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01 🐨

EVERYTHINGOES

Escrito por: CarpeDiemBabyx

Namseok | drama. 

Jung Hoseok es un pintor fracasado que tiene sueños recurrentes con un joven desconocido, el cual nunca ha visto en vida. Pero un suceso inesperado lo lleva al momento y lugar exacto en donde encontrará la razón por la cual su vida cambió por completo. 

Hoseok soltó un suspiro y retrocedió dos pasos, observando el lienzo frente a él. Sus manos, su ropa y su rostro manchados de pintura demostraban las largas horas que había tardado en pintar aquel retrato. Pero estaba conforme.

Una muy sutil sonrisa curvó las esquinas de sus labios y dejó la paleta sobre la mesa junto al pincel para empezar a quitarse un poco las manchas de pintura de sus manos con un paño con diluyente. Su mirada cansada no podía apartarse del retrato frente a él. Los detalles eran magníficos... la sonrisa plasmada en el lienzo acompañada de aquel adorable hoyuelo le transmitía la calma que tanto necesitaba. Su interior se había convertido en un huracán de emociones en los últimos dos años.

Había perdido todo por lo que un día luchó para enfrascarse en aquel sueño que solo podía vivir... mientras dormía.

Hoseok tomó una bocanada de aire y suspiró, apartando la mirada y fijándola en sus manos mientras las limpiaba. Sus ojos se humedecieron levemente por culpa del dolor que siempre lo acompañaba. No había mucho que pudiera hacer al respecto y la impotencia de sentirse atrapado en el mismo lugar día a día le agujereaba el corazón.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera notó que la puerta de su estudio fue abierta, Taehyung ingresó cargando una bandeja de cartón con dos vasos de café. El chico de anteojos suspiró al ver a su hermanastro de pie frente al nuevo retrato. Ya no sabía qué hacer con él y lentamente estaba perdiendo las esperanzas de rescatar a Hoseok de aquel agujero negro en el que se estaba hundiendo por decisión propia.

—¿Otra noche sin dormir?

Hoseok saltó en su lugar y su mirada viajó rápidamente hacia la entrada, encontrándose con Taehyung.

—Sí dormí... —mintió y recibió el café que su hermanastro le tendía, agradeciéndole con una diminuta sonrisa.

Taehyung observó la expresión cansada del mayor. Sabía que estaba mintiendo, sin embargo, asintió. Llevó el vaso de café a sus labios y bebió un pequeño sorbo, observando el retrato que estaba frente a ellos. La pintura todavía estaba fresca, pero los detalles que Hoseok había agregado ahora lo estremecían.

—¿Cómo eres capaz de recordar tantos detalles...? —murmuró, acercándose un poco más y miró con atención— Dios, hasta parece que estuviera viéndolo frente a mí...

Hoseok se encogió de hombros —No es primera vez que lo pinto.

—Lo sé, solo tengo que mirar a mi alrededor para darme cuenta de eso —comentó con sarcasmo—, pero nunca antes habías sido tan detallista... ni siquiera parece una persona sacada de tus sueños.

Aquel comentario hizo que algo dentro del pecho de Hoseok se removiera.

Había comenzado a soñar con un chico que no conocía. Las primeras ocasiones fueron esporádicas y él no le tomó mayor importancia, pensando que solo eran eventos fortuitos creados por su subconsciente. Pero, a medida que pasaban las noches, él comenzó a darse cuenta que cada sueño se sentía más real que el anterior. Cada caricia, cada beso que había compartido con aquel extraño hacía que su piel hormigueara cuando despertaba. Sentía la ausencia de alguien a quien nunca había conocido y añoraba pasar el resto de su vida con una persona que... no sabía con certeza si existía realmente o era producto de su imaginación.

¿Qué tan cruel podía ser su subconsciente? Aquel chico de bonita sonrisa y ojos brillantes no salía de su mente y la única forma de verlo era estando dormido. Estaba perdido y se sentía solo. Había echado por la borda una bonita relación con su ex pareja, se había peleado con la mayoría de sus amigos y su representante no hacía otra cosa más que exigirle pintar los cuadros que los clientes exigían.

Taehyung se paró derecho y miró hacia el lado, observando a su hermanastro. Otra vez se había quedado perdido en sus pensamientos y aquel estado de trance lo hacía lucir aún más perdido. Sintió lástima por él... Sintió pena al ver que ahora solo se trataba del cascarón de lo que un día fue Hoseok. Ya solo quedaban los recuerdos de aquel hombre jovial y lleno de vida que era su hermano mayor. Ahora, se había convertido en un completo extraño para él.

—Me preocupas, hyung... —susurró Taehyung y apoyó la mano sobre su hombro.

Hoseok forzó una sonrisa y se apartó de él. Se quitó el delantal y lo dejó sin cuidado sobre una silla.

