Tu belleza está fuera de comparación
- ¿Cómo te llamas? - Pregunto aquella bella señorita. Ese día en particular vestía un bonito vestido color vino y hace unas horas había salido de el salón de belleza. Creía que no tenia rival con su cabello rubio y su maquillaje de bastantes dólares. Podría hacer frente a la persona que acababa de conocer.
- Me llamo Yoongi - Educadamente respondió el trabajador detrás del mostrador, mientras entregaba la respectiva cantidad de dinero a ella.
Que tristeza sintió, cuando aquellos ojos verde esmeralda propiedad del precioso joven se encontraron con los suyos.
Nayeon después de unos meses sospechando que su esposo ocultaba algo importante, comenzó a indagar. Jimin llegaba más tarde de lo normal, divagaba en su propia mente y todo tomo sentido cuando lo vio afuera del banco.
Su amiga más cercana le ayudo a resolver el rompecabezas.
"He visto a Jimin pasearse afuera del banco, no entra, sólo se queda sentado en una de las bancas"
Entendía en el fondo de su alma, que el matrimonio nunca fue un deseo para él. Pero... no podían culparla, estaba enamorada de su vecino. Era el hombre perfecto para ella e hizo lo que estaba en sus manos.
Se ganó con esfuerzos a su familia, hermanos y amigos... o eso creía. Era la esposa cariñosa, amable, responsable y además bella. No lo decía para inflar su ego, los compañeros de trabajo de Jimin se lo decían en las cenas de trabajo.
Creía ver siempre una sonrisa de orgullo por parte de su marido, cuando todos coincidían que eran una pareja envidiable, pero rápidamente se borraba al hablar de descendencia.
Nayeon se excusaba que sólo era cuestión de esperar: Número uno.- Jimin quería subir de puesto y Número dos.- Necesitaban una casa más grande.
Al pasar el tiempo y cumplir con sus propósitos, comenzó a darse cuenta que era él, el que no quería tenerlos, justificando su negativa con ser aún muy jóvenes.
Estaba desesperada, porque no quería ver... que Jimin ya no la amaba. ¿Acaso todo el sacrificio que hizo fue en vano?
Amenazó hasta a el cansancio a mujeres que se acercaban a su novio cuando eran jóvenes; evitaba que sus amigos llevaran a Jimin a beber, es por eso que ella misma dejaba que la casa de sus padres se convirtiera en el lugar de juntas. Muchas veces Jimin se escapó de ella.
Pero no fue lo suficientemente listo para alejarla, no necesitaba que el pidiera su mano, siempre tuvo un az bajo la manga: su familia y la familia de su enamorado.
Nunca olvidara aquella noche, que al convertirse en la cena de compromiso, Jimin la apartó por un momento de su familia, le gritó y amenazó con fugarse para no casarse con ella. Pobre Jimin... nunca debió decirle sus planes. Al siguiente día su padre prestó una gran cantidad de dinero al señor Park, completando su plan. Si Jimin se iba, embargarían a la familia de Park por todo lo que tenían. La ley estaba de su lado, porque con un fajo de dinero, todo contrato puede manipularse.
El día de su boda creyó haber ganado, hasta que escucho...
"Ahora nunca podre amarlo"
Esas palabras salieron de los labios de su marido, mientras seguía bebiendo de su botella en compañía de sus amigos, ensuciando su costoso traje. Ellos se encontraban en una de las jardineras, alejados del ambiente de una "buena boda".
No entendió el trasfondo de todo ello. Se alejó confiada. Los amigos a Jimin sólo pudieron darle palabras de resignación.
- Suena como una bella canción... - le dio una última mirada - fue un gusto conocerte Yoongi - expresó Nayeon.
Yoongi sonrió y la despidió. Esa acción sólo la hizo sentir más celosa, era lo más hermoso que había visto en su vida: cabello rojizo, piel perfecta y ojos verdes. Quería llorar porque él no lo intentaba, sólo fue amable y ella había caído hipnotizada por su persona.
La noche llegó, termino de preparar la cena y espero sentada en la mesa a su Jimin.
Las lágrimas de impotencia querían lucirse esta vez sobre su rostro, sintiendo el ardor de un desamor miró hacia el techo, en pro de deshacerse de su derrota. El sonido de la puerta abriéndose le hizo volver a ocultar sus sentimientos.
Creó una falsa sonrisa y fue hacia su marido para besarlo. Jimin no puso objeción y la recibió con los brazos abiertos.
Fue una grata sorpresa que Jimin la haya tomado en su totalidad.
Tal vez aún no perdía, aún Jimin veía en ella una buena esposa y amante. Si consumaron su matrimonio esa noche era porque la amaba...
¿Verdad?
Amaba su cuerpo.
La amaba a ella.
¿Verdad?
Eliminó toda duda y acercó una frazada para ambos. Jimin estaba de espaldas, abrazando la almohada, ambos estaban desnudos y la noche estaba comenzando a ser gélida.
Lo tapo como si a un tesoro se tratara, mientras acercaba más su cuerpo al del contrario. Pocas veces podía apreciar escenas como estás, en donde Jimin sonreía entre sueños.
Presentía que era por ella, por que olía su fragancia y sentía sus caricias. Muy pronto también caería para soñar con un mejor futuro a lado del hombre que amaba. Sus párpados descendieron lentamente...
- Yoongi, Yoongi, Yoongi - susurró Park de forma insistente y amorosa.
El corazón de Nayeon se termino de quebrar, sin darse cuenta de las lágrimas que caían.
No durmió en toda la noche, estaba molesta y asqueada. Ahora tenia sentido, Jimin nunca la había tocado así, vergüenza sintió cuando entendió que no le hizo el amor a ella, sino a Yoongi.
Vergüenza, al entender que su esfuerzo fue inútil.
Al bajar las escaleras el guisado seguía en medio de la mesa de cristal, a lado se encontraban tal y como las había dejado el juego de platos y cubiertos de plata. Las dos copas de vino ni siquiera se tocaron.
Y no pudo dejar de compararse con la carísima bajilla: sola y olvidada que hacia frente a ella.
¿Era así como la veía Jimin? Entregó sus mejores años al bastardo y ni un gracias le dio.
Apostaba que si Yoongi le pedía a Jimin dejarla, hoy mismo haría sus maletas y se fugaría con aquel pelirrojo.
¿Iba a ser ese su final?
Un gran rencor nació en su alma, buscó su bolsa y llaves de su carro. No le importaba si aún no habrían el banco, esperaría si era necesario.
El reloj de la catedral dio las 8:00 A.M. hace una hora que había estacionado su carro en el banco. Con ayuda de los espejos y ventanas, daba miradas a cada una de los trabajadores que se acercaban. No... nadie era Yoongi.
Cuando diviso su delirio, salió del auto encaminándose a su objetivo.
- ¡Nayeon! - la voz enojada y conocida le hizo voltear.
Vio como Jimin vestido elegantemente con su traje negro y su cabello peinado hacia atrás, venía acercándose.
- ¿Qué haces aquí? - El tono de él se acercaba mucho a su noche de compromiso.
- No te atrevas a hablarme así, yo... - no se dieron cuenta que ante tal exhibición habían llamado la atención de más de una persona y tan cerca de un precioso chico, que al ver la escena quiso interceder.
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