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10

Pasaron algunos días antes de que Peter se acostumbrara a su nueva edad y cuerpo. Días en los que, muy a su pesar, se los pasó en cama, solo levantándose cuando le cambiaron a la habitación de huéspedes y para ir al baño. Liam iba y venía de la escuela, regresando y contándole lo que había hecho en el día, a veces, cuando antes de regresar había pasado por alguna tienda o había ido a algún lado con sus amigos, le traía comida chatarra que le pasaba de contrabando cuando su madre no estaba en la habitación.

Ese día, por fin le habían permitido moverse libremente por el lugar. Steven había dicho que ya estaba lo suficientemente fortalecido como para poder salir, siempre y cuando se cuidara del frío que estaba haciendo en esos días.

Estaba sentado en uno de los sofás individuales ojeando uno de los libros que había en la sala, un libro que hablaba acerca de la pubertad. No supo por qué lo cogió, quizás fue curiosidad, quizás el hecho de que quería saber por qué sentía tan raro su cuerpo, la cosa fue que el libro le dio varias ideas de lo que le pasaba y de qué más esperarse.

Dos manos cubrieron sus ojos y alzó la cabeza, desconcertado. Había estado tan distraído como para no oír a nadie acercarse.

— ¿Qué haces leyendo libros aburridos? –Preguntó una voz, soplandóle el oído al hablar.

— ¡No molestes, Liam! –Le dijo, quitándose las manos del chico de frente a sus ojos. Liam rió y rodeó el sofá, mirándole con una sonrisa algo burlona.

— Uy, que carácter tienes hoy –Le reclamó divertido.— Yo que recién llego y ni hola me dices.

— Hola –Dijo rodando los ojos.— Ahora déjame en paz, estoy leyendo.

— Aburrido~ –Canturreó el rubio, quitándole el libro.— Levántate y ven conmigo, tengo práctica de Lacrosse, vine a buscarte para que me veas.

— No quiero ir –Negó Peter.— El Lacrosse es un juego tonto y sin sentido.

— Hey, nunca he golpeado un niño –Liam hizo ademán de querer palmearle la cabeza, pero Peter se alejó.— Anda, llevas días encerrado, vas a acabar sacando raíces. Ven conmigo y prometo que luego haré lo que quieras.

— ¿Lo que sea que te pida? –Liam asintió con la cabeza.— Está bien, acepto.

— ¡Entonces vamos! –Antes de que Peter pudiera opinar, Liam le agarró del brazo y le hizo ponerse de pie, jalándole hacia la puerta.— ¡Me llevo a Peter, mamá!

— ¡Diviértanse!

Peter dudaba que fuera a divertirse viendo una tonta práctica de un deporte tan tonto como lo era el Lacrosse. Seguro que se iba a aburrir.

Fueron a la escuela y Liam no dejó de jalare hasta con entusiasmo hasta que llegaron al campo de Lacrosse, donde finalmente le soltó cuando estuvieron junto a las gradas.

— Espera aquí, iré a cambiarme –Le dijo con una media sonrisa para luego marcharse hacia los vestidores.

Peter se sentó en las gradas, observando como otros chicos del equipo comenzaban a llegar, algunos con el uniforme ya puesto, otros yendo a ponérselo. Algunos le dedicaban miradas cortas y hablaban entre ellos, no se molestaba en agudizar su oído para escucharles.

Vio como otro chico llegaba al campo y se iba directo hacia las gradas, subiendo hasta la parte más alta, sentándose y sacando unos audífonos y comenzando a escuchar música mientras miraba a los chicos del equipo sin verse realmente interesado en lo que hacían.

— ¡Hola, Peter!

El mencionado se llevó una mano al pecho y se hundió en donde estaba sentado al escuchar la voz emocionada y chillona de Corey. El chico se encontraba, repentinamente, sentado a su lado, mirándole con una sonrisa.

— ¿Te asusté? –Le preguntó ladeando la cabeza.

— No ¿Cómo crees? –Peter seguía con una mano en el pecho, sentía su corazón a punto de explotar.

Mason llegó a los pocos momentos, sentándose al otro lado de Peter, quedando el aún menor entre ellos.

— Hey Corey –El moreno llamó a su novio en voz baja.— ¿Ya viste quien está allá arriba?

