Capítulo 29 - Un mundo de secretos
Capítulo veintinueve: Un mundo de secretos.
Mis manos siguen temblando por mucho que ya haya dejado de llorar. Las froto contra la tela de mis pantalones para fingir por un momento que el temblor es por culpa del frío. No lo es. Sigue conmigo aunque esté escondiéndolas bajo la manta que tengo encima un segundo después.
Me aferro a los bordes de la manta, todavía con la espalda apoyada contra la parte baja del sofá. Es extraño, pero sentarme en el suelo, en un sitio más duro y frío, se ha vuelto una necesidad cuando busco tranquilizarme.
Fenrir levanta la cabeza al notar movimiento. Después de que Ethan me echara la manta por encima y cuando todo mi cuerpo temblaba por los sollozos, Fenrir se ha arrastrado hasta mis pies, ha puesto su pata sobre mis rodillas y ha tratado de hacerse un hueco entre mis brazos con bajos gimoteos. No me ha dejado en paz hasta estar sobre mis piernas. Ahí se ha quedado, durante más de una hora, hasta que yo me he calmado algo e, incómoda, le he echado a un lado. Desde entonces lleva tumbado a mi lado, sobre la manta.
Ethan pone una taza frente a mi rostro, invitándome a tomarla. El calor me ayuda un poco, pero, de nuevo, tengo que apoyarla sobre mis rodillas para que el líquido no termine en el suelo. Ya es la tercera taza de té que me prepara.
Tampoco es que hayamos hablado mucho. Yo no tengo ganas de hacerlo y dudo que él sepa qué decir en un momento así. Como Fenrir, se ha quedado sentado, en silencio, sólo que Ethan se ha ido al sillón individual y, cada vez que le daba una rápida mirada para comprobar que seguía ahí, su mirada estaba puesta en mí, pero no de la forma habitual. Miraba sin ver, completamente perdido en sus pensamientos.
Apenas puedo conseguir que un "gracias" corte a través de mi garganta, aunque supongo que Ethan ya lo sabe, que lo da por hecho, al menos.
Mi móvil vuelve a sonar. Lo tenía en el bolsillo antes de que Roy hablara y, después de que Tanner me haya enviado más de cinco mensajes seguidos preguntando si estaba bien y por qué no había ido a clase, he estado a nada de lanzarlo contra la pared. Al menos Ethan ha podido pararme a tiempo, le ha silenciado y lo ha dejado lejos de mi alcance. Por desgracia no lo suficiente como para no poder escuchar las llamadas, una tras otra.
La primera vez mi corazón había dado un vuelco y, sin poder moverme, le había rogado a Ethan entre lágrimas que mirara quién era, esperando, sin poder contenerme, que fuera Josh desde alguna cabina. Rezando por esperanza.
"Es tu madre", había respondido.
Ahora lo guarda él y, con cada llamada, lo guarda con la misma rapidez, así que sigue siendo ella. Constante.
Quizás le hayan llamado del instituto diciendo que he faltado, puede que incluso la conversación haya llegado hasta el punto donde le han dicho que también Josh ha estado faltando o "con ellos" supuestamente. No lo sé, tampoco quiero saberlo.
Apoyo los labios contra la porcelana, olisqueando el mismo té que he tomado antes. Huele a mango, vainilla y algo a canela. Ojalá hubiera conseguido tranquilizarme por completo, pero no es magia, al fin y al cabo, tampoco una droga. ¿Quién sabe? Ahora mismo incluso la más fuerte de las drogas podría dejarme sin efecto alguno. La tensión que siento sobre los hombros, el desgarro desde mi interior y la impotencia, es demasiado como para poder ser borrado.
La culpa es lo peor de todo el pack.
Mis labios rozan el té cuando inclino la taza, el ardor consigue un escalofrío recorriendo mi cuerpo y el impulso que freno por completo. No lo aparto. Sólo cierro los ojos y la inclino un poco más, dejo que el líquido tan caliente se deslice entre mis labios y corte a través de mi garganta. Esta vez las pocas lágrimas que seguían al borde, no caen por pena.
Lo aparto un poco, de nuevo colocándola sobre mis rodillas. La hago girar un poco, pensando. Recordando. Imaginando cien escenarios diferentes en los que esto podría haber terminado de una forma distinta. Con el primero de ellos, rompo a llorar de nuevo. Me echo hacia adelante, la manta cubriendo mi cuerpo y acercando más la taza contra mi cuerpo para poder inclinarme hacia adelante, con las rodillas ya dobladas.