—Estoy bien, no te preocupes.

—¿Estás bien? —Taehyung alzó las cejas y dejó que una pequeña risa irónica brotara de sus labios— ¿A esto le llamas estar bien?

—No vayas a empezar otra vez, por favor... —Hoseok le pidió. Lanzó su cuerpo sobre el sofá y exhaló, cansado—. Lo que menos quiero ahora es escuchar ese aburrido sermón.

—Hyung, nuestros padres están preocupados por ti.

—Lo sé, me lo has dicho muchas veces, Tae...

—¿Entonces? ¿Qué piensas hacer para remediarlo?

Hoseok se encogió de hombros, no tenía muchos ánimos de discutir en ese momento. Un dolor punzante había comenzado a atacar su cabeza, haciendo que el más mínimo sonido le molestara.

—Hyung... —Taehyung se acercó a él y tomó asiento a su lado— nuestros padres están preocupados por ti..., ¿es que no lo entiendes?

—Tae, por favor... —Hoseok dejó el vaso de café en el suelo y se frotó el rostro y se miró las manos con una expresión cansada en plasmada en su cara.—. No quiero hablar de esto, no otra vez.

—Pero es una situación que debes afrontar. —le recordó el menor— ¿O esperas vivir por el resto de tu vida en una burbuja?

—Por lo menos aquí soy feliz...

—¿Feliz? —repitió Taehyung y una risa carente de humor brotó de sus labios— ¿A esto le llamas ser feliz?

Se colocó de pie y dejó su vaso de café en la mesa antes de tomar el último retrato que Hoseok había pintado. La idea que Taehyung lo destruyera frente a sus ojos lo horrorizó.

—No lo hagas... —le pidió, su voz se oía como un susurro roto, sus ojos lentamente se llenaban de lágrimas— por favor, te lo suplico...

—Mira a tu alrededor, hyung —Taehyung exclamó, señalando el estudio de cuadros, el rostro del mismo chico se repetía una y otra vez—, ¿realmente crees que vivir aquí es tan feliz como aparentas?

Esperó por una respuesta, la cual nunca llegó.

—¡Exacto! —señaló el menor y lanzó el lienzo hacia el lado haciendo que este golpeara la pared y luego se deslizara por el suelo hasta caer por completo. Hoseok sintió su pecho apretado— Llevas casi dos años soñando con el mismo chico y has hecho todo lo humanamente posible para encontrarlo... ¿crees que si él existiera no lo habrías encontrado ya?

Las palabras de Taehyung se sentían como puñales enterrándose en su corazón. Hoseok afirmó el peso de su cabeza en sus manos en una postura derrotada, sintiendo el nudo en su garganta haciéndose cada vez más grande, imposibilitando la simple tarea de tragar saliva. Las crudas palabras entraban por sus oídos y hacían ecos en el interior de su cabeza y aquella pequeña luz de esperanza luchaba con todas sus fuerzas mantenerse encendida, permitiéndole soñar con encontrar a la persona que realmente amaba.

—Es hora de que tomes las riendas de tu vida, hyung. —reclamó Taehyung desde su lugar— Es hora de que lo hagas y comiences a arreglar el desastre que has causado.

—No sé cómo hacerlo, ¿está bien? —escupió el aludido, su tono de voz se quebró ante tal declaración— No dejo de pensar en él ni un maldito segundo y estoy desesperado.

Su cabeza seguía afirmada en sus manos, las lágrimas escapaban de sus ojos y creaban un corto camino por el puente de su nariz hasta caer al suelo, formando un diminuto charco entre sus pies.

Cuando Hoseok alzó la cabeza de su escondite, Taehyung sintió como si una especie de puño apretara su corazón al ver la angustia reflejada en el rostro de su hermanastro, sus ojos pedían a gritos un poco de ayuda. El menor sintió como la esquina de sus ojos comenzaba a picar, anunciando que las lágrimas estaban a punto de salir.

—Ya no quiero sentirme así... —Hoseok confesó y se frotó el rostro con exasperación— estoy a la deriva... cada vez que intento seguir adelante, vuelvo al mismo punto de inicio y es tan doloroso...

Un sollozo involuntario escapó de los labios de Hoseok.

—¿Tú de verdad crees que a mí me gusta sentirme así? ¿Qué es agradable estar en esta situación? Porque déjame decirte que no lo es, Taehyung —continuó, en medio del llanto— Me he quedado solo y este dolor en mi pecho no desaparece con nada.

Taehyung respiró profundo y se acercó a su hermano, sentándose a su lado en el sofá. Lo abrazó con fuerza, sintiendo el cuerpo de Hoseok temblar entre sus brazos por el llanto desesperado. Sintió como su hermano se aferraba a él como si su vida dependiera de ello, queriéndose deshacer, aunque sea un poco de aquella agonía que lo agotaba día a día.

