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4

Tal y como lo sospechó Joe, bastó solo un par de días para que su madre volviera a tener un episodio de depresión, luego de que fuera dada de alta en el hospital. Lo único que cambió fue que algunos días iban a quedarse con su abuela, por lo que Joe aprovechaba el tiempo libre sin sus hermanos para salir con Matt y Spencer, aunque a veces salía solo con su guitarra en su espalda y su bicicleta. Aprovechaba de tocar en la estación del subterráneo y luego se iba hasta una colina y reflexionaba bajo un árbol.

—Oye —le dijo Matt— ¿qué tal si hoy te acompañamos?

—Podríamos ir en nuestros skates —agregó Spencer.

—Spens, tienes el brazo roto —contestó Joe—, es imposible que tú mamá te deje ir.

—Todos sabemos que a mi mamá no le importa mucho, solo me trajo acá porque es otra forma de restregarle a papá de que es un "incompetente de mierda".

—Al menos sigue vivo —susurró Joe.

—¿Ah? ¿Qué dijiste? Es que no te escuché bien.

—Nada.

Los gemelos llevaron fueron a buscar sus patinetas mientras Joe esperaba a fuera del edificio en que vivían. Él había llevado su bicicleta a la escuela, por lo que no tuvo que ir a buscarla. En eso, sintió que alguien le tiró del hombro, por lo que volteó, encontrándose cara a cara con su primo mayor Michael, un joven alto, con un poco de barba y una gorra cubriéndole el pelo. Su vestimenta era como la de cualquier otro joven rockero de la década de los 2000s.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó Joe.

—Nada, solo vine a ver a alguien. ¿Y tú?

—Recuerda que aquí vive Matt.

—Ah cierto... tu novio.

—No es mi novio.

—Siempre estás con él y a ninguno lo he visto con una chica, ¿qué esperas que piense?

—Que no me importa. Tengo muchos otros problemas para pensar en tener novia.

—¿Y quién te dijo que debías tener una? Joe, en serio no tienes vida social.

»Todo ese romance que les han impuesto es basura. Lo importante es divertirse, es por eso que deberías estar con alguna chica, pero sin compromiso porque es un cacho.

—¿No que tenías novia?

—Exacto: tenía. Demasiado compromiso y muy complicada, así que la terminé.

—Eres un asco de tipo.

—No, solo aprovecho las oportunidades cuando conviene y luego... bueno, la vida sigue.

—¿Y quién fue la pobre chica? Nunca nos dijiste. Ni a mí ni a David.

—Es confidencial. Cuando en realidad tenga algo con compromiso hacia alguien, ahí sabrán.

—¿La conocemos por lo menos?

—Ya te dije: es confidencial.

Los gemelos bajaron con sus skates. Ellos sonreían, hasta que vieron a Michael.

—¿Qué les pasa? —les preguntó Michael—. Su cara es como si hubieran visto al Diablo.

—¿No es lo mismo? —le susurró Matt a Spencer, a lo cual asintió.

—Oigan, ¿no quieren que los acompañe?

—Será lo que diga Joe.

Joe miró a sus amigos y a su primo y se dio cuenta del lío en que se iba a meter. De todas formas, aceptó que fueran los tres, pero no a donde acostrumbraba ir a pensar.

—Vamos a algun parque o algo así  —dijo Joe.

—¿Y tu lugar especial? —preguntó Spencer.

—Quiero que se mantenga así: especial, por lo que no puedo llevarlos.

—Seguramente van más personas allá, así que no es secreto.

—Exacto, pero no me conocen y yo no los conozco. Si llevo allá a alguien que me conoce, dejará de ser un lugar al que puedo ir cuando necesito pensar, porque se convertirá en un espacio con mis amigos... y como que no pienso mucho cuando estoy con ustedes.

—¿Alguno lo hace? Ni siquiera estando solo puedo hacerlo —dijo Matt, provocando que el resto riera.

Andaron hasta Central Park, en donde se detuvieron y Matt llevó a Spencer con unos amigos skaters que andaban por ahí.

—¿Supiste lo de David? —le preguntó Michael a su primo.