Corey y Peter miraron hacia donde el humano señalaba lo más discretamente posible. Estaba señalando al chico que Peter había visto llegar ¿Le conocían? El Hale vio como Corey regresaba la vista hacia los chicos del equipo y como por su frente comenzaban a bajar pequeñas gotas de sudor ¿Tan nervioso estaba? Ahora Peter tenía curiosidad.

— ¡Muy bien, buenos para nada, vengan acá! –El grito de un hombre mayor le aturdió, encontró al sujeto con la mirada, aunque cerró los ojos y apretó toda su expresión en cuanto este hizo sonar un silbato.

Los chicos que faltaban comenzaron a salir del vestuario, más gente llegó a verles. Peter revisó todas las gradas en busca de una sola persona.

— ¿Y la chica? –Le preguntó a Mason.

— ¿Qué chica? –Preguntó el moreno, mirándole de lado.

— La de pelo negro, carita redonda como una pizza, voz chillona, peor que la de Corey-

— ¡Hey! –El mencionado le miró ofendido.— Mi voz no es chillona, y estás hablando de Hayden.

— Esa chica ¿Dónde está?

— Nunca viene a ver a Liam –Le contó Mason.— Según ella, no viene no le gusta este deporte.

«Excusas»Pensó el aún menor.«A mí tampoco me gusta y Liam me arrastró para que lo viera»

Aquella línea de pensamiento hizo que otra surgiera. Liam le había llevado allí a rastras para que lo viera jugar, no le había insistido a su novia, le había insistido a él, incluso había prometido hacer lo que él quisiera para que fuera. Un cosquilleo se instaló en su pecho, esta vez estaba seguro de que no era un infarto por el susto que le había dado Corey. Pero, si no era por eso, no sabía por qué sentía aquello.

— Hey Peter, déjame junto a Corey, por favor –Le pidió Mason. Peter asintió y cambiaron de lugares.

El entrenamiento comenzó y Peter observaba el juego, tratando de entenderlo. No lo consiguió, si hubiera seguido poniendo atención a todo quizás si lo había hecho, pero no estaba haciéndolo. Su atención se había visto desviada a Liam, a como corría, al gruñido que soltaba cada vez que lanzaba la bola, a los jadeos que soltaba cuando metía un punto y se agachaba por unos momentos, tensando sus músculos mientras intentaba recuperar el aliento.

Antes de darse cuenta, Peter se encontró a si mismo aferrándose con fuerza a las gradas, sus pantalones se sentían más apretados que antes y el cosquilleo en el pecho había pasado a plantarse en lo más bajo de su abdomen, y no parecía querer irse.

— Peter –Volvió a la realidad y desvió la vista hacia Mason, el cual le miraba algo preocupado.— ¿Estás bien? Tienes la cara muy roja.

— ¿Eh? S-si, estoy bien –Asintió repetidas veces.— Debe ser el calor, iré a refrescarme ¿Dónde hay un baño?

— En los vestuarios –Señaló Corey.

Peter se puso de pie y fue corriendo en la dirección que le había indicado el chico. Pasó por frente a los casilleros del vestuario, junto a las duchas y siguió de largo hasta llegar al baño. Una vez allí, se encerró en uno de los cubículos y se sentó en el inodoro tapado. Sus pantalones habían comenzado a apretarle mucho, se los bajó hasta las rodillas y observó el bulto que se había formado en la ropa interior, comenzó a tocarlo por encima de la tela, sintiendo algo de alivio. Cerró los ojos mientras masajeaba aquella vergonzosa erección y con su otra mano se apoyaba en la pared, buscando tener algo a lo que aferrarse.

Quitó su mano de encima del bulto luego de menos de cinco minutos, puesto que su mente había comenzado a mostrarle imágenes de un cuerpo masculino que le resultaba familiar, aún tenía suficiente amor propio como para no querer tocarse pensando en esa persona. Se subió los pantalones y acomodó su erección de forma en que no se notara. Agradeció a toda deidad porque la camiseta que llevaba puesta le quedara algo larga y llegara a cubrir esa zona.

El alivio que había sentido desapareció cuando, al salir del baño, varios ojos se clavaron en él. Todo el equipo de Lacrosse estaba allí, mirándole. Algunos confundidos, otros le miraron por un momento y luego volvieron a lo suyo. Uno en específico, pelirrojo, pálido y de ojos verdes, se le quedó mirando con una sonrisa.

