Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

† 𝕬 𝖕𝖆𝖙𝖗𝖆 𝖙𝖗𝖆𝖌𝖊𝖉𝖎𝖆 †

(ℭ𝔲𝔞𝔯𝔱𝔞 𝔱𝔯𝔞𝔤𝔢𝔡𝔦𝔞)

Jungkook veía al cielo maravillado mientras una suave brisa hacía ondear su cabello negro, el color rojizo de sus labios estaba un poco más intenso de lo usual y la luz plateada de la luna llena le daba un encanto único.

Una criatura tan hermosa no podía estar relacionada con algo tan espantoso como lo eran las leyendas de Strigoï y el horrible cuento de terror sacado de ese periódico.

Volví la vista al agua que se fusionaba con el azul oscuro del cielo y sus estrellas dispersadas. Todo a mí alrededor se mostraba en la estática marea como si fuera un espejo, incluso podía verme a mí mismo, pero Jungkook era invisible.

Fue una impresión bastante fuerte, apreté su mano que aún sostenía para convencerme que él seguía allí y no había sido creado por mi imaginación. Me perdí por un largo tiempo incapaz de conseguir una explicación lógica a lo que observaba. Intenté reponerme mientras Jungkook todavía estuviera perdido en las estrellas, no quería alertarlo de ninguna manera.

O, para ser más honesto, no quería tener que escuchar la verdad sobre lo que estaba pasando.

Acostado en mi cama seguía sin olvidar la imagen del lago, Jungkook a mi lado parecía estar durmiendo, me acerqué a su rostro y con los nudillos de mi mano derecha comencé a dejar caricias en su mejilla observándolo con fascinación. Su piel era muy blanca, pero cálida y en sus mofletes resaltaba un ligero rubor, era lo opuesto a lo que se describía en los relatos sobre cadáveres vivientes que todos los habitantes de Rumanía han escuchado en algún momento de su infancia, con dientes afilados para desgarrar la piel de sus víctimas y alimentarse de su sangre, duermen en ataúdes y sólo salen de noche porque los rayos del sol les desintegra la piel.

No, Jeon Jungkook no podía tratarse de un caso de vampirismo.

Abrió los ojos cuando mis caricias fueron suficientes para despertarlo, me dirigió una mirada curiosa y tomó por la muñeca la mano que aún reposaba en su rostro.

― ¿No puedes dormir? ― Preguntó en un susurro.

―He tenido una pesadilla ―. Negué con la cabeza y mentí ―. Sobre ti. Soñé que te convertías en un demonio y me arrancabas el corazón.

Quizás fui demasiado evidente, sé que Jungkook notó que ya sospechaba de algo por su manera de sonreír y de mirarme como si fuera el tonto más inocente que se había encontrado.

―Taehyung, no puedo hacerte daño ni aunque lo deseara ―. Dijo ―. Me matarías tu primero antes que siquiera piense en lastimarte.

No apartó sus ojos de los míos y la seguridad con la que pronunció aquellas palabras hizo que mis labios temblarán junto a mí cordura.

Le creí y jamás me he arrepentido de aquello.

No volví al pueblo luego de esa noche, no creía poder soportar el ambiente desquiciado que allí se vivía, un sentimiento muy amargo se apoderaba de mi cuando recordaba como solía ser y como se encontraba ahora: los faroles góticos seguían allí, la madera vieja de los comercios, el cártel pálido de bienvenida, las calles grises con aceras de adoquines, la fuente de piedra con la estatua inquietante de algún ser mitológico en el centro y las plazas con árboles deshojados seguían allí, oculto entre un valle rodeado de colinas, físicamente todo seguía igual, pero cuando se trataba de lo que me cautivó de este pueblo: la amabilidad de las personas, la alegría contagiosa y las sonrisas acompañadas de buenos días y conversaciones apacibles, Lazar Vasile al pie de la montaña en la casita de su abuelo quien se encargaba del jardín cada mañana habían desparecido y ahora las flores que tanto cuidaba estaban muertas al igual que ellos dos. Los aldeanos se volvieron tan lóbregos como Ardeal misma.

