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➳ 𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚇𝙸𝚇

Chargebolt fue el nombre que eligió. Aquel que representara sus valores y osadía como héroe, el que trajera esperanza y luz a la gente que lo necesite, el que imponga fortaleza e intimide a quienes rompan las leyes. Esas son sus metas desde que eligió a qué se quería dedicar.

Y aunque el arranque de su trayectoria haya sido postergado nada de eso ha cambiado.

Alguien se atrevió a alterar el orden en el edificio donde está su hogar, alguien puso en peligro a las personas que más quiere: sus hijas y su madre. Ese alguien tiene que ser detenido y entregado a las autoridades de inmediato.

Con precaución pero seguro de sí Denki caminó hasta donde estaba el rufián zarandeando a su pobre vecina cuyo rostro ya estaba muy herido y ni hablar de su ropa llena de hollín.

—¡Dame la maldita droga, perra!

—¡Suéltala ahora! —exigió el chico eléctrico llamando la atención de ambos, pudo ver que el hombre tenía cicatrices en toda la cara.

—Vaya... Alguien se quiere hacer el héroe —comentó socarrón apretando su agarre quemándole la piel, Harumi solo se quejó adolorida—. Piérdete niño, esto no es tu asunto.

—Lo hiciste asunto de todo el complejo al menos, ¿cómo me pides que no me meta? —dijo con media sonrisa, en ningún momento dejó de avanzar y ahora pudo ver a Ryo inconsciente a pocos metros, también con quemaduras que parecían ser marcas de manos. Fue cauteloso cuando vio que el sujeto liberaba una mano, aún no sabe cuánto alcance tiene.

—Deja de moverte —ordenó el hombre extendiendo sus dedos, Kaminari supuso que de ahí expulsa el tipo de magma que produce.

—Ok... Entonces habla conmigo, ¿qué te tiene tan molesto? —inquirió mostrando las manos en alto a la vez que intentaba analizar el entorno, pero el humo lo hace difícil, tiene que ser rápido pues si el fuego se extiende a los demás pisos todo el edificio podría venirse abajo con ellos aquí.

—Estos mocosos quieren abarcar más de lo que pueden, se creen poderosos pero no son más que otros peones —mencionó el hombre más por despotricar contra Harumi y Ryo que por querer responderle a Denki.

—¡Ayúdame! —pidió débilmente la chica.

Al doncel le afligió verla sufrir, pero no podía ser imprudente y enfrentar al villano directamente, no está autorizado para el combate y usar su electricidad aunque fuera muy eficiente sería un delito.

Solo le queda su ingenio y experiencia.

Se escuchó un crujido antes de que una trabe del techo colapsara cerca del mostrador de recepción, el estruendo hizo voltear a ver al villano sin nombre y cuando regresó su atención a donde estaba el joven rubio ya no lo veía.

Chargebolt se ocultó detrás de un sillón para pensar un plan, ignoró que las gafas se le rompieron, las llamas estaban consumiendo todo a su paso y respirar era difícil, suponía que por su quirk el hombre tenía algún tipo de resistencia superior al promedio ya que seguía muy entero.

Mirando las cosas que tenía cerca de él también pudo notar como el fuego se iba acercando, soltó una maldición estirándose para alcanzar un cable que dejó botado el conserje junto a su maletín de herramientas.

Sabiendo que el tiempo es oro tomó un taburete y lo lanzó al desconocido, claro que esté reaccionó y expulsó más lava al proyectil, cosa que Kaminari aprovechó para llegar por atrás y brindarle un golpe en las piernas que lo desestabilizara.

El agresor soltó a Harumi a la vez que flexionaba las piernas y se giraba para golpear al chico. O eso intentó pues Denki ya lo había rodeado y esquivó su ataque dando un salto, justo antes de caer usó el cable que recogió para agarrarlo por la muñeca y poner su brazo detrás del villano.