Esta vez los sollozos vuelven a ser audibles, pero, ¿cómo pararlo? El dolor es demasiado intenso. Josh ha sido una parte muy importante de mi vida, arrancarle de ella es arrancar una gran parte de mí misma. Es arrebatarme lo que me hacía levantarme cada mañana con ganas de vivir el día porque, sí, él podía haber estado tiempo comportándose como un auténtico capullo, pero el querer ayudarle me daba algo que hacer. Me daba una meta. Me hacía sentir que estaba aferrándome a la cima de un edificio del que había quedado colgada. Él era ese eco en mi cabeza diciéndome que podía subir, que todo sería mejor. Ahora eso ya no está y mis dedos han empezado a patinar. Pronto mis manos van a cansarse y, cuando el último ápice de esperanza que mantengo sobre su supervivencia se extinga, caeré.
Lo único que tengo claro es que hay caídas de las que no puedes recomponerte, y esta es una de ellas.
Primero escucho los lentos pasos a mi lado, después siento esa presencia, ese calor a mi izquierda, lo siguiente es la mano que Ethan apoya sobre mi espalda. Se ha debido de agachar a mi lado, mis sollozos aumentan al sentir ese intento por reconfortarme, que hay alguien más.
Levanto la cabeza, mi pelo todavía cubre gran parte de mi rostro y tengo que apartar una mano de la taza para apartarlo, con la otra atraigo el objeto más contra mi pecho como si ese calor fuera a borrar el hielo que ha caído sobre él.
Centro a Ethan para poder apoyarme a su lado, no consigo pronunciar las palabras, pero necesito un mísero abrazo. Ese que antes, cuando he entendido la realidad de la situación, me ha ofrecido a traición. Ese por el que le he apartado y dicho cosas horribles. Ese que ha tratado de ofrecerme antes de quedarme colgando al borde de un ataque de ansiedad y gritándole que se alejara cada vez que daba un paso cerca.
Mi mente había hecho un extraño cierre y había decidido que el contacto físico le asustaba. Que respirar estaba mal. Que contaminar mis recuerdos y sentimientos era lo que debía hacer.
Ahora Ethan se tensa a mi lado, probablemente recordando lo mismo que yo. Para mi suerte no me lo echa en cara ni se aparta, sólo mueve la mano hasta mi brazo para permitirme acomodarme mejor a su lado.
—No estás sola. —Esas son las primeras palabras que le escucho pronunciar después de lo que fácilmente han sido tres horas en silencio. Las palabras me llegan, pero tienen el efecto contrario.
Esto se ha terminado. Todo.
Ya no voy a estar quedándome aquí, ya no queda nadie que me mantenga unida a ellos. Se acabó y volverá a ser como era. Cierro las manos con fuerza contra la taza. Tendré que contárselo a mis padres, tendré que explicar por qué no hice nada. Palidezco por completo, ¿la tomarán conmigo? ¿Y la policía? ¿Me acusarán ellos? ¿Es esta alguna clase de asesinato indirecto? La cárcel, ha sido mi culpa, es lo que merezco. No tengo a mis padres y, si les quedaba algo de apego hacia mí, algo de cariño, morirá con esto. No tengo a mi hermano. No tengo "amigos". No tengo a nadie.
Mi vida ha terminado.
¿Me dejarán mantener algo de dinero? ¿Se mantendrá esto como una mancha oscura entre mis datos?
Respirar, tengo que respirar. Lo recuerdo cuando siento los labios de Ethan contra mi sien, está aquí. Está aquí porque mi hermano le pidió que me cuidara, porque se siente culpable y siente que le debía un favor. Es la culpa la que habla, no otra cosa. No hay nada más. Mi cabeza da demasiadas vueltas, tantas que apenas consigo pensar con claridad. Sigo sintiendo las lágrimas caer con intensidad, la respiración trabarse en mis pulmones una y otra vez, y a mi mente interpretar la realidad a su modo, gritándome una realidad en la que creer.
Si no me queda nada, ¿qué razones hay para seguir? ¿Qué razones quedan para seguir esforzándome por un futuro tan oscuro en el que ni siquiera puedo imaginarme? Jamás podré dejar de culparme, jamás tendré una "familia". Las cenas de navidad no volverán, mis padres ni siquiera querrán verme. Nadie me llamará por mi cumpleaños, nadie lo recordará, a nadie le importará, le importaré. Se ha terminado. Todo ha terminado.
