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—¿Por qué estabas molesto?
Félix suspiró.
—Haces un trabajo excelente como príncipe heredero, todo es impecable y prácticamente eres todo lo que un príncipe debería ser... Perfecto.
Patrick se sonrojó y se pasó una mano por el cabello despeinandose un poco.
—Tuve tres colapsos desde que inicié esto –Félix estaba perplejo –. En el último, mi padre me obligó a irme a casa a descansar y por poco me hace renunciar...
—¿Qué te pasó?
—Estrés y cansancio prolongados... Vomité varias veces –su primo lo miró con pena –. Pero entendí algo importante... Al inicio creí que el aceptar ser el heredero temporal y la preparación como rey, lo hacía por y para ti. Sabía que estarías preocupado por tu trabajo y quería que tuvieras la menor carga posible, pero me sobreforcé demasiado al punto de colapsar... Literalmente.
Respiró profundo y le dio un sorbo a su café, Félix hizo lo mismo con su bebida.
—Ahora sé que no lo hago solo por ti, si no por mi. En el fondo siempre quise ser un príncipe, tener este cargo, el cargo que tú tienes y mi madre me ayudó a expresarlo y aceptarlo. Me enseñó a disfrutar lo que hago para no estresarme y volver a sentirme mal. Ahora lo hago porque es mi deber como heredero temporal. Y trataré de hacerlo así hasta que vuelvas a tu puesto porque lo harás Félix, volverás pronto.
Félix respiró como su abuelo le había enseñado. Ser de la realeza era para lo que Félix era bueno, o al menos eso era lo que él siempre pensó. Patrick era el mejor en la escuela y ahora que habían cruzado sus roles, ambos se daban cuenta de quienes eran en realidad.
Solamente un par de jóvenes que disfrutaban de lo que hacían y lo que debían hacer.
Jugó un poco con la pajilla del té mientras trataba de no romper a llorar con fuerza, o el dolor de su pecho sería peor.
—¿Félix? ¿Estás bien?
—Ojala ambos pudiéramos ser reyes juntos...
Patrick se sorprendió y se tensó, Félix tenía la mirada en las sábanas y sostenía con fuerza su bebida. Lo había dicho de corazón y con toda la sinceridad y cariño que pudo. Patrick sonrió y le quitó la bebida para ponerla en la mesa.
—Sabes que eso no se puede, no mientras seamos primos. Y yo no pienso dejar de ser tu primo jamás.
—Pero serías un excelente rey, Patrick.
—Quizá, pero en mi plan de vida a largo plazo tu eres el rey y yo estoy a tu lado –le limpió las lágrimas y lo abrazó con delicadeza –. Yo jamás te dejaría solo, Rey de la Selva.
—Te quiero, Jaguar Negro –Patrick sonrió y le palpó un poco la espalda.
—Y yo a ti. Bien, hay que calmarnos o un médico llegará en cualquier momento.
—Me complace decirte que ya puedo mirarlos a la cara –Patrick le sonrió con emoción.
—¿De verdad?
—Estuve entrenando con el abuelo Jack. No sabía que él usaba una bata para su trabajo –Patrick sonrió y le regresó su bebida.
—Félix, tu mamá también la usa en su clínica. No la usaban cuando tú estabas presente porqué no querían asustarte.
—Oh, vaya. Eso tiene mucho sentido.
Más tarde, Patrick tuvo que volver a su trabajo y luego, a la cena especial con los representantes de los reinos vecinos. Y a pesar de que Félix se negó, Patrick subió a comer el postre con él en lugar de hacerlo en el comedor con todos los demas.
Las actividades continuaron con algo menos de presión. Constantemente Patrick le pedía consejos a su primo sobre cómo realizar ciertas actividades. El tratamiento de Félix funcionaba y ya no sentía mucho dolor.
Una noche, Félix fue a ver a su primo. Tocó algunas veces pero no obtuvo respuesta por lo que entró en la habitación. Vio la luz del teléfono iluminando las sábanas y dentro de ellas Patrick estaba profundamente dormido, sonrió y lo cobijó un poco pero una voz le heló la sangre.
—¿Félix? –miró a todos lados hasta razonar que a través del teléfono Oliver lo llamaba –Hola –se sobó el pecho y tomó el teléfono en sus manos.
—Ah, me asustaste. No sabía que estabas... ¿En videollamada? Con Patrick.
El chico rio nervioso.
—Si, se quedó dormido hace como dos minutos. Solo quería animarlo y ayudarlo a despejarse un poco del trabajo ¿Cómo estás tú?
—Mucho mejor, aunque aún debo estar acostado casi todo el día.
—Me imagino que es incómodo. Pero me alegra que estés mejorando, eso anima a Patrick.