Intentó aguantarse la tos cuando vio venir el otro puño así que hizo un esfuerzo y le brindó una patada en la cara dejándolo atolondrado, de prisa con el mismo cable ató su otra mano.

—¡Intentas algo y te arrepentirás! —afirmó lamentando no contar con un equipo o aliado como Eraserhead que pudiera mantenerlo a raya.

Teniéndolo amarrado quiso buscar con la mirada a Harumi, pero todo estaba ardiendo en llamas, pensaba que no podía dejar al sujeto sin supervisión e ir por sus vecinos cuando escuchó voces de los socorristas.

Dos bomberos llegaron con él y le dijeron algo que no entendió, alguien tomó al sujeto y otros más auxiliaron a los hermanos. A Kaminari lo llevaron afuera del edificio, al salir el viento se sentía fresco, el cielo nocturno estaba despejado y oía el bullicio de muchos civiles curiosos y reporteros amenazando con cruzar la cinta de "precaución".

«Mis hijas... Mi mamá»

En la lejanía oyó que alguien se refirió a él como Chargebolt por lo que supuso en el forcejo se le cayó la peluca. Sintiendo los ojos ojos y garganta irritados y tosiendo repetidamente, dejó que lo acercaran a una ambulancia donde lo empezaron a auscultar y le administraron oxígeno.

—Necesito... Necesito ver a mi mamá —le dijo al paramédico a través de la mascarilla, sentía que la tos le irritaba más la garganta—. Iba a salir por la puerta norte.

—Tranquilo chico, buscaremos a tu familia —dijo mientras lo guiaba para acostarse en la camilla.

Quería ponerse de pie y encontrarlas él mismo, pero ahora se sentía muy desorientado, era agobiante todo el ruido de las sirenas, un helicóptero, la gente estorbando y servicios de emergencia ayudando.

Los nervios se le pusieron de punta cuando escuchó que había un incendio en su barrio y su corazón dio un vuelco cuándo confirmó que el desastre ocurría precisamente en el edificio donde vive.

Shoto no esperó a dar ni recibir aviso en la agencia cuándo ya estaba desplazándose por aire con su fuego de regreso a casa. Maldecía todo lo terrenal y le rogaba al cielo que su familia estuviera fuera de casa, lejos del peligro.

El trasladó se le hizo eterno pero cuándo finalmente llegó se adentró entre el tumulto de gente, pasó por debajo de la cinta amarilla y buscó a algún policía cuando fue abordado por uno.

—¡No puedes pasar! Regresa atrás de la línea.

—Yo vivo aquí, con mi familia. ¡Necesito encontrarlos! —respondió con la angustia en su voz. Estaba por decir el nombre de Denki cuando escuchó que lo llamaban.

—¡Todoroki! ¡Todoroki! Aquí están las niñas —dijo Misaki corriendo con una bebé en cada brazo, la mujer estaba despeinada, con la ropa maltratada y el rostro pálido de angustia. El bicolor se apresuró a ayudarla cargando a Koyuki.

—¡¿Y Denki?!

—No lo sé, quiso detener al pirómano ese.

—¿Esto lo hizo un villano? ¡¿Cómo que fue a detenerlo?!

—Quise frenarlo, pero no me escuchó...

—Hay un chico que detuvo a quien inició el incendio —intervino el mismo policía que oyó toda la conversación y estaba al tanto de los reportes por radio—. Un estudiante de heroísmo, los paramédicos lo están atendiendo justo ahora.

—¡Debe ser mi hijo!

—¿Dónde está, oficial?

—Vengan por aquí.

Misaki y Shoto siguieron al uniformado pasando entre oficiales, patrullas, camiones de bomberos y ambulancias. El menor estaba impaciente y ansioso por hallar a su novio, odiaba volver a pasar por esto. Saber que otra vez estuvo lejos de Kaminari cuando más lo necesita, cuando debe estar a su lado para cuidarlo y protegerlo a él y a las niñas. Maldito destino que lo pone en esta posición una y otra vez.

Con el corazón desbocado, lo único que lo mantenía alerta era la presencia de las gemelas, leyó que los bebés también sienten cuando los padres están estresados y para nada quiere transmitirles sus preocupaciones.

Finalmente el policía los llevó hasta la unidad donde Chargebolt era tratado, le dieron una manta y bajó de la camilla, ahora estaba sentado en la ambulancia acatando las órdenes del paramédico, mientras otras personas eran atendidas.

—¡Denki! —gritó el semialbino al verlo, estaba entre aliviado y preocupado todavía.

—Oh cariño aquí estás... Estás bien —murmuraba su madre entre llanto.

El doncel sintió que el alma le regresaba al cuerpo cuando vio a Nariko y Koyuki a salvo igual que Misaki, sabía que sus hijas estarían bien con su abuela pero el miedo continuó ahí.

Se levantó y apartó la mascarilla de su cara para darle un beso a cada niña y usó ambas manos para limpiar sus mejillas húmedas, ignorando que él también estaba llorando.

—¡Como pudiste ir contra ese criminal! —Le recriminó su madre luchando contra su propia desesperación.

—Él los habría matado... No podía ignorar a unos civiles en peligro. Mamá, entiende-

—No sé si eres muy estúpido o... O muy valiente —mencionó la señora poniendo su frente en el hombro de su hijo.

Shoto observaba en silencio, su pulso se calmó y no pensó en nada más que en lo muy agradecido que estaba con el universo porque su familia estaba bien. Con una mano afirmó el agarre a Koyuki y con el brazo libre rodeó a Kaminari por los hombros, abrazándose lo mejor que podían.

En la madrugada se levantaron los reportes pertinentes, el hombre que inició el incendio era parte de un cártel de droga que llegó para retar a Harumi y Ryo, quienes resultaron ser parte de una organización rival, el líder de esta última era novio de Harumi y ella junto a su hermano coordinaban uno de los puntos importantes de distribución. El pleito se salió de control y dejó daños colaterales.

Dos días después del siniestro se inició un proceso de investigación contra el dueño del edificio pues, además de la carencia de extinguidores, puertas de emergencia bloqueadas y no contar con escaleras para ese tipo de situaciones, se encontraron irregularidades en la documentación de la propiedad.

Seis personas murieron por intoxicación con dióxido de carbono, una era asmática, dos se recuperaron y otras tres fueron ingresadas por quemaduras de segundo y tercer grado. Estas cifras no se elevaron gracias a que el grupo local de vigilantes fueron las primeras en arribar al lugar, la líder con su quirk de láser abrió todas las puertas y con trabajo en equipo apoyaron a la evacuación en lo que llegaban los servicios de emergencia.

La evaluación de protección civil señaló que el fuego solo cubrió parte de la planta baja gracias al hormigón del edificio y que al villano no le interesaba destruir el lugar, como la estructura no fue comprometida los inquilinos metieron presión para remodelar el lugar pues el olor a quemado y lo estropicios consecuencia de apagar el fuego eran una molestia.

A finales de noviembre Todoroki y Kaminari fueron acogidos por su amigo Tenya, quien tenía un sencillo apartamento de soltero pero con una habitación extra para que se pusieran cómodos durante unas semanas y sobre todo no hicieran largos traslados al trabajo. Aunque Iida les diera posada amablemente no estaban a gusto con invadir su espacio por lo que acordaron esforzarse para buscar otra vivienda cuánto antes, podrían regresar al edificio como muchos de sus vecinos, después de todo vivían en el cuarto piso, pero se sentía irresponsable regresar ahí con unas gemelas tan pequeñitas.

En el modesto cuarto que adaptaron para ellos y para las niñas, cerca de las dos de la mañana los despertó el llanto de una bebé, Shoto que había conciliado el sueño hace muy poco estaba por levantarse pero el doncel a su lado lo retuvo por el brazo.

—Sigue durmiendo... Koyuki debe tener hambre, no comió bien antes de acostarlas —mencionó Kaminari dando un bostezo, salió de la cama mientras el mayor volvía a acomodarse para dormir.

Se acercó al sencillo moisés lo más rápido que pudo encendiendo una lámpara y tomó en brazos a la menor de sus hijas, la pobre manoteaba y pataleaba sin dejar de llorar, quiso darle pecho pero lo rechazó y al sentir su carita contra su piel pudo percibir que estaba más caliente de lo normal.

Estaba por llamar a su novio cuando la luz del cuarto se encendió y el semipelirrojo caminó hacia ellos tallándose los ojos.

—Creo que tiene fiebre —comunicó viéndolo a la cara, Shoto la revisó con su mano y llegó a la misma conclusión.

—Vayamos con la pediatra —dijo comprobando que Nariko también se había despertado.

Denki solo buscó un pantalón y una chamarra mientras el otro sacaba un simple blazer del closet. Se preocuparon más por abrigar a las niñas para protegerlas de la temperatura otoñal que por quitarse la pijama.

Apresurados apenas recordaron que no pueden andar por ahí sin disfraz por lo que el mayor tomó una simple boina y el rubio se puso el gorro de la chamarra. Salieron del fraccionamiento privado y condujeron hasta el hospital sin problemas.

Estando allí tardaron mucho en atenderlos pues "no era una emergencia crítica" y cuándo finalmente los recibieron ya estaban muy nerviosos.

Un médico en su último año de prácticas revisó a Koyuki diagnosticando un resfriado con la única complicación de una infección en el oído, por descarte revisó a Nariko también pero no presentaba tan avanzada la enfermedad.

—¿Vieron que tosía o estornudaba durante el día? —cuestionó a la pareja. Shoto tomó la palabra ya que al ser su día libre se ocupó de sus hijas mientras el doncel trabajaba en la computadora.

—Sí tosió y tuve que limpiarle la nariz con frecuencia pero no creí que le ocasionara fiebre.

—Eso no me dijiste —reclamó Kaminari pensando que debió poner más atención ya que la noche anterior notó como la nena estornudaba un poco.

—No se alarmen, los resfriados en bebés menores de dos años son muy comunes —señaló el médico haciendo anotaciones en una receta—. Aunque tengan 6 meses su desarrollo por ser prematuras tienen un poco de retraso, ya lo habrán hablado con su médico.

—La infección avanzó muy rápido ¿no? —musitó el bicolor haciendo un recuento de los días, hace menos de una semana que estuvo en contacto con una secretaria de la agencia que se reportó enferma al día siguiente. Posiblemente trajo el virus a la casa y siendo unas bebitas no tienen la misma inmunidad, se sintió estúpido por no considerarlo.

—Normal dada su edad pero lo que llama mi atención es que su fiebre oscile tanto en poco tiempo, casi se estabiliza sin medicación —mencionó el médico volviendo a leer los reportes que llenó la enfermera cuando llegaron y cuando los hicieron pasar—. Me hace pensar que es parte de su sistema al tener un padre con características de frío y calor —especuló entregándoles la receta con las dosis recomendadas para el tratamiento.

La consulta finalizó con indicaciones estrictas de los medicamentos y volver al hospital para una revisión en quince días, o antes de no haber mejoría claro.

Las siguientes semanas transcurrieron muy rápido para todos, Denki se dedicaba de lleno al cuidado de las gemelas y cumplir con las labores que le asignaban en la agencia que sufrió un golpe en cuanto a personal después de un par de misiones.