La certeza, ese horror, paran mis lágrimas.
Al mismo tiempo puedo notar la otra mano de Ethan sobre las mías, su respiración contra mi mejilla. El tacto, suave, que intenta, sin éxito, despertarme. Hay algo ahí que consigue que ponga por un segundo en duda todas mis conclusiones, pero siguen ejerciendo demasiada fuerza. Aun así sé que no están bien, que algo está fallando, pero no es tan fácil reaccionar cuando emocionalmente estás tan apaleado que ya has perdido el control de tu propia mente. Después de todo, es cierta la frase que dice que es la mente la que nos domina, ¿por qué si no existe el miedo, las fobias, las manías...? Y muchas de ellas incontrolables.
"Shhh" murmura Ethan, sus labios rozan mi mejilla, deslizándose hasta mi mandíbula antes de tirar de mi cuerpo más cerca. Me envuelve entre sus brazos, esta vez apoyando la barbilla sobre mi cabeza. Trata de darme un lugar seguro, y lo necesito. Ahora mismo eso es todo lo que necesito. Ese calor, esa forma que tiene de deslizar sus dedos sobre la manta, justo encima de mis brazos para hacerme saber que sigue aquí, esa forma de intentar calmarme.
Ya no estoy llorando cuando consigo agrietar las paredes de mi propia mente, esa oscuridad se desliza por las grietas, dejando espacio suficiente como para poder ver esperanza. Esperanza para mí. Esperanza en un futuro.
—Él no se merecía algo así.
No sé qué me sorprende más, ser capaz de hablar o que esa frase haya salido de forma inconsciente. Es un reflejo de mi dolor más profundo. Él, al menos, no era una mera marioneta de terceras personas, tenía actitud, iniciativa. Tenía.*
—No le tenía que haber presionado, si tan sólo hubiera hablado conmigo, si no hubiera terminado pidiendo "ayuda" a esos hermanos... Ellos han... le han... —Otro sollozo se escapa de mi garganta al imaginar la escena. Le han matado. Esa palabra es demasiado difícil de pronunciar—. No le ayudé. Él se merecía más.
—No es tu culpa, no has sido tú quien le ha matado.
—No, pero se siente como si les hubiera entregado el arma.
Ethan deja escapar un sonido de desaprobación.
—No fuiste tú —Sus manos se cierran con más fuerza a mi alrededor, esta vez tratando de conseguir una mirada directa. Hay algo en sus ojos. Se ven más oscuros ahora, mostrando nerviosismo aun cuando tiene la mirada fija. Está ardiendo por dentro—. Le fallé. Debería habértelo contado, tú hiciste todo lo que pudiste, pero pusiste tu confianza en mí y ese fue tu error. Emma, yo...
El sonido de un móvil le interrumpe, pero esta vez no es el mío. Se mantiene inmóvil un segundo antes de maldecir y sacar el móvil del bolsillo trasero de su pantalón de mala manera. Desde donde estoy puedo leer con claridad el nombre.
"Zac."
Llevo una mano a su muñeca, impidiendo que conteste la llamada. Sus palabras me han dejado un mal sabor de boca, más la forma en la que las ha expresado. Ahora mismo vuelvo a sentirme un depredador que ha fijado a su presa, lista para rebanarla si es necesario.
—Tú qué —presiono entredientes.
Me mira, pero pronto vuelve la mirada al móvil.
—Lo siento, tengo que contestar.
—Ethan...
Pero él se lleva el móvil al oído antes de que yo pueda hacer nada. Aun así consigo mantenerle a mi lado, retenerle hasta que me dé una explicación.
—¿Ahora? —pregunta Ethan poco después de haber respondido la llamada—. Estaré ahí en veinte minutos. Diez.
Con eso cuelga, se acuclilla y guarda con rapidez el móvil de vuelta a su bolsillo.
—¿Qué ibas a decir? —presiono de nuevo.
Ethan niega.
—Tengo que irme.
—No.
Hace un primer intento de ponerse en pie y yo le sigo. La taza queda en el suelo, el líquido esparcido por el suelo y Fenrir habiéndose apropiado por completo de la manta. En ningún momento suelto a Ethan, le sostengo de la muñeca, más pegada a él de lo que debería en busca de atención.