—¿Lo de que Emma está embarazada o de que en un par de semanas se casan?

—Ambas cosas. Es una lástima que se estropeara la vida así.

—¿A qué te refieres?

—Ya sabes: tener una familia tan pronto. Debe ser frustrante.

—No lo creo...

—Joe, no estás pensando en que formar una familia debe ser lo mejor del mundo, ¿o sí?

—No me parece tampoco lo peor. Me gustaría casarme después de cumplir veinte, pero antes de los treinta años. Luego...

—Para ahí. Entraste a la paranoia de la sociedad americana.

—¿Ah?

—El sueño americano: un trabajo, una casa y familia. Una esposa hermosa, un hijo mayor, una hija menor y un perro. Todos perfectos desde luego.

—No estaría mal.

—Sí estaría muy mal. Conformarse con una vida mediocre en lugar de ir por el mundo haciendo lo que quieres está muy mal.

—¿Acaso tú vas por el mundo haciendo lo que quieres?

—Primito, ¿qué clase de pregunta es esa? Tú sabes que este es mi mundo y siempre hago lo que quiero.

—Y creía que yo era arrogante...

—Tú solo eres mi aprendiz.

Michael sacó un cigarro, lo encendió y luego le ofreció uno a Joe, quien lo rechazó.

—No fumo.

—Suenas como una mariquita —se burló—.  Probarlo no te va a matar.

—¿Y desde cuándo que el cigarro no mata?

—¿Acaso no que todos vamos a morir? Ya quítate el estrés de una. Te quitaste el peso de tus hermanos, pero sigues igual de estresado con todas esas ideas tontas con las que te llenaron la cabeza.

Volvió a extenderle la cajetilla de cigarros y esta vez Joe sacó uno y lo encendió.

—Llévalo a tu boca —le indicó Michael— e inhala lo que más puedas, luego debes contener la respiración por diez segundos.

Joe hizo lo que le dijo su primo y al cabo de un par de segundos se ahogó, botó todo el aire que tenía y tosió.

—En realidad no tenías que hacer eso —dijo riendo—, solo que me gusta molestarte. Eres realmente ingenuo, no puedo creer que hicieras exactamente lo que dije cuando era obvio que no debías hacerlo.

—Es asqueroso.

—Nah... o tal vez sí, no lo sé. Ya al tercero te acostumbras.

—¿Y por qué fumaría de nuevo después del primero?

—Porque eres una maraña de nervios y esto te ayuda con la ansiedad...

—Eso es adicción por la nicotina.

—Si sigues con tus comentarios pesimistas y serios, vas a dejar de ser mi primo favorito y tendré que darle esto a otra persona.

Michael le extendió un MP3 casi nuevo con unos audífonos.

—¿Qué es eso? —le preguntó Joe.

—Un MP3.

—¿Y para qué es?

—¿Vives debajo de una roca o qué? Es para escuchar música, genio.

—¿Es tuyo?

—Te lo estoy dando, pero solo si quieres dejar de ser un aguafiestas. Yo mismo me tomé el trabajo de ponerle algunas canciones.

—¿En serio?

—Sí... será como si tuvieras a MTV en tus oídos todo el día.

—O una radio en el bolsillo.

—Pero solo puedes escucharlo con audífonos, a menos que le conectes parlantes.

—Ah... como los personal stereo, pero mucho más pequeño. Quizás algún día hagan algo así pero con parlante propio.

—Deja de soñar, aunque sería genial que hicieran algo que no te demores un día para descargar una canción.

Spencer dio un salto con su skate y paró frente a ellos.

—¿De qué hablan? —les preguntó.

—Nad...

—¡Mick me regaló un MP3! —exclamó Joe.

—Cool...

—¿En serio tienes que ser tan boca floja? —le preguntó Michael serio—. En la mafia ya te hubieran matado.

Los chicos lo miraron con algo de miedo y él comenzó a reír.

—Solo bromeo, no puedo enojarme porque dijera eso.

»Por cierto, Spens, ¿qué te pasó en el brazo?

