Vivir un poco más
—Son las 3 de la mañana y yo no he dormido aún nada pen... —apagó la alarma de su celular y abrió los ojos lentamente. Otro día más y aún se sigue preguntando ¿por qué no ha cambiado esa canción como alarma? Que, por cierto, su muy gracioso mejor amigo le había puesto a modo de broma. Y es que él ni siquiera entendía la letra, aunque extrañamente le agradara el ritmo.
Esa mañana el piso estaba frío y, en vista de que no encontraba sus sandalias, no tuvo más remedio que ir hasta el baño descalzo. Espera no enfermarse, ya que a su edad tiene que cuidarse un poquito más. Aunque no es muy viejo -solo está en los 30- aún es joven… O eso quiere creer; eso le dicen sus amigos.
Hablando de sus amigos… Hoy “tiene” una reunión con ellos. —¿Será que está vez si acepto esa salida? —se preguntó cuando puso un poco de pasta dental en su cepillo blanco. Vaya, incluso este era tan aburrido como él. —¿Por qué no compré un cepillo de otro color? —definitivamente hoy amaneció de mal humor. En su cabeza, solamente en su recorrido de su cama al baño, había notado al menos 6 cosas aburridas o muy comunes entre sus artículos. ¿A los hombres le da la menopausia?, ¿o cómo era?, ¿crisis de la mediana edad? Está empezando a creer que eso debe ser.
A estas alturas de su vida empieza a creer que se va quedar solo. Él no sale a ningún lado ni con nadie; no tiene hobbies, no tiene citas y su rutina es tan monótona y simple como la ropa en su armario o los muebles de su casa. Incluso su gato se ve simple ahí acostado en la alfombra café de su sala de estar.
—Bummie, deja de dormir —largó un suspiro, quizá un poco triste—, estás tan gordo… —se miró la pequeña barriga que empezaba a sobresalir de la pretina de su pantalón por la falta de ejercicio. —Bueno, estamos.
Sí, esa era su vida: despertar temprano, bañarse, alimentar a su gato, salir al trabajo y regresar a casa. Quizá debería aceptarle todas aquellas invitaciones a Jonghyun. Sin embargo, ese chico era tan extrovertido que él terminado cohibido.
Aunque, por el momento, debería empezar su día de descanso con un buen desayuno, de menos para dejar de atormentarse un rato. —Ven Bummie, vamos a desayunar —su gordo gato maulló como si le dijera que sí. Él lo cargó para llevarlo a la cocina, soltándolo nada más llegar. —Oh, estás pesado. Creo que a partir de hoy ya no te daré tanta comida; ambos necesitamos bajar de peso. —besó la cabecita del minino, y se puso manos a la obra pues tenía un desayuno para dos que preparar.
—————
—Aaaaah, estoy tan lleno que podría explotar —dijo, mientras se sobaba el estómago tal cuál embarazada, acostado en su cama y entonces, los cuestionamientos volvieron a su cabeza. ¿Ahora qué? Nada, dijo su subconsciente. Él realmente no tenía nada más que hacer. Quizá leer un rato, o buscar en internet cual podría ser una buena rutina de ejercicios, pero de ahí en fuera no había nada más. Él enserio necesitaba salir. ¿Cómo es posible qué esté desperdiciando su vida así? Para empeorar el hilo de pensamientos, empezó a recordar que casi no tenía amigos, por lo que nadie lo invitaba a salir más que el mismísimo Kim Jonghyun y uno que otro compañero de trabajo, quienes al ver la negativa a sus invitaciones, dejaron de hacerlo.
De pronto, una resolución se hizo presente. Tanto tiempo tratando de ser ejemplar, de no decepcionar a sus padres a pesar de lo permisivos que estos fueron. La idea se formó de pronto en su mente, haciéndolo sentarse abruptamente en la cama. —¿Y si le llamo a Jjong para salir? —quizá empezar a socializar más le ayudaría. Debía salir, experimentar las mil cosas que se había privado antes. Quizá ser alguien nuevo, renovado, o algo así.
—Lee Jinki —se habló así mismo—, desde hoy tienes que salir más, tienes que vivir un poco. —Está cansado de tanta monotonía. Su mamá tiene razón: el miedo a lo desconocido le ha ido quitando muchas experiencias de la vida. Es decir, a sus 30 años solo ha tenido una relación amorosa, sí es que se le pudo llamar “relación” a una semana de noviazgo fallido por no cumplir las expectativas de la otra persona.
Decidido, tomó su celular y con un mohín en los labios, llamó al moreno que se hacía llamar su amigo.
Un tono, el sonido de la llamada siendo contestada. Inhaló con suavidad antes de hablar. —¿Jonghyun-ssi? Soy yo, Jinki.
Casi creyó haber escuchado un ruidito de sorpresa de fondo. —¡Oh, Jinki hyung!, ¿qué tal? Es una sorpresa recibir una llamada de ti, sobre todo porque aún no contestas mis mensajes —el tono sarcástico y divertido no pasó desapercibido para el mayor. Se sintió nervioso, ¿su queridísimo dongsaeng lo estaba regañando? Lo dejaría pasar solo porque Jonghyun tenía razón. —Bueno, sólo hablaba para saber cómo estabas, y, bueno… —oh no, se le estaban trabando las palabras— quizá, ya sabes… ¿podríamos salir hoy, que te parece?
El alivio que sintió al haber soltado aquello fue enooorme, sobre todo porque en algún punto creyó que le daría una crisis nerviosa.
Sin embargo, pronto cayó en cuenta de que el silencio al otro lado de la línea se había extendido demasiado. —¿Jjoggie? —preguntó, aunque lo que respondió fue la nada. Iba a hablar nuevamente cuando varios beeps empezaron a sonar. Le habían colgado.
Jo-der.
—Pero ¿qué? —¿Ese Kim en serio se había atrevido a colgarle?
Debió ser por las mil veces que le rechazó una salida.
O porque llevaba casi una semana sin responderle ese mensaje de KakaoTalk de un sticker feo que el moreno le había enviado.
Sin embargo, eso no mejoró su ánimo, lo empeoró. Un poco indignado cruzó los brazos, lanzó el celular a algún lado de su colchón y se apachurró en su lugar. Nunca se había sentido más rechazado en su vida, y peor aún, por su ”supuesto” mejor amigo. —Ese bastardo mal agradecido —refunfuñó, rodando molesto en su colchón— pero ya va ver cuan... ugh. No tiene sentido que me moleste cuando el mal amigo fui yo.
De pronto solo se desparramó, extendiéndose en todo el ancho de su cama. Su vista al techo blanco y pulcro. Por un momento, quiso manchar todo de sí. Cerró sus ojos por un segundo, despertándose al instante con el insistente sonido de su timbre resonando en la casa. Se sentó, buscando su celular y notando que en realidad habían pasado unas 2 horas. ¿Se había dormido?
Peor aún, ¿quién era? No había pedido nada ni por delivery ni por internet, y sus padres no habían quedado en visitarlo pronto. Extrañado, se levantó finalmente decidido a parar ese tintineo insistente que le reventaba los tímpanos.
Sin preguntar antes, abrió la puerta, aunque el segurito de la misma impidió que fuese por completo. Sus ojos abriéndose más de lo usual al ver aquel rostro ahí.
—¿Jjong?, ¿qué haces aquí? —preguntó con incredulidad, removiendo el pestillo para dejarle pasar.
—Síp, ese soy yo —contestó el moreno, sin inmutarse a la sorpresa del contrario, y entrando a esa casita tan pronto Jinki le dio espacio para ello—. Dijiste que querías salir, y estoy aquí para recogerte. Te di mucho tiempo para ponerte guapo —sin embargo, lo miró de pies a cabeza, frunciendo el ceño al notar su ropa holgada y de estar en casa—. Creí que ya estarías listo —refunfuñó cruzándose de brazos ante la aún sorprendida mirada del mayor.
Jinki sintió que alucinaba, y es que lo sintió muy espontáneo. Creyó que se había enojado con él. — Yo, uhm, no creí que…
El contrarió alzó su palma, deteniéndole al hablar. —Sólo ve a darte una ducha, yo prepararé tu ropa de esta noche.
Sin embargo, el mayor no se movió, ni un poco, aún estupefacto mientras el contrario rebuscaba en su armario algo que le convenciera lo suficiente.
—No lo entiendo —dijo sin más, en el mismo lugar en el que el moreno le había dejado.
—Dijiste que querías salir, así que pensé que deberíamos ir con los chicos a un bar bonito que hemos frecuentado últimamente. —El mayor se extrañó un poco, ¿los chicos? Los únicos “chicos” que llegaron a su mente fueron su viejo grupito de la universidad, aunque de aquello ya hacía un tiempo. —Recuerda que siempre te invitan y nunca vas —soltó un poco indiferente, sacando una camiseta bonita en color azul cielo y una playera blanca, dudoso por un momento sobre la prenda adecuada—, pero me pregunto… —dubitativo, se dio la vuelta, encajando a los lejos una prenda sobre el inmóvil muchacho, luego probando la otra—. ¿Por qué decidiste invitarme a salir? Tú nunca quieres salir con conmigo, o con más personas que no sean tu familia.
Sin embargo, Jinki no sabía que responder. Dudaba que fuese válido decir que su etapa de rebeldía adolescente había llegado un poco -demasiado- tarde. Empezó a preguntarse si en realidad había sido buena idea pedirle aquello a Jonghyun, tomando en cuenta que aquel hombre había hecho y deshecho muchísimas cosas desde una temprana edad.
—Bueno, no importa —soltó de pronto el moreno, ahora un conjunto bastante fresco reposando sobre el colchón—. Báñate y ponte bonito, nos vamos a di-ver-tir de lo lindo —y sin dejarlo decir palabra alguna, Jjong lo empujó hasta el baño, cerrándole la puerta en la cara.
¿Habrá sido buena idea, DE VERDAD? Ahora no lo sabe.
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