—Cole tiene algo, Emma tengo que irme ahora.
Lo único que puedo escuchar después es mi corazón latir, de nuevo traído a la vida con esas palabras. No puedo contener mis nervios.
—¿Josh? ¿Puede estar...
Ethan me acalla al poner las manos sobre mis hombros, tratando de alcanzar mi barbilla en un intento de conseguir toda la atención en él. Se acerca, a una distancia tan corta que puedo sentir sus palabras mientras las pronuncia.
—Mañana iré al depósito, todavía no tienen el nombre y alguien tendrá que identificarlo. Quizás, no sea él.
Le devuelve la vida a mi cuerpo. Aunque dudo, porque, de haber estado él indeciso, ¿por qué no decírmelo antes? ¿Por qué dejarme llorar, ahogarme en mi propio sufrimiento? La respuesta me duele todavía más: porque él sí está seguro. Sólo está tratando de calmarme mientras está fuera, eso o distraerme. Aun así, tomo esa esperanza y la atraigo a mí con rapidez.
—Voy contigo.
La preocupación, mezclada con algo de decepción se mezcla en su mirada.
—Si es él, verle así puede destrozarte, Emma.
—Si no lo veo con mis propios ojos nunca podré quitarme esa duda.
Pasan unos segundo hasta que él asiente.
—Está bien —murmura—, iremos los dos. Te veo en unas horas, trata de comer algo y dormir, ¿de acuerdo?
Asiento.
—Eso no me sirve, tienes que prometérmelo. Promete que vas a comer algo y a ir a dormir hasta que vuelva —pide.
—Lo prometo.
Y miento, porque para mí las palabras nunca han significado algo más que un arma. Una ilusión. Todas las promesas que he escuchado han sido vacías, igual que las mías propias. Mentir es demasiado fácil, ¿cómo confiar en lo que te dice alguien? Ethan frunce el ceño, pero termina relajándose. No sé si se lo ha creído o no, pero sabe que eso será todo lo que saque de mí. Si va a irse, no puede seguir con estas tonterías, lo que significa que importa poco lo básica que haga la mentira, lo fácil que él pueda ver a través de ella.
Como suponía, deja una mano caer. La otra la desliza sobre mi mejilla antes de acercarme para un corto abrazo.
—Serán sólo unas hora —dice contra mi pelo.
No respondo, supongo que tampoco lo espera. Al menos no lo hago hasta que le veo ir a por una chaqueta que ha colgado cerca de la isla y recuerdo eso que ha conseguido borrar de mi mente por unos minutos.
—¿Por qué has dicho que cometí un error confiando en ti?
Ethan se congela en su lugar, me lanza una mirada desde la distancia y se mantiene inmóvil hasta que la sorpresa desaparece. Se pone el abrigo bruscamente.
—Ahora nos es el momento.
—¿Y cuándo lo será? No puedes decir eso y pretender que vaya a ignorarlo. —Ethan está tratando de irse, casi lo consigue y yo tengo que llegar a la puerta de la entrada para bloquearla—. Dímelo.
Hay auténtico arrepentimiento en su mirada. Sea lo que sea, no es bueno.
—Dame un día —pide finalmente—. Un día es todo lo que necesito.
Quiero negarme, conseguir respuestas de cualquier forma que me sea posible, pero él tiene esa capacidad de influir en mí que nadie más ha conseguido. Me aparto de la puerta. Le veo irse. Cierra con llave desde fuera y yo me apoyo contra la puerta, maldiciendo en voz baja haberle dejado ir.
Confiar en él ha sido un error, esas han sido sus palabras. ¿Por qué?
Un escalofrío recorre mi columna. Esas también fueron las palabras de Josh. Una de las últimas cosas que le escuché decir. ¿He podido estar tan equivocada? Doy un par de rápidos pasos hacia la ventana del salón, espero escondida tras la cortina al ver el coche de Ethan marchar. Espero un par de minutos más y echo a correr al piso de arriba.
Hati me sigue hasta la habitación de Ethan. No sé qué estoy haciendo, pero empiezo a hurgar entre sus cosas. Siempre he valorado mucho la privacidad e incluso rebuscar entre las cosas de Josh para saber qué había pasado con él me hizo odiarme. Esto es parecido, sólo que esta vez sé que tengo que hacerlo. Hay algo que me está ocultando y quiero saber qué es, porque Josh había mostrado preocupación hacia Ethan en esa última llamada.
Y si eso es lo último que supe de él, si este ha sido su final, sus palabras ejercen una fuerza todavía mayor.
¿Por qué no confiaba mi hermano en él? ¿Qué le hizo dudar de sus propios amigos, de su propio mejor amigo? ¿Qué me ha estado ocultando Ethan?
Rebusco en su escritorio, abriendo cajones y metiendo la mano para dar con apenas uno o dos bolígrafos o cuadernos. Incluso abro los cuadernos y reviso que no haya dentro, sólo doy con fórmulas de las clases de matemáticas o apuntes de historia.
Uno de los cajones se atranca cuando estoy tratando de cerrarlo y saco el cuaderno mal metido con las manos tan temblorosas todavía que se cae al suelo. Hati se sienta encima. Perro tonto.
Le muevo como puedo, tomando el cuaderno desde una esquina. Al levantarlo, algo cae de él. Un cuadrado en blanco que meto con rapidez de vuelta al cuaderno.
No.
Tiene algo detrás.
Se me eriza la piel al verme ahí, al encontrar mi imagen en una fotografía. Entendería, aunque todavía pediría explicaciones, si fuera una de las fotos de mis redes sociales o de alguna sesión, pero no esto. En esta fotografía se me ve en mi habitación, de perfil y organizando algo. No sé cuándo fue hecha, pero ha sido tomada a través de mi ventana.
Me congelo en mi lugar. Por un momento tengo la impresión de que esta es una película de terror en la que Ethan aparecerá detrás de mí, con un arma en la mano y sellando un destino que termina ahora. Quitándose la máscara. Trago saliva, mirando detrás de mí.
No hay nadie más que Hati y yo en esta habitación.
Vuelvo a mirar la foto, la giro en busca de alguna explicación para dar con letras y números. No tienen sentido, es similar a lo que Ethan encontró en la habitación de Josh. No. Similar, no. Pone lo mismo. Lo recuerdo por lo extraño que se me hizo, además, siempre he sido rápida memorizando. Siempre he tenido que memorizar nombres, apellidos y algo de la vida de los socios de nuestros padres y visitantes habituales, así que escasas diez letras y números fueron fáciles. Estos son los mismos.
Ethan dijo que no sabía de qué se trataba, que no lo entendía. Se lo llevó. Se llevó ese papel. Quiero gritar. ¡Lo supo desde un primer momento! Sea lo que sea que está pasando, él lo sabe. Me ha mentido todo este tiempo. He estado pensando que el control era mío, que la manipulación era mi campo y, todo este tiempo, él ha estado un paso por delante.
¿Qué significan esas letras? Estaba en la habitación de Josh, y en una fotografía tomada desde algún escondrijo mía. ¿Soy yo? ¿Es una forma de identificación? ¿Josh lo había descubierto? ¿Sabía él algo de esto y por eso tenía las mismas letras apuntadas?
Quizás también estaba tratando de entenderlo. Puede que él viera algo o escuchara algo que dijeran sus amigos, ese algo que le hizo dudar de ellos, eso que le hizo pedirme que me alejase.
Me han estado acechando, quien sea que ha tomado la fotografía me ha estado acechando.
Y la tenía Ethan. ¿Quién puede decirme que no sea suya? Hasta donde yo sé todo encaja. Todo. Por mucho que quiera seguir negándomelo.
—Tú no —murmuro sin poder evitarlo. Me muerdo el labio con fuerza, rogando por algo de tranquilidad en mi vida. No, no parezco estar hecha para la tranquilidad.
Meto el cuaderno de nuevo, pero me quedo con la foto.
Mentiría si dijera que no estoy asustada, todavía con mis emociones demasiado alteradas como para poder pensar fríamente. No sé qué hacer. Sólo quiero hacerme una bola en el suelo y esperar a que todo termine, pero no puedo hacer eso. Mi hermano puede haber muerto y, hasta donde sé, sus amigos pueden también haber estado implicados.
Miro las letras una vez más, y esta vez encuentro algo más. No lo había visto antes, pero en la parte inferior izquierda hay algo más escrito, unos números que habían sido escritos a lápiz y ya están medio borrados.
Es una fecha.
La del próximo domingo.
Trago saliva con el corazón en un puño. ¿Qué demonios significa todo esto?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro