Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capìtulo 8 - Mecho de pelo

Josephine.

Odio este internado. ¿Alguna vez lo he dicho?

Recuerdo que en mi casa no tenía que hacer los deberes de la casa, ya que había empleados para eso, ¡qué buen tiempo, ¿no? Pero aquí estoy lavando mi propia ropa. Nunca en mi vida pensé que tendría que hacer eso, y mucho menos un sábado. Este es el día que el internado ha propuesto para que los estudiantes laven y hagan todas las cosas que deben hacer. Por suerte, las lavadoras son modernas y hacen todo, pero aun así es muy estresante, ya que debemos estar aquí esperando a que la estúpida lavadora termine de doblar la ropa.

Odio la escuela.

Me gustaba más cuando la dejaba en un cesto y al otro día aparecía mágicamente doblada y limpia sobre mi cama.

— Quita esa cara, Joey, ya casi estamos terminando — dice mi compañera mientras dobla su ropa ya seca.

— Odio lavar — expreso — odio tener que hacer mis propias cosas.

— ¿Y quién te las hacía antes? — pregunta sin quitar la mirada de su cesta de ropa.

— Tenía empleados para hacer estas cosas. — respondo.

— La vida de rico — se burla —, pues nosotros, los sin dinero, tenemos que hacer todas nuestras cosas.

Hago una mueca — no me gusta esa vida — me quejo.

— Vamos, mírale el lado positivo — la miro con cara de incredulidad —. Estás aprendiendo a hacer tus propias cosas.

No, Rose, eso no es el lado positivo, como quiera, no quería aprender a hacerlo. Créeme, estaba bien sin saberlas.

— ¿Y cómo vas con el trabajo de la profesora? — pregunta.

— Ya lo terminé.

— Qué bueno, ya que era súper largo — deja una de sus prendas en la cesta para sacar la otra — o eso parece, ya que yo hice cuarenta hojas, ¿cuántas hiciste tú?

Bueno, algo que Rose no sabe es que ella hizo casi todo el trabajo, pero ¿qué va, fue una mentira piadosa? Además, a ella no le molesta hacer tareas, pues hizo esas cuarenta hojas sin problema.

— Yo hice más que tú, créeme — miento, pero pienso que a Rose no le gustaría saber que ella hizo cuarenta hojas mientras tan solo yo hice diez.

— Bien.

Muchas chicas ya terminaron de lavar al igual que nosotras, por lo que sé que ahora es el turno de los varones. Y es así, ya que todos los hombres comienzan a entrar, incluyendo a los tres idiotas. Sinceramente, me sorprende que estén aquí; siempre pensé que serían de los que obligan a alguien a lavar su ropa, sin embargo, aquí están los tres con cesta repleta de ropa.

Miro a Jackson muy flamante colocando la ropa en la lavadora, me fijo en el número de esta, que está utilizando, y es la número cuatro. Es increíble que incluso haciendo la simple acción de lavar ropa, el chico se ve súper guapo, y así dicen que Dios no tiene favoritos.

— ¿Qué observas? — Rose dirige su mirada hacia los chicos también — sabes, a veces creo que te gusta.

— Pues claro que me gusta molestarlo, es divertido ver su cara enojada.

— No me refiero a que te gusta molestarlo — la miro con el ceño fruncido —. Me refiero a que te gusta él.

Siento algo raro en mi pecho.

Me carcajeo un poco — ¿Y de dónde sacas semejante estupidez?

— El hecho de que te encanta molestarlo — dice — y que vives pensando cómo hacerle la vida imposible. Prácticamente, no dejas de pensar en él.

— Eso no es razón — expreso incrédula —, además, él también hace lo mismo.

— Sí, pero porque tú empezaste retándolo — ella lo defiende, no sé, supone que ella es mi amiga y no la de él — créeme, si no lo hubieras hecho, él ni siquiera se hubiera molestado en saber de tu existencia — auch, eso dolió.

¿Para qué enemigas si tengo a Rose?

— Pues no me interesa — me encojo de hombros — estamos en guerra y no pienso perder.

— ¿En qué momento esto se volvió personal? — pregunta.

— ¿Personal?

— Digo que te enfrentaste a todos — me dice — pero un momento a otro la guerra solo pasó entre ustedes dos, ya no te metes con nadie más que no sea con él y viceversa.

— Pues no lo sé — me encojo de hombros —. Al final del día, él fue quien hizo la broma y él fue a quien se cobre.

— No será porque te gusta.

— No, Rose, no me gusta — gruño — no lo hace.

Ella suelta una carcajada de que no comprendo la finalidad.

— Jack y Joey, ustedes son totalmente iguales — se queja divertida — son el uno para el otro.

Me río. Para ser una chica tan inteligente, dice muchas bobadas.

— No digas estupideces. Rose.

Vuelvo mi vista hacia los tres reyes, pero ninguno de ellos no está aquí. Qué raro, ya que ninguno de los chicos no se encuentra aquí.

— ¿Y los chicos? — miro a nuestro alrededor.

— Ellos normalmente se van y dejan la ropa hasta que se acuerdan — explica mi amiga pelirroja mientras termina de doblar toda su ropa.

Miro a todos lados y me percato de que todavía quedan algunas chicas, que no duran mucho, ya que unos segundos después se marcharon, dejándonos a Rose y a mí a solas.

Bajo la mirada hasta mi cesta de ropa y noto mis medias rojas, muy pronunciadas, y una loca y problemática idea se me ocurre. Sonrío, es mi momento.

— Vámonos, Joey — me dice mi amiga, pero la detengo.

— Un segundo.

La tomo por el brazo, halándola hasta la lavadora cuatro, donde se encuentra la ropa de Jackson.

— ¿Qué harás ahora, Joey? — pregunta un poco preocupada mi amiga —. Por favor —súplica— ¿No puedes durar un día sin buscar problemas?

— Solo quiero dejarle un pequeño detalle a Jackson — expresó con bastante maldad.

Por lo que pude ver, él está lavando ropa blanca, perfecto para mi plan, quitando mis deportivas siguientes de mis medias rojas intensas.

— Esto es por el trabajo — dejo caer la media roja en la lavadora, y comienza a tornarse de color rosado.

— Estás loca, Joey — exclama Rose — le pintará toda la ropa de rosa.

— Esa es la idea — me quito mi otra media y me acerco a la siguiente lavadora donde se encuentra la ropa de Josh.

— Y esto es por la mancha y por ser el cómplice del idiota — dejo caer la media, logrando el mismo resultado que en la otra lavadora.

— Ahora sí, nos podemos ir — digo fascinada mientras me dirijo a la puerta.

— A ti te encantan los problemas — susurra mientras me sigue en paso.

Sonrio, ella no tiene idea de ni cuánto.

...................

Me dejo caer en el césped mientras el sol cubre mi piel, y no es para nada molestoso; de hecho, me hacía mucha falta. Estoy comenzando a pensar que estoy muy pálida y necesito un poco de color.

Por fin, terminé con los quehaceres y, por cierto, odio hacerlo. Ni siquiera sé por qué hay personas que trabajan en eso; es bastante estresante y cansa demasiado. Creo que para la próxima pagaré para que lo hagan.

Por suerte es sábado y no hay clase, tenemos tiempo para hacer lo que queramos; ahora mismo nos sentamos frente a la piscina, por cierto, muy lejos de ella, ya que ella y yo no somos para nada amigas, pero a pesar de que no me guste, no negaré lo mucho que me gusta, la sensación y el sabor que tiene el aire.

— Y listo — escucho cómo Rose cierra su libro.

— ¿Listo, qué? — pregunto.

— Ya terminé mi libro.

— Pero si lo empezaste a leer hace tres días — preguntó un poco incrédula. Yo sé durar un mes tan solo leyendo un libro, y ella lo leyó en tres días.

— Sí.

— Entonces, ya comenzarás a hacer vida social — bufó sonriente.

— Mejor no — niega, y yo giro los ojos — iré a buscar otro libro a la biblioteca — ¿Es en serio? — ¿Me acompañas?

— No — niego — me quedaré aquí tomando el sol — me coloco los lentes de sol.

— Bien — se para de su asiento y se arregla su polera — vuelvo en unos minutos, no te metas en problemas — dice de forma acusadora, a lo que yo río.

— No prometo nada.

Ella suelta una pequeña sonrisa tierna y se da media vuelta para seguir hacia la biblioteca.

Me recuesto de nuevo en el césped para tomar el sol, pero luego se empieza a oscurecer. ¿Qué sucede? Abro los ojos para encontrarme con una horrible vista.

— ¿Qué demonios hace Mike? — digo de mala gana.

— Quiero hablar contigo, Joey — dice y yo suelto un resoplido — en serio.

Resopló aún más fuerte.

— Mike, no me importa lo que tengas que decir, lo pasado es pasado.

Lo digo en serio, no me interesa, al menos ya no. Cuando quería una explicación, él nunca se molestó en llamarme ni siquiera en dejar un estúpido mensaje, así que su tiempo pasó.

— Por el pasado es que deberías darme una oportunidad — suplica — por favor, tú aún me gustas.

— Pues tú a mí no — me siento en el suelo y noto que él está a mi lado.

— Donde hubo fuego, cenizas quedan — murmura —. Te enamoré una vez, puedo volver a hacerlo.

Giro los ojos, ¿este chico siempre fue así de intenso y molesto?

— Mike, tú recuerdas que tú tenías otra chica, ¿cierto? — le pregunto.

Entorna los ojos, no comprendo la filosofía de algunos hombres, te engañan, te lastiman y vienen y te piden perdón como si lo único fuera que se le olvidó escribirte buen día en la mañana.

No los soporto ni un poco.

— Dije que no.

— Lo voy a intentar.

Giro los ojos y vuelvo y me dejo caer en el césped, colocándome los lentes y cerrando los ojos, como si con eso pudiera lograr que Mike desaparezca de la faz de la tierra.

No me interesa tener nada de lo que me tenga que decir, y si puede desaparecer, lo que me queda de esta escuela sería fenomenal.

— Pero Joey, por favor, una sola cita y hablemos.

— Ya te dije que no — digo sin ni siquiera interesarme en mirarlo.

— Por favor...

— Mike, esfúmate, por favor — le pido.

— Joey — súplica.

— Mike — gruño — largo.

Saben lo que sucedió luego. Fue muy extraño, ya que escuché sus pasos. ¿Se habrá ido tan fácil? Pensé que insistiría más; no es que quiera que lo haga, pero conozco a Mike y sé que no se iría tan fácil. Pero bueno, mucho mejor para mí, así no me molesta.

Una sombra me vuelve a tapar; era muy bueno para ser verdad, pensé que se había ido. Iba a decirle de nuevo que se fuera o amenazarlo, pero no pude decir nada, ya que un chorro de agua cayó en mi cara, entrando en la nariz y boca, haciéndome toser.

Siento que me ahogo y, cuando me incorporo, en el suelo de todos los orificios de mi rostro comienza a salir agua. Esos malditos casi me matan.

— ¿Qué de...? — Tuve que seguir tosiendo; abro los ojos, encontrándome con los tres supuestos reyes. — ¿Qué diablos les pasa a ustedes?

Ellos toman mis dos brazos, logrando que me pongan de pie. Después, entre Josh y Liam, toman mis brazos haciéndole presión, pero no tan fuerte. Peleo, pero ellos no me permiten que me suelte.

— ¿Qué les pasa, par de idiotas? — grito — suéltenme, su...

— ¿Qué demonios les pasa a ustedes? — exclamó al ver a los tres chicos.

Ellos toman mis brazos y hacen presión, pero no tan fuerte.

— No te hagas la estúpida — gruñe el pelinegro —, sabes lo que hiciste.

— ¿Ahora qué hice? — pregunto, tratando de parecer inocente.

Trato de disimular la risa porque claro que estoy más que consciente de lo que hice y lo volvería a hacer.

— Arruinaste nuestra ropa — escupe Josh.

— Ustedes no tienen prueba de eso — respondo de manera desafiante.

— Sabemos que fuiste tú — agrega el castaño.

— No te preocupes, de seguro papi te comprará más — comento burlonamente, y Josh hace presión en mi brazo, causándome dolor.

— ¿Qué haremos contigo? — dice Jackson, tomando un mechón de mi cabello y enrollándolo en su dedo —. Tú como que no entiendes cuál es tu lugar aquí.

— ¿Según tú, cuál es? — respondo con burla, retorciéndome en los brazos de los imbéciles.

Realmente no me duelen, no tanto, pero no me dejan moverme.

— Por debajo de nosotros, como todos los demás — responde Jackson.

Ruedo los ojos y los miro con enojo maldito y egocéntrico; estos idiotas no pretenden soltarme y me están lastimando.

— ¿Y qué pretendes hacer? — continúo burlándome — ¿Me harás perder otro examen? ¿O mejor harás que me expulsen?

Jackson se ríe con sus amigos.

— Realmente no me interesa que te vayas aún — dice, sorprendiéndome —. Antes de irte, te enseñaré a no meterte donde no te llaman.

Los miro unos segundos, evaluando si debería asustarme o no, aunque yo no me asusto por nadie. No creo que vaya a hacer mucho estando delante de las personas, aunque he notado que no importa lo que Jack y sus amigos incendian la escuela; ni siquiera los profesores intervienen.

— Suéltame — intento sacudirme, pero ellos hacen más fuerza — o voy a gritar.

— Jack, creo que nos estamos pasando — dice el rubio, mostrando algo de juicio.

— Eres un idiota — le escupo a Jack —. Para resolver los problemas con una chica, necesitas de tus dos amigos. ¡Qué poco hombre eres!

Él les hace una seña a los chicos, y automáticamente me sueltan. Acaricio levemente mi brazo; esos idiotas me lastimaron. ¿Ahora qué hago? No puedo simular ser la más valiente; ahora son tres y me llevan ventaja. Miro a ambos lados en busca de ayuda, pero me sorprende que nadie se encuentre ahí. ¿En qué momento se fue todo el mundo? De seguro, cuando llegaron los tres idiotas. Cobardes.

Ahora lo único que me queda es correr, pero es un caso perdido. Cuando lo intento, Jack logra agarrarme y devolverme hacia atrás. Intento golpearlo, pero antes de que toque siquiera, él toma mi brazo y le da una vuelta, presionando contra mi espalda y apretándome contra la pared.

— Suéltame, idiota — forcejeo un poco, pero aun así no puedo soltarme.

— Ya no eres tan valiente — presiona mi brazo, causándome dolor —, eres muy brava, así que al parecer voy a tener que enseñarte quién manda aquí.

— Haz lo que vayas a hacer y cierra la boca. — puedo tener una pistola en la mano y aun así no estoy dispuesta a rendirme ante este idiota.

Se acerca a mi oído y puedo sentir su respiración en mi piel.

— Me tienes harto, Josephine — susurra — y aunque no lo creas, tengo mucha paciencia contigo. Quizás no sea hoy ni mañana, pero me vengaré de ti.

— Por qué no dejas de amenazar y haces lo que tienes que hacer — grito, y él aprieta mucho más mi brazo, causando más dolor. Incluso logra que me queje; demonios, siento que me romperá el brazo — imbécil, me lastimas.

— Josh, ayúdame aquí.

— Con gusto.

Me imagino lo molesto que también tiene que estar el pelinegro. Él también participó, pero eso le pasa por ser cómplice de este pedazo de energúmeno. Josh toma ambas manos, separándome de la pared. Aunque no hace tanta presión, ejerce suficiente fuerza para que no me pueda soltar.

— Últimamente, gracias a ti, estoy teniendo muchas cosas de color rosado — me mira muy sonriente —, creo que quiero algo más.

Entro en pánico cuando veo que saca unas tijeras. Comienzo a moverme en los brazos del pelinegro, pero no puedo hacer nada; tiene mucha fuerza. El rubio se acerca y lo ayuda. Cuando me mantienen lo más quieta posible, Jackson toma un mechón de mi cabello delantero.

— Espera, no.

Lo enrolla en su dedo y zapp, corta un mechón. Suelto un enorme grito cuando veo cómo se queda con una leve cantidad de mi cabello en la mano. Pero maldita sea, fue de la parte de adelante.

Suelto un chillido que sé que alarmo a todo el alrededor.

— Maldito, juro que acabaré contigo.

— Para la próxima, no será un simple mechón, sino tu lengua — murmura triunfante, y juro que le borraré esa sonrisa —. Me lo quedaré para mi colección — enseña el montón de cabello.

— Hijo de perra.

Sus amigos finalmente me sueltan y me encantaría ir detrás de ellos, pero creo que el ver que tengo un lado de cabello más corto y mal cortado me hace querer llorar.

Ese, ese... Suelto un chillido.

— ¿Qué acaba de pasar, Joey? — ni me di cuenta de cuándo Rose llegó.

— Esos imbéciles me pasaron — señalo a Jackson y sus amigos que van de camino a la puerta de la escuela como si fueran los dueños del mundo.

— Dios, Joey — sé que mi amiga — ¿Qué parte de que no te metas en problemas no entendiste?

Lo único que hago es ignorar la queja de mi amiga y concentrarme en mi mechón menos. Lo único que sé es que Jason la pagará caro por todo lo que está haciendo, y no me daré por vencida; voy a acabar con ese idiota.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro