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•Capitulo Único•

—Oh, Dios.

Debería estar arrepentido de estar ahí. No debió seguirlo en primer lugar, era su culpa, su total culpa sentirse como una presa ante aquellos oscuros ojos.

Era un pecado al que no podía resistirse, que lo perdone su padre en el cielo, porque el único paraíso al que podría llegar, sería al que le brindaría Min contra la cama.

Sus ojos prometían eso, lo sabía más que nadie, porque la ropa en su cuerpo estaba desapareciendo y él, él solo se quedaba con la vista perdida sintiendo que era la oveja perdida del rebaño.

Pero al mismo tiempo se sentía como si hubiese ganado la gloria solo con sentir la calidez ajena sobre la suya.

Oh, Estoy enamorado de Judas

Porque este hombre no es un santo, lo ha llevado al camino del mal y él, como un ciervo indefenso le ha seguido.

Oh, Estoy enamorado de Judas

Lo siente retirar la última prenda de ropa dejando que el frío del exterior sea quien acarecie aquella piel levemente bronceada y suave. No solamente su aliento, eso sería egoísta y aunque es un pecador, aveces compartir hace mejor las experiencias.

Judas!

Sus ojos lo miran, no necesita permiso porque sabe que no debe pedirlo. Aquellas manos grandes y pálidas recorren sin pudor alguno cada curva en el cuerpo del chico.

Está hambriento, tiene sed, toda aquella necesidad se esfuma parcialmente cuando tiene sus manos venosas consumen su aperitivo tocando y acariciando cada rincón del chico.

Pero un aperitivo solo es el sostén hasta llegar al platillo principal.

Estaba tan hambriento, Y JiMin era la comida perfecta, la más deseada y sabe que sería la única opción del Menú capaz de saciar su goloso deseo.

Cuando venga a por mi estaré preparado,
le lavaré los pies con mi pelo si lo necesita.

Aquellos labios se paseaban por su cuello, haciéndolo jadear y llevar sus manos hasta la espalda ajena, se sostenía de cualquier cosa a su alcance. Los hombros nobetan suficiente, nunca lo serían cuando las manos de su Judas estaban separando sus muslos para abrirse paso en ese lugar.

Sabe lo que quería, sabe que lo deseaba de una manera tan sucia y perversa que debería sentirse asqueado, en lugar de eso, solo ladeaba su cuello queriendo que deje una mordida en su mentón para que olvidar aquella noche no sea tan fácil.

Le perdonaré cuando su lengua me mienta, Incluso después de tres veces.

—YoonGi, Oh, Solo sigue.

Rogó a su desalmado cazador, envolviendo en aquella pálida cadera sus piernas, las hacia abrazar fuertemente ese cuerpo impuro, porque necesitaba sentirse limpio y solo mediante aquella sucia alma podría lograrlo.

Debería sentirse tan mal, tan incorrecto, y en ligar de eso, cada beso provocaba querer más y más. Solo deseaba poder gritar como una oración al cielo, que Judas lo tenía preso en sus garras y no quería escapar de ellas.

Que lo sepa su Dios y que lo perdone si quiere, pero no pensaba redimirse, no pensaba mirar atrás, era un pecador, estaba sucio y solo aquel hombre de ojos oscuros podría limpiar su alma manchada.

Le derribaré, Haré que se arrodille,
Un rey sin corona, un rey sin corona.

—Eres tan bello... Quizás sea esa misma belleza tu maldición, eres Malditamente bello y perfecto.

Su voz le eriza la piel, pero lo eleva hasta las nubes, le brinda la seguridad que necesita y lo hace arquear cuando dos húmedos intrusos se insertan de manera sorpresiva en él.

Solo fue una distracción para hacerlo caer, porque así de traidor era su hombre. Solo él podía engañarlo de una manera tan cruel que lo lleve al éxtasis total.

Esa era su iglesia, predicaba a gritos entrecortados el nombre poderoso de su pecador.

Que sepan los vecinos que su religión se encontraba ahí, en la cama, dónde era traicionado y también premiado.

Dónde su cuello era tomado hasta cortar el oxígeno que entraba a sus pulmones y le provocaba lágrimas mientras solo podía pedir más.

Sólo soy un estúpido sagrado, oh cariño, es tan cruel, pero aún así estoy enamorado de Judas.

Oh, Estoy enamorado de Judas

Bendito el día en que cayó esa maldición sobre él. Su boca se abre perfectamente buscando calmar el escozor en sus pulmones y su cazador le suelta el cuello para luego besarlo, le da de su aire que es el único que necesita.

Un suspiro no es suficiente para far a entender lo aliviada que estaba su abrumada cabeza.

Estaba siendo un idiota, enamorado de un pecador que solo lo llevaría a un triste destino.

Pero amaba a Judas, amaba a aquel hombre sin corazón que metía sin parar tres dedos en su interior.

Lo estaba expandiendo, lo estaba preparando para poder recibirlo. Y no podía estar más agradecido de tener tal dicha.

Oh, Estoy enamorado de Judas

El que lo pone duramente contra el espaldar de la cama para que lo vea a él y solo él a los ojos.

Ese era su hombre, quien lo reclamaba de una manera salvaje y lo usaba a conveniencia para buscar su placer.

Aquella era su religión.

La predicaba cada noche que podía, no era digno de hacerlo siempre aunque su chico le asegure que era su creyente más fiel.