El menor le acarició el cabello, susurrándole palabras de apoyo, recordándole que no estaba solo, que él siempre estaría a su lado. Cuando el llanto de Hoseok se convirtió en sollozos, Taehyung se apartó levemente de él y tomó las manos de Hoseok con cuidado, observándolo a los ojos.

—Ven a vivir conmigo, ¿está bien? —le pidió, su voz se oía calmada. Hizo un buen trabajo escondiendo el nerviosismo detrás de una pequeña sonrisa— Podemos buscar una solución juntos y así, nuestros padres estarán más tranquilos.

La duda se reflejó en el rostro de Jung Hoseok. Por un momento quiso aceptar, pero entonces miró a su alrededor. Todos los retratos que había pintado lo observaban. Le era tan difícil apartarse de ellos.

—Pero... todas mis cosas están aquí.

—Podemos venir cuantas veces quieras, no te preocupes.

Hobi intentó sonreír, pero sus labios apenas se curvaron en una mueca.

—Vives al otro lado de la ciudad, Tae —le recordó, como si su hermanastro hubiera olvidado ese pequeño, pero gran detalle—. No podremos venir cuantas veces yo quiera.

—Mira, lo que quiero es que salgas de esta habitación, hyung —reconoció el menor—. Quiero que dejes de estar encerrado todo el tiempo en este estudio rodeado de estos cuadros porque... Dios, no es sano para ti —una de sus manos acarició con cariño su cabello castaño—, quiero que vuelvas a vivir tu vida.

Taehyung le sostuvo la mirada a su hermanastro y deseó con todas sus fuerzas que él aceptara irse a vivir junto a él. Quiso decirle que él lo ayudaría a encontrar al chico de sus sueños, pero en el último minuto se arrepintió porque no tenía la certeza de si ese chico realmente existía en algún lugar o solo era producto de la imaginación de Hoseok. ¿Cómo podría ilusionarlo de esa manera para después no darle una buena noticia?

—Por favor... —volvió a insistir ante el silencio de Hoseok— solo un par de días, ¿está bien? Si no te sientes cómodo, puedes volver aquí. Lo prometo.

Hoseok tomó una larga respiración y luego de pensarlo un par de segundos, terminó asintiendo.

—Está bien, Tae.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Hoseok dejó que el aire escapara de su boca y observó el techo en la habitación de invitados en la casa de su hermanastro. Llevaba viviendo ahí casi una semana y aquel conocido sentimiento de angustia no quería desaparecer de su pecho. Por más que intentara conciliar el sueño, no podía hacerlo y las pocas veces que lograba hacerlo, no lo hacía de la manera tranquila que necesitaba para poder soñar con él. Cerró los ojos y dos silenciosas lágrimas se deslizaron por sus sienes hasta perderse totalmente en la mata de cabello castaño que reposaba sobre la almohada.

Esos últimos días había estado pensando en todo lo que había cambiado su vida en casi dos años. Todo se había derrumbado frente a sus ojos como en efecto dominó y cuando se dio cuenta ya era muy tarde para detener el caos.

Se sentía desesperado y miserable, como si estuviera cayendo en un agujero oscuro sin fondo. Su vida había ido en picada dos meses después de haber soñado con aquel chico por primera vez, se había obsesionado con alguien que creía fielmente no existía. Estaba perdiendo la cordura...

Cuando todo comenzó, eran sueños vagos sin un hilo conector, algo irrelevante que dejó pasar y olvidó con el transcurso de los días, sin embargo, los sueños comenzaron a ser más recurrentes y parecían tener una especie de continuidad. Hoseok no sabía cómo explicarlo porque, fuera como fuese, carecía de sentido, pero en el fondo de su corazón sentía que conocía a ese chico desde toda la vida. Tenían una especie de conexión que era difícil de expresar con palabras, como si sus almas estuvieran conectadas.

Al inicio, Jungkook, su exnovio, se había mostrado muy comprensivo con respecto al tema. Escuchaba con atención cómo su novio le conversaba acerca de estos sueños tan vívidos que tenía por las noches y lo alentaba a plasmar aquellos sentimientos en sus cuadros, dejando que el pincel retratara de la mejor manera todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

Pero, la primera carta en caer del gran castillo de naipes que había construido Hoseok en torno a su vida, cayó en el momento en que empezó a buscar a aquel muchacho por las redes sociales. No sabía su nombre ni dónde vivía, simplemente tenía un boceto dibujado en su croquera con el que se iba guiando para buscar entre los millones de fotografías. Literalmente, era como buscar una aguja en un pajar.

La segunda carta en caer fue cuando empezó a preguntarle a sus amigos y conocidos si conocían o sabían de alguien que podría conocer a ese muchacho. Los sueños cada vez eran más vívidos y su mente confundida se convencía cada vez más de que ese chico existía. El mismo delirio hizo que sus amigos comenzaran a mirarlo de forma rara y comenzaran a murmurar entre ellos, muchos comentarios y preguntas malintencionadas llegaron a los oídos de Jungkook, haciendo que el peso de toda esa situación cayera sobre sus hombros.

La tercera carta de su castillo de naipes cayó en el momento en que él pintó el primer retrato en un lienzo. Y ese acto que podía ser tan normal para algunos, terminó rompiendo el mundo de Hoseok por completo. Las peleas con Jungkook se hicieron más frecuentes hasta el punto donde ambos no podían estar en la misma habitación. Y cuando Jungkook no pudo seguir soportarlo, supo que era momento de dar un paso al lado. No podía nadar contra la corriente... lo había perdido totalmente.

Desde ese momento, Hoseok cayó en una especie de delirio. Se encerró en su propia burbuja de ensueño, siendo feliz únicamente cuando su subconsciente recreaba la imagen de aquel muchacho de sonrisa bonita y hoyuelos adorables. Por supuesto, aquellos sueños no eran algo que él pudiera controlar y así como había dos o tres veces que soñaba con ese chico durante la semana, a veces pasaban semanas completas donde no había rastro de sueño o quizás él no los recordaba y terminaba deprimiéndose.

Soltando un suspiro, el castaño giró en la cama y su mirada se fijó en la pared frente a él. A lo lejos podía escuchar el tictac del reloj que colgaba en la sala de Taehyung, los suaves ronquidos de su sobrino y la televisión encendida en el cuarto de su hermanastro.

Cerró los ojos y respiró hondo, tratando de acomodarse para poder conciliar el sueño, pero como había sucedido los días anteriores, no lograba acostumbrarse a esa cama. No supo cuánto tiempo estuvo con los ojos cerrados, pero cuando se sentó, dejó escapar un gruñido de cansancio. Sus músculos dolían por la incomodidad. Movió la cabeza de un lado a otro, intentando quitar un poco de tensión de su cuello, el sonido de sus huesos tronando llegó hasta sus oídos y se colocó de pie, saliendo de la habitación en completo silencio.

Toda la casa estaba sumida en la penumbra y Hoseok estuvo a punto de chocar varias veces al caminar a oscuras en un lugar que todavía seguía siendo desconocido para él. Sin embargo, logró llegar a la cocina donde encendió la luz y se preparó un poco de té verde para lograr relajarse.

Cuando estaba a punto de beberlo por completo, Taehyung apareció en medio del pasillo vistiendo únicamente una vieja camiseta y ropa interior, su cabello despeinado y sus ojos apenas abiertos le demostraban a Hoseok que él había estado durmiendo plácidamente.

—¿Te desperté? —cuestionó el mayor, rodeando el tazón de té humeante.

—Hmm no —ronroneó Taehyung abriendo el refrigerador para sacar una botella de agua— ¿No puedes dormir?

—No es eso... simplemente quería tomar algo caliente.

El menor estrechó los ojos en dirección a su hermano mientras bebía de la botella y asintió, quitando los restos de humedad de su boca con el dorso de la mano.

—No hace falta que me mientas —comentó, sin parecer enojado—. Te hemos escuchado deambular por la casa en medio de la noche. Si realmente quieres, mañana puedo llevarte de regreso a tu estudio, Hoseok.

Un profundo suspiro escapó de los labios de Hoseok al escuchar aquellas palabras. Lo que más quería en ese momento era volver a la soledad de su estudio, sin embargo, una pequeña parte de él no quería defraudar a su hermano. Taehyung había sido el único que se quedó junto a él cuando las cosas se derrumbaron.

Si solo pudiera demostrarle que ese chico existía... si realmente pudiera hacerlo, todos dejarían de tratarlo como un maldito loco.

El problema es que ni él sabía cómo demostrarlo.

—No, está bien. —susurró finalmente, dándole una diminuta sonrisa. Hoseok respiró profundo y suspiró, mirando el líquido en su tazón antes de volver la mirada al frente— Quiero intentarlo por ti.

Taehyung chasqueó la lengua y se sentó frente a su hermano.

—Hoba... —aquel seudónimo hizo sonreír a Hoseok—. Si intentas hacer algo, quiero que lo hagas por ti, por nadie más, ¿me entiendes?

El chico asintió lentamente y llevó la taza a sus labios para beber un poco más. Cuando terminó, se colocó de pie y se acercó al fregadero para enjuagar la taza, secarla con un paño limpio y guardarla en su lugar correspondiente. Al momento de girarse, vio que Taehyung seguía en el mismo lugar, sentado a la mesa con los codos apoyados en la fría superficie de madera.

—Volveré a la cama... —murmuró Hoseok, caminando fuera de la cocina— Buenas noches, Tae.

Taehyung miró hacia atrás, asintiendo Que descanses, hyung.

Aquella noche, Hoseok volvió a soñar con él.

════ ★⋆ ════

Hoseok podía sentir el sonido de los latidos de su corazón en sus oídos cuando veía a aquel chico acercarse. Se limpió el sudor de sus manos en la tela de su pantalón y se colocó de pie cuando él se detuvo a escasos centímetros de distancia. Aquella bonita sonrisa que había extrañado tanto adornaba su rostro y él no podía estar más feliz en ese momento.

—Hola —lo saludó y los labios de Hoseok fueron asaltados por una encantadora sonrisa. Estiró la mano y acarició la suave mejilla. Su piel era cálida. Su voz era ronca, profunda y parecía que recorría cada parte de su cuerpo— Estuve esperándote por mucho tiempo

—Lamento la tardanza, me ha tomado un poco de trabajo llegar hasta aquí —comentó Hoseok y miró a su alrededor. Ambos se encontraban junto a la parada de un autobús con las paredes de cristal y a través de ellas, Hoseok podía ver el gran océano extendiéndose con majestuosidad—. ¿Por qué nos hemos reunido aquí?

El chico de encantadoras hoyuelos se encogió de hombros suavemente, sonriendo de manera dulce.

—Me gusta aquí. Es relajante escuchar el sonido de las olas, ¿verdad? Poder sentirnos como parte de algo. Poder disfrutar de aquellas pequeñas cosas que siempre están con nosotros, pero que muchas veces no nos detenemos a admirar. —tomó una larga respiración y suspiró, volviendo la mirada a Hoseok— Siempre quise venir aquí

Jung Hoseok frunció levemente el ceño y abrió la boca para preguntarle algo a su acompañante, sin embargo, un sonido estrepitoso empezó a escucharse.

—¿Escuchas eso? —preguntó, mirando a su alrededor. No sabía de dónde venía el sonido, pero era lo suficientemente molesto como para distraerlo— Hay algo que está sonando...

—Yo no escucho nada

Cuando Hoseok volvió la vista al frente, vio que su acompañante comenzaba a alejarse. Intentó correr en su dirección, aferrarse a él con todas sus fuerzas, sin embargo, no importa cuánto corriera... no podía alcanzarlo. Sus pies corrían en el mismo lugar y el sentimiento asfixiante empezó a apretar su pecho. Mientras más fuerte se hacía el sonido, la silueta de su acompañante se iba haciendo más pequeña y difusa hasta desaparecer por completo entre la espuma de las olas que reventaban en la orilla.

════ ★⋆ ════

Hoseok soltó un gruñido contra la almohada y estiró el brazo hasta el velador para tomar el teléfono que estaba sonando sin parar. Sin verificar quién lo estaba llamando, deslizó el dedo en la pantalla y se llevó el teléfono a la oreja, levantando la cabeza de la almohada sin abrir los ojos todavía.

—¿Quién es? —preguntó, su voz oyéndose áspera por haber despertado recién.

—Hasta que al fin te dignas a responder el teléfono.

—Ah, eres tú —Hoseok suspiró, sentándose en la cama. Ahogó un bostezo y se frotó los ojos, odiando a Seokjin en ese momento por haberlo despertado— ¿Para qué me llamas tan temprano?

—¿Temprano? —repitió Seokjin— Son casi las dos de la tarde, Hoseok. Como sea, no llamaba por eso. El señor Hong me llamó esta mañana para saber sobre los avances de su cuadro...

Hoseok ahogó una maldición y se apretó el puente de la nariz.

—Estoy trabajando en él... —mintió, sin querer reconocer que ni siquiera había abierto el sobre que su representante le entregó casi un mes atrás.

—¿Sabes, Hoseok? Hay dos cosas que no me gustan en esta vida: las mentiras y las personas irresponsables. —señaló Seokjin— Y, oh, tú eres ambas cosas. Ese cuadro fue pagado por adelantado, así que, si no quieres devolverle el dinero a uno de tus clientes y que te señalen como irresponsable, será mejor que comiences a trabajar.

Hoseok tomó una respiración profunda y asintió, aunque Seokjin no pudiera verlo.

—Sí, tienes razón —murmuró y se colocó de pie en contra de su propia voluntad—. Iré a mi estudio y haré el cuadro del señor Hong. ¿Para cuándo lo necesitas listo?

—Para el viernes a las cinco de la tarde.

El cuerpo de Hoseok se paralizó en medio de la habitación.

—¿Qué? No puedo tenerlo listo para el viernes, es-

—No me importa, Hoseok —Seokjin lo interrumpió, su voz se escuchaba tajante—. Tendrás que pintar toda la noche si es necesario, pero necesito ese cuadro listo para el viernes a las cinco de la tarde.

—Pero la pintura no se alcanzará a secar, sabes que la pintura tarda al menos una semana en secarse...

—Entonces ponte a trabajar rápido.

La llamada fue terminada antes de que Hoseok pudiera objetar. Lanzó el teléfono sobre la cama y se frotó el rostro con cansancio, pensando una manera en tener seco un cuadro en cinco días.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Hoseok entró a su estudio y cerrando la puerta con ayuda de su pie mientras se desabrochaba el abrigo y lo colgaba en el gancho detrás de la puerta. Ver todo el desorden y la basura que había estado acumulando en las últimas semanas le causó dolor de cabeza.

Se subió las mangas de su suéter hasta los codos y comenzó a ordenar el desorden que él mismo había causado porque si había algo que le molestaba era trabajar en un espacio sucio y con mal olor.

Abrió las ventanas para que la habitación se ventilara. Ordenó los retratos en los que había estado trabajando y limpió la mesa, botando los tubos de pintura vacíos.

Después de limpiar y quedar satisfecho, lanzó su cuerpo al sofá de tres puestos que había sido su cama por varias noches y abrió el pequeño sobre blanco que le había entregado Seokjin, su representante, un mes atrás.

Sus cejas se alzaron cuando vio que se trataba de una simple fotografía de una parada de autobús en la playa. Dio vuelta la imagen, percatándose que al pie de la fotografía había algo escrito.

Verano de 1953.

Hoseok ladeó la cabeza, un poco confundido y sacó el teléfono del bolsillo para llamar a Seokjin.

—¿Por qué el señor Hong quiere que pinte una parada de autobús? —fue lo primero que preguntó apenas Seokjin respondió.

—Oh, hola para ti también —se mofó su representante y Hoseok rodó los ojos— ¿Verano del 53?

Jung Hoseok asintió, aunque Seokjin no pudiera verlo y respondió:

—Sí

—La playa de Jumunjin es especial para él porque ahí fue donde conoció a su esposa y el sábado es su quincuagésimo aniversario de bodas. Supongo que es un lugar bastante significativo para ellos, ¿no?

—Sí, supongo...

—¿Ya empezaste a trabajar?

—Estoy en eso —respondió Hoseok.

—Bien. Pasaré esta noche por tu estudio y llevaré algo para cenar, ¿está bien? No te distraigas y enfócate en lo importante.

—Lo sé, lo sé.

Hoseok no se molestó en despedirse. Cortó la llamada y dejó el teléfono junto a la fotografía sobre la mesa, listo para comenzar a trabajar.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Namjoon acercó la cámara a su rostro, enfocó el lente y presionó el botón, capturando el primer recuerdo de su viaje de final de curso.

Había llegado el día anterior a Corea y después de registrarse en el hotel donde él, sus compañeros y sus profesores se hospedarían, Namjoon cayó agotado en un profundo sueño por el cansancio de haber viajado casi doce horas desde Nueva Zelanda.

—¿Estás disfrutando el viaje?

Namjoon miró hacia el lado y sonrió al ver a Jimin parado junto a él. Su rostro era ensombrecido por la gorra que usaba, sin embargo, podía ver la amable sonrisa curvando sus labios.

—Sí —respondió el más alto, mirando al frente otra vez—. Siempre había querido visitar este lugar. Estoy feliz de que finalmente todos se hayan decidido visitar Corea como viaje de final de curso.

Jimin asintió y suspiró, estirando los brazos sobre tu cabeza. Sus músculos todavía estaban un poco doloridos por el largo viaje.

—No quiero que este viaje termine jamás... —le dijo y se tomó la libertad de apoyar su cabeza en el hombro de Namjoon—. Me aterra la idea de saber que el próximo año iremos a la universidad, conoceremos personas nuevas y... todos dejaremos de vernos.

Namjoon asintió suavemente —Pero es la ley de la vida, ¿verdad? Es el proceso que todos debemos pasar en algún momento.

—Ah, pero no quiero —se quejó Jimin, haciendo reír a Namjoon—. No quiero separarme de ustedes, de ti

—Nos mantendremos en contacto aun cuando no estemos en la misma universidad, lo sabes —Namjoon susurró y golpeó suavemente la punta de la nariz de Jimin con su dedo.

Miró al frente y suspiró, sintiendo un deje de melancolía en su interior. Una emoción extrañaba había comenzado a deslizarse por todo su cuerpo desde el momento en que puso un pie fuera del avión en el aeropuerto internacional de Incheon. No sabía cómo explicarlo exactamente, pero cada lugar que habían visitado hasta ese momento, se le hacía familiar.

Y lo más extraño de todo... aquella era la primera vez que visitaba Corea del Sur en toda su vida.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Kim Namjoon rompió el silencio y miró hacia el lado otra vez, viendo que Jimin asentía con la cabeza, escuchándolo atentamente— ¿Alguna vez has sentido que ya has estado en un lugar?

Jimin frunció el ceño.

—¿Como un dejà vú?

—No lo sé..., ¿tal vez? —el más alto se frotó la frente, confundido— Esta es nuestra primera vez en Corea, pero siento que ya he estado aquí, ¿sabes? Es algo muy extraño de explicar...

—Quizás lo soñaste —Jimin se encogió de hombros sin darle muchas vueltas al asunto—. Cuando estábamos buscando destinos para nuestra última gira escolar, estuvimos mucho tiempo hablando sobre Corea y vimos muchas fotos, ¿te acuerdas? Quizá, eso te hizo soñarlo y no lo recuerdas

Namjoon pensó en sus palabras y luego de unos segundos, asintió. Tal vez, Jimin tenía razón y la familiaridad que sentía con ese lugar se debía únicamente al hecho de haber investigado tanto.

—Sí, tienes razón. Probablemente sea eso —murmuró, sonriendo— ¿Has llamado a tu madre?

Los ojos de Jimin se ampliaron y Namjoon soltó una carcajada, sacudiendo la cabeza.

—Lo olvidaste, ¿verdad?

—Dios mío, ella va a matarme cuando regresemos a casa —lloriqueó Jimin, recordando que su madre le había pedido expresamente que lo llamara apenas llegaran a Corea— Vuelvo en un minuto

Namjoon vio como su amigo corría hasta el autobús que su colegio había alquilado para ese viaje y suspiró, volviendo la mirada al frente y disfrutando del paisaje.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Los ojos de Hoseok se estrecharon y ladeó la cabeza, observando el lienzo frente a él.

Mientras lo pintaba, no pudo dejar de preguntarse por qué su corazón latía desmedido mientras lo hacía y ahora que había terminado, un sentimiento extraño lo bañó por completo.

Nunca había visitado la playa de Jumunjin, pero una pequeña voz en su cabeza le decía que ya había estado ahí, aunque no lo recordara.

—¿Por qué te me haces tan familiar? —susurró, sus ojos fijos en el cuadro.

Sacudió la cabeza, espantando aquellos pensamientos y tomó un paño que estaba sobre la mesa para mojarlo con diluyente y comenzar a quitar la pintura de sus dedos. Había estado pintando toda la noche, era normal para él estar pensando más de la cuenta después de haber trabajado por largas horas sin descansos de por medio.

Acomodó el caballete cerca de la ventana para que la pintura del lienzo comenzara su proceso de secado y cuando estaba dispuesto a dormir un par de horas, sus ojos se fijaron en el retrato que estaba frente a él.

Su mirada viajó desde el retrato hasta el cuadro de la playa Jumunjin y fue como si un bombillo se encendiera dentro de su cabeza.

—Por supuesto... ya sé por qué te me haces tan familiar —murmuró, mirando la parada de autobús pintada con óleo en el lienzo.

Había soñado con aquel chico el día de ayer y por haber estado ocupado en distintas cosas durante la noche, no se había detenido a pensar detenidamente.

Se acercó al sofá y se recostó, soltando un suspiro. Cerró los ojos para intentar dormir un rato, sin embargo, estaba intranquilo. No sabía por qué, pero algo dentro de él necesitaba que fuera hasta Jumunjin. Giró en el sofá y abrazó su cuerpo, intentando ignorar aquel sentimiento.

Pero mientras más intentaba ignorarlo, el sentimiento se hacía más fuerte.

Sus ojos se abrieron y observaron hacia el frente, mirando la imagen.

¿Qué tenía que perder si iba hasta allá? Nada, solo perdería un poco de tiempo.

Se colocó de pie y revisó la distancia desde Seúl hasta Jumunjin y suspiró. Solo eran dos horas de viaje, podría ir y volver durante el día.

Tomó la misma fotografía que le había entregado Seokjin, su billetera, las llaves del auto y salió de su estudio, siguiendo aquel presentimiento que lo tiraba con fuerza hasta ese lugar.

No sabía qué era lo que encontraría ahí, pero estaba listo para averiguarlo.

════ ∘◦❁◦∘ ════

—Namjoon, ¿puedes tomarme una foto aquí?

El aludido dejó de revisar las fotografías que había tomado en la pantalla de su cámara y alzó la mirada, viendo a Jimin sentado en una bonita parada de autobús junto a la playa. Las paredes eran de un vidrio un poco azulado que permitía ver el océano desde el otro lado.

—Por supuesto —asintió, alejándose un par de pasos. Se llevó la cámara al rostro y miró a través del lente—. Siéntate un poco más al centro, por favor

Jimin asintió y se deslizó por el asiento de madera quedando sentado justo en el centro.

—Quítate la gorra

El chico obedeció de inmediato, quitándose la gorra y arreglándose el cabello.

—¿Luzco bien?

—Increíble —respondió Namjoon, mirándolo a través del lente— ¿Estás listo?

—Sí

—Muy bien, a la cuenta de tres tomaré la foto, ¿bien? Uno, dos, tres

Jimin sonrió y escuchó el pequeño sonido de la cámara. Se colocó de pie y corrió hasta Namjoon para ver el resultado y estiró su brazo, alborotando el cabello del más alto.

—Namjoonie tiene mucho talento para la fotografía

Kim Namjoon soltó una carcajada y sacudió la cabeza, sintiéndose avergonzado. Nunca sabía cómo reaccionar ante los halagos.

—¿Quieres ir a dar un paseo? —le preguntó, obteniendo una respuesta afirmativa de inmediato por parte de Jimin.

Caminaron juntos por la costanera, disfrutando de la brisa marina y del paisaje. Hablaron sobre distintas cosas y se tomaron más fotografías antes de volver al punto de inicio, en la parada de autobús.

—No puedo creer que mañana ya volveremos a casa... —comentó Jimin, sentándose en el asiento de la parada— No quiero volver

Namjoon se sentó a su lado.

—Cinco días no son suficientes para visitar tantos lugares, ¿verdad?

Jimin asintió— Espero que en algún momento podamos volver

—Yo también lo espero —estuvo de acuerdo Namjoon, mirando a su alrededor.

A lo lejos, ambos pudieron escuchar los llamados de sus maestros, pidiéndole a todos los chicos que comenzaran a volver al autobús porque debían seguir con el itinerario para ese día.

El primero en volver fue Jimin y Namjoon se quedó un rato más ahí, sentado. No sabía por qué tenía ganas de llorar, pero la sola idea de saber que debía regresar a Nueva Zelanda lo llenaba de desesperación. No quería volver, no todavía.

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Hoseok redujo la velocidad cuando vio a un grupo de chicos cruzando la calle sin mayor precaución y a lo lejos pudo ver un gran autobús negro que tenía escrita la palabra Turismo Corea a los lados.

Él iba mirando hacia ambos lados, buscando aquella parada de autobús. Había conducido un poco más de dos horas y a medida que se iba acercando a Jumunjin, el sentimiento extraño se iba haciendo más intenso. Ahora, cuando ya estaba frente a la playa, sentía que todo se derrumbaría y no entendía el por qué.

Decidió estacionar el coche en un lugar establecido y se bajó, llevando consigo la vieja fotografía. Miró hacia ambos lados y guiado por una corazonada que no supo describir con palabras, siguió avanzando. No sabía muy bien si iba en la dirección correcta, pero aun así siguió avanzando y observando la foto en su mano, tratando de buscar la parada de autobús.

Hoseok se dio cuenta que todo el lugar estaba cambiado a como era entonces, ¿y cómo no? Habían pasado más de cincuenta años...

No dejó que ese pensamiento lo desanimara y obligó a que sus pies continuaran caminando.

Y entonces la vio.

A lo lejos, podía ver una parada de autobús que lucía un poco diferente a la que estaba en la fotografía, pero que extrañamente se parecía mucho a la de su sueño. A medida que se fue acercando, vio salir corriendo desde ahí a un chico que parecía pertenecer al grupo de adolescentes que estaba recorriendo el lugar.

—Te encontré... —susurró Hoseok.

Su estómago se apretó cuando vio el perfil de un chico sentado en la parada y parece como si sus piernas hubieran comenzado a fallar. Su corazón latía como loco dentro de su pecho y sus manos comenzaron a sudar, la vieja fotografía temblaba entre sus dedos.

Namjoon alzó la mirada de su cámara y sus cejas se alzaron levemente cuando vio a un muchacho frente a él mirándolo como si él fuera una clase de alucinación. Esbozó una pequeña sonrisa, dos pequeños hoyuelos aparecieron en sus mejillas.

Hoseok dio un paso atrás, asombrado. Con disimulo, se pellizcó la pierna para asegurarse que lo que estaba viendo frente a sus ojos no se trataba de un sueño, sino que de una maravillosa realidad. La sonrisa que le obsequió fue como una especie de curita para su corazón herido, el peso que llevaba cargando frente a sus hombros parecía desaparecer en el momento en que se dio cuenta que la persona que estaba sentada frente a él era el chico con el que había estado soñando durante tanto tiempo.

Él era real... el chico de sus sueños era real y estaba justo frente a él.

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