—Estaba surfeando con mi papá cuando de repente me caí y una ola me llevó hasta unas rocas... mi brazo impidió que me partiera la cara.

—Auch. Oye, ¿te lo han firmado?

—Sí. A algunas chicas les pareció genial, así que tengo algunos números y frases un poco calientes.

—Este niño me agrada —le dijo a Joe—, ¿qué tal si eres más como él?

Joe solo los miraba conversar. Su mente estaba ausente de la realidad en ese momento, por lo que no reaccionó a lo que le dijo su primo. Ni siquiera escuchaba lo que decían.

Spencer sacó un cigarro de la cajetilla que tenía en la mano Michael, lo puso en su boca y sacó su encendedor. Con algo de dificultad logró encenderlo y siguió conversando con Michael.

—Sus madres me van a matar si se enteran que les di cigarros.

—Tranquilo —contestó Spencer—, la mamá de Joe está algo ausente del mundo y a la mía no le importo, a menos que quiera echarle en cara algo a mi papá. Solo para que te hagas una idea, hasta mis doce años vivimos juntos y, cuando mis padres se separaron, decidieron que era buena idea aplicar lo de Juego de gemelas y cada uno se quedó con un gemelo... mi papá no lo pidió, simplemente ella quiso quedarse con Matt y a mí me mandó con mi papá.

Deep.

—Sí...

»Oye, ¿qué le pasa a Joe?

Joe observaba a su alrededor con una mano puesta sobre su cabeza. Sentía muchas voces diciendo cosas muy distintas y ninguna tenía concordancia entre sí. Creía que se estaba volviendo loco, pero en realidad eran los pensamientos de las personas que lo rodeaban. Spencer se le acercó más y puso la mano sobre su hombro con preocupación, provocando que Joe lo mirara fijamente, sintió lo que pasaba en su mente y dejó de escuchar los pensamientos de las demás personas.

Trató de alejarse corriendo, pero su primo lo detuvo. Luego se le acercó Matt y tuvo la sospecha de que tenía que ver con lo que le había contado anteriormente Joe.

—¿Estás mejor? —le preguntó, a lo que Joe solo contestó asintiendo con la cabeza.

—¿Qué te pasó?

—No le pasó nada grave —contestó Matt en su lugar—, solo es...

—Crisis de pánico —se apresuró a decir Joe, para que Matt no contara todo.

Decidieron que era mejor regresar al departamento de los gemelos y Michael se fue por su lado.

—¿Tienes un cigarrillo? —le preguntó Joe a Spencer.

—No... cuando fumo es porque se los saco a alguien.

—¿Desde cuándo fumas? —le preguntó Matt asombrado.

—No desde hace mucho en realidad, tal vez hace un año.

—¿Y tú? —le preguntó a Joe.

—Solo le quiero dar una segunda oportunidad.

Una vez que llegaron al departamento, Spencer se tiró sobre la cama de su hermano y se puso a dormir. Matt y Joe se sentaron en el suelo de la sala de estar y hablaron sobre lo que le había pasado.

—¿Por qué no les dijiste la verdad? —le preguntó Matt.

—Porque no iban a entender. Ni siquiera yo lo entiendo. Michael es demasiado escéptico para creerme y la verdad es que no sé si me estoy volviendo loco o qué.

—Tienes un superpoder, no es cuestión de entender. De hecho, si tienes un superpoder podrías volverte un superhéroe y...

—Ni lo sueñes. Suena absurdo. Además, ni siquiera sé cómo controlar esto que hago.

—¿Y entonces qué vas a hacer?

—Nada, por ahora.

Matt lo miró desconcertado y luego se echó hacia atrás.

—¿Te das cuenta que esto te llega a ti justo en el peor momento? Quiero decir, que es curioso que pudiendo mejorar las cosas, prefieres tenerlo como un secreto, pensando a la vez en todo lo que tú y tu familia están viviendo.

—No quiero seguir hablando del tema, ¿ok? Esto queda aquí y nada más.

Matt suspiró.

—No podrás negar por siempre que por y para algo tienes poderes.

—¿Tienes cereal? —preguntó Joe cambiando de tema.

