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"Adiós de nuevo Irlanda"
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Howth – Irlanda
Nessa Kane
Sentir el aire en mi rostro siempre uno de mis grandes vicios en toda mi existencia. Mis vicios no se trataban de drogas o el alcohol, al contrario, mi vicio era sentir el viento rozar con mi rostro y dejar que hiciera maravillas con mi cabello mientras disfrutaba del oxígeno puro del campo. Veía todo a mi alrededor con mucha atención para siempre recordar el aroma de las flores de mi país y de mi lugar favorito en todo el mundo. La voz de mi padre resonó en mis oídos, pero no deje de ver el maravilloso paisaje que tenía en frente.
—Nessa —Me llama por mi nombre y se acerca a mi lado mientras que, yo mantengo los ojos entrecerrados para evitar que algo entre a mis ojos. Mi padre se queda en silencio unos segundos hasta que decide romper el tranquilo silencio en donde solo se escuchaba el viento embravecido —¿Estas nerviosa?
Me pregunta y yo frunzo el ceño al no entender esa pregunta.
—¿Por qué habría de estarlo? —Inquiero
—Sabes perfectamente a que me refiero. —No respondí porque sabía que tenía razón
Les explicare. Mi padre me conoce mas que yo misma y eso, aunque a veces me sorprende, es normal cuando se tiene que cuidar a dos niñas el solo. Mi madre había muerto después de dar a luz a mi hermana pequeña, no logro soportar el embarazo así que solo pudieron salvar a mi hermanita, Nora.
Luego de la muerte de mi madre, tuvimos que sobrevivir los tres, aunque, tuvimos algo de ayuda de parte de mis abuelos (los padres de mi padre), y gracias a ellos logramos estabilizarnos económicamente. Luego de varios años, mi vida se había convertido en una especie de rutina triunfante cada vez que surgían torneos de adiestramiento o equitación y con eso ganaba suficiente dinero para dárselo a mi familia y no tener que depender de nadie más. Al menos eso es lo que siempre espero.
Cuando tenia vacaciones y no surgían mas torneos por las fiestas, volvía a Irlanda para tratar de despejar mi mente y visitar a mi familia cada que podía. Este año estaba terminando las vacaciones, por lo tanto, debía volver al país donde toda mi carrera comenzó. Suiza. Mis vacaciones las aproveche al máximo, por suerte, pero mañana seria la hora de volver y no puedo desperdiciar ni un segundo más.
Suspire algo melancólica al tener que recordar el ultimo día que mi madre estuvo viva. Aun no entiendo que fue lo que salió mal en ese momento, pero... bueno, ya no puedo retroceder el tiempo para darle un ultimo abrazo y decirle...
—¡Papi! —El grito de mi hermana nos distrae a mi padre y a mí. Mi hermanita tiene solo diez años de edad y parece una muñeca de porcelana. Se acerca a nosotros y mi padre la carga en brazos —¿Qué hacían?
Su curiosidad siempre ha sido una de sus mejores virtudes, pero también suele ser un gran defecto.
—Hablábamos de lo entrometida que eres a veces —Me burlo de ella y me hace mala cara lo que me causo risa por que sus mejillas se tornan tan rojas que parece un tomate. Le puse de apodo Tinkerbelle por que cuando se enoja se parece mucho a ella
—No soy entrometida —Ataca furiosa
—Oh, claro que sí.
—Que no.
—Que sí.
—Niñas. —Mi padre nos reprende y yo solo me río de mi hermanita menor a la que solo quiero darle muchos besos
—Lo siento. —Decimos al unísono y nos encaminamos a nuestra casa
Es una linda cabaña que se ha ido conservando con los ojos. Tenemos una chimenea, una linda cocina, un televisor que tiene Netflix y si, tenemos internet y es muy bueno. Estar en el campo no es mal, en realidad, llegas a amañarte tanto del campo que ni siquiera sabrás como actuar en la ciudad.
Me desvío de mi camino para al establo que tenemos justo al lado de la cabaña. Abro las puertas y veo a mi gran amiga esperando para disfrutar de los últimos días que tendremos aquí en Howth.
—Hola Rubí —Salude a la yegua que esperaba ansiosa por salir a pasear —¿Ya almorzaste?
Relincha afirmándome que si lo hizo. Le pongo el asiento sobre su lomo, las cabezadas, la embocadura, los protectores y las vendas. Me puse nada mas que mi casco, me subí sobre ella y con un leve silbido ella empezó a trotar poco a poco mientras salía del establo. Luego empezó a correr con mas velocidad y yo me sostuve fuerte de la correa.
Minutos después, las dos estábamos en el acantilado que daba vista al mar irlandés en aquel faro que estaba justo en la punta del acantilado. Mientras que, Rubí comía pasto, yo sonreía viendo la puesta del sol ocultándose lentamente. Un recuerdo de mi madre llego a mi mente en ese momento.
—Rubí es tu amiga ahora, Nessa —Su aroma era de un olor a rosas que siempre recordare —Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, pero el caballo puede llegar a ser el mejor amigo de la mujer.
Mi madre era mujer sabia. Mi padre dice que me parezco a ella cuando era joven. Soy casi su réplica por así decirlo.
Suspiré hondo y volví a montarme sobre mi yegua. Le di un ultimo vistazo al paisaje y le indique a Rubí que era hora de irnos.
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Habíamos venido a la casa de mis abuelos para visitarlos por mi ultimo día de vacaciones aquí en Irlanda. Mi abuela era una jinete nata en el mundo de la equitación al igual que mi padre, él fue un gran jinete en su tiempo, pero tuvo una leve lesión en su rodilla derecha y eso provoco que se quedara en cama unos tres meses. Luego nacimos mi hermana y yo, a partir de ahí no volvió a montar ningún caballo ni volvió a competir. En pocas palabras, se retiró de la equitación, según lo que cuentan los abuelos.
Mi padre estaba ayudando a mi abuela con la cena mientras que, mi hermana y yo reíamos con los chistes que contaba el abuelo sobre caballos. La abuela y mi padre llegaron con las bandejas llenas de la maravillosa comida típica de Irlanda, el olor era exquisito y la apariencia de la comida se veía deliciosa. Nada mejor que la comida casera de la abuela un sábado por la noche.
Al servir todos los platos repletos de la comida tan delicioso que se podía apreciar en la mesa, todos oramos y al terminar, comenzamos a degustar la obra de arte de la abuela. Exclamaciones de asombro inundaron el comedor y luego de varios minutos, ya estábamos en la sala hablando sobre mi próximo torneo mientras que el abuelo jugaba con Nora en el patio.
—Recuerda Ness, debes mantenerte calmada, siempre relajada, sabes lo sensible que puede ser Rubí con la presión —Me recuerda para que no lo olvide
—Si no te preocupes abuela, Rubí y yo ya nos entendemos muy bien —Le dije para calmarla. Cuando esta nerviosa, se muestra de esa manera conmigo antes de cualquier torneo
—No le hagas caso a tu abuela, solo esta nerviosa pero ya se le pasara —Dice mi padre
—Todavía puedo jalarte de una oreja, querido —Mi padre y yo reímos por la amenaza de la abuela y luego me levanto para ir a la terraza
El viento de la oscura noche golpeaba con fuerza las casas de todo Howth y eso me tranquilizaba de alguna manera, pues, el viento era mi amigo cuando se trataba de la equitación. Mi teléfono vibro en ese momento y era el recordatorio de la salida de mi avión mañana por la mañana. Debía estar allí antes del mediodía y por suerte yo ya había preparado todo antes del día. La luz de la luna hacia ver mi piel más pálida de lo normal y mi cabello cobrizo oleaba con la brisa de la noche. Volví a ver mi teléfono y coloqué la alarma para levantarme temprano, le di un ultimo vistazo a la ciudad irlandesa y me fui.
Con esto mis queridos aprendices, empezamos las lecciones que serán muuuuuy extensas.
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