Suave pelaje
[Nota: En este one-shot, Erlang y Wukong se conocían desde jóvenes]
Como parte de una divisa especial de la Corte Celestial (y la única forma de que dejaran a Wukong en paz), tanto Erlang como Wukong y el príncipe Nezha fueron llamados para hacerse cargo de una horripilante bestia que causaba un completo desastre en una de las aldeas con un importante bastión para la Corte dentro de la Tierra. La mayoría de templos habían quedado arrasados, las viviendas envueltas en llamas y el número de muertos aún no había podido ser registrada, pero se estimaba una cifra alta...El gigantesco demonio serpiente de color carmesí se habría situado en aquel lugar como su propia guarida, de no ser porque los tres guerreros llegaron al frente de batalla.
A pesar de ser subestimado, el demonio reptil les dio problemas a los tres, ya que se podía liberar del listón rojo de Nezha, esquivar los potentes rayos de Erlang, y contraatacar las transformaciones de Wukong con las propias suyas. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que idearon un plan de ataque coordinado. Luego de que Nezha duplicara la cantidad de listones rojos y envolviera tanto a la serpiente como pudo, Erlang se alzó en los cielos, y con su lanza resplandeciendo de un cargado blanco condensado de rayos, de un potente golpe a la cabeza, toda esa electricidad pasó por cada escama endurecida, partiéndolas en pedazos, y ablandando así su piel. Al segundo, Wukong dio la segunda tunda, alargando su bastón lo suficiente como para dar un cargado porrazo a la cara de la Serpiente, aturdiéndola, y ansioso por el remate, Nezha, imbuido en fuego por completo, no tardó en blandir su propia espada y con un limpio tajo de llamas, terminó por decapitar al demonio, despojándolo de su cabeza la cual se fue a volar por los aires, dejando el cuerpo serpenteando y empezando a desplomarse, hasta caer al suelo.
- Wooo! Eso es! -exclamó triunfante Wukong mientras los tres guerreros bajaron también y aterrizaron justo al lado del demonio decapitado. El Rey Mono se volteó para contemplar el cuerpo de la bestia, era enorme. Fácilmente se podría haber visto en medio de una montaña desde la Corte misma, y por eso mismo se sintió muy orgulloso. - Gran trabajo, muchachos! Juntos, cazamos esta temible bestia-
- Pfft...yo di el remate. -reclamó Nezha luego de resoplar y cruzarse de brazos.
- Sin nuestra ayuda no hubieras podido ni aprisionarlo con tus lazos! No te des todo el crédito, niño. -le respondió de vuelta Wukong arrugando la nariz, pero Erlang poco o nada prestaba atención a la discusión. En cambio, miraba alrededor con pena por ver cómo había quedado la aldea después de ser aplastada por la serpiente.
- ...Todo quedó destruido. Por mi parte, me aseguraré de prestarles la ayuda que necesitan.
- Y de mí igual! Así dejamos a Nezha como un egoísta. -se burló Wukong sonriendo malicioso hacia el príncipe. - Pero por ahora...volvamos a la Corte y reclamemos nuestra recompensa!
- Ugh...ya qué. -musitó Nezha.
Erlang se volteó hacia ellos para dirigirse juntos a la Corte, pero de repente, los tres se congelaron en sus puestos, y miraron directamente al cuerpo de la serpiente. Estaba gruñendo. Todos tensaron sus cuerpos al notar que el gruñido subía más y más, y no despegaron sus ojos del cuello cortado de la Serpiente. Aquello se le hizo extraño a Erlang, ya que la carne...no estaba sangrando. Sonaba como si fuera una manguera a presión, conteniendo todo lo que tenía por dentro, e incluso el cuerpo se removió levemente.
- Deberíamos-- comenzó Wukong pero de repente fue interrumpido de golpe apenas el cuello de la Serpiente estalló en un torrente de sangre que empujó a los tres guerreros, empapándolos de rojo y otros fluidos que era mejor no mencionar, ensuciando las piedras del suelo y los escombros, como si se tratara de una inundación, esta vez de sangre. Los cuerpos de Wukong, Nezha y Erlang rodaron por todo el lugar hasta detenerse en cuanto la presión desapareció, y el príncipe fue el primero en incorporarse con una bocanada de aire. Sus manos temblaban ligeramente, y se miró a sí mismo, descubriendo que estaba completamente cubierto de rojo.
- Pero qué...¡¿mierda?! -gritó Nezha sintiendo su ropa pegada a su cuerpo pero sobre todo el que estuviera cubierto de sangre de demonio y dejó soltar fuertes gritos y maldiciones mientras caminaba de un lado a otro y dando pisotones. - Qué puto asco!! No tenía suficiente con darnos problemas, sino que estalla su sangre encima?! Qué mierda con esta serpiente?! Aagh!!!
Erlang se mantuvo sentado pero se enderezó rápidamente, teniendo los ojos cerrados y los labios fruncidos para que nada de eso le entrara al cuerpo, y sacudió su mano para quitarle los excesos, para así pasársela por la cara y tenerla lo suficientemente limpia como para abrir los ojos y la boca. Contempló incrédulo cómo todo el suelo de la aldea ahora era un asqueroso charco de sangre demoniaca, y soltó un gruñido asqueado, empezando a levantarse, y al igual que el príncipe, su ropa blanca ahora estaba roja, y pegada a su cuerpo.
- Oh por favor...mis plumas! No saben lo tardío que es lavar la armadura por un mugre, y ahora limpiarla toda de este demonio?! -se quejó Wukong por su lado mientras se levantaba y trataba de sacudir y quitar la sangre de las plumas de fénix de su sombrero, aunque poco podía hacer ahora. El dorado de su armadura quedó opacado por el rojo sangrío. Además, todo su pelaje castaño también estaba calado a sus huesos. Al sentirse tan asqueado de sí mismo y con la situación, su humor se puso aun peor y junto a Nezha, comenzó a lanzar insultos al aire.
Erlang sabía bien que no se podía mantener a Nezha y Wukong con mal humor por tanto tiempo antes de que estallara una guerra entre ellos, por lo que mientras se sacudía las manos e intentó escurrirse la sangre de su túnica blanca, pensó en la solución más rápida posible. No podían ir al Palacio de Jade para anunciar con "éxito" la cacería, por lo que...tendrían que tomar un baño primero, y ya sabía muy bien dónde podría ser. Al terminar de quitarse los excesos, el pelinegro reparó en que los otros dos seguían quejándose y refunfuñando, ya incluso discutían entre ellos, por lo que soltó un suspiro pesado, llevándose una mano a la cara.
"...Necesitamos un baño". Pensó.
***
Se despojaron de sus ropas, las metieron al agua, sus armas también, y quedando completamente desnudos, primero empezaron a lavar sus prendas en una cascada dentro de la misma montaña donde se encontraba la aldea, la cual desembocaba a arroyos y estanques más adelante, pero ahora, necesitaban quitar toda la sangre de sus uniformes. El agua cristalina rápidamente se fue tornando roja a medida que las prendas se despojaban del color. A Wukong no le gustó nada mojar su sombrero, pero no tenía de otra. Su armadura rápidamente volvió a resplandecer de dorado en medio del agua a medida que la limpiaba. Escurrían las telas, y las gotas rojas que caían fueron cesando hasta que las prendas de los tres guerreros quedaron lo suficientemente limpias como para colgarlas en un árbol cercano y sobre piedras que el radiante sol les daba desde arriba.
Ahora, era turno de sus cuerpos. Los coágulos secos de su piel se fueron disipando con la fría agua que les caía a los tres desde la cascada. Mientras que Erlang se limpiaba su pelo negro, Nezha se iba restregando los brazos y la cara manchada de sangre, y Wukong apoyó las manos en la piedra, dejando que el agua le cayera sobre toda su espalda. Sentir la cascada encima de él, el agua fría limpiando su cuerpo, le hizo sentir al Rey Mono mucho más relajado y aliviado, por lo que, a pesar de todo, su cola se balanceó levemente de un lado a otro. Ninguno de los tres había dicho algo por ahora, pero no lo veían necesario.
Al momento de separarse de la cascada, Wukong estrechó los brazos y la espalda, para así sacudir la cabeza y posteriormente todo el cuerpo, salpicando gotas a sus compañeros, y aunque a Erlang no le importó en absoluto, irritó a Nezha, quien le dio un empujón, y Wukong soltando una risita, se lo devolvió con la misma fuerza. Dejó que el príncipe se separara de ellos y el Rey Mono se giró ahora al pelinegro, quien le daba la espalda mientras se escurría el pelo, y su expresión se suavizó, decidiendo ir con él. En primera instancia, apoyó un brazo sobre su hombro, sonriéndole suavemente y sus miradas se encontraron, pero algo captó la atención de Wukong por el rabillo del ojo, y al alzar la cabeza, reparó en unas nubes de vapor ascendiendo lentamente.
- Hey...mira. -le dijo a Erlang haciendo un ademán con la cabeza, y en cuanto los dos descubrieron de qué se trataba, intercambiaron una mirada y los dos pensaron en exactamente lo mismo.
***
- Aaahh~ - Wukong soltó un muy placentero suspiro apenas se sumergió en el estanque de las cálidas aguas termales y sacó solo la cabeza mientras su cuerpo flotaba en la parte más honda. Se sentía como una pluma volando en el aire, tan ligero y relajado...el que sus músculos estuvieran tan calmados ahora, le podría dar un profundo sueño en cualquier momento. Contento, comenzó a nadar alrededor del estanque mientras Nezha y Erlang se encontraban en puntos opuestos. El príncipe yacía sentado, apoyando la espalda en las rocas que formaban la orilla, con los brazos cruzados, y sus dos cebollas ahora solo por el momento eran una, para evitar que su pelo se siguiera mojando. A pesar de todo, su expresión reflejaba una silenciosa calma mientras se permitía relajarse en medio del calor, con los ojos cerrados y sin querer decir nada.
Erlang por otro lado, aunque también estaba sentado en el otro borde de la orilla, tenía un brazo abierto sobre la roca, y contemplaba el lugar donde se encontraban, tan aislado de todo, solo eran ellos...y la Tierra misma dándoles una oportunidad de relajarse. No se sentía molesto con oír al mono nadando entre ellos, pero eso al príncipe le hizo todo lo contrario.
- Ugh...Mono, quieres ya parar? Tus chapoteos molestan.
- Wukong...ven aquí. -le invitó Erlang haciendo un gesto para que viniera. Wukong, ignorando por completo a Nezha, sonrió pícaro y se acercó al pelinegro, se dio media vuelta para darle la espalda, y tumbarse en medio de sus piernas, acostando la cabeza sobre su pecho, lo que hizo al dios del tercer ojo sobresaltarse.
Wukong apoyó el codo sobre el muslo de Erlang, y su mejilla en el puño, alzando así la cabeza para encontrarse con sus ojos. - Como digas, Divinidad Sagrada~
Erlang rodó los ojos pero igualmente dejó al mono reírse, y apoyó su espalda sobre las rocas detrás de él, tomando la cabeza de Wukong en sus manos, para así empezar a acariciarla suavemente, comenzando con un agradable masaje. Wukong en un principio se sintió desconcertado, pero más pronto que tarde cerró sus ojos en una placentera expresión, con las mejillas sonrojadas, y de su boca salían suspiros complacidos, relajándose más en medio del pelinegro.
- Hm-hmm~...hah...sí, justo así~
- Yo sé lo mucho que te gusta esto...
- Ughh...! - Los dos pudieron oír un gruñido combinado con un muy pesado suspiro, Nezha no podía creer que los amantes ahora se les ocurría por dejar salir toda su melosidad, justo frente a él, por lo que al rodar los ojos, el príncipe se dio media vuelta para darles la espalda, acostando su cabeza sobre sus brazos cruzados en la orilla del estanque. Pero a ninguno de los otros dos les importó.
- Y a tí te encanta tocar mi pelaje, hm~? -le preguntó Wukong con una sonrisa relajada, pero aquello le hizo a Erlang sonrojarse también.
- ...Siempre...ha sido muy suave.
No hubo mentira en esa respuesta. Erlang recordaba con total claridad cómo hace tantísimos siglos, cuando los dos recién no eran más que amigos de la infancia, sin peso ni preocupaciones por sus futuros cargos en el Cielo y la Tierra, siempre se vio atraído por el pelaje castaño de Wukong. La primera vez que logró acercársele, fue en la Montaña Huaguo.
"...Tu pelaje se ve muy esponjoso" comentó un joven Yang Jian hacia su amigo mono. El contrario lo miró y soltó una risita risueña.
"Jeje! Por qué lo dices? Acaso quieres tocarlo?"
Las mejillas del niño se sonrojaron. "S-si no es mucha molestia..."
"Para nada!" El pequeño Wukong se posicionó de espaldas a Yang Jian para que éste pudiera tocar su cabeza. El pelinegro apenas hundió sus dedos en su cabellera castaña, sus ojos se dilataron de lo esponjoso y suave que era. Era demasiado! Lentamente fue moviendo sus manos y dedos para acariciarlo con suavidad, sin querer despegarse de la sensación que estimulaba sus palmas. Rápidamente, la cola del mono se fue moviendo en señal de que le gustaba, y sonidos guturales placenteros salían de su boca, cerrando los ojos al sentirse cada vez más y más relajado. Ahí fue cuando descubrieron un ritual que jamás abandonaron desde entonces.
Los siglos pasaban, pero la costumbre perduró, desde niños a jóvenes. Al estar solos sobre un árbol contemplando el paisaje de la montaña, Wukong se deleitaba con los masajes de Erlang sobre su cabeza, y él se complacía con lo suave que era su pelaje. Al momento de compartir habitación con cada visita, el Rey Mono no podía evitar caer profundamente dormido al momento que el dios del tercer ojo posaba su mano sobre su cabeza, los dos acostados en la misma cama. Un gesto meramente privado, hasta que se sintieron en suficiente confianza con Nezha como para abrirse frente a él, como ocurría ahora mismo.
Erlang pudo sentir cómo la cola de Wukong se enrolló en su tobillo, y podía oír claramente cómo el Rey Mono ronroneaba de placer debajo suyo, por lo que eso le hizo sonreír levemente, y seguir acariciando su cabeza. Wukong no pudo evitar soltar risitas en medio del masaje, lo que irritaba cada vez más a Nezha, hasta que después de un tiempo, se dignó a hablar.
- Por Buddha...si no se callan la maldita boca...
- Vamos, Nezha~ Nos merecemos unos cariños después de haber sido bañados por una Serpiente... -replicó Wukong en un tono divertido pero lento mientras alzaba la cabeza y se encontraba con la mirada de Erlang. Cerró los ojos y dejó que sus frentes chocaran entre sí, apoyando una mano sobre la nuca del contrario.
- Pero no conmigo aquí! Por dios, busquen otro estanque... -espetó el príncipe sacudiendo la cabeza, pero al notar que no le hacían caso, solo hundió su cara entre sus brazos, tratando de relajarse. - Son insufribles...
Wukong soltó otra risita traviesa al verlo tan irritado, y se enderezó en su posición inicial, dejando que el pelinegro le siguiera masajeando la cabeza. El tiempo parecía detenerse en esas aguas termales, mientras Nezha intentaba soportar a la pareja junto a él y pasaban un buen rato en silencio, ya no se sentían tan ansiosos, sino que también tenían esperanza de que las cosas se pudieran arreglar.
- La Corte Celestial puede esperar~...
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