No podría amar a un hombre de forma más pura, incluso la oscuridad le perdonó su sinverguenzería,
he aprendido que nuestro amor es como un ladrillo, puede construir una casa, o hundir un cuerpo muerto.

Lo toma por la cadera, de una manera tan brusca que sabe lo que estaba buscando.

El más joven envuelve sus brazos en el cuello pálido queriendo que su ritual comience, aquel dónde se entregaba a su señor y este le daba a cambio la probada más cruda y lujuriosa del paraíso.

Le derribaré, haré que se arrodille,
un rey sin corona, un rey sin corona.

Un grito al cielo y aquel trozo de cielo entraba en él. Lo sentía tan caliente, palpitando de anticipación y siendo cruelmente dulce con su interior.

Sus labios se buscaban intentando calmarse mutuamente, las mordidas no se hicieron esperar y mucho menos lo hizo el choque de sus dientes.

Su señor lo sometía tan bien contra la dura superficie. Comenzó s moverse quizás intentando pegarlo a aquel espaldar como la pintura en un lienzo.

Pero las piernas de Park buscaron más desesperadamente estar unido en todo momento, quizás con el miedo de ser abandonado.

Aunque sabe que eso no pasaría, sabe que de todos, era su ciervo más fiel. Sabe que nadie podría tocar nunca a Judas como lo hacía él.

Cada pecado se iba al olvido de su mente cuando su hombre se abalanzaba con fuerza contra su cuerpo. Cuando se clavaba cruelmente intentando llevarlo a la locura.

En el sentido más bíblico,
estoy pasando el arrepentimiento,
puto del gobierno, puto sirviente, vomita su mente, pero de forma cultural.
Sólo hablo en futuro,
Si Judas me besa sin ofensa,
o lleva un condón en la oreja la próxima vez.

—¡YoonGi! ¡Oh! —Grita fuertemente tomando el cabello oscuro entre sus dedos y tirando de él.— ¡Más! ¡Mnhg!

Sus plegarias son escuchadas en seguida, es acostado nuevamente en misionero en la cama pero esta vez el pálido toma sus dos piernas obligando a JiMin a sostenerlas para permitirle entrar.

Su chico obedece, lo hace porque sabe que ganará una recompensa que le encantaría a ambos.

Y Por su obediencia, el mayor de ambos le da un beso profundo vonviendo a entrar hasta que no existe espacio entre ellos.

Cuando Park se siente tan lleno que llora puesto que su punto dulce está siendo presionado y eso lo hace arquearse, sin querer soltar sus piernas porque recibir un castigo de su pareja es como vivir en abstinencia de pan.

—Te amo, Hermoso. Yo me arrodillaría ante ti, porque eres mi más grande creyente, eres todo lo que está bien en este sucio mundo.

Quiero quererte,
pero algo me está apartando de ti,
Jesus es mi virtud,
Judas el demonio al que me aferro.
Al que me aferro.

—Sigue, Yoon, Solo sigue.

Lloriquea entre gemidos el menor, necesitaba liberarse, aquella erección en él solamente molestaba, bendito sea su hombre, quien lo sabía y la toma entre sus gloriosas manos para comenzar a acariciarla sin permitirle terminar antes de que él así lo dicte.

El movimiento de su cadera comienza nuevamente, empujando el cuerpo inferior, haciendo que los ojos de Park se vuelvan blancos y solo pueda gritar plegarias al cielo sin censura alguna, sin ninguna pena, porque su religión estaba en la cama y él esperaba aquel ritual cada día de su vida.

Sus uñas pintan la espalda ajena como su más grande obra de arte y en respuesta, es su pecho igualmente marcado, pero JiMin lo agradece, lo agradece entre gritos impregnados del nombre de su amado.

Siente que ya no puede más, ni mantener sus piernas en su lugar, ni mantenerse reteniendose por mucho tiempo.

Así que sus ojos irritados de llanto miran fijamente los ajenos pidiendo permiso y cuando se le concede, solo atina a besar nuevamente los finos labios pecadores que sabían al más embriagante licor.

Sólo soy un estúpido sagrados, oh cariño, es tan cruel, pero aún así estoy enamorado de Judas. Sólo soy un estúpido sagrado, oh cariño, es tan cruel, pero aún así estoy enamorado de Judas.

—Vamos bebé, termina de una vez.

Su cuerpo tiembla violentamente tanto por ser arremetido como por su liberación. De su boca no sale ni un sonido y solo se deja llevar sintiendo como también era llenado gloriosamente Por su chico.

YoonGi sostiene a JiMin que parece derretirse bajo su tacto. Mientras esté lo observa cansado y sonriente. Aún cuando estaban hechos un desastre puede asegurar que ese chico era lo más hermoso en el mundo, tan etéreo y puro.

Se abrazan con cuidado tratando de normalizar su respirar y los besos en las mejillas humedad no tardan en ser repartidos como aleteos de mariposas.

—Tambien te amo, Yoon.

Satisfecho, YoonGi sonríe ocultando su rostro en la curvatura del cuello ajeno. Cerrando sus ojos y sintiéndose pleno s pesar de la situación en la que encontraban.

Porque JiMin era correcto, tan correcto que dolía.

Y él...

Él era solo un pecador.

Uno que lo amaba.

Era su Judas

Y JiMin su redención.

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