➳ 𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚇
Cuando Todoroki se recuperó por completo de sus heridas la pareja planeó ir a distintas tiendas, buscando las mejores ofertas y artículos necesarios para sus bebés. Gracias a sus esfuerzos y la nobleza de varios amigos contaban con un presupuesto decente para adquirir los muebles básicos, pañales, ropa, juguetes y más cosas que fueran esenciales para sus primeros meses de nacidos.
—¿Cuál es la diferencia entre una de plástico y una de madera? —preguntó Shoto a su novio confundido por verlo rechazando la mayoría de cunas que tenían en exhibición, ya era la tercera tienda que visitaban—. Además del precio claro.
—No deberían tener cosas flamables en su cuarto... ¿y si sus quirks se manifiestan demasiado pronto? Tanto tú como yo podemos comenzar un incendio forestal de la nada.
—¿Qué te hace pensar que se manifestarán tan pronto? Y quién sabe quizás sólo tengan una variante de mi hielo —comentó el bicolor sin entender las especulaciones del doncel—. O que hay de tu familia, tu mamá controla el metal ¿no?
—Manera burda de decirlo pero sí, por eso la cuna de aluminio tampoco es opción, ¿y si se machucan los dedos?
—El plástico puede ser tóxico.
—Nuestros productos son fabricados y analizados meticulosamente antes de salir al mercado, no tiene que-
—¿Y esta por qué es de un verde tan feo? Diablos hasta se ve radiactivo.
—Denki...
La trabajadora cerró la boca casi al borde del llanto, se topaba con clientes difíciles de vez en cuando y sabe que los primerizos son los peores pero para nada estaba preparada para atender a estos dos y sus preocupaciones que inevitablemente van empeorando.
—¡Mira esta! El color es perfecto.
—El blanco no es un color —dijo observando al rubio emocionado con esta pieza.
—Deja de eso Shoto, se ve segura y no es tan cara, ¿qué dices?
—Diré sí antes de que cambies de opinión, señorita, queremos llevarnos dos de esta por favor.
—Enseguida señor.
La muchacha se alejó y se quedaron en silencio, uno imaginando donde colocarían las cunas y el otro procesando lo dicho por la vendedora.
—¿Ya somos señores?
—No tenemos ni veinte...
Después de comprar más muebles que serán entregados a domicilio, algunas prendas y juguetes regresaron al departamento sumamente agotados.
—No tenía idea de que hubiera tantos tipos de biberón...
—O que la fórmula para bebé fuera tan cara —comentó Todoroki sentándose a su lado, decidieron cenar la comida rápida que compraron en la sala.
—Lo bueno es que evitaremos esa opción lo más que se pueda —El rubio tomó su hamburguesa y empezó a comer amando el sabor de cada ingrediente.
Su novio asintió distraído mientras comía también, aunque lento pero seguro están logrando mantener a flote su hogar, aún siente que no hace lo suficiente y eso le frustra. Está aceptando la ayuda que le brindan solo por facilitar las cosas para su familia pero hará todo lo posible por regresárselo a todas las buenas personas que los apoyan.
Miró a Denki a su lado y sonrió, él era su faro, el que lo iluminó en el momento que todo se le estaba saliendo de las manos, el que lo hacía reír en los momentos más serios y que le enseñó que no es malo abrir tu corazón. Quisiera poder retribuirle algo de lo mucho que le ha dado los últimos meses y no solo lo físico, ¿cómo puede aligerar esa carga que sabe sigue sintiendo sobre sus hombros?
—¿Qué? —preguntó el menor al sentir que no le quitaba la mirada de encima.
—Nada... Sólo pensaba en que las mejores cosas no se planean.
Kaminari se sonrojó y limpió con una servilleta lo que quedó de comida en sus labios.
—Entonces ¿estás feliz?
—Sí.
Rodeó al doncel por los hombros con un abrazo acercándolo a él y dejó un beso en su cachete, pero el menor no se conformaba tan fácil por lo que le tomó del mentón y unió sus labios en un beso.
Una semana después Shoto pidió adelantar su día de descanso para estar en el departamento cuando lleguen los muebles que compraron, ya habían vaciado el cuarto y se encargó de barrer y desempolvar cada rincón, debe estar impecable para comenzar a prepararlo.
Ya que los padres de Denki se ofrecieron a ayudar, el señor Takeru le iba a apoyar recibiendo los muebles y la señora Misaki esperaría al momento de acomodarlos en la habitación, mientras podría cuidar que su hijo no hiciera ningún esfuerzo innecesario.