—Si, así es. Gracias por animarlo, Oliver. Realmente lo necesita.
—No es nada, Principito. Para mí es un placer.
Félix sonrió con diversión, pero no lo presionaría... Aún no. Se despidieron y Félix dejó el teléfono justo donde lo había tomado. Patrick se revolvió un poco pero no se despertó y Félix decidió volver a su habitación para dejarlo descansar.
A la mañana siguiente, toda la familia, incluidos abuelos y tíos abuelos fueron convocados a reunirse en la oficina del rey. Patrick estaba extrañado pero al ver a su abuelo Jack sostener una carpeta con el logotipo del hospital de Londres lo entendió.
—Bueno, los hemos convocado aquí para decirles algo importante: la cirujía de Félix será este viernes –todos asintieron –. Pero ya conocemos la fobia de mi hijo, estará muy alterado toda la semana y es precisamente lo que debe evitar o sus síntomas podrían empeorar.
—La idea es que no turnemos para venir a pasar día, tarde y noche con él –dijo Jack –. Él tiene que saber cuando será pero también tiene que saber que no está solo y no le harán daño. Esto es la disponibilidad de cada uno de ustedes, desde luego.
—Hay que comenzar a organizarnos desde ahora –dijo Azura y junto con Sylvia, Hai y Yena comenzaron a organizar los horarios según la disponibilidad de cada uno, Noah suspiró y Patrick le palpó el hombro.
—Todo estará bien, tío. Yo me quedaré aquí durante la cirugía.
—No, Patrick tu tienes que estar allá con él o si no, Félix no podrá estar tranquilo. Hablé con tu madre antes, ella se quedará a cargo pero te necesito allá.
—De acuerdo.
Dos minutos después, el rey Noah, Yena y Jack se encaminaron a la habitación de Félix para darle la noticia y entonces la jornada de turnos comenzó.
El turno de Patrick era por la tarde, a la hora de la merienda, pero cuando pasaba por los pasillos saludaba a sus tíos abuelos, abuelos, tíos y hasta a sus padres.
Félix no tenía tiempo de pensar en asustarse y comenzó a sospechar que todo eso de las visitas era plan con maña.
Su abuela Azura le enseñaba historia; su abuelo Mark le hablaba de todo tipo de recetas. Su tío abuelo Nathaniel le explicaba mil y un experimentos químicos que quería desarrollar o que había desarrollado. Su tia Sylvia y su ahora esposa, le contaban como eran sus vidas en México.
Su tía Hai le explicaba algunas cosas sobre las materias que enseñaba; su tío Jake jugaba ajedrez con él. Su madre dormía a su lado, su padre tomaba el desayuno con él. Su abuelo Jack, además de ayudarlo con la reparación le enseñaba sobre trastornos mentales y Patrick pasaba las tardes jugando videojuegos y juegos de mesa con él.
La cirugía era inevitable, estar rodeado de doctores que iban a abrirle el pecho para sacar una cosa rara de su corazón le provocaba un pánico horrible. Un paso en falso y todo sería un desastre, pero toda la semana, toda su familia, le habían demostrado que no estaba solo en ello.
Entonces el día llegó. Iba en el auto sosteniendo con fuerza su chaqueta y se mordía el labio inferior. Sus padres le sostuvieron las manos y le sonrieron. Desde el asiento del copiloto Patrick le sonrió.
Vale. Ellos estaban ahí y estarían también en hospital, pero no durante la cirugía y eso era lo que lo ponía aún más nervioso. No habría alguien ahí para impedir que los doctores le hicieran daño.
Prepararlo mentalmente fue más tedioso que prepararlo para la cirugía en realidad. En cuanto Jack salió de la habitación y asintió a los doctores, todo comenzó.
Félix miraba atentamente el techo, sus padres estaban a sus lados mientras lo transportaban en la camilla por los pasillos del hospital. Inhalaba y exhalaba como su abuelo le había dicho y trataba de no mirar a los doctores. Sin embargo, llegó el momento de ponerle la anestesia para comenzar.
Apenas vio que la mujer alzaba la mascarilla frente a su rostro, se alteró.
—¡No! Esperen –todos los doctores se alejaron alzando las manos y mientras él cerraba sus ojos y respiraba profundo para calmarse, ellos esperaron pacientemente alzando las manos.
—Oye, campeón –al reconocer la voz abrió sus ojos.
—¿Abuelo Mark? –su abuelo sonrió y le sostuvo la cabeza con delicadeza –¿Qué haces aquí?
—Pues no dejaron entrar a Jack pero si al ex rey –le guiñó un ojo y Félix sonrió –. Hijo, tienen que ponerte la anestesia, vas a estar bien.
—¿Tú estarás aquí?
