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4

Peter se encontraba aferrado a la pata de la mesa de la cocina, sus piernas estaban siendo jaladas por Liam, pero no quería soltarse. Se aferraba con todas sus fuerzas a aquél palo de madera, cual si su vida dependiera de ello.

— Suéltate de una vez –Le pidio Liam entre dientes, recibiendo una patada en el brazo porque una de las piernas de Peter se le safó.— ¡Que te sueltes, niño!

— ¡No soy un maldito niño!

— ¡Entonces compórtate como un adulto, maldita sea!

Ante el grito, el cuerpo de Peter tembló de pies a cabeza. Sus manos se soltaron y por la fuerza que estaba impartiendo Liam, cayeron ambos hacia atrás. El beta alcanzó a estirar una de sus piernas, puesto que llevaba un rato sentado en el suelo mientras intentaba que Peter se soltara, de esa forma, la cabeza del menor chocó contra su pierna y no contra el suelo.

— ¡Eso me dolió! –Se quejó el ahora niño, sobándose la nuca.

— Si te hubieras soltado antes, o no te hubieras agarrado a la mesa en primer lugar, no te hubieras golpeado –Le recriminó el rubio, jadeando por el esfuerzo que había hecho.— Ahora quítate de encima y vamos al baño.

Ese fue el momento exacto en el que Peter se dio cuenta que había caído encima de las piernas del ahora mayor. Por alguna razón, sintió su rostro ponerse algo rojo. Se incorporó rápidamente y se puso de pie a su lado.

Cuando subieron la escalera, bastante despacio porque los escalones eran del largo de la mitad de la pierna de Peter, la madre de Liam salió del baño con ropa limpia y el pelo húmedo.

— Ya les abrí el agua –Les dijo con una pequeña sonrisa.

— ¿Cuándo te metiste a bañar? –Preguntó Liam, confundido.

— Tardaron tanto que me dieron tiempo de llenar la tina y bañarme, ahora vayan, que se enfría el agua.

Peter fue hacia el baño, el beta iba a seguirle, pero escuchó su móvil sonando en la planta baja.

— Ya vuelvo –Dijo, bajando las escaleras rápidamente.

Peter lo ignoró y se metió al baño, quitándose los zapatos y comenzando a luchar con el pequeño cinturón. Si quitarse uno siendo adulto era estresante, hacerlo teniendo manos pequeñas y dedos de fideo era aún peor.

— ¿Necesitas ayuda? –Peter alzó la vista hacia la puerta, donde se encontraba la mamá de Liam.

La mujer se le acercó y le ayudó con la ropa. Era la primera vez que alguien le desvestía sin dejar de mirarle a los ojos, normalmente cuando estaba desnudo frente a alguien le miraba de todo menos los ojos. Tuvo que recordarse que ahora era un niño de seis años y que no tenía su cuerpo que tanto adoraba presumir. Sino que era pequeño y flaco, parecía un chihuahua.

Una vez que estuvo desnudo, la madre de Liam le dejó solo y él se metió en la tina. El agua estaba caliente, pero se sentía bien, se había acostumbrado al agua helada de Eichen House y aquello era un cambio agradable. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, relajándose.

— Parece que lo estás disfrutando un poco mucho –Abrió los ojos al escuchar la voz divertida de Liam, el chico le miraba desde la puerta.

Se incorporó, quedando sentada en la tina con el agua tapándole hasta un poco más abajo del pecho y le miró con el ceño fruncido, Liam simplemente rió.

— Sabes, me parecías menos gruñón cuando te conocí –Dijo, entrando al baño y cerrando la puerta a sus espaldas.— Ahora, con eso de fruncir el ceño cada cinco minutos, te pareces a Derek.

— Tú también estarías molesto si tuvieras un cuerpo hermoso como el mío y de repente te convirtieran en un niño –Se quejó.

— Hey, mis sentimientos –Liam se llevó una mano al pecho, dramatizando haber sido herido.— Yo también tengo buen cuerpo, pero no es necesario tener buen cuerpo para sentirse mal por haber sido rejuvenecido. Me imagino que debe ser horrible ser tratado como un niño.

— ¿Entonces por qué me tratas como a un niño? –Le preguntó, aunque sonó como un reclamo.

— Porque te comportas como uno –Recriminó Liam.— Además, siempre quise un hermanito menor.

~

Liam observó como el ahora menor hacía mohín cuando nombró lo del hermanito. Era adorable ¿Se daba cuenta Peter de que hacía esas cosas o era algo natural? Porque de verdad era demasiado tierno, aunque no iba a decirlo, no iba a hacerlo antes y menos lo haría ahora que comprobó que el Hale muerde fuerte.

Se acercó y se sentó junto a la tina, metiendo la mano en el agua para ver si seguía caliente. Su madre abrió la puerta de repente y se alertó al verle.

— Oh ¿Tú lo vas a bañar? –Le preguntó.

— Yo-

— Gracias cariño, yo justo iba a avisarles que debo ir a buscar a Steven al hospital, su coche se descompuso y no quiero que venga caminando. Tengan cuidado de no resbalar, recuerda lavarle detrás de las orejas.

