—Lo encontramos—la exclamación del pálido pelinegro hizo saltar a Naruto en su asiento.

A veces se cuestionaba seriamente por qué rayos habría Sai de parecer un fantasma, su pálida piel, expresión nula e imperceptible ruido al entrar lo hacía saltar del susto en ocasiones.

—¿Lo has encontrado?—pregunto asombrado el rubio, recibiendo un asentimiento de cabeza del pelinegro.—¡Déjame verlo!

Naruto tomó ansioso el viejo pergamino y empezó a leer. Efectivamente en él se apreciaba toda la información de dicho jutsu, era fácil de usar pero a su vez peligroso y comenzaba a temer por la chica.

—¡¿Dónde está?!—Satomi entró corriendo por la puerta y observó con deseo el pergamino en manos del rubio.—¡Dámelo!

Naruto la miró enojado cuando lo arrebató de sus manos, la chica leía las palabras cuidadosamente y asentía para sí misma.

Volver a casa sería pan comido.

—¿Cuándo volveré?

Naruto la observo fijamente, adoraba tenerla cerca, le devolvía aquella felicidad que años atrás había perdido. Aún así él sabía que ella debía volver.

¿Por qué incluso si sabía que la chica intentaría cambiar el pasado se sentía tan nervioso? ¿Por qué sentía como si la estuviera perdiendo de nuevo?

—No lo sé, supongo que necesitaremos la ayuda de Kakashi-sensei para...

—Oi.—saludo el hombre de máscara apareciendo.

El corazón de Naruto dio un vuelco a la vez que el hombre aparecía dentro de su oficina en una nube de humo.

—¡¿De dónde rayos salen todos, ttebayo?! ¡¿Saben lo peligroso que es asustar a alguien así?!—grito Naruto intentando nivelar su respiración.

—Yo lo llame antes, a Satomi le urge volver a su hogar y sé que Kakashi-san es el indicado para esto.

La chica le sonrió abiertamente a Sai.

—Entonces, ¿cuándo empezamos?—la emoción de Satomi era notable, ella realmente deseaba volver a su tiempo.

Si bien sus lazos con los hijos de sus amigos la hacían vivir cada momento con una sonrisa, el ver a sus novatos de la hoja crecidos y aprender nuevas cosas sobre el futuro la hacían feliz ella siempre estaba deseando volver a su época. Tenía cosas pendientes y mucha vida por delante.

—Podríamos empezar ahora, en la azotea y nuestro traslador sería este.—dijo Kakashi sacando de detrás de él una piedra de mediano tamaño.

—Sensei, ¿de dónde demonios saco eso?—murmuró extrañada la chica.

—No tengo porque rendirte cuentas.

La chica rodó los ojos, Kakashi seguía molesto por la bromita que le gasto cuando llegó al futuro.

—¡Empecemos ahora!—le sonrió a los presentes.

(...)

Las horas pasaron y mientras el peliplata custodiaba la oficina Hokage con todo el material listo, toda la generación de Satomi se habían reunido en un restaurante, era una clase de despedida a la chica.

—Chicos, es momento de decirles adiós, al menos en este futuro.

Algunas miradas se volvieron serias y sonrisas se apagaron.

—Se que es peligroso pero debo volver, les prometo que nos volveremos a ver algún día, haré lo posible para vivir este futuro al mismo tiempo que ustedes.

Los mayores agacharon la cabeza analizando la situación. Sasuke, Shikamaru y Naruto eran los únicos que no se habían mostrado deprimidos.

—¡Por Satomi-chan dattebayo!—grito Naruto como en los viejos tiempos parándose de su asiento.

Jalo a la chica por los hombros y alzó su taza de té helado, lo cual todos imitaron y sonriendo comenzaron la despedida.

Al menos esta vez todos, los que consideraban a Satomi importante, tuvieron la oportunidad de despedirse de verdad.

Ahora incluyendo la despedida de unos pequeños niños.