***

Ya era Halloween y habían pasado varios días desde aquella plática entre Joe y Matt. Spencer seguía en Nueva York, por lo que decidió acompañarlos. Como acordaron, Matt se disfrazó de Batman y Spencer de Superman, pero Joe no les dijo que le haría honor a su apodo disfrazándose de Joker, por lo que siguieron pensando en que sería Robin esa vez.

Joe estaba terminando de arreglarse, pero la peluca verde no lo convencía. De hecho, días antes, el vestuario le resultaba incómodo y sentía que se veía raro, por lo que buscó cómo armarse el mismo un disfraz. Seleccionó un atuendo en uno de sus cómics y recorrió las tiendas buscando lo que mejor quedara, y así fue, pero compró a la rápida una peluca.

—Vili —llamó a su hermana—, recuerdo que hace un tiempo tú y Maddie se pintaron el pelo de rosado, ¿qué fue que se echaron? Porque estoy seguro de que no era tintura para pelo...

—¿Para qué quieres saberlo?

—Necesito disfrazarme de Joker para esta noche. Estoy listo, solo me falta el pelo verde y el maquillaje.

Violet sonrió y fue corriendo a buscar a Maddie. Luego de un rato, llegó con su amiga y varias pinturas témpera, además de pinturas para cara y el maquillaje de la hermana de Maddie.

—¿Para qué es la témpera? —preguntó Joe extrañado.

—Con esto nos pintamos el pelo la vez anterior —respondió Violet—. Se le echa un poco de agua a la pintura y queda perfecta.

Joe no estaba muy convencido de eso, pero aceptó de todos modos. Luego de mucho rato, terminaron el cabello y gran parte de la pintura facial, solo faltaba un detalle en los labios. Vincent entró y se burló de Joe porque lo estaban maquillando y le habían pintado el pelo, por lo que Violet se enojó y fue a pelear con su mellizo, pero Maddie se quedó ahí.

—¿Es necesario que me ponga labial? —preguntó Joe levantándose. Todavía estaba enfadado por culpa de su hermano.

—Si no lo haces —decía pausado como le habían enseñado para no  tartamudear tanto—, no vas a tener todo el estilo de Joker y habrá dado igual todo lo que hicimos.

Joe se sentó en su cama y Maddie se puso a su lado con el labial, el cual esparció con su dedo. Tuvo una extraña sensación, por lo que se apartó de él y su semblante cambió.

—¿Te pasa algo?

—N-nad-da —tartamudeó esta vez—. M-me t-teng-go q-que ir.

Violet vio cuando Maddie se fue. Trató de evitarlo, pero no pudo, por lo que entró a la habitación de Joe y Vincent para saber lo que había pasado.

—No lo sé —respondió Joe—, tu amiga es muy rara.

—Déjala, de seguro se fue porque eres un pesado.

—¡Pero si no dije algo que pudiera molestarla!

—¡No te creo!

—Tal vez esté así por David y ya. Sabes que mañana se casa, de seguro quiere pasar tiempo con él nada más.

—No lo creo, se fue porque eres un pesado.

—Eres muy terca.

Joe se levantó de la cama para ir al baño, para ver cómo había quedado en el espejo. Le gustó el resultado, por lo que agradeció a su hermana y se terminó de arreglar.

Al cabo de un rato, salió del departamento y con dinero suficiente para tomar un taxi y después el metro, ya que si iba desde su edificio hasta la escuela en taxi le saldría muy caro por la distancia. Vivir en Manhattan pero estudiar en Brooklyn era realmente tedioso para él. Varias veces había pensado en estudiar también en Manhattan y sus padres le habían dado esa opción, pero él siempre quiso ir a las mismas escuelas que Matt, como habían acordado cuando se mudó.

Cuando por fin llegó, entró al gimnasio de la escuela y buscó a Matt y Spencer. Todos lo miraban al pasar, sin poder reconocer quien era realmente. Luego de unos metros, encontró a sus amigos y les llamó la atención tocándoles del hombro.

—¿Qué te pasó? —le preguntó Matt—. Creí que seríamos un equipo.

—Pues... creo que me veía mejor así.

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