Por otro lado Todoroki seguía haciendo horas extras aunque fueran las fiestas decembrinas y se integraba como apoyo en cualquier trabajo que le fuera posible a pesar de que causara la molestia de más de uno, pero no le importaba, tenía un trabajo que cumplir y urgía conseguir un lugar propio, lo cual no resulta muy asequible pero tampoco cederá a la propuesta que le hizo Endeavor a través de un mensajero poco antes de su cumpleaños.

"Vuelva a trabajar en la agencia con su padre y se le entregará una propiedad para que usted y su familia vivan cómodamente".

Su respuesta fue clara y concisa: no quiere nada de Enji y será mejor que deje de buscarlo por teléfono, email o ahora mensajeros.

No, él seguirá sacando adelante a los suyos por sus propios medios igual que desde el principio.

—¡Todoroki! Nos llaman a la sala de juntas para hablar de la siguiente misión.

—Vamos Xibi.

Endeavor estaba al teléfono, intentando por enésima vez contactar con su hijo menor quien cada tanto atendía la llamada para insultarlo antes de siquiera decirle "hola".

No aceptaremos esa casa, grábatelo. ¡Y deja de buscarme! —sentenció el joven héroe con evidente enojo.

La llamada se cortó abruptamente, Enji resopló guardando el celular. Shoto seguía muy necio y prefería vivir con su familia apretados en el departamento de alguien más, siendo que él ponía a su disposición una gran casa con cinco habitaciones, tres baños, dos jardines y sirvientes, solo tenía que decir sí pero se negaba a aceptar algo que venga de él.

Sabe que fue duro al criarlo, quizás se le pasó la mano algunas veces, pero le mostró el camino y está yendo directo al éxito, justo como quería. Entonces, ¿por qué Shoto puso un océano entre ellos? Se niega a aceptar el destino que se le encomendó al nacer, ni siquiera acepta las ofertas de trabajo que conocidos suyos le han hecho llegar. ¿Es mero orgullo del muchacho? No puede comprenderlo.

Tampoco es que tenga tiempo, en medio de su reflexión Burnin llegó con el aviso de un nuevo villano haciendo estropicios en el supermercado de la ciudad. Llegó hasta el sitio que era resguardado por el cuerpo policiaco, le dieron un rápido informe acerca de que el sujeto fue descubierto saqueando una de las bodegas del lugar y cuando atacó al empleado que lo encaró otro encendió la alarma de emergencia, todo esto fue observado por la cámaras de seguridad.

Procedieron a aislar la bodega y evacuar a la gente, pero el villano pudo escapar por los ductos de ventilación después de usar su poder contra un grupo de policías y héroes, actualmente suponen que está en otra bodega buscando más botín. Solicitaron la presencia de Endeavor pensando en su rapidez y amplio alcance pues desconocen los detalles de cómo está afectando el quirk al grupo que debía detenerlo, confían en que pueda hacerle frente mientras rescatan a los heridos.

Enji ingresó al supermercado seguido de cerca por un grupo de oficiales con cascos y escudo, se dirigió a la bodega donde inició todo y analizó la escena, al parecer lo que intentaba robar eran alimentos y dejó una gastada mochila con otros productos de primera necesidad.

«Debe estar en situación de calle»

Dejó que los policías se llevarán a los afectados que estaban conscientes pero decían incoherencias y continuó con la exploración, miró por donde seguía la ventilación en el techo y fue a revisar cada una de las demás bodegas, la sutileza no era su fuerte por lo que cuando comprobaba la cuarta el sujeto ya estaba preparado para emboscarlo.

Sus rápidos reflejos le permitieron lanzar una llamarada al hombre antes de que pudiera alcanzarlo y corrió a esconderse detrás de un anaquel, claramente el combate cuerpo a cuerpo no es su fuerte lo que usará a su favor.

—En vez de entrar a algún programa social prefieres colarte entre los estantes y robar a la gente, déjame adivinar también eres un carterista ¿no? —habló con dureza, nunca ha tenido la paciencia de lidiar con este tipo de delincuentes, no quiere evangelizarlos, quiere meterlos tras las rejas.

—Que fácil es decirlo para alguien cuyo poder siempre ha sido venerado y digno de admiración —respondió el villano desde algún rincón, no se oía muy lejos—. Incluso ha sido un elemento sagrado a lo largo de nuestra historia.

—¿De eso se trata? ¿La gente te dio la espalda por tu quirk así que te refugias en la obscuridad donde los incomprendidos como tú crean sus propias "leyes"?

Endeavor caminó entre los anaqueles y embalaje buscando al villano, no podía decir con certeza de donde vino su voz, había mucho eco en el lugar.

Y para cuando se le ocurrió mirar al techo el sujeto caía directo encima de él, logró quitarlo aventándolo a un conjunto de cajas aún embaladas, pero no fue antes de que este pudiera tocar su cara.

—No te atrevas a juzgarme por intentar sobrevivir —declaró el villano poniéndose de pie, observando como la toxina que segrega su piel entra en el sistema del número uno.

Un elemento sagrado a lo largo de nuestra historia.

El fuego puede significar salvación, continuidad, protección y poder, el fuego purifica e ilumina pero también es capaz de consumir, destruir y causar dolor.

Fue algo que Enji Todoroki olvidó en el alza de su carrera, pero volvió a recordar aquella fatídica noche en que perdió más que una charla con su hijo. Perdió a Touya, su primogénito, perdió el rumbo y se perdió a sí mismo y en el proceso hizo que su familia se perdiera con él.

El fuego destruyó a su hijo.

El fuego destruyó a su familia.

Un fuego que él mismo enardeció a partir de su frustración, sus ambiciones y su crueldad.

Los recuerdos del incendio en ese bosque azotaron su cabeza pero algo cambió, algo que le puso la piel de gallina y revolvió su estómago.

Los gritos de Touya.

—¡Papá! ¡Ayúdame papá!

Quiso responder pero la voz no le salió y aunque intentó correr hacia el interior del bosque este se alejó más y más. No obstante, los alaridos de ayuda llamándolo con una voz desgarrada se oyeron cada vez más cerca. La agonía llegó a sus oídos y su alma quedó devastada, escuchó como su hijo se quemaba vivo.

El suelo bajo sus pies se abrió y todo a su alrededor se desvaneció.

De repente cayó en la sala de entrenamiento de su casa donde absolutamente todo estaba incendiado, las paredes ardían y el calor era abrasador incluso para él. Estaba desorientado pero oyó más gritos claros y altos, jura que sonaron en toda la casa.

Salió de la sala con la intención de hallar el origen de estos pero no sabía de dónde venían, izquierda o derecha, cuál fuera su elección los gritos se hicieron más fuertes y todo su cuerpo se tensó al reconocer de quienes eran.

«¡Fuyumi! ¡Natsuo!»

—¡Papá! ¡Papá me quemo!

—¡Papi ayúdanos!

—¡PAPÁ!

Corría y corría por el pasillo en llamas pero no llegaba a ningún lado, ni siquiera había puertas, solo escuchaba a sus hijos pidiendo que los salve pero no podía llegar a ellos.

Tampoco pudo salvarlos.

Lo siguiente que vio fue igual de doloroso pero su cuerpo ya no reaccionaba igual, se sentía fuera de sí, pero nada le quita la impotencia y el sufrimiento de ver a Shoto usando ambos lados de su cuerpo durante la pelea final del festival deportivo creando un cúmulo de energía impensable tan poderoso que terminó por destruir su propio cuerpo y casi todo a su paso.

Fue tan horrible recordarse gritando desde las gradas incitando ese descontrol con tal de destacar y encaminar a su hijo a la gloria.

Esas imaginaciones fueron peor que cualquier pesadilla que tuviera.

El veneno del villano le hizo alucinar con sus más grandes arrepentimientos y temores. Y fue lo más cruel y desolador que jamás sintió.

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