El doctor Dragomir no abandonó su teoría sobre los Strigoï, llamó a la puerta del castillo un día que no lo esperaba pues le pedí incluso que dejara de informarme sobre los decesos, cada que me veía frente a frente con este hombre su aspecto estaba más demacrado que la vez pasada, había perdido peso y la bata blanca de la que nunca se despojaba ahora parecía una talla más grande.

Le ofrecí una taza con café bastante fuerte a ver si lograba que su expresión cansada se espabilara y pareció surtir efecto.

Jungkook no abandonó el salón, acto que me dejó bastante inquieto. Estaba de brazos cruzados apoyado en una pared, aunque algunos mechones le cubrían los ojos podía divisar que no apartaba su mirada del doctor.

―Necesitamos ayuda de la capital ―. Dijo ―. Esto nos supera con creces y no estoy listo para ver perecer al pueblo en el que me crié.

Pensé mi respuesta con cuidado, nervioso por lo que salió de su boca.

―Usted mismo me pidió que guardara silencio, ¿que lo hizo cambiar de opinión? Además, no pretenderá arrinconar a los soldados de la capital con su leyenda sobre los Strigoï, terminará encerrado...

―Hemos atrapado a uno ―. Dejó mis palabras a la deriva y lo que dijo hizo que mi corazón se acelerará.

Instintivamente miré a Jungkook, en su expresión que ya era de desagrado ahora se veía una ira incontrolable.

―Eso no es posible.

―Lo he asesinado con mis propias manos, Printe ―. Su tono se agudizó y hablaba más rápido, al decir lo último mostró las palmas como si aún tuviera sangre allí que probara lo antes dicho ―. Fue un acto tenebroso y traumático. Era mi aprendiz más querido. Esta maldición es horrible, conservaba su cara, su cuerpo y su voz, pero no razonaba, son como animales que sólo actúan por instinto ―. Sus ojos se inundaron de lágrimas, pero no dejó salir ninguna de ellas ―. Tengo su cadáver, aún con un sudario y una estaca de madera en el pecho, en el hospital, si es que necesita verlo para creerme.

―Es ridículo solo pedirlo. Taehyung no se acercará a esa atrocidad y usted debería deshacerse de ella, doctor. Si ya despertó una vez nada le impide volver a hacerlo ―. Dijo Jungkook con su voz firme.

Hubiera preferido que se mantuviera en silencio, la forma en cómo lo miró el hombre al que se dirigía me heló la sangre, fue como si la respuesta que estuvo buscando durante mucho tiempo estuviese frente a él.

―Sabe, algo que se me pasó por alto decirle: En uno de los numerosos libros que leí aseguraban que esos mounstro no pueden entrar a su casa a menos que hayan sido invitados y como ninguna persona invitaría a un muerto a su hogar el causante de todo, quien ocasiona la primera muerte y genera la epidemia, suele ser diferente. Una criatura con físico cautivador que nadie se atrevería a rechazar si toca su puerta pidiendo por ayuda, luego de ganarse la confianza de las personas les traiciona y comienza a alimentarse de ellos ocasionando así las primeras muertes que esparcirán la maldición. Puedo recordar que el Sr. Lazar en un estado moribundo pareció reconocer a su acompañante forastero antes de morir.

La saliva pasó como si fuera veneno por mi garganta y el día que fui a caballo junto a Jungkook al pueblo volvió a mi memoria.

―Mi acompañante llegó directamente a mi castillo ―. Respondí sin titubear ―. Y, como puede ver, yo no he contraído ninguna enfermedad. No necesito ver el cadáver que tiene guardado, puedo creer su historia sobre los Strigoï, pero no permitiré que acuse a cualquiera de ser uno.

