo sujetarle para comprobar las marcas en su cuello. Es gruesa, de un rojo oscuro y que Josh no puede parar de toquetear como si tratara de abrir una vía por la que pase el aire. Le he dejado solo menos de una hora, ¿cómo es que puede meterse en problemas nada más le pierdo de vista? Parece un don—. ¿Qué ha sido esta vez?
—Nada importante —murmura.
—¿Nada importante? Estás marcas dicen lo contrario —señalo.
Josh bufa y yo me rindo con él. Está bien, si no quiere contármelo que no lo haga.
El ascensor termina de subir a nuestro piso y yo pierdo las ganas de volver a la habitación con él. Me siento decepcionada porque nada ha cambiado. Nunca cambia. Esto es como las promesas vacías de que dejaría de drogarse, y, ahora, independientemente del susto que ambos nos hemos llevado, sigue con el comportamiento habitual. Discutir con él no sirve para nada porque no va a escucharme y yo no tengo fuerzas. Me he cansado ya de esto. Así que, cuando sale del ascensor, no le sigo. En su lugar le doy al primer piso y espero a que se cierren las puertas. Josh frunce el ceño al ver que no me muevo.
—Vuelvo abajo, quiero quedar con Enrico para desayunar mañana. —Prefiero eso a tener que desayunar con mi familia, después de todo Enrico puede ser la única persona por la que mi madre no me ponga pegas y está prometido. Desde que he sabido eso me he sentido mucho más relajada, más receptiva a entablar una amistad con él. Tampoco parecía un mal chico.
—Ya, desayunar —murmura Josh de mala manera.
Ignoro el trasfondo que trata de darle a ese comentario, algo avergonzada de sólo escucharlo. ¿Qué es lo que pretende? Me sienta mal, claro que lo hace. No sé qué mosca le ha picado hoy, pero no pienso dejar que su maldita manía por pagar conmigo su mal humor me afecte una vez más. Suficientes cosas tengo ya encima.
Cansada de esperar, pulso el botón que hace que las puertas se cierren de inmediato y me despido de mi hermano con una falsa sonrisa y un gesto de la mano. Una vez las puertas se cierran, dejo escapar un grito ahogado. Maldita sea, ¿cómo puede frustrarme tanto mi propio hermano? Llevamos menos de una semana juntos y ya está rozando mi límite una y otra vez.
Al menos nadie llama al ascensor en plantas intermedias y llego directamente a la primera. Los huéspedes ya están terminando de cenar y han empezado a irse. No ha pasado demasiado tiempo desde que me he ido, sólo he tenido tiempo de ir a por algo de abrigo y he dado con mi hermano al momento, así que Enrico debe de seguir fuera fumando. No le he mentido a Josh, sí tengo la intención de proponerle a Enrico desayunar juntos mañana, de quedar en la entrada del restaurante para poder deshacerme de mis padres, además, con los nervios que tendré encima, ese momento para "respirar" sin mi madre me vendrá muy bien.
Salgo del hotel para dar con una noche poco fría, el problema no está en el exterior sino en mi cuerpo, todavía acostumbrándose al mal estado. Es como si hubiera una lucha en mi interior donde estoy enferma, pero soy tan terca y tengo es tan mal momento para enfermar que estoy manteniéndolo a raya. Dudo que sea así, pero es como lo imagino.
No me equivoco. Ni siquiera tengo que hacer más que bajar las escaleras y mirar hacia atrás para ver a Enrico, pegado al edificio y fumando tranquilamente en el recoveco que ha conseguido entre la pared y las escaleras. Levanta la mirada al verme, sin parecer molesto porque haya venido a invadir su espacio. Sin pronunciar palabra alguna, voy a su lado. Él palmea su americana antes de sacar de un bolsillo interno la cajetilla. Me ofrece uno.
—No fumo.
Enarca una ceja, presionando una segunda vez como si estuviera seguro de que voy a terminar tomando el cigarrillo. Suelto un suspiro, escondo las manos en los bolsillos de mi abrigo y apoyo la espalda contra la pared.
—¿Te apetecería desayunar juntos mañana? Me vendría genial librarme de mis padres un tiempo.
La mirada de Enrico se pierde en la fuente que hay unos metros por delante, esa flanqueada por la carretera que conduce a la entrada del hotel. Ahora no hay mucha gente fuera, una mujer hablando por el móvil cerca de las escaleras y otro chico fumando cerca de la fuente.
—¿No te lo han dicho? Nuestras familias comparten mesa estos días. —Hago una mueca por sus palabras y él añade algo, sólo que esta vez no habla en inglés. Le sale sólo, con fluidez y probablemente sin percatarse—. Ad esser sincero, non è poi così male.
—No sé italiano, Enrico.
Ahí reacciona, vuelve a mirarme y parece darse cuenta del cambio.
—Perdón, decía que para ser sincero, no me parece algo tan malo. Nuestros padres están muy entretenidos con sus negocios como para tenernos en cuenta.
Me quedo mirándole, recordando la cena. Más bien recordando la forma en la que Josh ha estado todo el tiempo enfurruñado hasta irse con ese comentario contra nuestros padres. Enrico me había hablado un par de veces, pero estaba más metido en la conversación de nuestras familias o en silencio la mayoría del tiempo. Parece notar mi duda, porque sigue hablando.
—No soy tan mala compañía, vero?
Antes de que pueda tratar de adivinar el significado de la última palabra, ambos escuchamos un fuerte portazo en la puerta principal. Apenas puedo ver algo desde aquí, sólo una sombra oscura que no tarda en parar para insultar a alguien, al menos lo interpreto por un insulto por el tono de voz que está usando.
—Beh, vaffanculo, stronzo di merda! [Que te jodan, imbécil de mierda]
Enrico tira el cigarrillo al suelo y se asoma un poco. Para ver mejor, da un par de pasos hacia adelante hasta llegar al primer escalón.
—Signore, ci sono problemi? [Señor, ¿hay algún problema?] —pregunta con suavidad.
Quien sea no se lo toma a bien, porque pronto le grita de vuelta.
—Sai cosa?, vaffanculo anche a te [¿Sabes qué? Que te jodan a ti también]
A Enrico le tengo de frente y, por la cara que pone, dudo que lo que le hayan respondido sea algo bueno. La persona pronto baja las escaleras, a pasos rápidos y dejándome ver únicamente su espalda y largo abrigo negro. Al pasar junto a Enrico no duda en, en vez de bajar por la zona libre de las escaleras, empujarle para pasar justo por donde él estaba en pie. Enrico es demasiado bueno porque lo deja estar.
Dicen que lo primero que aprendemos en otros idiomas suelen ser insultos, puede que sea porque nos llama más la atención, pero al menos sé cómo se dice idiota en italiano. O algo con un significado similar.
—Cretino! —grito.
El chico se da la vuelta y veo una cara conocida.
¿Por qué no me sorprende? Ethan tiene un carácter tan intenso que debí haber visto venir que sería él nada más se ha puesto a insultar a todo el mundo.
—Vaffanculo [que te jodan / vete a la mierda] —me responde.
Espera, Ethan. ¡Ethan!
Se da la vuelta, pasa una mano por su pelo y se queda buscando algo en el aparcamiento que hay un poco más lejos.
Su familia iba a venir, lo he estado pensando antes. Aun así hay una parte de mí que todavía no ha procesado demasiadas cosas, incluyendo todo lo que le envuelve. Creo que aún siento que estamos como antes, que simplemente estoy "pasando una tarde en casa" como hice mientras me quedaba con él. No es así. Lo último que supe de él fue ir al hotel y que recuerdo que bajamos a recepción. Lo último que supo de mí debe de ser lo mismo.
Mi preocupación crece. ¿Habrá visto las noticias? Claro que las habrá visto, si incluso yo me enteré y literalmente fue la única televisión a la que miré mientras huíamos, ¿cómo él no iba a verlo? Es más, me juego el cuello a que se enteró antes, como yo con Josh. Con el que creía que era Josh.
El corazón se me acelera y me crece la impotencia al ver que sigue dándome la espalda. Muevo los brazos a mis costados, incrédula. Enrico hace un amago de volver.
—También me alegro de verte, idiota. —digo con fuerza, queriendo que me escuche. Vale que esta zona está poco iluminada y que es muy raro por no decir casi imposible escucharme decir algo en italiano, pero, debe de haberme reconocido. ¿Está enfadado? ¿Es eso? Porque teniendo en cuenta cómo reaccioné al ver a Josh, lo entendería. Me acerco a él a pasos rápidos—. Maldita sea, Ethan, no me hagas la ley del hielo como si fueras un crío.
—Non sto... —Lo deja ahí, se gira bruscamente y su mirada se queda fija en la mía. Se calla de golpe, algo que me hubiera gustado aprender cómo se hace para haberlo usado más de una vez en la cabaña—. ¿Emma?
—Sí, ¿qué? ¿Vas a volver a insultarme en italiano para que no pueda entenderte? Porque estoy segura de que lo que me has dicho hace un momento no ha sido para nada amable.
No he llegado a cruzarme de brazos cuando él sonríe. Sonríe de verdad, con una de esas sonrisas con las que se le crean pequeñas arrugas al borde de los ojos y se nota en la mirada que es real. Un segundo después estoy entre sus brazos. Me encierra porque no me da tiempo a devolverle el gesto ni a hacer nada antes de prácticamente aprisionarme entre sus brazos. El gesto me hace sonreír, tomándomelo como algo divertido. Supongo que en mi cabeza todavía no he procesado suficiente como para haber sentido una ausencia tan intensa como debería.
Desvío la mirada hacia las escaleras para dar con que Enrico las está terminando de subir y vuelve a entrar al hotel.
—Mi hai quasi ucciso. Ti prego, non farmi mai piè una cosa del genere [Casi me matas. Te lo ruego, no vuelvas a hacerme algo así] —dice con rapidez. Si ya me era difícil entender el idioma, de la forma tan acelerada en la que lo habla Ethan, me es imposible hasta distinguir las pausas. Es un sin sentido para mí.
—¿Esa es una disculpa por haberme insultado?
Ethan aprieta el agarre.
—Cállate.
Y ahí vamos de nuevo. Esa debe de ser su palabra preferida porque la última vez que recibí un abrazo de estos me repitió lo mismo. Como entonces, creo que no estábamos en la misma página. Sí, puede que en gran parte sea porque no lo hemos vivido igual. Yo no he podido estarme quieta, no he tenido tiempo de pararme a pensar en cómo se vería desde fuera. He podido echarle en falta, pensar en él más de una vez, pero era como alguien cercano a quien no ves durante unos días porque tienes otras cosas que hacer y que luego estará ahí. Lo sabía todo, sólo que mi cabeza no ha terminado de unirlo. Ahora estoy tratando de entender su punto de vista y eso me revuelve el estómago.
Pasé un infierno cuando me enteré de que mi hermano había "muerto", entiendo cómo eso puede quemarte por dentro, destrozarte. Eso borra la diversión que había sentido por su gesto y hace que llegue a sentir cierta culpa y compasión.
Con cuidado, saco los brazos de su agarre para poder rodear su cintura. Por la forma en la que me tiene sujeta, es lo único que puedo hacer. Luego espero, sólo me queda esperar porque ahora mismo no soy quien ha pasado una semana engañada, sino él. Le doy el tiempo que necesite para que la sorpresa inicial desaparezca, respirando con suavidad y sintiendo su corazón acelerado. Hago caso por completo a su orden anterior, me quedo en silencio a la espera de cualquier señal que me diga lo contrario. Deben de haber pasado cerca de dos minutos cuando vuelve a hablar, bajo, pero habla.
—Voy a cargarme a tu hermano —murmura. Espera. ¿Cómo sabe que está vivo? No tengo que preguntar porque él mismo resuelve mi duda—. Ese cabrón me dejó seguir creyendo que estabas muerta.
—¿Cuándo has hablado con él?
—Hoy, hace unos minutos. Está... —Se aparta un poco, todavía manteniendo el agarre, pero tomando espacio suficiente como para poder mirarme. Sus ojos. Su mirada. No, eso no es algo a lo que esté acostumbrada y lo que veo me está destrozando por dentro—. Sabes que está vivo, ¿no?
—Sí, es decir, fue él quien me salvó la vida, me enteré después de todo lo de... —Hago un gesto de la mano, sin ganas de explicarme. Ethan agarra mi mano, corta el gesto de raíz dejando un beso sobre mis nudillos—. Espera, has dicho que le has visto hace unos minutos. Dime que no fuiste tú con quien se ha peleado. Le he encontrado en el ascensor y tenía unas marcas horribles en el cuello.
—¿Uhm? —finge no entender lo que le estoy preguntando, todavía con una mano sobre la mía y mis nudillos cerca de sus labios. La mueve y besa mi palma. Definitivamente ha sido él, no sabe mentirme.
—Sé que yo también le golpeé al encontrarle por primera vez, pero, Ethan, ¿qué ha pasado entre vosotros? Eso no parecía un rasguño amistoso.
—Nada —responde al momento. Después me dedica una media sonrisa como si eso fuera a arreglarlo todo—. Nada, de verdad.
Definitivamente Josh y él son iguales a la hora de dar explicaciones.
Suelta mi mano sólo para apoyar la suya contra mi mejilla, su sonrisa se vuelve genuina con el gesto. No deja de rozarme, como si tuviera que tener la certeza de que soy real, que puede sentir mi tacto. Eso es lo que encuentro en su mirada, ese reconocimiento costoso, esas dudas mezcladas con anhelo. Esa felicidad que no puede completarse por puro miedo. Con eso se inclina y dejo de preguntar cuando me besa. Esto sí que lo había echado en falta, el sentimiento que causa en mí, esa tranquilidad e hiperactividad al mismo tiempo. Es lo opuesto, no tiene sentido, pero cada vez que le beso siento como si estuviera más despierta que nunca y más calmada al mismo tiempo. Esta vez no es diferente, no lo es aunque sea un beso suave. Algo tan cuidadoso como si tuviera miedo de romperme. Lo prefiero, con lo cansada que estoy lo prefiero así.
—Sono innamorato di te. [Estoy enamorado de ti] —susurra contra mis labios. Aunque no reconozca todas las palabras, creo que por el contexto y por partes sueltas, puedo sacar el significado.
—Buena forma de demostrarlo insultándome cada vez que tienes oportunidad.
Sigo con eso sin quererlo, porque estoy nerviosa, incapaz de enfrentar la realidad que tenemos encima así que busco cualquier distracción a la que poder aferrarme.
—Nunca te he insultado.
—No sé qué significa lo que me has dicho antes, pero algo me dice que el "vaffanculo" ese no era un "te he echado de menos".
—Te he echado de menos —señala, como si así pudiera librarse del resto de la frase. Al entender mi silencio como una negativa, aparta la mirada. Aunque todavía no puede sacarse la sonrisa de los labios, menos aún parecer enfadado como pretende—. Todavía no puedo creer que estés viva.
Aparta un mechón de pelo de mi rostro.
—Deja de cambiarme de tema, ¿qué significaba eso?
—¿Me vas a hacer decirlo?
—Sí.
—Significa... —tantea un poco antes de evitar terminar la frase y besarme una vez más. Si cree que esa es una buena forma de librarse, está equivocado, pero tampoco me importa realmente lo que sea que significara. ¿Es un insulto? Estoy segura de ello. ¿Iba dirigido a mí? Sí, pero teniendo en cuenta todas las veces en la cabaña que no me vio estando literalmente frente a él, dudo que fuera directo para mí como persona, así que no me importa demasiado—. ¿Vamos dentro? Hay muchas cosas que quiero preguntarte y empieza a hacer frío.
Antes de poder responder, me suelta. Pronuncia un rápido, "Anda, ten", y me cede su abrigo aunque no lo haya pedido. Esta vez no apoya la mano en mi espalda sino que rodea mi cintura con su brazo, pegándome a él todo lo que puede, asegurándose de que no me voy a ningún sitio. Ethan ya lo ha dicho en voz alta, pero aunque no lo hubiera hecho sus gestos le delatarían; todavía no sabe cómo tomárselo, y sigue en tensión. Creo que sigue esperando a que lo que pasó una vez pase una segunda, porque ahora, al entrar al hotel, apoya la mirada en cada persona que entra en su campo de visión, analizándoles, tenso con cada persona que se acerca demasiado.
Incluso al llamar al ascensor, donde me estiro un poco para poder alcanzar el botón porque Ethan estaba distraído mirando mal a un señor mayor que había en la esquina, se alerta. Su agarre se endurece y cuando me echo hacia atrás siento sus ojos mieles clavados en mí. Ahí me doy cuenta de lo inestable que está en este momento y la preocupación aumenta. Sé que puede ser bastante frío o incluso algo violento si se le presiona, pero incluso ahí solía conservar la calma, lo que le volvía más intimidante. Nunca sabes lo que pasa por la cabeza de alguien que se ve así, calmado, con el control en su mano. Ahora, en cambio, es un libro abierto, tenso, alerta e inseguro hacia cualquier movimiento cercano. Inestable, eso es lo que le define. Por lo menos trata de mantenerse tranquilo a mi lado.
El ascensor está vacío cuando baja y pulso el botón de la segunda planta. Ahí pone que hay una sala de lectura y no ha habido hotel en el que haya visto ocupadas esas salas, no salvo que fuera justo después de almorzar así que ahí podremos hablar tranquilamente. Sólo que Ethan frunce el ceño y le da a otro botón. Después se queda pegado a mí como mi propia sombra en cuanto una tercera persona entra en el ascensor.
—Voy a pedirle a mis padres la llave de mi habitación y ahí podremos hablar —susurra en mi oído, guardando el secreto hasta de la inofensiva chica con la que compartimos ascensor. Quiero decirle que eso es una tontería, que cualquier sala serviría, pero dudo que sea el momento. En su lugar bajo mi mano hasta la que él mantiene en mi cintura y dejo que mis dedos rocen su piel. Él mira el gesto al momento.
La chica baja dos plantas antes que nosotros y Ethan me empuja un poco para ir delante de él. Para mantenerme a la vista. Algo que me parece una tontería de la que en cualquier otro momento me reiría, es más, de la que sé que de aquí a un tiempo nos reiremos, lo veo venir, sólo que ahora puedo notar cuán nervioso él está y todo lo que un pequeño gesto podría descolocarle. Esta, por tontería que sea, es su forma de enfocar esa tensión en otra cosa, de mentirse creyendo que controla la situación. Después de lo que pasó la última vez que estuvimos juntos en un hotel, no voy a quitárselo.
Ethan llama a la puerta de una de las habitaciones más lejanas. Es su hermano pequeño, Dax, el que abre. Ya en pijama, con las mejillas rojas y un bote de helado en la mano. Ethan se queda inmóvil unos segundos, como si ahora le costara ordenar sus pensamientos.
—¿No estabas enfermo? —pregunta confuso.
Dax mueve lentamente el frasco de helado hasta dejarlo detrás de él.
—Sí —responde con tal lentitud que parece preguntarlo. Dax me mira en busca de algo que decir y ahí vuelve la mirada a su hermano. Al contrario que Ethan, Dax no sabe disimular cualquier clase de sorpresa—. ¿No estaba muerta?
Tampoco tiene tacto.
Al momento, el agarre de Ethan vuelve a volverse casi brusco y su tensión crece.
—No. Dame la llave de mi habitación.
—Oye, que no soy un niño, no puedes mandarme lo que hacer.
—Dax, dov'è questa chiave di merda? [¿Dónde está la llave de mierda/la puta llave?]
Dax deja de quejarse y se aleja para volver unos segundos después con una tarjeta blanca con el logo del hotel grabado en plateado. Se la da a Ethan de mala gana antes de volverse hacia mí.
—Cuando empieza a hablar en italiano es un completo capullo —me dice. Lo suelta como si su hermano no pudiera escucharle aunque esté a un metro de él. Con eso Ethan revisa la tarjeta y le da un último aviso a su hermano.
—Sabes que no tienes que abrir la puerta estando solo, deja de hacerlo.
—¿Y quién te hubiera dado la chiave di merda si no hubiera abierto la puerta? —La respuesta de Dax está cargada de burla, sin darse cuenta de lo malo que es el humor de su hermano en este momento.
Antes de que Ethan le suelte algo de lo que después se arrepienta -como me contó que pasó la última vez que volvió ebrio-, apoyo una mano sobre su pecho para echarle disimuladamente hacia atrás. Fuerzo una sonrisa hacia su hermano pequeño.
—Muchas gracias, Dax. Espero que te mejores pronto, ten cuidado con comer mucho helado. —Lo digo con mi mejor sonrisa. Una conversación trivial más que termina con el niño volviendo a sacar el bote de su escondite—. Espero verte en el desayuno.
Con eso como despedida algo forzada, le doy a entender que nos vamos y consigo mover a Ethan mientras Dax cierra de nuevo la puerta. Eso me hace sentir un fuerte alivio.
—Está en esta planta —murmura Ethan. Revisa el diminuto llavero que han adherido a la tarjeta en busca del número. Lo lee una y otra vez.
—Mejor, porque no tengo mucho tiempo. Mis padres estaban terminando la cena y es mejor que llegue a la habitación antes que ellos.
—¿Ellos lo saben? ¿Que estás viva? —añade la segunda pregunta con una suavidad rara en él. Cuida cada palabra. Pero esa duda le hace dejar la llave a medio camino del sensor de la puerta.
—Digamos que se han dado un buen susto hoy, pero sí. —Al ver que sigue sin reaccionar, apoyo la mano sobre su brazo para recordarle que todavía estamos fuera de la habitación—. Deja que entremos y te lo cuente todo.
Sin previo aviso, me besa una vez más. Por aviso me refiero a cualquier clase de señal. Es el más puro impulso. Lo hace rápido, después se queda esperando algo. Puedo jurar que está esperando que me desintegre frente a él por la forma en la que me mira. Finalmente niega.
—Caleb estará aquí mañana, Emma, y sus hermanos han desaparecido del mapa. No sé qué tienen entre manos, pero no me gusta nada.
—¿Caleb vendrá? —mi corazón se acelera al momento. Caleb, el hermano mayor, el que lleva tantos años escondido, ¿dónde? Sé que Ethan o Josh me lo dijeron, pero no consigo recordar el lugar. Quiere sonarme Venecia, pero no podría decirlo con seguridad. Aun así mi boca se seca y mi cabeza empieza a dar vueltas acompañando al punzante dolor en las costillas que, sin saberlo, Ethan lleva todo este tiempo empeorando con su agarre.
Ethan al fin abre la puerta, pero ahora soy yo quien no puede moverse. Estará aquí. O quizás ya lo esté. Tenerle en medio de mi discurso no puede ser bueno, ¿y si trata de pararlo? Peor, ¿y si sabe cuál es mi intención? Lo calculé todo dando por hecho que estar en otro continente y con televisión en directo me daría ventaja sobre ellos, no llegué a imaginar que estaríamos en la misma sala.
Puedo jurar haber perdido todo el color de golpe. Ethan lo nota, porque la preocupación crece en él y su primera reacción es buscar a alguien más en el pasillo.
—¿Qué? —pregunta—. ¿Qué es?
¿Cómo decirlo?
Le miro, pero no tengo palabras. Voy a contárselo todo, de principio a fin. Eso incluye mi plan para mañana, ese en el que Caleb estaba fuera y que ahora es muy tarde para cambiar. Nunca volveré a tener una oportunidad así, pero no soy tonta, sé que es una locura. Estaré saltando al vacío sin paracaídas. Estará aquí, no sé con quiénes. No sé si tendrá respaldo físico, pero para llegar a esta gala, respaldo social tiene que tener. Ya no se trata de exponer a quienes han hecho algún mal, es conseguir que, al apuntarle, no duden. Porque si dudan, habré perdido, y tendré una diana tan grande en mi espalda que no fallarán una segunda vez.
No quiero decirlo en voz alta, aunque lo sé.
Estoy jodida.
Bueeeeeennoooooo, al fin ha llegado la gran "R" de REENCUENTRO EMMAN ;)
¿Teníais ganas?
Espero que os haya gustado, al fin y al cabo no podía ser un reencuentro suyo si no discutían o se insultaban antes. ¡Faltaría más! Son ellos en estado puro jajaja
# ¿Quién tiene menos tacto: Ethan, Roy o Dax? -Esto está reñido-.
A todo esto, ¿soy yo o Ethan sólo usa el italiano para insultar o declararse? Va como por extremos.
Ahora viene lo bueno... ¿Por qué creéis que han "desaparecido del mapa" Colton y Christian?
¿Y qué pasará si Caleb está en la gala? ¿Estarán también sus hermanos?... #dudasdudas
Pd-Estoy deseando que llegue el próximo capítulo porque llevo desde la primera clase de Italiano que Ethan y Emma tuvieron juntos esperando para poder llegar a ese capítulo. Con la idea y todo, NECESITO ESCRIBIRLO YA OMG ESPERO QUE OS GUSTE TANTO COMO A MÍ PORQUE LLEVO MESES ESPERANDO JAJAJAAJ
Esto estaba en la otra versión y me he reído bastante, os lo dejo para que la espera no se haga tan pesada ;)
Top comentarios:
Esta vez, el tema es "Por qué Josh no puede morir:"
1. Porque, si muere, no habría adaptaciones de canciones sobre él:
2. Porque tampoco habría más pokejoshie y pokejoshie es poder😂✌
3. Y, porque la autora no quiere iniciar una guerra... ¿Aún? 😏
¡Nos leemos el próximo sábado!💖
— Lana 🐾
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro