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Teacher


---Siéntate.--- Algo temerosa, obedeciste, oyendo sus pasos detrás tuyo caminando hacia la puerta, para hacerse oír un agudo "Click". Sin embargo, no volvió a su asiento, sino que siguió merodeando por la sala y alrededor tuyo.

---Profesor Park, estoy a mitad de una clase, he dejado a mis alumnos esperando.--- Mordías insistentemente tu labio inferior, rogando porque te dejara volver al aula.---Si me tardo, irán con una queja al director y...

---¡Yo soy el director aquí!--- Su mano estallado en el escritorio hizo que dieras un pequeño salto en tu lugar. Lo habías olvidado, Jimin era quien estaba reemplazado al verdadero director.---Y por lo tanto, soy quien manda. No querrá desobedecerme, ¿Verdad?--- Volvió a tomar asiento e inclinarse hacia atrás, desabrochando los primeros tres botones de su camisa blanca, dejando a la vista parte de su blanquecina piel.

Levantaste la vista, encontrándote con su mirada intensa puesta en ti, si esperaba intimidarte, ya lo había hecho. Observaste parte de su pecho descubierto sintiendo el calor invadir algo más que tus mejillas.

---Ven aquí.--- Emitió un ademán con su mano, guiándote a ir hacia donde él. Dudosa, te levantaste de tu asiento y caminaste hasta quedar al frente del chico.---Siéntate en mis piernas de la misma manera en que lo haces cuando me rogas que te folle.--- Su voz afectada te quitó un suspiro indeseado, sin contar cuánto te estaba haciendo mojar.

Cruzaste ambas piernas por su cintura, haciendo rozar sus intimidades, mientras que tus brazos rodeaban su cuello dejando ambas anatomías apegadas. Él colocó una de sus manos en tus glúteos y otra en tu espalda, sujetándola como si te fueras a escapar, mientras que su cabeza se hundió en tu cuello.

---Hueles a él.--- Jimin frunció las cejas al aspirar el perfume de uno de sus compañeros de trabajo en tu blusa, uno de tus amigos más cercano.---¿Has estado con Hoseok?--- Asentiste levemente y un sentimiento de celos y enojo lo envolvió.

El eco de sus nalgadas se hicieron presente en la oficina y el ardor en tu trasero, que dolía como los mil demonios, pero mismo tiempo era tan malditamente excitante.

---¡Jimin! ¡Ah! Lo siento, no volverá a pasar.--- Te quejaste y disculpaste cuando los golpes comenzaban a ser más frecuentes y dolorosos. El pelinegro paró y comenzó a masajear aquella parte, tratando de aliviar el dolor.

---¿Él te gusta más que yo?--- Pasó sus manos por debajo de tu blusa, creando un camino de caricias hasta llegar a tus pechos y quitarte el brasier junto a la remera. Te separó un poco de él para admirarte mejor y relamer sus labios antes de meter uno de tus senos a su boca.

Inclinaste tu cabeza hacia atrás, mordiendo tu labio inferior, sintiendo su mano y cabidad bucal apretujar tus pechos como se le antojaba. Cuando se separó de tus senos, volvió a colocar sus manos al rededor de tu cintura para cargarte y sentarte en su escritorio.

Desabrochó el botón de tu jean y lo quitó de un tirón, sacándote un jadeo que le hizo sonreír morbosamente. trazó líneas imaginarias desde tus muslos hasta el borde de tus bragas, las cuales bajó sin ningún apuro.

---¿Él te hace sentir de esta manera, hhm?--- Sus labios se posaron en tu cuello, creando un camino de besos húmedos hasta el valle de tus pechos y abdomen. Hundió dos dedos en tu interior de manera brusca, sin movilizarlos.

---Jimin...--- Comenzaste a quejarte por el dolor en tu vientre bajo.---Por favor, muévelos...--- Te removiste contra sus dígitos, empezando a respirar agitadamente.

De golpe, las estocadas de sus dedos se intensificaron, quitándote varios gemidos altos, que a ninguno les preocupó, pues su oficina se encontraba demasiado aislada de las aulas.

Su boca bajó a tu vagina, dejándo un beso en tu clítoris, el cual volvió a sacarte otro grito agudo que eran melodías indescriptibles para el rubio. Él pasó su mano por su bulto y gimió sobre tu feminidad, causándote una oleada de placer.

---¡Joder, Jimin! ¡Más!

Jimin quitó sus dedos de tu interior y te recostó en el escritorio, tirando todo el papelerío al suelo. Mientras sus manos sostenían con fuerza tus muslos separados, paseaba de arriba abajo su lengua sobre tus labios mayores y menores, lamiendo.

Cuando comenzó a succionar de tu clítoris, sostuviste con fuerza los bordes del escritorio, arqueando tu espalda al mismo tiempo. Su lengua se adentró a tu entrada, comenzando un vaivén exquisito que no pudiste evitar jadear, aunque ya te doliera un poco la garganta.

Sin ningún impedimento, Jimin dejó que llegaras al clímax, explotando en deliciosas sensaciones. Tragó todo tus fluidos, dejando chorrear una que otra gota por sus comisuras.















Hola, dulzura, ¿Cómo ha estado su cuarentena? Sólo venía para decirles que abro pedidos para el que quiera hacer.

Cuidense mucho y nos leemos luego.💜








Me disculpo por los errores ortográficos

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