Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3 - Desaparición

Cole/Zac en multimedia (Maurice Sinclair)

⋅༺༻⋅


Capítulo tres: Desaparición.

Cinco días.

Vuelve a ser lunes y todavía no he recibido ninguna noticia por parte de Josh. Me despierto con la cabeza en otra parte y esa continua ansiedad en el pecho. Nuestros padres viajan bastante y, ahora que ambos tenemos diecisiete, se quedan conformes con pedir a Marilyn, mujer que fue nuestra niñera y que ahora suele limpiar la casa por las mañanas, les informen de qué tal van las cosas. Claro está, ella no sólo les dice que todo está bien para ahorrarnos problemas, sino que tampoco coincidimos. Las horas en las que está en casa son en las que Josh y yo estamos en el instituto, así que sólo la vemos los sábados por la mañana y, como las otras veces, también notó la ausencia de mi hermano.

El miércoles, después de clase, encontré la copia de las llaves de mi hermano tiradas por su habitación, justo sobre la cama. También faltaban un par de cosas, algo de ropa y alguna que otra tontería. Lo que se dejó fue su móvil, encendido y abandonado sobre el escritorio.

Si esa era su forma de separarnos por completo, definitivamente lo ha conseguido.

Apenas consigo desayunar. Le he dado ya demasiado tiempo y mis nervios han estallado, no puedo seguir actuando como que sus ausencias son normales. Apenas lleva dinero consigo y eso me preocupa. ¿Dónde puede haberse metido?

La única opción que veo es que se haya quedado en casa de alguno de sus amigos y, cuando el domingo me cansé de esperar, busqué los números de los que me faltaban en el móvil de Josh y llamé, uno tras otro. Ni uno me contestó. Pensé en llamar desde el número de Josh, pero eso se sentía violar su intimidad de una forma u otra y no fui capaz. Puede ser una tontería, pero no me veía dispuesta.

Estoy maquillándome para borrar la palidez cuando el nombre de mi padre brilla en la pantalla de mi móvil. Maldigo entre dientes, me aclaro la garganta y respondo.

—Buenos días, padre.

—Hola, florecilla. ¿Qué tal por casa?

—Todo bien —miento, de todas formas nuestros padres nunca han sido de los que se sentaban con sus hijos preocupados por su bienestar emocional o sus problemas si eso no implicaba su empresa. Nuestra empresa.—. ¿Habéis cerrado el trato?

—Por eso llamaba, florecilla, la negociación va a ser algo más larga de lo que pensábamos y no podremos volver el jueves.

¿Iban a volver el próximo jueves? Siento un alivio inmediato al saber que no va a ser así, si vuelven y Josh no está aquí ni siquiera nuestro padre podrá parar las consecuencias que mamá pondrá. Ya puedo imaginármela poniendo el grito en el cielo, creando una búsqueda a gran escala y encerrándole en el más remoto de los centros del que no pueda salir. Y la conozco. Eso no será suficiente porque después su mirada caerá en mí, me verá como alguien que seguirá los pasos de su hermano, alguien que ensuciará la imagen que han estado años para darle a nuestra cadena hotelera, y lo pagará conmigo también.

—No te preocupes. ¿Cuándo volveréis?

—Todavía no sabemos cuándo terminemos. Además, después hemos estado hablando con unos socios sobre ampliar y abrir un nuevo hotel en Shanghái.

—Así que esos son, ¿dos semanas?

—Más o menos. Marylin me llamó el otro día, dice que parecías un poco enferma el sábado. ¿Ya te cuidas?

¿Enferma? Buena forma de adornar haber perdido peso y color de una forma tan brusca. Ahora me es difícil salir de casa sin estar maquillada, después de todo, debo seguir fingiendo normalidad.

—Los exámenes me han dado algo de ansiedad, pero todo está bien.

Si nota que miento o duda, no lo demuestra, termina con lo necesario para poder ponerse la pegatina de padre del año y antes de que vuelva a hablar sé que por fin va a explicarme el porqué de su llamada. Cierro los ojos con rabia al escucharlo.

—¿Recuerdas que te hablamos de la reunión que tendríamos con los Fabbri?

Los Fabbri. Una familia italiana extremadamente rica cuya imagen iba a ayudar a elevar la nuestra y reforzar los "lujos" y "familiaridad" de nuestros hoteles. Después de que un par de empleados de un hotel en Nueva Jersey trataran mal a un famoso guionista y reconocido crítico, nuestra imagen cayó. Desde el departamento de comunicación no tardaron en dar una rápida respuesta que terminó con esos dos empleados sin trabajo y una disculpa pública. Aun así, siguen buscando formas de volver a subir nuestro nivel, en este caso, dejándonos ver con familias o personas que tengan ese estatus que queremos dar de cara al público.

—¿No la habíais cancelado?

—Al contrario, será dentro de seis semanas, quiero que avises a tu hermano. Espero que entiendas que os hayamos puesto un profesor particular de italiano, se mostrarán más simpáticos si ven que mostramos interés por su idioma y cultura.

Estrategias. Todo lo que nuestros padres hacen son estrategias. Apenas puedo vivir un día sin que eso se haya inculcado de tal forma en mi mente que cada paso que dé esté unido a eso.

Estrategia, persuasión y poder. Eso es todo lo que me han inculcado.

—Lo entiendo.

—Sabía que lo harías. Empezaréis este domingo e iremos organizando un horario.

—De acuerdo —¿Por qué poner trabas si eso sólo me daría problemas con mamá? Y ella... ella es la persona más despiadada a la que he llegado a conocer. Es fría y calculadora, estar en su punto de mira es haber perdido la guerra—. ¿Querías algo más?

—Tu madre me ha pedido que te recuerde la sesión de fotos que tenéis el próximo miércoles. —Me aguanto las ganas de rodar los ojos, casi había olvidado que parte de su plan de marketing para los próximos cuatro años nos envuelve a Josh y a mí como la nueva y fresca cara que le daremos a nuestra cadena hotelera. Esa sesión es sólo el principio.

—No me he olvidado, puedes decirle que no tiene por qué preocuparse.

Que Josh vaya, es otra cosa.

—¿Has terminado ya el discurso que te pidió?

—Lo terminaré y os lo enviaré antes del domingo.

—¿Y el libro que te enviamos?

—Terminado.

Hay un momento de voces ahogadas al otro lado de la línea en el que supongo que está hablando con alguien más. Finalmente vuelve para despedirse con cortas y rápidas palabras. Ya tiene lo que le interesa, no le hace falta más. Ni siquiera espera mi respuesta antes de colgar.

Dejo el móvil a un lado, cierro las manos con fuerza sobre el lavabo y clavo la mirada en mi reflejo. Esos ojos avellana que me devuelven la mirada muestran la preocupación que una vez cruzo la puerta escondo. Ahora estoy expuesta.

Me siento más asustada y perdida de lo que he estado en toda mi vida.

Necesito que mi hermano esté de vuelta y dispuesto a tomar clases de italiano para este domingo. Casi rompo a reír en el momento en el que entiendo que cuanto más creo poder mantenerlo todo bajo control, más peso cae sobre mis hombros. Cierro los ojos, cuento hasta diez, creo una lista en mi mente de todo lo que tengo que hacer de aquí hasta que termine en mes y, una vez me convenzo de que es factible, suelto el aire que estaba conteniendo.

Termino de secarme el pelo, cambio los pantalones de estar por casa por unos vaqueros, tiro de mi blusa para estirarla y me pongo unos botines blancos.

Giro frente al espejo al terminar de prepararme. Practico la sonrisa y suavizo la mirada. Sí, se ve justo como si todo estuviera bien. Mantengo esa postura y confianza hasta llegar al instituto, ahí se ve aplastada en lo que me acerco a los amigos de mi hermano, al menos a los tres que están presentes: Roy, Cole y Zac.

Ethan, como siempre, hoy también parece que va a llegar tarde.

Roy se quita las gafas de sol y las deja sobre su pelo rojizo.

—Pero si es la princesita. —Su sonrisa se carga de diversión—. ¿Qué uña se te ha roto ahora para venir a quejarte?

—¿Habéis hablado con Josh desde el miércoles pasado? —pregunto.

Cole me mira por un segundo, después balancea las llaves de su moto entre los dedos y mira a su gemelo como si quisiera compartir una broma privada. Zac no le mira, pero se cruza de brazos. Roy, en cambio, ríe.

—¿Por qué deberíamos responder a eso? —lanza de vuelta Roy.

—Sólo responded, ¿habéis sabido algo de él?

Roy desliza el pulgar bajo su barbilla.