— Vaya ¿Qué tenemos aquí? –El chico se acercó un poco.— ¿Te perdiste, pequeñín?

— Estaba usando el baño, ya me voy.

— ¡Espera! –El chico le cogió del brazo para detenerle.— ¿Cuál es la prisa? Quédate a hablar conmigo un rato, te prometo que te vas a divertir.

Peter sintió una de las manos de aquél chico tocar su espalda, iba a empujarle lejos, pero se le adelantaron. Una mano se apoyó en su pecho y le movió gentilmente hacia atrás, mientras que la otra, que pertenecía a la misma persona, empujó lejos al pelirrojo, el cual chocó con la puerta del baño. Los demás chicos del equipo se habían quedado en silencio.

— Déjale en paz, Wilson –Gruñó el rubio.— Él no quiere nada contigo.

Liam le hizo darse la vuelta y le sujetó por los hombros, llevándole fuera de los vestidores y dejándole frente a la puerta. Peter se volteó a verle y, tenía que admitirlo, nunca le había costado tanto mantener la vista clavada en los ojos de alguien. No era que estuviera intimidado, para nada, el problema era que Liam no llevaba nada más que una toalla cubriendo su tonificado cuerpo.

— Quédate aquí ¿Si? Me cambio y nos vamos a casa –Liam aún parecía algo molesto, pero le hablaba en un tono suave y tranquilizador.— Ya regreso.

Liam volvió dentro de los vestidores y Peter se quedó frente a la puerta, su mandíbula había caído un poco al ver a Liam. Se obligó a cerrar la boca y a sacudir la cabeza para despejar su mente, el problema era que, si antes la erección le molestaba, ahora directamente le estaba doliendo. Iba a necesitar una buena ducha helada cuando volviera a a casa de los Dunbar.

~

Cuando regresó a casa junto con Peter, lo primero que hizo Liam fue ir a su cuarto y echarse en la cama. Estaba agotado, por lo que no tardó mucho en quedarse dormido,  lo último que escuchó fue a Peter avisarle a su madre que iba a bañarse.

Ni supo cuanto tiempo pasó dormido, estaba seguro de que fue poco. La cosa es que se despertó porque escuchaba ruidos extraños. Se encontraba en ese estado del sueño en el que no estás dormido pero aún no te puedes mover, pero podía escuchar lo que luego reconoció eran gemidos y jadeos. Poco a poco fue volviendo en sí y se dio cuenta de que tenía una mano metida dentro de sus pantalones, palpando una erección. Hundió la nuca en la almohada y siseó adolorido al sentir lo duro que estaba, aquello era nuevo, nunca en su corta experiencia sexual se había puesto así. Los gemidos seguían y él continuaba con su mano frotando despacio el bulto por encima de los bóxers. Escuchó un último gemido largo que sonaba bien claro como los que él soltaba cuando se corría, ese gemido fuerte pero ahogado que uno suelta cuando llega al clímax. Sintió su propio miembro temblar ante aquél sonido y su pelvis se fue inconscientemente hacia arriba, como si quisiera embestir algo.

Volvió en sus cinco sentidos cuando escuchó un grifo cerrándose. Su mano salió rápidamente de los pantalones y se sentó en la cama, varios cabellos pegándose a su frente porque estaba sudando. Se pasó una mano por el rostro, notando que algunas de sus facciones, como sus colmillos y su nariz, se habían vuelto licántropa. Se obligó a mantener el control y al volver a la normalidad mientras estaba en shock. Acababa de recordar quién era el que estaba en el baño, y no podía creer que se hubiera puesto así por escucharlo ¿Cómo iba a mirar a Peter a los ojos ahora?

Se exaltó cuando su móvil comenzó a sonar, lo cogió y vio que tenía un mensaje de Hayden, le estaba invitando a ir a su casa porque su hermana tenía el turno de la noche y no iba a estar. Tenía demasiada sangre en todo lado como para pensar si aquello era o no una buena idea, por lo que respondió con un Ya voy y salió corriendo de su casa, temiendo encontrarse con Peter. No lo hizo, el Hale no había salido del baño para cuando él se despidió de su madre y salió corriendo, acomodándose la erección en el camino.

NOTA DE LA AUTORA:

Creo que este es, hasta ahora, mi capítulo favorito. No sé, es que tiene muchas emociones ¿Ustedes que opinan?

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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