—Si. Me permitieron observar la cirugía así que estaré aquí contigo, te lo prometo –Felix sonrió y después de respirar profundo una vez más asintió. Le colocaron la mascarilla pero su abuelo se encargó de hacer que lo mirara fijamente a los ojos –. ¿Sabías qué alguna vez pensé en ser médico?
—Si, la abuela Azura nos lo dijo. Pero también dijo que habrías sido un mejor astrónomo y chef.
—Bueno, ella me conoce mejor que nadie.
Félix sonrió con cansancio.
—Nos verás en un rato, Félix. Estarás bien.
—Te quiero abuelo...
—Y yo a ti, Félix.
Cerró sus ojos y tras revisar sus signos vitales, la cirugía comenzó.
Tal y como había dicho, Mark estuvo observando la cirugía desde una habitación especial. Mientras que en la sala de espera, toda la familia Schaffer esperaban tensos y muy nerviosos, sobre todo los padres del joven príncipe.
Patrick estaba sentado junto a su tía Yena mirando fijamente el suelo de la sala, se mordía el labio inferior pero su mente estaba en otros lados, no sabía exactamente dónde pero no era consciente de lo que sucedía a su alrededor.
—Patrick ¿Quien es Oliver? –giró a ver a su tía totalmente confundido.
—¿Qué?
—Oliver –señaló el teléfono sobre el sillón en el cual resplandecía el nombre del chico –. No ha dejado de llamarte desde hace rato –Patrick se puso nervioso y tomó el aparato mientras se levantaba.
—Ah, es un amigo de la Universidad... Disculpen.
Salió de la sala bajo la atenta y divertida mirada de todos mientras llamaba al chico.
—¿Oliver?
—Oh, vaya. Creí que ya me habías bloqueado –rio levemente.
—Lo siento, tenía la mente en otra cosa.
—Lo entiendo ¿Aún no hay noticias?
—No, no sabemos cuándo terminará la cirugía. Espero que pronto –hubo una pausa del otro lado –¿Oliver?
—Si, si. Es solo que... Yo... Vine a verte.
—¿Qué?
—Mira a tu derecha.
Patrick giró a la derecha donde al final del pasillo medio escondido detrás del muro estaba Oliver saludando con el teléfono en la mano. Patrick estaba perplejo pero le indicó que se acercara y el chico prácticamente corrió en silencio.
—¿Que estás haciendo aquí? ¿Cómo subiste aquí? Hay Guardias Reales por todo el hospital.
—Me robé una bata –dijo sonrojado –. Pero es que en verdad quería verte, sabía que estarías muy preocupado por tu primo y nervioso, más aparte toda la presión que has tenido por tu trabajo yo solo... –suspiró –Quería verte una vez más...
Patrick estaba sonrojado pero halgado. Oliver había arriesgado su vida, casi literalmente, por ir a verlo.
A él. No a Félix que estaba en medio de una cirugía. Había ido a verlo a él.
—Ademas te traje esto –alzó un paquete de malvaviscos cubiertos de chocolate y Patrick sonrió –. Quise hacerlos yo mismo pero en cuanto mi hermana probó uno se largó a vomitar –Patrick rio y tomó el paquete –. No quería envenenerte y que me ejecuten por ello, así que mejor los compré.
—En verdad te lo agradezco, Oliver... No creí que serías capaz de venir hasta acá solo por...
—¿Por ti? Pues si... Te lo dije, me gustas mucho Patrick –sin pensarlo, el menor lo abrazó con fuerza. Oliver se sorprendió pero le regresó el abrazo.
Patrick no tenía idea de cuánto necesitaba ese abrazo, fue como si todos sus problemas, toda la tensión y nerviosismo se esfumaran casi por completo. Unos segundos después se miraron.
—Gracias.
—No es nada, te dije que no estabas solo.
—Lo sé –se miraron a pocos centímetros de distancia cuando un carraspeó los hizo separarse casi de un brinco –Abuela Azura ¿Todo está bien?
—Te demorabas mucho en la llamada –miró al chico con curiosidad pero Oliver palideció.
—Lo siento. Am, abuela él es Oliver Lenoxx, es un amigo de la Universidad y del equipo de Rugby. Él, bueno am, vino... A verme...
Azura le extendió la mano y el chico la estrechó temblando.
—Lamento importunar, alteza.
—No, descuida. Te lo agradezco, Patrick lo necesitaba. En fin, un placer conocerte Oliver –Sonrió con diversión y volvió a la sala, Patrick suspiró.
—Tranquilo, mi abuela es muy agradable.
—Patrick, es la legendaria reina Azura. Acabo de tener un nini infarto, Dios mío –Patrick rio.
—Debo volver allá, gracias por venir Oliver.
—Ah, espera –extrajo de su bolsillo un paquete de dulces de miel –. Esto es para Félix. Dudo mucho que me permitan verlo así que te los dejo.
