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CAPÍTULO 8 -LOS TAYAZI, ENFRENTAMIENTO EN LA CUEVA

—Escucha Vance, creo que el gato está por ahí, seguramente querían confundirnos —dijo Pierce mientras se acercaba de a poco hacia aquella puerta.

—No, espera, podría ser una trampa también, estos tipos son semiprofesionales.

—No hay tiempo que perder, debemos acabar con ellos pronto ¿Ya te sientes mejor?.

—Un poco mejor pero, ¿no has escuchado lo que dije?

—Si quieres tú ve por una de esas entradas, yo iré por aquí —terminó de hablar Pierce y se metió dentro de aquel pasadizo

Pierce tenía miedo, pues estar dentro de esos sitios le causaba conflicto debido a lo que había ocurrido con Jude. Mientras tanto del otro lado Vance siguió avanzando convencido de que Pierce estaba equivocado y algo podría pasarle, si bien no eran amigos, ellos dos estaban juntos en esto. Vance era un bravucón y testarudo pero no era alguien que pudiera traicionar la confianza.

Ambos chicos avanzaron algunos minutos. Llegó un momento en el que Pierce dejó de escuchar los maullidos, pero había llegado a lo que parecía ser un cuarto construido por humanos y no un simple efecto del tiempo. Vance se encontraba en otra habitación, por donde habían aparecido nuevamente caminos distintos, esta vez eran tres. Mientras pensaba por donde debería ir, escuchó un murmullo. Rápidamente se dio cuenta de que no estaba solo en aquella habitación.

—No queremos matarlos, dejen ir al padre de la niña y devuelvan al gato. —dijo Vance mientras se aseguraba que no había ninguna trampa en aquel cuarto.

Al no recibir ninguna respuesta decidió volver por donde había venido, algo andaba mal y él sabía que lo mejor que podría hacer era regresar con Pierce. Si la cueva era un laberinto no quería empeorar la situación y perderse el mismo.

—Ninguno volverá a salir con vida de este lugar. —susurró una voz de ultratumba que había conectado a los oídos de ambos.

Rápidamente Vance corrió hacia donde se encontraba Pierce, pero al regresar ahí se dió cuenta que la entrada ya no estaba, todo estaba cubierto por una pared de piedra, tendría que usar su maldición para llegar a Pierce.

—Tendré que romper este muro para llegar allá, solo espero que no le haya ocurrido nada —dijo Vance mientras se preparaba para tomar impulso y demoler las paredes que fueran necesarias.

Mientras tanto Pierce se empezaba a sentir incómodo, algo le ocurría y empezaba a sentir miedo e imaginar cómo debieron ser los últimos minutos de su hermano en las cuevas, al punto que parecía iba a desmayarse.

Todo eso se vio interrumpido por unas leves carcajadas que hicieron volver a Pierce a su realidad.

—¿Quién anda ahí? —dijo Pierce mientras se sacudía la cabeza para despertarse de aquel trance.

—Entreguen sus pertenencias, no podrán salir de aquí —volvió a decir aquella voz que parecía venir de entre las paredes de aquellas cuevas.

Pierce de pronto se percató de que algo sucedía en una de las paredes. Se acercó lentamente para darse cuenta que había una especie de capa que cubría un pasadizo. Sin perder tiempo entró dentro de aquel lugar y vio a un tipo delgado y con el rostro cubierto por una máscara roja el cual no se había percatado de su presencia solo por estar viendo a Vance.

Pierce no perdió el tiempo y le lanzó una bola de fuego, lo cual inmediatamente hizo que cayera al suelo. El traje de aquel tipo parecía no sufrir daño pero los ojos, las manos y los pies empezaban a ponerse rojizas e hincharse.

—Volveré a preguntar, ¿Dónde están el gato y el hombre? —dijo Pierce mientras se acercaba hacía donde el sujeto se retorcía en el suelo.

El tipo solo se retorcía de dolor y las quemaduras empezaban a notarse. Pierce sin ninguna pizca de compasión se acercaba de a poco mientras encendía otra bola de fuego en su mano.

Antes de intentar lanzarla, otro tipo se acercó a él desde las sombras y lo frenó en seco, acto seguido Pierce cayó al suelo y fue sujetado por unas sombras que parecían ser controladas por quien lo había atacado.

—Veo que no son cualquier tipo de Viajeros, entonces tendremos que usar otro tipo de medida con ustedes... mi nombre es Versalo y soy uno de los subordinado de la banda de los Tayazi —dijo el tipo quien tranquilamente apagaba el fuego de su compañero que ya se notaba gravemente herido.

—No me importa quién demonios seas, entreguen lo que buscamos o tendremos que aniquilarlos aquí mismo. —dijo Pierce mientras se deshacía de las sombras que lo rodeaban usando leves llamaradas de fuego.

Al ver esto, Versalo sé quedó un poco angustiado al darse cuenta que el fuego de Pierce era azul y no rojo. Aun así intentó disimular su miedo poniéndose en guardia e invocando una sombra aún más grande que las demás.

Pierce intentaba esquivar sus ataques, ya que aquella sombra era más grande, sí, pero ese tamaño también le quitaba velocidad. Pierce evitó unos cuantos ataques más antes de que de entre las paredes otras sombras más pequeñas lo abrazaran de los pies para evitar su movilidad.

Justo cuando la sombra grande se disponía a darle un duro golpe, una de las paredes se rompió y apareció Vance quien apenas se percató de lo que ocurría, le lanzó una brisa congelante a las sombras, quienes al ser paralizadas desaparecieron.

—¿Querías quedarte con toda la diversión? —le dijo Vance a Pierce en un tono desafiante.

