Joseph y Alexander iban viajando en autostop a Morioh, la luz del sol los mantenía con seguridad, pero el mayor de los Joestar seguía preocupado por su familia, sin ningún medio para comunicarse solo le quedaba resignarse hasta llegar.

—Jotaro espero no hayas hecho una imprudencia — suplicaba Joseph.

—Señor Jojo debería matarme — pedía su acompañante comprendiendo que vivo sería útil al enemigo.

—Si lo hiciera serías más fácil de usar para ellos — le dejaba en claro, lo miro bien notando lo afligido que estaba — no debes temer, verás que pasaremos por todo esto y esto se convertirá en un recuerdo del cual te reirás cuando se lo cuentes a tus amigos.

Sus palabras no parecieron convencerlo, seguía cabizbajo, pareciendo perdido en su tragedia.

—Creí que esto se resolvería con usted, pero yo también lo vi, como ese enemigo parecía imbatible, dando marcha atrás a lo que usted hiciera — contaba Alexander, esto asombro a Joseph quien no había logrado descifrar el efecto de su enemigo — incluso si llegamos con Hillel tengo mis dudas sobre si podremos regresarlo a la normalidad.

—¡No te des por vencido apenas veas una adversidad! ¡Yo he encarado a este Kars siendo invencible y aquí estoy! ¡Incluso me enfrente a un vampiro milenario y morí, pero volví! ¡Si yo fui capaz de pasar por todo esto tu puedes regresar a Hillel a este mundo! — hablaba enfático y repleto de vitalidad, cosa que notó de inmediato.

Alexander sonrió, luego de superar todas las noticias del pasado de Joseph.

—Si, tienes razón, no puedo dejarme vencer volveré a ver a mi único amigo.

Al llegar a Morioh Joseph y Alexander fueron a la fundación Speedwagon, sus hombres se habían alertado al saber que su avión se estrello, pero Joseph se llevó una sorpresa al ver cómo parte de las instalaciones estaban dañadas, sintiendo un hueco en el pecho.

—¿Dónde está Josuke? ¡¿Dónde está mi hijo?! — exigió aterrado una respuesta al ver qué el área más dañada era la zona médica.

Ambos fueron llevados a una sala donde varias personas lloraban y llevaban flores, un aire de pena y dolor afligía a todos, la voz de Josuke sonaba en el fondo, estaba llorando frente un féretro, a su lado Koichi y lo acompañaba Yukako, en otro extremo Rohan se veía triste, el alíen también estaba en el evento, Jotaro vio al renovado Joseph lo miro por un momento sin reconocerlo, este le saludo sin mucho ánimo, mostrando a Alexander a su lado, los tres salieron del salón para hablar, sin embargo todos notaron la partida de Jotaro y los extraños.

—Conocemos la identidad del enemigo y su stand, temo decirte esto pero se trata de..

—Noriaki Kakyoin, el fue quien mato a Okuyasu, asistido por un tipo con un stand capaz de convertir las cosas a su alrededor — interrumpió Jotaro resentido — incluso adquirió un nuevo poder gracias a la flecha, supongo fue a Italia, me intenté comunicar con Giorno Giovanna, pero me fue imposible.

—Me informaron que el capturó a Santana, pero nada se sabe de él, luego de ello — complemento Joseph.

—¿Y ese cambio abuelo?

—Es gracias al stand de Alexander, ahora puedo ser de utilidad — decía orgulloso mostrando su bicep.

—Me alegra verte bien viejo — ocultaba su expresión sentimental con su gorra, dejándole en claro su preocupación al leer su carta.

—Oh vamos, nadie es eterno Jotaro — intentaba cambiar ese ambiente — pero más importante, ellos intentarán regresar a Kars, un antiguo creador de la máscara de piedra, me enfrente a él y perdí la mano, consiguiendo mandarlo al espacio.

—Allí entra ¿El? — señaló a Alexander.

—Si, el es capaz de darle vida a ese inmortal — aclaró Joseph.

—Pero pensamos un plan para detenerlos — interrumpió Alexander.

—Es bueno saberlo, por qué estoy dentro — apareció Josuke con la cara roja de tanto llorar.

—Estamos dentro — corregía Rohan con el resto de los amigos del difunto Okuyasu — no podemos dejar que se salgan con la suya luego de hacerle eso a nuestro camarada.

—Rohan tiene razón, como podríamos llamarnos sus amigos si no hacemos nada respecto — confirmaba Koichi.

—La batalla será en las montañas, donde caerá un meteorito — informo Joseph.

La noche cayó y en la montaña estaban Kakyoin, Hillel, el vampiro que atacó a Joseph y un hombre moreno con un tatuaje de un dragón en el costado de su rostro y de traje azul con cuadros amarillos, ellos estaban a la espera de la llegada de Kars, el pelirrojo tenía la flecha en su poder, el tiempo había llegado.

—Es una pena que Santana fuera atrapado, pero es mejor así — concluyó Kakyoin con un aire de soberbia.

—¿Estás seguro que el podrá traer a la mujer que ame? — dudaba el hombre del tatuaje.

—El dinero no pudo curar a tu mujer, déjalo en manos de Kars — le aconsejaba Hillel con una expresión nada confiable, simplemente radiaba malicia.

—¡La inmortalidad es increíble! — vociferaba extasiado el vampiro de barba extravagante — ¡Los errores se pueden corregir! ¡La eterna jaula se ha roto!

—Me alegra escuchar eso Robert, necesitaremos que corrijas los errores que dejamos atrás en Morioh — le contaba Kakyoin sacando un frasco de cerezas — vigila los alrededores, nadie puede acercarse a Sidney, su stand es el que logro traer de vuelta al “Perfecto”.

El pelirrojo juega con la cereza moviendo incesantemente la pequeña fruta roja, deleitándose de su sabor, sus colaboradores lo miraron un poco incómodos.

A los pies de la montaña llegaban los Ganstars de Passione, Giorno Giovanna, Guido Mista y el recién integrado Panacotta Fugo, quien inspeccionaba el área.

—No cabe dudas, están aquí — anuncio Fugo.

—Bien, acabaremos con ellos antes de que consigan traer a su dios — declaro Giorno en pie de guerra.

45:25 para la llegada de Kars perfecto.

Continuará…