Su madre estaba tan apurada que no le dio tiempo de decir nada cuando volvió a dejarles solos en el baño. Liam sintió como Peter le tiraba agua y le miró, siendo salpicado de nuevo.

— ¡Basta! –Se quejó.

— Todo por tu culpa –Se quejó el ahora niño.— Yo quería que me bañara tu mamá, ella es guapa.

— ¿Puedes dejar de hablar así de mi mamá? Es raro –Se quejó el rubio.— Ahora mira hacia adelante, que te voy a poner el shampoo.

Peter miró hacia los azulejos que se encontraban frente a él y sintió como la mano enjabonada de Liam comenzaba a rascar en su cabeza, desparramando de esa forma el shampoo. Cerró los ojos por un momento ante las caricias y suspiró, aquello era relajante. O al menos lo fue hasta que llegó la hora de quitarse el shampoo y le entró en el ojo.

— ¡Esta mierda arde! –Gritó mientras cerraba los ojos con fuerza. Intentó frotárselos, pero se dio cuenta tarde de que en las manos también tenía jabón. Rápidamente comenzó a hiperventilar, pero antes de que llegara a mayores, Liam le cubrió la boca y le hizo bajar las manos.

— Respira por la nariz ¿Si? Evitemos otro ataque de pánico –El beta hablaba cerca de su cara con una voz suave, como queriendo transmitirle seguridad.— Tú manten los ojos cerrados y las manos lejos de la cara, yo te quito el shampoo.

Peter pudo escuchar como Liam tanteaba hasta conseguir coger una toalla desde la posición que se encontraba, aún tapándole la boca para que solo respirara por la nariz. Sintió la tela sobre los ojos y como el chico le limpiaba con un cuidado que le provocó nostalgia, nadie le había secado la cara desde que su madre le bañaba cuando era pequeño.

Supo que podía abrir los ojos cuando la toalla fue quitado de su rostro y el ardor se detuvo. Liam seguía sentado en el suelo, pero ahora frente a él. El chico le miró con una expresión de alivio mientras ambas manos de su rostro y abría la boca para hablar, pero Peter se le adelantó.

— Te odio –Le dijo, lanzándole agua a la cara. Liam la escupió, riendo y echando la cabeza hacia atrás.

— Menos mal que estás bien –Suspiró el rubio mirando al techo.— Ya me veía venir otro ataque de pánico ¿Te pasa seguido?

Peter podía sentir aquél último gramo de su dignidad irse para no volver.

— Cuando era niño me pasaba –Dijo entre dientes y bajo, aunque era obvio que el otro le escuchó.

— ¿Algo más de lo que deba enterarme? –Preguntó Liam.— Lo digo porque quiero estar preparado, no porque vaya a meterte en una caja y dejarte frente a la veterinaria de Deaton.

¿Aquello era en serio? ¿Chistes de perros en un momento como ese? ¿Chistes de perros siendo un el mismo chico un lobo? Eso era ridículo. Peter ya quería que sacaran la maldita cámara escondida, no podía ser en serio.

— Solo tienes que saber que te odio –Dijo mientras le volvía a tirar agua. Esta vez, Liam lo esquivó.

— Muy bien, señor te odio, hay que desenredar ese nido de urracas que tienes por cabello –Le dijo con burla.

Con solo intentar pasarse una mano por el pelo y sentir sus dedos quedar atascados Peter supo que aquello iba a doler.

~

— Esta ropa no está para nada a la moda –Se quejaba el ahora menor al verse en el espejo del cuarto del beta. Liam, a su lado, se estaba probando una de las camisas nuevas.

— Es ropa de niño, no tiene que estar a la moda, tiene que ser práctica para cuando salen a jugar como salvajes –Le recordó.

— Aún así, esta ropa me hace ver feo.

Liam le miró, queriendo decir lo contrario a lo que afirmaba el Hale. Pero viéndole bien, con una camiseta de rayas anaranjadas, un overall y zapatos negros, no podía decir mucho.

— Tienes razón, esa ropa es horrible –Asintió.— Pareces el muñeco Chucky.

Peter le dedicó una mirada asesina y le dio un puñete en la pierna. Le dolió un poco, pero se sintió como una picadura de mosquito, así que no le dio importancia.

— No entiendo qué te ofende si tú dijiste que te hacia ver feo.

— Que yo lo diga es una cosa, que tú lo digas es otra, idiota –Le retrucó el niño, acomodándose el overall.

Peter salió de la habitación y Liam le siguió de cerca. Observando cuando el chico estuvo a punto de bajar por la escalera, se puso a su lado, queriendo vigilar que no cayera.

— Que no soy un niño –Le recordó el ahora menor.— Puedo bajar una escalera.

— No pierdo nada por ayudarte.

— Pero yo no quiero tu ayuda –Refunfuñó Peter, comenzando a bajar algo apresurado. Liam, a sus espaldas, rió bajo y le siguió hasta la sala, aún no era tan tarde como para pensar en hacer la cena.

NOTA DE LA AUTORA:

Otro capítulo, espero que les haya gustado. Peter es, por mucho, la cosita más adorable que he tenido que escribir.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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