Al principio mi familia estaba en contra de comprar el caserón, pero luego cuando llegaron al pueblo en el que estaba se dieron cuenta
-esta rodeado de montañas!
-y la costa está solo a un kilómetro del pueblucho!
-solo tardamos dos horas en llegar !

Ya todos estaban contentos, y no había nada que agregar en contra de haber comprado el caserón, que ya estaba reformado por una parte, porque el anterior dueño lo alquilaba a los veraneantes, así que había una parte reformada, y la otra parte de atrás, que estaba vieja y un poco ruinosa y espeluznante, llena de polvo que se extendía como alfombra, y telarañas que parecían cortinas y llaves de las que no salía agua.
Desde que llegamos al caserón, tan pronto nos instalamos, mi papá se fue con sus botas y mochila a las montañas, mi hermano arrancó con su tabla a la playa a cabalgar olas y mi mamá ni se apartaba de su laptop y sus libros ya que ese verano estaba decidida a terminar su tesis de doctorado.
Y bueno, mi tía como cualquier verano se dedicaba a dormir toda la tarde luego del almuerzo y yo no tardé en encontrarme tan aburrido que como cuando pasaba los veranos en la ciudad metido en casa.
Aunque de repente se me pasó la idea por la cabeza de irme a la parte trasera del caserón a curiosiosear.
Llegué al patio, en el que hacía tanto sol que había que cerrar un poco los párpados y los matojos que habían olían tan fuerte como si una bruja los hiciera hervir en un caldero mágico.
Y yo... Seguía aburrido, me senté en los peldaños que tenía una baja escalera que daba al ruinoso cobertizo del patio y me quedé mirando a la nada, escuchando los ronquidos de mastodonte de mi tía y el sicear de las cigarras.
De casualidad vi cerca mio una pelusita (o diente de León, como quieran) y la tomé.
Me quedé viendo la melenita de la pelusita, cerré los ojos y dije:

-cuando sople, ocurrirá algo...

Pero no llegue a soplar, sentí un aire en la cara y las miles de sombrillitas de la pelusita chocando contra mi cara, abrí los ojos para ver al causante y me encontré con un chico de mi edad,con ojos verdes como los matojos de que se apoderaba del patio,mirándome con una  expresión entre divertida y pícara.

--Hola!

Dijimos al mismo tiempo, y por la coincidencia sonreímos y como sonreímos al mismo tiempo y de la misma forma nos empezamos a reír, y como dicen de las personas que se ríen juntas al conocerse, serán muy buenos amigos. Y de un minuto a otro ya estabamos jugando donde las escaleras, deslizandonos por el pasamanos y saltando los escalones dejando uno de por medio, y dos, y tres, hasta que nos caímos y nos dimos un golpe en nuestros respectivos traseros.
- aaahg!!!me he roto las nalgas!!

Se quejaba entre risas y pataleo el recién llegado.

-yo también! ...

Yo solo me quejaba mientras me sobaba el golpetazo.
Aunque luego de estar un ratito adoloridos solo nos sentamos en la escalera a conversar.

-como te llamas?

Me preguntó

-me llamó Joel ¿y tu?

Me miro con una expresión entre divertida y misteriosa 

-adivinalo

Me le quedé mirando...

-te llamas Oracio?

-nop

-Simplicio

-frío!

-Pancracio?

-frío frío!

- Esperancejo?

-Frío frío frío!!!

-Frioberto!

Se empezó a reír por el último nombre.

-jsjsjs, nop

Dijo limpiandose una lágrimita de la risa.

-entonces!

-jejeje

Entonces se escuchó una voz pastosa de alguien acabado de levantar, era mi mamá.

-Joel

-dime mamá

-Ahh baja la voz, tu tía está dormida

Aunque ya para que, si ya no escuchaba los ronquidos.

-creo que ya hasta la despertaste, ah, no se como puedes jugar solo un hacer tanto ruido

Volví mi vista hacia donde estaba el otro chico pero ya no estaba, salí corriendo, llendo al patio donde lo había encontrado, mirando alrededor pero ni un rastro de el chico, solo escuché el crugir de la ventana del cuarto de mi tía que se asomó, hechando al aire sus largas greñas naranjas y sonriendo con cara de haber dormido la mejor siesta de su vida.

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Phantom: Tutururú!
Como esta todo el mundo?
He terminado este capítulo, y ahora escribiré otro, no quiero descansar con esto!
Gracias por leer y hasta el próximo (ㆁᴗㆁ✿)