—Yo se los daré –se acercó y le dió un beso en la mejilla dejando al chico totalmente peralizado –. Gracias, Oli.
Y desapareció dentro de la sala de espera. Sin embargo su rostro enrojeció aún más cuando divisó a sus abuelos, sus tíos abuelos, sus tíos y su padre mirarlo con diversión.
—Entonces –dijo Azura, volviendo su vista a su libro –¿Vino a verte a ti o a Félix?
Patrick carraspeó y se acercó a su padre mientras depositaba la caja de malvaviscos en la mesa de centro.
—A los dos –afirmó pero Noah rio con algo se burla, lo cual lo hizo sonrojar más.
Inesperadamente el ambiente se relajó notablemente y la espera fue menos tediosa.
Unas horas más tarde, Yena estaba sentada junto a la camilla realizando el boceto de algún dibujo, en el sofá de la ventana leyendo un libro, Noah respiraba profundamente. Sobaba una canción desde algún reproductor cuando Félix abrió lentamente sus ojos tratando de enfocar.
—Félix, mi amor –Yena se acercó y le acarició el cabello –. Despertaste, al fin.
—Mamá...
—Hijo –Noah también se acercó y le palpó el hombro –¿Cómo te sientes?
—Algo mareado –se talló un ojo y bostezo –¿Y bien? ¿Ahora qué sigue?
Sus padres rieron, pero lo miraron fijamente.
—Bueno... Pudieron remover el tumor y no hay rastro de residuos o alguna otra cosa que pueda afectarte –aclaró su padre y Félix suspiró con alivio.
—Esas son excelentes noticias.
—Aun así, deberás continuar con un tratamiento durante unos meses solo para estar seguros –agregó su madre.
—Fantástico. Bueno ¿Nos vamos ya? –intentó levantarse pero el mareo, su dolor y su padre lo detuvieron.
—Wow, wow. Tranquilo, aún debes descansar y reposar unos días –huzo una mueca –. No nos iremos a ningún lado.
—¿Pero y el Castillo?
—Patrick y Hai se encargan de eso, no te preocupes.
—¿Patrick ya está en Cadah?
—Si, tuvo que irse anoche.
—¿Anoche? ¿Cuánto tiempo estuve dormido?
—Despues de la cirugía unas 8 horas más. Te dieron una dosis leve pero extra de tranquilizantes por tu fobia.
—Oh, ya veo....
—Aun así, Patrick vino a verte. Te trajo eso –señaló un paquete de dulces sabor miel, Félix estiró su mano y los tomó, tenía una pequeña nota pero no podía enfocar bien las letras.
—No veo ¿Me ayudas? –Yena rio y tomó la nota.
— "Espero que te recuperes pronto, principito. Atentamente: Oliver Lenoxx" ¿Lo conoces?
—Oh vaya, si. Es el capitan del equipo de Rugby y salió con Patrick una vez –ambos se miraron divertidos –¿Qué? ¿Que me perdí?
—Este chico vino a ver a Patrick, no a ti.
Félix abrió su boca con sorpresa.
—¿Vino aquí? ¿Cómo logró entrar? Había Guardias Reales en casi toda la calle ¿Llegó hasta donde estaban ustedes? –Yena asintió.
—Patrick dijo que se robó una bata y así pasó inadvertido. Le trajo unos chocolates y le dijo que te diera esto.
—Wow, en verdad le gusta.
—No, eso no es solo gustar. Está enamorado de Patrick –comentó Noah mirando la nota, luego sonrió –. Me alegra que al menos haya tenido ese apoyo todo este tiempo.
—Hablando de mi primo ¿Puedo hablar con él? –Noah asintió y le extendió el teléfono.
Mientras Patrick indicaba a los empleados dónde colocar las decoraciones, recibió la llamada del rey Noah.
—Majestad, todo está en orden y yo...
—Hola, Jaguar Negro –al reconocer la voz, aunque aún animada un poco cansada, de su primo se apartó un poco.
—¿Félix?
—¡Sorpresa! Estoy vivo –Patrick rio pero sus ojos se llenaron de lágrimas –. Lamento haber estado drogado y dormido cuando viniste a verme, supuse que estarías preocupado.
—Lo estaba. Casi me arranco el cabello –se secó las lágrimas –¿Cómo te sientes?
—Mareado, pero ya puedo respirar mucho mejor.
—Me alegra mucho escuchar eso.
Después de hablar unos minutos más y colgar, Patrick suspiró con evidente alivio. Dió la vuelta y continuó con su trabajo con una sonrisa inmensa en el rostro.
Finalmente, Félix estaba bien.
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Félix está a salvo🥺
Lamento si los preocupe jajaja
Aún no terminamos 👁️👁️
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