Capìtulo 16 - Explusada
Josephine
Tomó la bandeja repleta de un puré que no estoy muy segura de qué es o si es legal, lo observó unos segundos y todavía no puedo distinguir, se ve tan extraño. Lo muevo ligeramente y puedo ver cómo este hace un movimiento como si una gelatina tratase. ¿Se supone que el puré tenga una consistencia tan líquida? Que recuerde, no.
Este puré lo cocinó una chica de último año que aparentemente es una chef profesional, pero por la textura y forma del puré parece bonito. Pero no lo juzgaré por su forma, así que lo probaré aunque este se vea fatal, bien fatal.
Rose y yo tomamos asiento en una de las mesas del fondo; sí podemos notar que es por culpa de Rose, ya que ella evita a toda costa llamar la atención y eso incluye en la cafetería. Unas presencias toman asiento delante de mí.
— ¿Ustedes comerán eso? — pregunta Jackelyn, mirando con cierto horror el puré.
— Pensé que era la única que lo consideraba asqueroso — expresa Rose mirando fijamente el puré.
Y eso es mucho decir, ya que Rose es de las personas que a todo tiene que verle el lado positivo, así que si Rose lo encuentra asqueroso, es muy posible que sea más asqueroso de la cuenta.
Me encojo de hombros, tomé la cuchara con todo el valor del mundo y tomé un poco del puré mirándolo, para dudar unos segundos si esto es seguro comerlo o no, pero al final decido que sí. Aunque algo en el fondo me dice que me va a intoxicar.
Cuando me entró la cuchara a la boca, hago una mueca. No solo se ve horrible, también sabe horrible. El horrible sabor a comida vencida se apodera de mi boca, causando una cara de asco. ¿Cómo se supone que es una chef profesional?
— Esto está horrible — digo mientras con una servita limpio mi boca.
— Lo sabía — dice Jackelyn —, no es que sea una experta en comida, pero estoy muy segura de que un puré no queda de esa forma. —Ella toma su cartera.— ¿Quieren que pidamos pizza?
— ¿Aquí se puede pedir comida? — pregunto esa información no la tenía en mi poder.
Pensé que no se podía, ya que está estrictamente prohibido que personas fuera del internado estén entrando en este lugar.
— Claro, solo la pagas con la tarjeta y ellos la dejan en la entrada — explica — y luego vas y las buscas.
Esa información no la tenía en mis manos, pero qué bueno que ya la sé, demonios, y yo comiendo algunas comidas que no me gustaban y sufriendo.
— Pues vamos a pedir la pizza— dice Ròse.
Jackelyn, con una de sus grandes sonrisas, asiente mientras toma su plato lleno de puré y se acerca al cesto de basura donde deposita todo el contenido que hace un momento se encontraba en el plato. Ella deja el plato sobre la mesa que se encontraba al lado y, antes de que ella pueda girar, una chica baja de estatura y con un pelo corto de color amarillo se acerca a ella.
— ¿Por qué votas esa comida? — ella le reclama — sabes que hay niños que desearían comer esa comida.
—Sí, lo siento — habla Jackelyn con su típica sonrisa —, pero es que tiene un sabor no tan bueno y sé que aunque lo guarde, nadie quería comerlo.
Qué linda es Jackelyn. Yo lo hubiera dicho sin maquillaje, que ese puré está del asco, que un plato de gusanos quizás hubiera sabido mejor. Los ojos de la chica son aguados y la piel de su cara comienza a tornarse de un color rojizo.
— Este puré lo cociné yo — escupe la chica de mala manera.
Oh, así que ella es una cocinera mediocre, me encantaría saber dónde estudió cocina para ponerle una demanda.
La cara de Jackelyn cambia a una más confundida.— Oh, lo siento mucho.—Ella intenta tomar su mano; en cambio, la rubia la quita. Esto no me da buena espina.—No quería ofenderte.
— Pero lo hiciste — ella le grita; todo el presente en la cafetería comienza a mirar — y no solo eso, sino que también me humillas botando mi comida.
— Yo lo siento.—En la voz de Jackelyn se puede notar cómo se quiebra.
Se me olvidaba lo sensible que puede ser Jackelyn, incluso mucho más que Rose.
—¿Crees que porque eres hija del dueño de la escuela puedes humillar a los demás?
¿Y de dónde ella sacó eso? Odio cuando las personas interpretan cosas que nadie ha dicho. Jackelyn nunca dijo eso y mucho menos aparentar ser una persona así, con decir que al conocer a Jackelyn lo menos que aparenta es ser hijo de un multimillonario que es dueño de donde ella estudia. Si habláramos de Jackson, tal vez sí, pero Jackelyn es la cosa más humilde y tierna que conozco luego de Rose.
— No, yo no quise — la chica hace el intento de golpear a Jackelyn, pero en un acto sorpresivo para todos, ella se defiende golpeando a la chica primero, logrando que esta caiga al suelo.
La chica deja salir un grito ahogado.
— Lo siento tanto — dice Jackelyn tratando de acercarse a ella.
¿Por qué le pide disculpas si fue ella quien intentó golpearla primero?
— Oye — una voz masculina se hace presente— ¿qué te pasa con mi novia?
Un tipo castaño, bastante alto y con un cuerpo un poco fornido, se acerca de forma amenazante hacia Jackelyn, y automáticamente las lágrimas comienzan a salir de los grandes ojos azules de Jackelyn. Creo que es tiempo de intervenir.
Me acerco más a ellos.
— Oye, Joey — Rose interrumpe mi camino — no creo que tengas que intervenir.
—¿Por qué no? —No quito la mirada de la escena de adelante — no puedo dejar que el imbécil siga asustándola.
— Ese tipo te dobla el tamaño — susurra mientras observa al tipo —. No es mejor esperar a que un varón intervenga.
— No esperaré a que uno de estos imbéciles se digne a defenderla.—Intentó volver a caminar, pero Rose me detiene nuevamente.
— Puede golpearte, Joey.
— Quiero ver que lo intente.
En el tierno rostro de mi amiga castaña se puede ver el terror y quizás estoy loca, pero no hay cosa que tolere menos que los abusos.
— Yo lo siento, no quise...
El tipo toma el brazo de Jackelyn.
Yo tomo la mano del tipo y de una forma brusca la quito del brazo de mi amiga.
— Oye, imbécil, tu madre no te enseña a respetar a las mujeres.—Me interpongo entre él y mi amiga castaña.
— Esto no es contigo, zorra, así que no te metas — gruñe.
Gran error, amigo.
— Zorra tu madre.
Sus ojos se giran hacia mí como si fuera a asesinarme, pero no conmigo, eso sí, no se lo permito.
Y antes de que pueda decir algo más, lo golpeo haciendo que voltee la cara. Mierda, me dolió el puño, pero me la lucí con ese maldito. Escucho el bullicio a mi alrededor.
— Conmigo, no, maldita — murmura.
Y si soy sincera, esperaba de todo menos que me pegara el bofetón que me acaba de pegar. Literalmente doy una vuelta de 360 grados y caigo al suelo de golpe con mi piel en llamas. Ese animal me acaba de golpear; el sabor a hierro se instala en mis papilas. Mierda, me pegó fuerte, tanto que creo que me sacó sangre.
De un momento a otro, al chico básicamente lo arrojan al suelo de mala manera; después divisó a Lombard sobre él, golpeándolo como si hubiera sido a él a quien le dan tremenda bofetada.
Me encantaría ser la chica buena que ahora trata de parar la pelea, pero no quiero que Lombard lo golpee lo más que pueda y que le enseñe a respetar. Mientras más sangre veo en sus rostros, más me siento satisfecha, aunque creo que ya fue suficiente; tampoco voy a dejar que lo mate.
A pesar del ardor y la sangre, Rose se acerca a mí y me ayuda a pararme, pero no salgo del lugar, sino que me acerco más, específicamente a donde su hermana trata de separarlos, pero no puede.
Sus dos amigos miran la escena con cierta risa, esos malditos, así que me dirijo a ellos.
—Sepárenlos — le ordeno.
El pelinegro gira los ojos mientras que el rubio asiente, y ellos logran lo que nadie más pudo: tomar a Jackson y separarlo del chico.
Él se separa del chico que está en el piso con un ojo morado y los labios partidos, miró el puño ensangrentado de Jackson mientras que todo el mundo tiene sus ojos puestos en la obra de teatro. Por unos segundos se gira hacia su hermana, inspeccionando que no tenga golpes, pero al ver que no, vuelve a mí, toma mi rostro y lo impresiona una y otra vez.
— ¿Estás bien? — pregunta, viendo mi labio partido.
— Si yo estoy...
— ¿Estás segura?
— Sí, pero Jackson...
— Podemos llevarte a enfermería — pregunta como por cuarta vez.
— Sí, Jackson, lo estoy.
Y mi corazón da un vuelco al ver esa simple acción de preocupación; está acelerado y puedo notar que el de él también. Sus ojos están dilatados de la adrenalina y solo nos miramos uno al otro como si estuviéramos solo en esta cafetería.
No sé si busca algún golpe más o algún indicio de dolor, pero solo mira mi cara con una preocupación que solo la vi una vez en mi vida.
— Hijo de perra — oímos el rugido del chico golpeado y volvamos a la realidad — esto te saldrá caro.
Jackson me suelta y no negaré que sí quise ver esa pelea nuevamente . A ese chico hay que enseñarle a respetar; no voy a negar que yo lo golpeé, pero él iba a golpear a Jackelyn, que básicamente le estaba llorando por nada.
— Ustedes dos, altos — escuchamos el grito; todos giramos y vemos al director. ¿Y en qué momento llegó este hombre? — Tú — señala al chico —, tú — a la novia del estúpido —, tú — luego a Jackson —, y tú — por último a mí. Debí imaginarme que no me salvaría de esta — a la dirección ahora mismo.
En la cafetería se hace un silencio sepulcral; parecemos un cementerio a medianoche. Todos nos miramos y luego comenzamos a seguir al profesor de ética hacia la dirección. Jackson pasa por el lado del grandullón y lo choca por el hombro y yo le regalo una mirada asesina. Ese maldito, me alegra que lo hayan dejado como está.
......................
Luego de ese gran sermón, casi de cinco minutos, en el que no entendí nada. Estaba un poco nerviosa; Jack, cada ciertos minutos, me miraba como si estuviera preocupado; quizás sí lo estaba.
Al final a ninguno de nosotros nos hizo nada, solo se la pasó hablando disparates, nos puso un castigo y luego terminó. A ese maldito no le hizo nada; estoy segura de que es hijo de alguien importante.
Soy hija de personas importantes, pero para mi mala suerte, no aquí, no en el país, no en el continente.
— Pueden irse, excepto tú, Josephine — habla el director —. Tú quédate unos segundos.
Todos me miran unos segundos, en especial el grandullón que me mira con burla. Espero que no me den un castigo porque a ese imbécil también me golpeó, y veo que lo dejaron salir.
— Director, tengo mucha tarea que hacer, así que...
— No se preocupe por esas tareas — dice seriamente y algo me preocupa —. Usted está en graves problemas.
— ¿Pero por qué si él...?
— No fue por la pelea.
— Entonces — arrugó las cejas.
— Porque sé que fue usted quien robó el examen oficial.
Abro los ojos como platos; ya había olvidado ese tema y más con todo lo que acaba de pasar...
— Yo...
— No intentes negarlo — me observa de manera desaprobatoria —. Una persona de nuestra suma confiabilidad fue la que nos los dijo.
Giro la cabeza y veo a Jackson que me mira por una hendidura que tiene la puerta, y caigo en cuenta de que seguro que fue él quien se lo dijo, claro, como pensé que él desperdiciaría la oportunidad de deshacerse de mí.
Maldita sea, Jackson, estoy segura de que fue él, además de que él es el único que sabía, aparte de Rose, que yo tenía el examen, además de que otra persona sería de suma confiabilidad del director que el hijo del dueño de la escuela, al que le creen la mínima mierda que dice.
Ese imbécil, fingiendo que le preocupo y todos esos disparates, por fin logró que me expulsen, pero no me importa si me voy, pero de esta no se librará.
Suspiro y no respondo, no tengo nada que decir.
— Por su silencio, creo que acaba de confirmarnos que es cierto — el director se acomoda su corbata —. Es bastante penoso, señorita Bennet, ya que no pudo completar ni un año y ya tendré que expulsarla.
¡Expulsarme!, pero solo me robé un pequeño examen.
— Solo por eso — exclamó indignada.
— Sí, señorita — sube un poco el tono de voz —, usted no solo robó el examen, sino que cuando se anunció ni siquiera tuvo la dignidad de devolverlo anónimamente, sino que lo escondió y eso se castiga con la expulsión.
Lo miro de una manera que si con la mirada se asentara a 7 metros bajo tierra.
— Estaremos llamando a su padre para darle la información; mientras tanto, vaya recogiendo sus cosas para que el lunes a primera hora se vaya con ellos. Mañana pase por aquí para que pueda darle sus papeles. — Bajo la mirada, no puedo creer que me vayan a expulsar; al parecer tendré que irme a un convento. — Puede retirarse, señorita Bennett.
Me levanto de la silla de mala manera y salgo de la oficina del director dando un portazo tan fuerte que me gano una mirada desaprobatoria por parte de la secretaria del director, a lo que hago el caso omiso y salgo de ahí.
Imbécil de Jackson, esto no se quedará así, esto lo pagarás muy caro.
Saco mi teléfono del bolsillo trasero, pongo el apellido de Jackson en internet y automáticamente los números de la empresa donde trabaja su padre aparecen. Bingo. Le doy a marcar y comienza a sonar el teléfono; quizás yo me vaya de la escuela, pero él no volverá a jugar.
— Buenas, oficina del señor Lombard, ¿cómo puedo ayudarle? — La voz de una señora un poco joven se escucha al otro lado de la línea.
Caspareo — Buenas tardes, señorita — intentó poner un poco más grave la voz — si fuera tan amable de comunicarme con el señor Lombard.
— ¿De parte de quién?
— De la escuela de su hijo Jackson.
— Un segundo — una música suave comienza a sonar por el teléfono y me recuesto de una pared mientras juego con mi cabello de un tono rosado — ahora será transferida a la oficina del señor Lombard.
Fue más fácil de lo que pensé.
— Buenas tardes, habla con Juan Lombard.
Sonrió perversamente: — Buenas tardes, señor Lombard, llamaba para informarle sobre la beca para que su hijo siga practicando el basketball.
— Disculpe, creo que está confundida — dice —. Mi hijo no practica ningún deporte.
— ¿Su hijo no es Jackson Lombard? — digo de forma perversa — el capitán del equipo de basket.
— Sí, eso creo — oigo la duda en su voz.
— Pues a Jackson Lombard le queremos ofrecer una beca para que pueda seguir practicando el deporte que le gusta y que es muy bueno, por cierto.
— Pues muy bien, señorita — puedo escuchar que su voz se torna un poco dura —. Yo miro, iré a reunirme con usted el lunes en la escuela para que me dé toda la información requerida.
Ahora que lo pienso, espero que esto no afecte tanto a Jackson. ¿Te está ablandando el corazón, Josephine? Desde cuándo te preocupan este tipo de cosas.
— Muy bien, señor Lombard. Nos vemos el lunes.
Cierro el teléfono y lo observó unos segundos.
Ahora dudo si estuvo bien lo que hice, pero si a él no le importó , ¿por qué a mí tiene que importarme si le prohíben jugar o no? Siento un nudo en mi estómago. ¿Pero por qué me importa tanto lo que pueda pasar con Lombard?
Me siento extraña, no siento esa satisfacción que suelo sentir cada vez que me salgo con la mía; al contrario, en mi cabeza solo ronda qué puede pasarle a Jackson. ¿No creo que su padre sea tan drástico? ¿Cierto?
Arrugó las cejas mientras miro el teléfono.
Creo que debo admitir que Jackson me importa mucho más de lo que creo.
No pienses en eso, Joey si a él no le importó meterse en problemas, a ti tampoco te tiene que importar.
Feliz navidad a todos y todas...
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