Pareció retomar el razonamiento y su euforia disminuyó. Se disculpó por hacer tal acusación, pero no abandonó su idea.

―Le ruego que me permita verificar sus signos vitales ―. Se puso de pie e hizo una muy pronunciada reverencia ―. Aunque parece que tienen vida siguen siendo cadáveres, su corazón no late, no respiran y no tienen nada de calor corporal. Permítame tomarle el pulso a su inquilino para comprobar sus palabras.

Abrí más mis párpados y mi corazón se aceleró demasiado, la vista me falló por los nervios y no conseguía la respuesta correcta a aquella petición. Yo mismo me resguardaba en su calor cuando lo abrazaba, lo escuchaba suspirar dormido cada noche que dormía junto a mí, había sido testigo de la sangre acumulada en sus mejillas cuando se despertaba sonrojado y un poco hinchado, no tendría por qué estar tan nervioso, pero no podía controlarme.

― Adelante ―. Jungkook tomó la palabra y estiró su brazo.

Esperaba lo peor, ya estaba preparado para el escándalo cuando el doctor alzó la manga de Jungkook y situó dos dedos en su muñeca. Lo vi arrugar el entrecejo ni bien sostuvo su mano y luego de unos minutos volvió a inclinarse frente a él.

―Disculpe mi atrevimiento.

―Entonces, ¿estoy vivo? ― Dijo Jungkook, su tono sarcástico era una burla y su media sonrisa causó disgusto en el doctor.

Él mismo pudo sentirle el pulso. Yo no entendía cómo era posible y no pretendía buscar respuestas en ese momento, sólo me dediqué a regocijarme en alivio porqué fue confirmado que no había nada fuera de lo común con su vitalidad.

A pesar de haber hecho la prueba el doctor Dragomir me dio a entender que aún sospechaba de Jungkook con lo último que expresó en la puerta del castillo antes de cruzar el puente que lo conectaba al camino que desciende la montaña.

―Judas ha traicionado a mi gente y no descansaré hasta encontrarlo y aniquilarlo. Es la única manera de detener para siempre esta pesadilla, príncipe.

Le prometí que alertaría a la capital esa misma noche. Mentí, como ya me estaba acostumbrando a hacer.

Durante mi estadía en Ardeal fui testigo por segunda vez de una luna roja. Cuando se dio este fenómeno hace muchos años en el castillo no era mayor de diez años y miraba sin poder creer lo que ocurría sentado en las piernas de mi padre, la luna brillaba con tonos anaranjados y algunas personas en el castillo estaban aterradas de que esto fuera algún mal augurio.

Es probable que los habitantes del pueblo estuvieran pensando lo mismo en ese momento, con las desgracias que los rodeaban y las inevitables muertes llegarían a pensar que aquel era el fin de Ardeal como la conocían. Yo en cambio estaba asombrado, mi habitación quedaba en una torre del castillo sobre la montaña, no había civilización, todo lo que veía era un bosque de árboles negros bajo un cielo nocturno.

Esa luna no resplandecía anaranjada como hace unos años, era tan roja como los trajes que Jungkook solía vestir, tan roja como sus labios y tan roja como la sangre de la que seguro se alimentaban.

Yo seguía hipnotizado en la ventana cuando Jungkook entró al cuarto y volteé a mirarlo. Y por sus ojos, rojos como la luna que admiraba, supe que era momento de dejar de ignorar al elefante en la habitación.

― ¿Qué eres? ― Pregunté ― ¿Por qué llegaste aquí?

Mis manos temblaban, pero mi voluntad de saber la verdad seguía firme.

―Podría decirse que yo también pertenezco a la realeza, príncipe. Joven y de sangre azul, eras la presa perfecta y escapaste de mí ―. Respondió ―. Cuando por fin te tuve en mis manos me estrujaste el corazón la noche que me regalaste esa rosa. Me he obsesionado con muchas personas a lo largo de mi existencia, pero quería averiguar como se sentía amar a alguien de verdad.

En ese punto ya no luchaba contra mi criterio, sabía que todo lo que implicaba Jeon Jungkook estaba equivocado. Mató a Vasile, a su abuelo y seguro a cientos de aldeanos antes de que estos comenzaran a levantarse de sus tumbas para cazar, sumió al pueblo en desesperación pura y eso no le importaba en lo más mínimo.

Era un mounstro y pronto yo también me convertiría en uno.

Haberme enamorado de Jungkook fue mi perdición, no entendía como podía estar besando con tanta pasión a un ser tan maligno y el sólo pensamiento de separarme de él me apretaba en el pecho. Espiritualmente ya le pertenecía, en el momento que decidí entregarle mi cuerpo firmé mi condena.

Entre la humedad de las sábanas no podía pensar en nada más que no fuera su cuerpo imponiéndose sobre mi, podía sentir los fuertes latidos de su corazón y creí que sería capaz de escupir el mío por la garganta entre gemidos cuyo volumen ya no controlaba.

― ¿Vas a matarme? ― Pregunté como si la respuesta fuera a importarme.

Jungkook me miró con ojos rojos y colmillos filosos que se escapaban de su media sonrisa. Sus movimientos de caderas se volvieron más intensos y profundos, me obligó a cerrar los ojos y apretar los dedos en su sudada espalda.

―No lo sé.

Fueron palabras ambiguas que se perdieron en nuestra lujuria. Lo abracé mientras aún seguía dentro mí moviéndose sin parar, su rostro quedó oculto en mi cuello y el frío filo de sus colmillos que me rozaron la piel me hizo temblar.

Ya estaba preparado para que mi carne fuera desgarrada, sin embargo esto nunca pasó. Me apretó tan fuerte que casi me sentí quebrar, sus manos recorrieron cada centímetro de mí y yo le rogaba por más. Mis piernas temblaban y su voz llamándome ahogado en el placer me enloquecía.

Esa noche de luna roja me volví uno con el demonio que había hundido a mi país en el mismo infierno.

Llegué a un nivel de éxtasis que sólo podría conseguirse con ayuda de sustancias tóxicas sin haber consumido nada más que los besos, las caricias y las palabras de una existencia que desafiaba a la naturaleza. Mi vista nublada se clavó en el techo cónico mientras regulaba la respiración. Jungkook se enderezó y sus ojos rojos debajo de unos mechones húmedos por el sudor bloquearon el techo. Volví a abrazarlo por instinto y gemí al momento que retrocedió sus caderas para retirarse.

La culpa nunca me carcomió, ni siquiera al recuperar un poco el razonamiento. Sabía que lo que ocurrió había sido un acto atroz de mi parte, pero no me sentía asqueado al respecto y era lo que más me aterraba de mi mismo. Había decidido dejarme llevar y no sabía hasta que límites me llevaría mi fascinación por Jeon Jungkook.

Abrazaba mi cuerpo desnudo que le daba la espalda, ambos cubiertos por una sábana de seda, yo jugaba con sus dedos distraído, no quería que amaneciera, no quería separarme de él, tenía un fuerte presentimiento de que aquel momento tan íntimo era una especie de despedida. La luz rojiza de la luna se deslizaba por la habitación en señal de que el eclipse llegaría pronto a su fin.

― ¿A qué te referías cuando dijiste que eras de la realeza? ― Pregunté y sentí un suave beso sobre mi hombro antes de escuchar su respuesta.

―Yo desperté por mi cuenta, no fui producto de una mordida. No soy como ellos - Su aliento chocaba contra mi oído ―. La mayoría ni siquiera despierta luego de morir, su cuerpo se pudre y se lo comen los gusanos. Quiénes vuelven a la vida sólo son cadáveres sin conciencia, se alimentan de sangre y caen como muertos durante el día porque su piel se desintegra si les da la luz del sol.

―Incluso así, tú tampoco puedes sobrevivir sin alimentarte y por eso matas personas ―. Susurré y él rió muy bajo.

―Te contaré una historia... ― Se echó hacia atrás y yo me volteé para ponerle total atención. Reposé los brazos en su pecho y él mantuvo un brazo alrededor de mi cintura -. Hace más años de los que cualquier persona pudiera recordar vivió un joven brillante, algo reservado quizás, le repetían muchas veces que "Debía ser más amable" ―

Sonrió y aunque no mostré reacción alguna en mi mente rememoré cuando le dije esas exactas palabras, o unas muy parecidas.

―...La verdad es: que la empatía no era uno de sus fuertes como persona. La inteligencia sin embargo, era tanta que para su época se consideraba algo de qué temer. Muy perspicaz, no compartía palabras de más con nadie que no fuera de su interés, un niño engreído de clase social alta que conocía bien sus dotes, podría decirse. Falleció muy joven, antes de cumplir los treinta años por la peste que azotó a Londres y exterminó incluso a las familias bien posicionadas. Fue una mente brillante que se desperdició por vivir en la época incorrecta. Eso era lo que pensaban. En el momento que el joven despertó en un ataúd bajo muchas capas de tierra fue uno muy traumático.

Grité con todas mis fuerzas, arañé la madera hasta que arranqué las uñas de mis dedos, no puedo decir con exactitud cuántos días pasé en ese suplicio, sin entender que estaba ocurriendo. Hasta que un hombre desconocido desenterró mi féretro y me sacó de allí. Me miró aterrado creyendo que habían cometido el horrible error de enterrarme vivo, no era incorrecto pensar de ese modo ya que mi corazón nunca dejó de latir, no le di chance si quiera de decir una palabra, lo maté antes de yo mismo ser consciente de ello.

La sed de sangre era incontenible, hinqué los colmillos en su cuello y le succioné con tanta fuerza que incluso arranqué un poco de su carne. No sabía quién era ese hombre, corrió muy mala suerte por querer ayudarme, sólo estaba consciente que volvía a vivir, habia recuperado las fuerzas que la enfermedad me arrebató, tenía una segunda oportunidad luego de una epidemia que acabó con gran parte de la población, incluso con mis padres. No la desaprovecharía, no me importaba si mi supervivencia implicara acabar con la vida de personas para alimentarme.

Vivía en la mansión dónde me crié, solo. Salía de noche a cazar, porque el sol me hacía arder la piel, atacaba a la gente mientras dormían y con el pasar del tiempo descubrí que algunas de mis víctimas regresaban a la vida, pero nadie se asemejaba a mí. Supe entonces que era especial entre todos, no era común estando vivo y la muerte jamás llegó a alcanzarme. Puedo salir durante el día aunque no tolere demasiado la luz del sol, tengo pulso y calor corporal y puedo sobrevivir sin beber sangre, aunque si me privo de ella me debilito y en algún punto la inanición será insoportable.

Mi existencia me obliga a ser un asesino, Taehyung, y no estoy dispuesto a renunciar a ella. La sangre me alimenta más no me satisface, tú eras mi presa. Beberme tus sentimientos sería delicioso, tu inocencia, la agonía que vivirías en el momento de traicionarte, tu corazón rompiéndose luego de que te entregaste a mí, ese sería mi verdadero placer.

No conocí el amor en vida, preocuparme por alguien más jamás estuvo en mis planes, luego de morir era absurdo que me relacionara con alguien vivo si no era para matarle después, tú... Eres especial, no me tienes miedo, estás aquí en mis brazos aún sabiendo que puedo matarte en cualquier momento y no te importa, sabes que lo que hago para sobrevivir está mal, pero no me cuestionas porque crees que al igual que todos yo también tengo derecho a seguir viviendo. Te enamoraste de mí y tus sentimientos no cambiaron al saber la verdad de lo que soy.

Por eso no quiero perderte.

...

.

.

Psssst, siganme en TikTok, estoy como: thirstae95

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro