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Seúl era increíblemente grande, las calles eran concurridas y el bullicio parecía común para las personas de allí.
— Se alojarán en esta dirección, es una residencia muy tranquila. — Les comentó el conductor mientras les pasaba una tarjeta con el nombre de la calle donde estaba ubicado su alojamiento.
Kim tomó la tarjeta entre sus dedos, mostrándosela a su compañero quien no se esforzó por girar tan siquiera a verlo.
— Disculpe, no es por ser entrometido pero, ¿Qué le pasó en la pierna a su amigo? — preguntó el tipo observando por el espejo retrovisor a Kim.
Ya habían pasado unos días desde lo que pasó en el tren, días que le costaron un retraso en su llegada y presentación al cuartel general de Seúl, de donde ahora venían.
Kim volteó a ver a Jung, quien ya había agachado la cabeza para mirar fijamente el vendaje notorio que traía en la pierna izquierda.
— Perdón, es solo que me gustan las historias que cuentan los detectives y policías del cuartel, como estoy contratado para trasladarlos creí que no les molestaría contarme lo que sucedió, al menos eso es lo que siempre hacen los otros policías que llevo...
El castaño suspiro lentamente desviando la mirada del espejo retrovisor por donde conectaba su mirada con la del conductor.
El incidente que pasó en el tren había dejado muy desmoralizado a su compañero, quien se había negado a hablar de lo sucedido hasta entonces.
— Un sujeto me disparó... Con mi propia arma. — Respondió algo serio el pelirrojo, levantando la cabeza para buscar la mirada del conductor en el retrovisor.
Kim lo volteó a ver de inmediato, con clara confusión reflejado en su rostro.
El coche quedó en silenció durante unos minutos — No son de aquí ¿verdad? — habló el chofer nuevamente, cambiando de tema.
— No, somos del norte de Daegu, es una hermosa ciudad, espero volver pronto... — describió con dejo melancólico mientras se acurrucaba en el asiento ante la desaprobatoria mirada de su compañero, Kim.
Llegaron hasta la casa que se les había asignado, no era muy grande en realidad, pero para ambos fue una sorpresa que les dieran un cuarto a cada uno.
Namjoon ayudó a su compañero a bajar con cuidado, despidiendose y agradeciendo el servicio del chofer con una leve venia aún sosteniendo del pecho y antebrazo al pelirrojo.
Cuando ingresaron a la casa todo parecía nuevo, incluso la mesa de centro en la estancia que relucía destacando entre los muebles negros de cuero.
— Sientate aquí, te traeré hielo y buscaré un cojín donde puedas apoyar la pierna.
Jung no se inmutó y se dejo hacer cuando el castaño lo dejó sentado en el mueble más grande.
La casa era grande, y la cocina que Kim buscaba no estaba lejos ni oculta de la estancia. Se adentró tranquilo en ella, deslizando su vista por la alacena y la larga mesa que hacía de comedor en medio de todo.
Se acercó a la nevera que estaba en la esquina entre el mostrador y la alacena, abriendola y buscando una bolsa de hielos que encontró en la congeladora de la nevera.
— ¡Señor Kim! ¡su teléfono esta sonando! — llamó desde la estancia.
Namjoon se apresuró en volver con su compañero en la estancia que se inundaba en el sonido interminable de los pitidos de la llamada entrante.
— Parece que es de la agencia de Seul, ¿Habrá pasado algo? — el pelirrojo miraba atentamente a su contrario, esperando poder oír la conversación.
— ¿Bueno? — la voz de Joon se tornó firme y gruesa, hablando sentado desde el mueble mediano que estaba a la par de su compañero.
— Señor Kim, disculpe que lo llamemos a estas horas, seguramente interrumpimos su llegada a la residencia que le asignamos. — Habló un joven lentamente.
— No se preocupe, justo acabamos de llegar.
— Bien, el jefe de su cuartel me pidió que le diera la siguiente información: — pausó un momento en lo que buscaba los papeles que le habian llegado.
— Viajen a la isla Namiseon, busquen al militar veterano Min Yoon gi, pueden preguntar por él en la base que tenemos allí. Se les entregará sus pasajes mañana por la mañana. — terminó de explicar con cuidado, esperando la confirmación de los contrarios que no tardo en llegar. La llamada se colgó.
Jung tenia un claro rostro de confusión, esperaba que su jefe le explicara lo que no había entendido de la información brindada hace unos minutos pero, al ver que Kim solo se limitó a poner su pierna sobre un cojín del mueble cercano y entregarle la bolsa de hielos, tuvo que preguntar.
— ¿Por qué vamos a buscar a un militar veterano? — Joon volteó a verlo, deteniendose en su camino a explorar los cuartos del segundo piso.
— No lo se pero, si tenemos que buscarlo nosotros debe ser porque nos va a ayudar en algo. — y siguió su caminar, temiendo que Jung preguntara más cosas que no tuvieran una respuesta concreta.
Buscar a un veterano militar, ¿eso que implicaba?. Él no tenía conocimiento de que el cuartel general de seul podía disponer de militares, es más, vincularlos con los detectives en condición de depliegue.
No quería crearse ideas erróneas, por eso prefirió preparar los cuartos de ambos para irse a dormir cuanto antes, mañana debían comenzar un viaje hacia la isla Namiseon.
Como la información lo dijo, los pasajes llegaron por la mañana y ambos compañeros se embarcaron en el viaje hacia el encuentro del militar.
La isla de Namiseon precisaba ser un lugar increiblemente modernizado, a diferencia de muchas ciudades que eran aledañas a la misma Seul, las calles eran muy similares a las de Seul, al igual que las tiendas, establecimientos y los mismos habitantes, todo parecía una replica decente de Seul.
Jung parecía animado a la vista de Namjoon, seguramente el viaje en barco lo había tenido impaciente por conocer la isla luego de que descubriera que los movimientos del oleaje que provocaba en el barco le dieran nauseas.
Pronto llegaron a la base de la estación principal de Seul que les habían indicado, donde pidieron los datos necesarios de la persona que buscaban a un hombre que atendía como administración.
— Buena suerte, ja — les dijo entregandole los papeles a Kim, dejandolo intranquilo el resto de camino hacia la residencia donde encontrarían a su sujeto.
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