—No te hagas el héroe, pude salvarme yo mismo de cualquier modo jajaja —decía Pierce mientras se ponía de pie.

Ambos se juntaron y vieron en dirección de Versalo y su compañero, quien había quedado inconsciente por el dolor que había sufrido.

—El hombre, se encuentra inconsciente en la otra habitación —dijo Versalo mientras destapaba otra entrada secreta que había ahí mismo.

—Acércate a ver, yo cuidaré que no intenten hacer nada extraño —dijo Vance mientras se acerca un poco a Versalo.

Pierce caminó un poco desconfiado, pero al entrar a la otra habitación, encontró a un hombre con un traje de pescador el cual se encontraba desmayado, lo subió a su hombro y salió del lugar.

—Aquí hay alguien, creo que es él, llevémoslo de regreso con Katy. —dijo Pierce mientras salía, ignorando un poco a aquellos dos bandidos malheridos.

—Gracias por perdonarnos la vida, les juro que no volveremos a... —Versalo no terminó de decir su frase cuando una brisa los congeló por completo.

Acto seguido Vance se disponía a atacarlos para evitar que hubiera una forma en que pudieran ser rescatados o se descongelaran antes de morir.

—¡Nooo! —gritaba Pierce, quien aún no se convencía de la idea de volverse un asesino.

—Descuida, mira esto —dijo Vance mientras rompía aquellos cuerpos de un puñetazo.

El cuerpo de Versalo se deshizo casi instantáneamente en humo negro y se disolvió, mientras que el cuerpo de su compañero se rompió en pedazos.

—¿Pero qué sucedió con el otro? —preguntó Pierce muy confundido.

—No era su cuerpo real, siento que era más bien un espejismo, ese tipo maneja el arte de las sombras muy bien... Y sobre el otro tipo, su dolor solo podría calmarse con una muerte rápida —comentaba Vance fríamente mientras se dirigían a la salida.

—Oye espera, debemos encontrar el gato también. —mencionó Pierce mientras se frenaba.

—El gato está seguro, logré enviarlo fuera de la cueva justo antes de que me descubrieran y me empezaran a golpear —dijo el hombre quien poco a poco recuperaba la conciencia.

—Casi perdemos la vida por un gato que ya había estado fuera de peligro, aun no puedo creerlo —comentó Vance un tanto incrédulo.

—Tranquilo Vance, solo intentamos ayudar, aunque han pasado tantas cosas, me alegra que terminemos con esto, tengo demasiado sueño. —decía Pierce mientras estiraba sus brazos.

—Vengan a mi campamento, tengo algo de comida y podrán descansar un poco, es lo menos que puedo hacer por ustedes. —mencionó el Hombre justo mientras atravesaban aquella cueva de regreso.

Ambos se miraron y aceptaron con unas caras de cansancio que no podían ocultarse. Mientras caminaban notaban como la cueva se iba volviendo oscura de a poco, pero sin darle demasiada importancia lograron salir de aquella cueva en cuestión de minutos.

Ya en el campamento aquel hombre se reencontró con su hija y fue donde el gato desde otro lado de la cueva para atraerlo al campamento.

—Gracias por salvarnos, realmente no sé qué habríamos hecho sin su ayuda, por cierto mi nombre es Gadits y soy un comerciante, creo que ya conocieron a mi hija Katy también.

—Solo pasábamos por aquí, nuestra intención es llegar a Embertown venimos desde... lejos, hasta que vimos a Katy algo desorientada y decidimos ver qué ocurría. —dijo Pierce mientras se sentaba en el suelo.

—Embertown, así que van para allá, nosotros somos de allí, seguramente quieren herramientas o espadas, ya que... ¿son aventureros no?. —preguntó Gadits un poco intrigado.

—Bueno principalmente buscábamos un vehículo como una carreta automatizada, ya que nos espera un largo viaje —comentaba Vance.

—Vaya, entonces creo que es el lugar indicado, en Embertown se encuentran los mejores mecánicos y constructores, yo soy de los pocos que se dedican a la mercancía y el comercio, ya que tener mucho de algo puede afectar a futuro. —mencionaba Gadits mientras preparaba un poco de té en la fogata.

Vance se sorprendió al ver que Pierce se había quedado dormido, al igual que Katy y su gato, por lo cual se recostó un poco en un árbol pero como ya había descansado antes no tenía tanto sueño.

—¿Qué hacían los Tayazi por estos rumbos? —preguntó Vance con un tono un poco sombrío.

—Ellos al igual que muchas otras bandas andan por ahí buscando robar o ganar algo de monedas, me había ocurrido en otras ocasiones, pero es la primera vez que vengo con mi hija, no podría hacer nada que la pusiera en riesgo.

—¿Usted sabe que ocurre con el agua en Iladiff?

—No mucho, pero sé que tiene que ver con un jefe elemental que vive en la montaña, fue poseído por un espíritu o hay un acuerdo con alguno de los padres, no sé. Pero... No me hagas mucho caso, solo son teorías de conspiración que he escuchado entre los pueblerinos.

—Entiendo, creo que después de ir a Embertown, iremos para allá.

—Aquí tendría que advertirles que no se metan con esos seres, pero de algún modo puedo entenderlos, mi abuelo también estaba maldito, falleció luchando contra estos seres junto a sus amigos, hace cien años. Al parecer alguien los había traicionado y... —Gadits se dio cuenta que  Vance se había quedado dormido al igual que Pierce.

Por lo cual decidió terminar su taza de té y apagar la fogata, se recostó a un lado de su hija y cerró los ojos.

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