—¡Que estoy bien mamá! —dijo fastidiado de que la señora le pregunte cada treinta segundos si el cojín está muy duro o el sillón muy abajo—. Ni creas que nada más me voy a quedar viéndolos trabajar.
—Puede ser pero aún así debes evitar hacer demasiado esfuerzo.
—¿Crees que moveré el ropero yo solo o qué?
La discusión se interrumpió cuándo el timbre sonó, el bicolor se apresuró a abrir pensando que era algún vecino viniendo a quejarse por el ruido, quizás Rin la contadora que vive al lado o el carpintero Kyotaro cuyo apartamento está abajo del suyo, sin embargo, se llevó una gran sorpresa ante lo que vio al abrir la puerta.
—¡Shoto! Mírate nada más, luces tan diferente —dijo emocionada la albina dándole un fuerte abrazo.
—Mamá...
—¡Sorpresa! —dijo Fuyumi al lado de la señora, ella y Natsuo cargaban algunas bolsas de regalo.
El menor de los Todoroki no sabía cómo reaccionar ante la visita inesperada de su familia y sobre todo que su mamá estuviera fuera del hospital. Aunque sí sabía que los últimos años los médicos consideraban que Rei mejoró progresivamente, hubiera agradecido que le informaran antes de la posibilidad de darla de alta.
—No te enojes con tus hermanos, quería sorprenderte cuando saliera y así poder cono-
—Amm buenas tardes —dijo Kaminari llegando al lado de su novio, ignoró a su propia madre y se levantó del sillón para acercarse al oír el bullicio.
—Oh Denki, te presento a... A mi mamá.
—Llámame Rei —pidió la mujer con una suave expresión en sus ojos opacos—. Me alegra al fin conocerte, Shoto me contó mucho de ti.
La albina lo tomó de los antebrazos y lo miró de arriba a abajo, contenta de ver quién era la persona especial de su hijo más pequeño, que lo hizo sonreír más e iluminó su camino. Además de que le dará la dicha de ser abuela por primera vez.
—Mucho gusto señora, pero por favor pasen y déjenme presentar a mis padres —pidió el doncel haciéndose a un lado para que entraran al departamento, ahora se sentía mucho más pequeño con tanta gente.
El matrimonio Kaminari se movió de lugar para recibir en el comedor a los recién llegados, con algo de cautela claro, no estaban seguros de qué esperar esta ocasión, el patriarca no les dejó buena impresión.
—Mamá, papá, ellos son la familia de Shoto, su madre Rei, su hermana Fuyumi y su hermano Natsuo —Los nombró el rubio menor a la vez que ellos iban saludando cortésmente.
—Un placer señora Todoroki, soy Misaki y este es mi marido Takeru —saludó amablemente la señora Kaminari extendiendo la mano.
—Oh por favor.... Dime solo Rei, pronto me libraré de ese apellido. Mañana tengo una cita con un abogado de lo familiar para tramitar mi divorcio.
—¿Cómo dices? —cuestionó el bicolor creyendo que escuchó mal. Su madre jamás le contó de sus deseos de separarse formalmente, ni siquiera sabía que tenía planes al salir de su encierro.
Denki volvió a sentarse en la sala, Fuyumi y Natsuo no tardaron en imitarlo, mientras dejaron las bolsas de regalo en la pequeña mesa.
—Lo que oíste, no soporto seguir unida a alguien tan ruin como Enji. No después de todo lo que hizo... —mencionó Rei con un atisbo de tristeza, le dolía pensar en lo que durante años ocurrió tras las puerta de su casa y que no fue capaz de frenar—. ¡Pero no vine a hablar de eso! Quiero conocer a Denki, ¿te puedo llamar así?
—No tengo problema señora.
—¿Están haciendo arreglos? —habló por fin Natsuo observando la vestimenta vieja que traía su hermano y el señor Takeru.
—Esperamos que traigan las cosas que compramos para el cuarto de los bebés, pensamos acomodar la mayoría de una vez —le contestó el bicolor.
—Ah mira qué mejor momento para llegar, podemos ayudarles también —sugirió Fuyumi animada.
El celular de Shoto sonó, lo sacó de su pantalón y contestó la llamada, era el servicio de entrega avisando que estaban llegando al edificio. En compañía de su hermano y casi suegro salieron del departamento para recibirlos, esperaban que pudieran subirse por las angostas escaleras.
—Fuyumi, ¿verdad? ¿Me ayudas con algo? —cuestionó Misaki llamando la atención de la muchacha.
—Claro que sí señora —aceptó parándose de su sitio, en su lugar se sentó su mamá.
Denki vio como ambas mujeres tomaban unas bolsas que trajo su madre consigo y se dirigían al cuarto vacío, preguntándose qué podrían hacer.
—Y dime, ¿estás emocionado? —oyó decir a la señora Rei sentada frente a él.
—Sí, aunque le confieso que también estoy asustado.
—Por supuesto... Es una etapa muy importante, tu miedo puede ser bueno, te ayudará a mantener los pies en la tierra. Pero nunca dejes que el miedo te domine —Le aconsejó recordando brevemente sus primeros años como madre, todo fue relativamente bueno hasta que el hombre con el que se casó mostró su verdadera cara.
No cree ser la mejor guía pero al menos puede decir qué no hacer y confiar en que los jóvenes padres tomen el mejor rumbo siendo rodeados de un ambiente leal y amoroso.
Siguieron hablando hasta que la tensión de la primera interacción desapareció, cuando trajeron los muebles tuvieron que mover los sillones contra la mesa de tv para que pudieran pasarlos hacia el pasillo de los cuartos y baño.
—Tómense un respiro antes de continuar —propuso Rei buscando vasos para servirles agua a su hijos.
—¡Terminamos! —anunció Misaki saliendo del cuarto, sacudió sus manos cubiertas de algo blanquecino.
—¿Terminar qué?
—Oh Denki cariño desde que me mandaste esas fotos del cuarto pensé que las paredes eran un tanto tristes y ya que no mencionaron darle una pintada quise ser práctica y compré papel tapiz, la adorable Fuyumi me ayudó a colocarlo y ya está listo —contó la rubia con total seguridad, su hijo la miró con seriedad, no estaba muy de acuerdo con que se hubiera tomado esa libertad.
—Es un diseño muy lindo, quedará perfecto, deberían darle un vistazo —comentó su cuñada que también tenía las manos sucias y unas manchas en la ropa.
Dubitativos Shoto y Denki se acercaron al cuarto y desde el marco apreciaron la nueva decoración, el papel tapiz era de formas geométricas en colores pastel, al menos no desentona demasiado con lo que compraron.
—Pues... Gracias por tomarse la molestia —dijo el semialbino amablemente, no esperaba un gesto así.
—Será mejor que ya acomodemos lo que podamos y así no causamos molestias por quedarnos hasta tarde, ¿no Saki? Tienen cosas que hacer mañana —intervino el señor Kaminari haciéndose una idea del disgusto del doncel, su esposa suele tomarse atribuciones sin consultar.
El resto lo apoyó y se dispusieron a continuar con la tarea de desenvolver o armar muebles. A la hora de la cena las cunas estaban instaladas al igual que un cambiador y ropero donde empezaron a guardar los obsequios que les han entregado.
—Sho me contó que tiene buenos amigos que los están apoyando también, ¿son del curso de héroes? —mencionó Rei que echó un breve vistazo a la ropita que guardaron en los cajones, muchas piezas tenían temática de pro heroes.
—Así es, de la clase 3A, la mayoría ya están haciendo trabajo de héroes pero se tomaron el tiempo de enviar unas cosas —explicó Denki con Shoto sentado con él, se veía cansado por el trabajo.
—¿Tan jóvenes y ya luchan en las calles? No sé cómo pueden enfrentarse a tanto... —dramatizó la señora Misaki, angustiada de imaginar que su hijo pudo estar haciendo ese trabajo justo ahora, pero la circunstancias eran otras.
—Ser héroe es un trabajo muy honrado que requiere de mucho valor, me parece increíble que esos chicos tengan la fortaleza.
Denki anticipó que si dejaba fluir esta charla se daría una discusión incómoda entre las señoras así que cambió de tema preguntando qué iban a cenar, ya que no tenía algo que ofrecerles a todos.
Un servicio de delivery les trajo la comida rápida que pidieron por una app, la cena transcurrió entre pláticas amenas y sana convivencia, juntar las familias así no estaba en los planes de nadie pero fue una oportunidad beneficiosa y productiva.
Una madrugada, casi al amanecer Todoroki fue llamado de emergencia en la agencia, no le dieron gran información solo dejaron claro que debía presentarse a trabajar lo más pronto posible. Se despidió de un Denki adormilado y lo dejó seguir descansando, después de cubrirlo con la sábana.
A las 11 de la mañana Kaminari fue despertado por una llamada de su celular, sin fijarse contestó en medio de un bostezo.
—Rata eléctrica no puedo creer que sigas en la cama. —De inmediato reconoció esa distintiva manera de hablar.
—¿Katsuki?
—Saca tu culo de la cama y ven a abrirme —ordenó del otro lado de la línea, el de ojos dorados lo imaginaba perfectamente manoteando al aire detrás de la puerta.
—Eh... ya voy.
Hizo un esfuerzo por despertarse por completo, últimamente no dormía bien debido a su panza de embarazo y la actividad de los gemelos, casi parece que se pelean por el reducido espacio. Se levantó y fue hasta la entrada para recibir a su amigo, ahí estaba Bakugo tan paciente como siempre, llevaba ropa fresca por la temporada y trajo una bolsa de compras.
—¿Por qué nunca me dices que vendrás?
—Porque no quiero —respondió entrando a la vivienda, como ya era costumbre fue directo a la cocina y dejó la bolsa en la encimera.
Sin decirle nada lo siguió a la cocina, Katsuki le dejó un té y panqué de la cafetería de la esquina para que desayune, dándole un mordisco al pan el menor tomó un banco para sentarse.
—¿Te ayudo con algo?
—Guardando silencio.
Kaminari se encogió de hombros y siguió comiendo, acatando su petición mientras Bakugo trabajaba, al menos hasta que terminó de comer.
—Un pajarito me dijo que Eijiro te pidió que vivan juntos —Sacó el tema sabiendo que pondría nervioso a su amigo.
—No molestes.
—Oh entonces te asusta... Y aún así no dijiste que no —Denki continuó burlándose.
—Es muy apresurado, Kirishima está siendo muy estúpido.
—Eso hace el amor, creo.
—¿Tú que sabes del amor? —recalcó sazonando las verduras a fuego lento.
—Sé que estar con Kirishima por casi tres años te ha hecho tanto bien como tú a él. Digo saben comunicarse y quererse, es lo que se espera de una relación ¿no?
—Muchas parejas rompen a los pocos meses de mudarse juntos... No quiero que se acabe tan pronto —expresó Bakugo mientras cortaba la carne en trozos pequeños, luego la echó al sartén.
—Qué pesimista.
—Sabía que no lo entenderías, por eso te dije que te callaras —refunfuñó el doncel mayor.
—No, no, sí lo entiendo. Pasé semanas temiendo el día en que Shoto se hartara de mí y ya nunca volviera.
—Él no es así.
—Lo sé, pero me costaba creerlo. Por suerte dejé eso atrás y confié en sus palabras y su cariño por mí —dijo tirando la basura de su desayuno en el contenedor.
—¿Hace cuánto? ¿Tres días?
—Joder intento serte de ayuda y solo resongas.
—No pedí tu ayuda, idiota.
—Vale, lo entiendo, solo digo que si eres tan valiente para enfrentarte a temibles villanos también puedes serlo para esta prueba que en el mejor de los casos fortalecerá tu relación y en el peor mínimo lo habrás intentado. Sería peor que te quedes con la eterna duda del hubiera.
Con eso ambos dieron por terminada la conversación, Kaminari dijo que se daría una ducha rápida en lo que su amigo terminaba de cocinar y así podrían comer juntos y quizás ver alguna serie o película después.
Después del atardecer Denki tomó el bus que lo lleva al hospital, tocaba reunión del grupo de ayuda y aunque Todoroki no venía con él se animó a venir pues la dinámica y confianza que comparten allí le eran de mucha ayuda.
Como cada cierto tiempo había caras nuevas y faltaban algunas, quizás recuperándose del parto o adaptándose a la nueva vida como mamás. Tomó asiento en un lugar al azar y esperó a que iniciara la sesión, Sakura se sentó a su lado y lo saludó tan tímida como siempre, le respondió el saludo y esperó que llegara el resto.
Meiko dio inicio a la reunión y dejó que cualquiera que lo quisiera se expresara, una de las nuevas levantó la mano un tanto insegura.
Se presentó como Natsumi de 16 años, tiene un novio que conoció en clases de música, es su primera relación. Cuando supieron del embarazo se asustaron y probaron remedios caseros para interrumpirlo que no funcionaron, su novio le sugirió que den al bebé en adopción cuando nazca.
—¿Es lo que realmente deseas? —inquirió Mahiru, una de las asistentes que se integró hace no mucho.
—No lo sé... Vivo sola con mi papá, tiene dos trabajos, si crío este bebé solo nos traería problemas —contestó con lágrimas en los ojos, se sentía abrumada—. Y aún así por momentos, muy breves, me hace ilusión que esté creciendo vida dentro de mí.
—Buscar un futuro mejor para tú bebé aunque no sea contigo también es un acto de amor —dijo Mahiru con gentileza—. Podrías... Asesorarte para elegir tu misma a quien le entregarás tu bebé.
Kaminari se cruzó de brazos, haciendo memoria de la historia de Mahiru, mencionó crecer siendo maltratada en hogares temporales después de ser abandonada en una iglesia —casi recién nacida—, no sabía de dónde viene pero lo que sí sabe es que le dará a su bebé una vida mucho mejor de la que tuvo ella. Según su experiencia estaba aconsejando a Natsumi sin imponer nada.
La reunión continuó abordando cuestiones similares, sobre mezclar maternidad con el trabajo y como se les sobreexige a diferencia de los hombres cuando toman ese camino entre otros temas.
Hasta Meiko estaba gratamente sorprendida con la mucha participación de este día, les agradeció su asistencia y dio por terminada la reunión cuando el reloj dio las nueve y media, hasta se habían excedido del tiempo estipulado.
Antes de salir el chico eléctrico sacó su celular para revisar sus mensajes, Shoto le escribió un par de veces en el día reportando estar bien y que lamentaba no acompañarlo, antes de entrar a la reunión le respondió que no se preocupara y un sticker de gatito que aún no ha leído.
Evitaba pensar negativamente, no le hacía bien a su corazón y menos a sus bebés, cuando guardó el celular era el único que quedaba en la sala y la psicóloga lo esperaba en la puerta.
—¿Todo bien Kaminari? —preguntó dulcemente, no sería raro si se quedara al final para preguntarle algo en privado.
—Sí, todo bien, hasta luego Meiko.
—Hasta luego.
Sin prisa caminó por los pasillos hasta la salida, ahí encontró a Sakura que parecía esperar a alguien, queriendo ser amistoso se acercó con calma para no espantarla.
—¿Esperas que vengan por ti?
—Oh sí... Mi primo venía atorado en el tráfico, espero que me avise cuando esté por llegar —explicó mostrando su smartphone—. ¿Tu novio no vino?
—No, tuvo mucho trabajo, ¿te molesta si me quedo? Esta no es una zona muy agradable para quedarte sola en la oscuridad.
—Te lo agradezco.
Unos minutos después el celular de Sakura vibró, enseguida contestó la llamada.
—Hola, ¿dónde vienes? —Le escuchó decir.
Denki jugó con los cordones de su sudadera queriendo evitar parecer entrometido con la conversación.
—Ok... No hay problema, iré enseguida —finalizó la llamada y guardó el aparato en su chamarra.
—¿Llegó tu primo?
—Sí y no... Hay un retorno bloqueado por un choque, me pidió que me acerque a la parada Hibiya que está a la vuelta a unas calles de aquí, ¿me puedes acompañar? No hay mucha gente por la zona y ya me acosó un drogadicto hace unas semanas saliendo de aquí.
Denki miró la súplica en sus ojos, claramente le daba miedo caminar sola, aunque sea hombre la puede comprender, no le importaba desviar su camino unas cuadras por ayudarla.
—Por supuesto.
Sakura le agradeció y juntos comenzaron a caminar, cruzaron el estacionamiento y rodearon el terreno del hospital hacia la parada, según recuerda la ruta de esos camiones se dirige al norte.
«¿Sakura y su primo viven tan lejos?»
Conforme avanzaban entendió el temor de la chica, aunque la luminaria funcionaba no había gente en estas calles, casi todo era residencial y los pocos negocios ya están cerrados, cualquiera se pone nervioso en un escenario así, suerte que aprendió a mantener la calma porque dos personas asustadas eran blanco fácil de criminales.
Arribaron a la parada, la muchacha le dijo que venía en una camioneta de su trabajo, Denki le ofreció sentarse en la banca pero no quiso, estaba pensando hacerlo en su lugar cuando vio acercarse una camioneta obscura, venía rápido.
Consideró alejarse del pavimento cuando le picó la nariz, notó un aroma a hierbas que se fue intensificando, iba a protestar cuando la camioneta paró frente a él y se abrió la puerta de atrás, en cuestión de segundos del interior lo jalaron dos manos y sintió que lo empujaban por atrás.
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