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12 | Âurea


Jimin se quedó mirando el cielo, donde Jungkook había desaparecido entre las nubes. Sentía un vacío en el pecho, como si le hubieran arrancado una parte de su alma. Recordó el sabor de sus labios, el calor de su abrazo, la ternura de su mirada. ¿Volvería a verlo alguna vez? ¿O sería solo un sueño fugaz, una ilusión que se desvanecería con el tiempo?

Jungkook volaba con rapidez, impulsado por el viento y el dolor. No podía creer que tuviera que dejar a Jimin, el hada que en las últimas horas se había adueñado de su corazón. ¿Se había enamorado de él desde el primer momento?
Eso sí que no era posible. Él era un alma solitaria que vagaba por los confines del bosque sin tener necesidad de nadie ni nada, bueno, excepto del agua y del magro consumo de polen y miel diarios.
Pero aquel Jungkook enojado con la vida, que había perdido todo en un santiamén, había cedido frente a la ternura del chico de cabello dorado y alas de colores.
Después de mucho tiempo había sentido una conexión especial y él mismo bajó todas las barreras y se autorizó a sentir esa magia que los unió más allá de las palabras.
¿Podría olvidarlo alguna vez?
¿O sería su recuerdo una tortura constante, una herida que no cicatrizaría?

Ese pensamiento hizo que detuviera su andar, diera media vuelta y regresara sobre su vuelo en busca del hada. Él no podía permitir que su posibilidad de ser feliz, se perdiera cuando la había tenido al alcance de sus manos.

—Voy por ti, mi hada especial…
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Jimin se durmió llorando y despertó con dolor de cabeza y una sensación de confusión. No sabía dónde estaba ni qué había pasado hasta que el recuerdo le golpeó las sienes con severidad.
—Jungkook —balbuceó con angustia.

De repente, escuchó una voz suave y dulce que le hablaba al oído.

—Jimin Otoño.
Se irguió de un salto con su cabeza hecha un nido despeinado y el corazón en la boca.

—Tranquilo, Jimin, mi nombre es Âurea, soy madre de las hadas de invierno —La voz tenía una dueña celestial —He venido a traerte las revelaciones del concilio de hielo.

La madre de invierno trató por todos los medios de no reírse de la imagen graciosa que Jimin proyectaba con los cabellos al viento y los ojos curiosos.

—Madre de invierno —repitió él con dificultad—¿Qué revelación? —trató de disimular el nódulo que la angustia había tejido en su garganta producto del miedo que le provocaba la futura novedad.

-—El concilio de hadas del bosque frío ha decidido que aún no estás listo para tu designación. Se ha revelado ante ellas que debes esperar al próximo año. Tú, eres un otoño —confirmó Áurea— Eso significa que tienes un año más para madurar y regresar

—¿Un año más? —repitió Jimin con incredulidad—. Entonces, ¿Yo sí soy un hada de otoño?

—Claro que lo eres. ¿Por qué dudas?

—Porque mi clan me envió en invierno.

—Creo que ni siquiera ellos saben por qué lo hicieron. Pero el espíritu del bosque, sí lo sabe, Jimin. Eres un ser especial. Tú y tu designio cambiarán los destinos del bosque. Pero no aceptarán lo que ocurrió con el alípede.

—Pero, nada ocurrió con Jungkook… —él con su inocente mentira intentaba engañar nada más ni nada menos que a la madre Invierno.

—Jimin… cada árbol, cada rama, cada hoja que te rodea, tiene vida. Todos ellos fueron testigos de los latidos que Jungkook le provocó a tu corazón de hada.

Tan sumidos en el diálogo estaban, que ninguno de los dos notaron la presencia de Jungkook a pasos de ellos.

—Jimin eres un hada, él un alípede, son reinos que no se juntan es imposible una unión entre ellos y eso tú bien lo sabes.

—Si eso es así ¿Por qué siento lo que siento por él? Te diré lo mismo que Jungkook me preguntó a mí ¿Cómo algo puede ser malo, cuando se siente tan bien? —limpió las lágrimas de sus mejillas— Estoy apenas dejando mi niñez para ingresar a un mundo de adultos que no me gusta. Que me resulta injusto. Es muy doloroso que un verdadero amor, se separe por creencias milenarias y absurdas.

—¿Verdadero amor, Jimin? ¿Solo un beso y ya eres capaz de decir que se trata del verdadero amor?

Jimin se sumergió en un pensamiento frente a lo que la hada de invierno le estaba diciendo ¿él era capaz de asegurar que lo que sentía por Jungkook era verdadero amor? Y de ser así ¿Qué haría él con ese amor ahora que Jungkook se había ido?

—Solo puedo decir que me duele aquí —y llevó ambas manos a su pecho— como si dentro mío algo se hubiera roto.

Jungkook escondido detrás de un árbol, tras escuchar esas últimas palabras dichas por Jimin, apoyó su espalda en el rugoso tronco, llevó sus manos al pecho y se dejó caer.

Al igual que su hada, él también sentía que algo dentro suyo se había roto.













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