—Si hemos hablado con Josh —repite con lentitud—. No lo sé. ¿Vosotros tenéis alguna idea?

Detrás de él, los gemelos mantienen el silencio.

—Sólo quiero un sí o un no. No quiero saber dónde está o por qué, sólo si habéis sabido algo de él —presiono.

Roy se prepara para hablar, pero al final mete un cigarrillo entre sus labios y lo deja ahí. Cierro las manos con fuerza a ambos lados de mi cuerpo.

—Está bien, iros a la mierda.

Roy se ríe antes de soltar un comentario cruel nada más le doy la espalda. Aguanto una respuesta y me alejo de ellos. No están preocupados, no lo parecen, ¿eso quiere decir que Josh está con alguno de ellos? No tiene a nadie más. Me relajo al sentir esa seguridad, si está con ellos al menos significa que está bien. Relativamente bien.

Antes de poder entrar alcanzar la puerta instituto la abren para mí, estoy tan metida en mis pensamientos que no he visto a Ethan acercarse. Encuentro su gesto con duda. Me niego a cruzar esa puerta.

—¿Qué es lo que quieres?

Un par de compañeros de clase se paran también a mi lado por la misma razón, ven la puerta abierta, sujeta por Ethan, y no saben cómo reaccionar. Ethan sigue mi mirada, suelta un bufido y aparta la mano de la puerta bruscamente. Con eso mis compañeros entran.

Ethan hace un gesto con la cabeza hacia el aparcamiento.

—¿Qué les has dicho? —pregunta.

—¿Por qué no vas y se lo preguntas?

—Te lo estoy preguntando a ti.

Si él ha llegado... Busco a mi hermano en el aparcamiento o cerca del que reconozco como el coche de Ethan. Nada.

—Sólo quería saber si Josh había hablado con ellos, no sé nada de él desde el miércoles y me preocupa. Mucho. ¿Tú sabes algo?

Ethan frunce ligeramente el ceño y juraría que hay un deje de preocupación que cruza sus ojos mieles por un instante. Desaparece tan rápido como llega y su postura erguida vuelve.

—No desde el miércoles —responde.

Un escalofrío recorre mi columna. Cubro mi boca con la mano en un intento de contener la ansiedad.

—¿No sabes nada de él? ¿Roy, Cole y Zac tampoco? ¿No le habéis visto?

—No.

Dejo la mano caer, mi estómago se revuelve por completo y el nudo en mi garganta evita que pase bien el aire. Si no está en casa. Si no está con ellos. Si no tiene móvil ni dinero. ¿Dónde está?

—Tienes que ayudarme —suelto de golpe, no lo pienso, puede haber terminado en algún edificio abandonado con algunos de sus proveedores habituales, tirado en alguna esquina. No. No puedo ponerme en lo peor. No puede haberle dado una sobredosis, no estando solo. La imagen llega a mi cabeza y es demasiado tarde para borrarla—. Ethan, sé que no es que seamos buenos conocidos, pero creo que le ha pasado algo, nunca había hecho algo así. Siempre se lleva el móvil, dinero o está con vosotros y nunca tantos días, por favor, ¿puedes ayudarme a dar con él?

Lo peor es que no tiene que pensárselo.

—¿Por qué tendría que hacerlo?

—¡Porque es tu amigo, ¿quizás?! —Josh no está tirado en una esquina. Josh no está en un edificio abandonado, solo. Josh no ha caído por completo.

Repito esas frases tratando de creermelas, pero no puedo hacerlo.

—Ya volverá —se limita a decir Ethan.

—Esto no es una maldita broma, ya has visto lo que pasa cuando le pierdes de vista por unas horas, ¿acaso no estabas tú presente cuando casi se muere?

Mis palabras buscan justo el efecto que buscaba. Sus ojos se clavan en mí llenos de rabia y el silencio se abre paso como afiladas cuchillas entre nosotros. Él lo dijo, justo cuando yo entré al edificio y vi a mi hermano sudoroso e inconsciente en el suelo: "Sólo me distraje un momento".

—No cuentes conmigo.

Su sentencia es lo último que obtengo. Incapaz de seguir porque eso conllevaría ponerme a insultarle o a chillar, me meto en el instituto. Bien, si no quiere ayudarme tendré que buscar la forma de hacerlo yo misma.


¿Alguna más cree que Josh se ha perdido mientras iba a comprar el pan? o_0



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro