Jackson
—¿En serio tengo que hacer esto? — pregunta Josh indignado, como si le acabamos de decir que tenemos que sacrificar su vida — crees que jugarle una broma a esa chica es más importante que tu amigo.
— Vamos, Josh, te estoy pidiendo que le coquetees unos segundos, no que la embaraces.
— Deja de quejarte, idiota — se burla Liam de la cara de Josh.
— Es muy fácil decirlo, tú no tienes que besar a la friki — expresa Josh con una mueca de asco en su rostro.
— No tienes que besarla —intervengo—, solo tienes que coquetear con ella.
— Eso es igual de asqueroso — vuelve y se queja.
Giro los ojos, mientras quiero aniquilar a Josh por no cooperar. Necesito esa llave y puedo conseguirla, pero sé que Josh puede conseguirla aún más fácil.
—¿Por qué no le dices a tu hermana? —pregunta.
— Sabes que ella no apoya estas cosas; además, es la friki que las tiene.
La friki chica de cabello verde, percing por toda la cara y tatuaje por todo el cuerpo y famosa por siempre tener pintalabios de colores muy extraños. Hija de un cantante de rock bastante conocido en Europa y América, y sobre todo muy talentoso, ella va por ese mismo camino.
Ella es la secretaria del grupo de chicas, y por eso ella tiene lo que se llama una llave mágica. Es una sola llave que abre todas las habitaciones de las mujeres. Claro, solo se usa en caso de una emergencia, y esto es una emergencia. Y la chiquilla está coladita por Josh, así que necesito que Josh intente coquetearle para entretenerla mientras Liam saca la llave de su mochila.
— No seas marica y vamos — Liam comienza a empujar a Josh en dirección a la biblioteca y tiene en el rostro una mueca que me causa gracia.
Me quedo fuera vigilando; tampoco es que ningún profesor vaya a venir a intervenir; ellos tratan de no meterse con ninguno, y no hablar con mis amigos, es en general. Una desventaja de las escuelas privadas es que, como nuestro padre manda, básicamente nosotros mandamos también.
Esto pasa mucho en las escuelas de élite, donde los profesores en realidad están por debajo de los alumnos. Muchos aquí, con una simple llamada, pueden arruinar su carrera y ficharlos para que no vuelvan a ejercer su carrera en lo que queda de vida. En especial yo; mi padre tiene mucho poder, pero lo que la mayoría no sabe es que mi padre solo tiene esta escuela para aparentar que ayuda a la comunidad. Únicamente tiene cabeza para su empresa, y realmente el que maneja más esta escuela es uno de sus perros falderos, Stiven Rossos, y basta con decir que solo debo hacer una llamada para que expulsen o despidan a alguien. No averigua, solamente lo hace.
Y no solamente hablo de la escuela, también de cualquier empresa donde mi padre tiene relaciones, que son muchas, ya sea que es socio o tiene inversiones. Puedes ser una de las familias más ricas y, con una llamada mía, puedo destruir una empresa como he hecho. Aunque debo admitir que mi padre no sabe nada de esto, pero con un treinta por ciento más de salario y el hecho de que con el dinero de mi padre les pago la colegiatura a sus dos hijas, Rossos me obedece y no dice nada.
Yo manejo la escuela a mi antojo cuando es necesario. Por lo menos aquí mando yo.
En mi visión aparece una chica con el cabello totalmente pintado de rosado, recogido en una coleta alta. Camina en conjunto a su amiga entre los pasillos de la escuela. Su aura llama la mía, no sé por qué, pero, desde que se instala frente a mí, mis ojos son halados hacia ella como un imán.
Sus ojos están girando de un lado a otro, como si buscaran algo, hasta que dan con los míos. Nos miramos fijamente unos segundos, sin expresión alguna. Ella me observa directamente a los ojos con sus grandes ojos grises, sin ningún tipo de permiso o consentimiento, y yo realizo el mismo acto. Ella alza una ceja con una sonrisa burlona.
Me está retando.
Una sonrisa amenaza con salir en mi rostro, pero la contengo.
Esta chica, aunque solo lleva menos de una semana aquí, ya me ha retado, amenazado y casi me golpea. No lo aparento, pero eso se gana un poco mis respetos. Normalmente, a los nuevos siempre les hacen la misma historia y automáticamente se vuelve del montón, es decir, de todos los chicos de la escuela que no se atreven, ni siquiera a mirarme fijamente.
Sé que a veces las personas exageran la historia más de la cuenta, y no les importa averiguar; simplemente se limitan a volverse del grupo que no nos molesta. A veces noto que hay personas que ni siquiera sé quiénes son, pero a ella, aunque al parecer ya ha escuchado de mí, de nosotros, aun así no le interesa...
Su amiga, la pelirroja, al ver que ella me mira fijamente, toma su mentón y lo gira bruscamente para que ella deje de mirarme, lo que me causa mucha gracia.
Aprovecho que ella se encuentra con la mirada de su amiga y me fijo más en ella.
Miro su cuerpo, miro su cabello, miro todo en ella; no sé por qué desde que llego he tratado de evitarlo, pero no puedo, es como si hubiera algo en ella que me atrae siempre la mirada. Incluso cuando noto que tengo demasiado tiempo mirándola, intento quitar la mirada; sin embargo, no duré dos minutos cuando ya volví a verla.
Unas carcajadas llaman mi atención; por fin algo sí me hace quitar la mirada. Giro la cabeza levemente hacia la puerta de la biblioteca, encontrándome con un Liam muy sonriente y un Josh bastante molesto, y puedo notar que tiene en su rostro cerca de sus labios un poco de ¿pintalabios azul?... Me río. La friki lo besó.
Él se coloca al frente de mí y me arroja las llaves a mi pecho.
— Me debes una muy grande, hijo de perra —él se da vuelta y comienza a caminar en dirección a las habitaciones. Liam me mira, causando que yo comience a reírme junto a él.
En unos cinco minutos llegamos a las habitaciones de las chicas; ya las clases comenzaron y bueno, la mayoría está en clase; solo tenemos que llegar a la habitación, sin que la encargada de las habitaciones de las chicas no atrapen.
Subimos a las habitaciones, y fue más fácil de lo que pensamos, ya que al parecer ella no andaba rondando esta vez. Me sorprendí cuando buscamos en los registros que están en la puerta, que indican en qué habitación está cada chica, y Josephine está en una común.
Aunque no sé por qué me sorprende, si la chica pelirroja está en una común, como es becada, debí imaginarme que ella estaría junta.
Entro a la habitación y me sorprendo de cómo es; nunca había entrado a una común. En el edificio de los chicos no hay habitaciones comunes; ninguno de los chicos las tiene. Es pequeña y tiene demasiada cama. Solamente tiene un aire central y tiene muchas insuficiencias.
— Qué lugar más incómodo y raro — murmura Liam.
— ¿Ya estamos aquí? ¿Ahora qué haremos? — pregunta Josh, mirando toda la habitación.
— Reúnan toda la ropa — digo.
— Nada más la ropa —¿Pregunta Josh?
— Si comenzaremos con algo sencillo — murmuro — una advertencia.
Ellos se acercan a las maletas, que por obvia razón son las de ella porque ella es la única estudiante de nuestro año que acaba de llegar. Quizás para nuestra suerte no ha sacado mucha cosa de la maleta, así que nos facilita un poco el trabajo.
Como era de esperarse, su ropa es algo punk, pero para mi sorpresa no es oscura, al contrario, tiene ropa muy colorida.
Ellos terminan de juntar todas las ropas y las dejan en el suelo. Yo saco el líquido de mi chaqueta. Se sorprenden.
—¿Dónde lo conseguiste? — pregunta con una pequeña sonrisa.
— No preguntes.
El ácido yodhídrico y el ácido clorhídrico son unos de los 7 ácidos más fuertes, lo suficientemente fuertes como para desintegrar tela. Una vez en clase de química los ligué por accidente, y al derramarse, derritió el guante de goma que llevaba puesto; un pedazo del uniforme incluso me hizo una quemadura que me duró unos meses en sanar, y ahí supe qué tan fuerte era el producto.
Ellos terminan de amontonar toda la ropa de la chica en el suelo; yo comienzo a esparcir el líquido en la ropa y segundos después puedo ver ante mis ojos cómo toda la ropa comienza a desintegrarse.
Era obvio que no iba a hacerlo con fuego, sino quería alarmar a la escuela completa de lo que estoy haciendo.
Noto cómo Josh mira entre las cosas de la pelirroja. No sé qué es lo que busca o por qué lo hace, pero por suerte veo que hay una libreta cerca.
— Josh —él se sobresalta y no comprendo por qué — pásame esa libreta.
Él duda unos segundos, pero luego me la pasa, arranco una hoja y tomo el mismo lapicero que estaba en conjunto en la libreta, poniendo una nota.
"Por la boca muere el pez y si sigue así tú también".
Me río. Sé que es mucho, sin embargo, espero que comience a comportarse, porque realmente la próxima vez me desaré de ella.
Dejo la nota sobre el montón del resto de tela; solo lo hice por pedazos para que vea qué es lo que sucede.
— Genial, tendré que conseguir uno de esos líquidos — murmura Josh, terminando de ver cómo se desintegraba toda la ropa.
—¿También quieres quemar la ropa de alguien?—pregunta Liam, también mirando la ropa.
— Sí, digamos que es para eso — dice en un tono burlón Josh, aunque estoy muy seguro de que no es para eso.
— Chicos, nos tenemos que ir — avisa el rubio—, casi es hora del almuerzo y las chicas van a comenzar a salir.
— Vámonos.
Abro la puerta discretamente, mirando hacia los dos lados, percatándonos de que no se encuentre nadie en el pasillo. Yo hago señas a los chicos para que me sigan y salimos corriendo del lugar, asegurándonos antes de que la puerta quede bien cerrada, pero percatándonos de que ningún profesor o alguien más nos cache.
Nos dirigimos a la cafetería. Está repleta de chicos y literalmente se están chocando unos con otros. Eso se debe a que estamos en la primera semana, y todos los estudiantes vienen a la cafetería, pero con el tiempo los estudiantes irán dispersándose y comenzarán a comer en otros lugares. Por suerte, eso no es un problema para nosotros, ya que estamos en un sitio más elevado en la cafetería.
Realmente, esta mesa pertenecía a los profesores cuando comían en el mismo lugar que nosotros, pero cuando les hicieron un lugar especial para comer, ellos se fueron y nosotros nos adueñamos de la mesa, y literalmente nadie se atreve a subir. Mejor rodean la mesa y no suben aquí para evitar problemas con nosotros.
Tomamos asiento en la mesa donde ya hay algunos chicos de nuestro grupo rodeando la mesa.
— Jack — la voz de Danielle se hace presente. Ella se sienta en mis piernas y me da un gran beso en los labios.
Me sorprendió el hecho de que las gemelas no venían en conjunto con ella, más bien llegaron unos segundos después que ella.
—¿Te ocupaste? — pregunta refiriéndose a la chica nueva.
— Sí, me hice cargo — le doy una pequeña sonrisa—; creo que después de eso entenderá un poco su lugar.
Les doy una pequeña sonrisa cómplice, a lo que los chicos responden igual. Seguimos en la mesa a punto de comenzar a comer. Escucho a los chicos hablando del próximo partido de baloncesto, mientras las mujeres hablan, no sé de qué demonios. La cafetería tiene mucho murmullo, cosa que me está causando migraña.
Un gran estruendo llama la atención de todos los presentes en la cafetería; alguien ha abierto la puerta bruscamente. Sonrío como un villano de película porque soy muy consistente con lo que viene después.
Una chica con el cabello de color fantasía se para en la entrada de la cafetería. Noto cómo su amiga intenta detenerla, pero ella parece un volcán en erupción, no importa lo que hagan, va a explotar sí o sí. Busca a alguien en la cafetería solo con sus ojos y se ve bastante molesta. Supongo que alguien ya descubrió que ya no tiene ropa que ponerse.
Ella gira sus ojos por toda la cafetería hasta que sus ojos chocan conmigo, y yo, en señal de burla, levanto mi mano como en forma de saludo. Ella comienza a caminar hacia mí y se ve muy decidida y molesta. Entrecierro los ojos. ¿Qué pretende hacer? Pues entiendo que no me va a matar; estamos delante de demasiadas personas. Aunque su rostro dice que le importa un comino el hecho de que estemos en público, va a apuñalarme.
Se escucha un pequeño bullicio en la cafetería cuando ella sube al lugar de nuestra mesa, ya que como contaba anteriormente, nadie se atreve a subir aquí. Danielle se para de mis piernas con dirección hacia ella, con el propósito de devolverla de aquí, porque la que implementó la regla de que nadie subiera aquí fue Danielle.
— Oye, rosita, fresita, no sé si sabes, pero...
Josephine pasa de largo chocando con Danielle, logrando que ella perdiera el equilibrio y cayera al suelo; automáticamente, las gemelas van en ayuda de Danielle. No sabía que una chica podía tener tanta fuerza. Hago el intento de levantarme también, pero antes de que pueda hacerlo, ella llega y se instala al frente.
Todos en la mesa la rodeamos, parándonos frente a ella, pero eso a ella le importa un comino. Me he dado cuenta de que a ella no importa la multitud. Ella es capaz de cortarnos la cabeza si de ella depende.
— ¿Quién lo hizo? — pregunta.
—¿De qué hablas? —pregunta uno de lo de atrás.
— No se hagan los estúpidos — gruñe — la bromita esa con mi ropa.
Saca la pequeña hoja donde le deje la frase escrita o más bien la amenaza dicha, miro la hoja unos pequeños segundos, pero entonces sus ojos me escanean al ver cómo miro la nota.
— ¿Tú lo hiciste? — Es más una afirmación que una pregunta.
Abro la boca y me río: — Sí, fui yo.
— ¿Tú y quién más? — pregunta.
Sé que mis amigos están a punto de hablar, pero los interrumpo.
— Yo — digo —, yo lo hice solo.
Ella no necesita saber más de lo que quiero que sepa.
— ¿Se supone que esa es tu broma?
— ¿Broma? — arrugo las cejas — más bien te hice un favor a ver si aprendes a vestir como una señorita — sonrío y la miro de arriba abajo — y menos como una camionera.
— Camionera —murmura entre dientes.
Arruga el papel y lo lanza pegándomelo en la frente.
— Suerte que tu opinión me la paso por el culo — giro los ojos.
— Vulgar y desalineada — dice Danielle—, otra evidencia de que el dinero no da nada de clase.
— Ni cerebro, al parecer — dice Josephine mientras la mira de arriba a abajo.
— Tú no perteneces aquí, bicho raro — le gruñe Sahair—, nosotros no te queremos aquí, no tienes clase, no tienes educación, Dios mío, ni siquiera eres una chica con la que se puede hablar, eres grosera y vulgar.
A pesar de que todo eso se lo está diciendo delante de prácticamente toda la cafetería, eso parece no importarle.
— Pues si no me quieres aquí, le reto a que ustedes me saquen de aquí — gruñe ella — los reto, llamen a sus papis para que me saquen — se burla — vamos porque eso es lo que ustedes son, unos niños de papi — gira a Danielle y la gemela — unas malcriadas abusivas — luego gira a nosotros — y ustedes unos malcriados falta de atención, que no sirven para nada sin sus padres.
Siento una punzada en el pecho cuando dice tal cosa.
— Vamos, los retos, háganlo — grita y sus ojos se concentran en mí — vamos, llama a tu mami y quéjate para que ella venga a me saque — gruñe, cuando sus ojos me escanean cambia la mueca y pone una risa burlona — o qué mami no te presta atención.
Entonces la punzada en mi pecho se intensifica, juntándose esta vez con la ira, siento cómo la mirada de mis amigos se intensifica en mí, principalmente la de Danielle.
— Vamos, Jackson ve, ...
Y antes de que siga hablando, sigo mi camino chocando con su hombro, haciéndola tambalear saliendo de la cafetería, pero eso no es lo peor, sino que ella me sigue.
— Jackson, te estoy hablando — grita — Jackson.
Me giro de golpe y la tomo del brazo.
— Déjame en paz — ella arranca su brazo del mío — y no hable de lo que no sabes — iba a seguir mi camino, pero me detengo dándome la vuelta. — Josephine, mantén la distancia, sigue tu camino y yo sigo con el mío y hagamos como que nunca nos conocimos.
— Qué fue muy gracioso cuando lo hiciste, pero ahora no — se ríe — te voy a enseñar a no ser abusivo, idiota.
Entonces la miro fijamente.
— Haz lo que se te pegue la gana — escupo —, pero atente a las consecuencias.
— Yo soy amante de los problemas, Jackson — dice mi nombre con una maldad increíble —, tú empezaste esto y ahora esto no se quedará así.
—¿Tú quieres hacer esto personal? — Gruño.
— Eso lo hiciste tú cuando el problema no era tuyo, pero lo tomaste para ti — escupe —. Te recomiendo que comiences a dormir con un ojo abierto.
Giro los ojos mientras me voy de ahí antes de que la ira me haga hacer algo de lo que después tenga que arrepentirme.
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