Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Modern AU: La invitación

Nota: Esta parte tendrá una continuación!

***

A pesar de que ya pasó más de un milenio sin ser capaz de ver a Sun Wukong, Erlang todavía lo mantenía fresco en su memoria, como si fueran los años de oro de cuando se enamoraron por primera vez, y se juraron lealtad por el resto de los siglos en los que permanecían juntos. Engañar a la Corte Celestial en cuanto amor prohibido era relativamente sencillo, y muy atrevido, tanto por parte de él como un clásico de Wukong, pero...algo que ninguno de los dos podía controlar era la evolución del tiempo. La humanidad cada vez más se fue separando de sus hilos que la conectaban con las deidades, y eventualmente...el puente entre la Tierra y el Cielo simplemente dejó de existir. 

Fue entonces cuando las autoridades superiores a Erlang tomaron una radical decisión que cambiaría su vida para siempre: Sellar todo contacto divino hacia los seres terrenales, y por ende, toda magia que se usaba antes de parte de los Inmortales, Budas, o Bodhisattvas en la Tierra, simplemente...desaparecería. 

Los humanos al volverse independientes en la construcción de sus propios reinos, ignoraron la adoración que alguna vez tenían sobre las deidades, y éstas, siguiendo el nuevo decreto del Emperador, fueron abandonando la Tierra, para regresar a la Corte, y dejar ir a la humanidad para que siga su camino por sí misma. Los Yaoguais se escondieron, se alejaron de los humanos, rezagados en la oscuridad y guaridas muy lejos de sus dominios, cortando lazos también con éstos. Erlang creyó que al menos podría seguir bajando para visitar y mantenerse en contacto con el Rey Mono, ya que su amor declarado desde hace siglos...por fin estaba floreciendo a algo mucho más grande, y los dos estaban de acuerdo en que debían hacerlo oficial, al menos en el Monte Huaguo, pero...el dios del tercer ojo jamás llegó a creer que ese mismo día, la Corte Celestial produciría una barrera invisible pero impenetrable, de la cual Erlang no podría salir mas nunca, y el día que se supuso que sería el mejor de su vida, terminó siendo aquel que los marcó a los dos, con un juramento que se rompió, la Divinidad Sagrada recluida en el Cielo, y Sun Wukong, esperando en un altar a que su prometido llegara...pero jamás lo hizo. 

A pesar de que Erlang no podía bajar ahora para hablar con él ni sentirlo, todos los días, no faltaba ni uno solo, en el que no se sentara sobre la nube más baja de la Corte y observara al Rey Mono continuar con su vida allá en su montaña. Le partía el corazón no poder explicarle y ni siquiera poder verlo cara a cara, incluso había intentado colarse entre la barrera para tratar de salir, pero todo había resultado en vano. Cada día que pasaron de los interminables siglos, Erlang los vivió con arrepentimiento, y su rencor por su "familiar" solo fue creciendo en su corazón. 

Por consejo de sus hermanos, las visitas a la nube fueron decreciendo, hasta que, en un intento por superarlo y dejar ir a Wukong, Erlang no volvió a poner pie sobre aquella nube, ni bajó la mirada para ver la Tierra. A medida que fueron pasando los siglos y milenios, él lograba enterarse de todo lo que pasaba con respecto a la humanidad, cómo habían logrado construir y sentar metrópolis regidas por la más avanzada tecnología, declarándose como la "raza dominante" de este mundo, cuando no tenían la más mínima idea de quiénes realmente estaban por encima de ellos. 

Erlang fue una vez invitado a una pequeña reunión con los Reyes Dragones del Mar, Norte, Sur, Este y Oeste, pero entre los cuatro hermanos, solo dos asistieron. A pesar de que los otros dragones restantes no le tomaron demasiada importancia, a la Divinidad Sagrada le pareció extraño, y al visitar sus dominios que tenían en la Corte, se dio cuenta con sorpresa que no habían sido habitados en...siglos. No tenía un buen presentimiento de aquello, pero al no tener muchas pruebas conclusas, decidió investigarlo en solitario por ahora, y simplemente se limitó a buscar a aquellos dos reyes desaparecidos. No hubo estancia en la Corte que no hubiera revisado, pero...no podía encontrarlos. No quería tirar la toalla con su búsqueda, pero se estaba quedando sin opciones, por lo que...no tenía más remedio que darse un tiempo de todo eso. 

- Xiaotian? - Erlang bajó la cabeza extrañado al ver que su perro negro se había desviado del camino al campo de entrenamiento, donde normalmente tenían su trabajo como general y supervisar la rígida rutina de los soldados celestiales para mantenerse en forma. - Quan! -lo llamó de nuevo, pero el can no se devolvió. No tenían mucho tiempo para un descanso, por lo que Erlang se apresuró a desviarse también para tratar de alcanzarlo. Finalmente dejó de trotar en cuanto se encontraron en el borde de la nube gigantesca que sostenía el epicentro de la Corte Celestial en el cielo. El pelinegro se dio cuenta que su perro miraba fijamente hacia abajo, soltando tristes chillidos, y suavizando su rostro, se arrodilló a su lado, y se permitió posar sus ojos a la Tierra una vez más. 

Erlang pudo ver la Montaña Huaguo en la lejanía, pero...su corazón no se atrevió a agudizar la vista para buscar a Sun Wukong, y apoyó una mano en el lomo de su querido amigo, bajando la mirada con pena. 

- Lo sé...sé que echas de menos estar allá abajo, pero...no podemos. - Su perro alzó la cabeza para encontrarse con la mirada de Erlang, e inmediatamente supo que en silencio le preguntaba que si también extrañaba las montañas, y sobre todo...a "él". El pelinegro abrió la boca para contestar, pero alguien más se le adelantó. 

- Qué melodramático eres...hasta tu perro siente la tristeza que emanas. 

Erlang no pudo evitar soltar un profundo suspiro apenas reconoció esa voz, y se levantó para encarar al príncipe rojizo. 

- Nezha...Qué estás haciendo aquí? 

- Pues qué más puedo hacer aparte de vagar? -le respondió encogiéndose de hombros, flotando sobre sus rollos, los cuales estaban prendidos en un bajo fuego. - Los siglos pasan y todo en la Corte es igual...es peor que estar aprisionado en el tiempo. El peor castigo, sin duda, es el aburrimiento... - El príncipe bajó la mirada del cielo para fijarse en el semidiós, y una leve sonrisa burlona apareció en sus labios. - Heh...y aun así, no puedes quitarte de la cabeza ese problemático mono. 

Erlang frunció el ceño y apartó la mirada, con un ligero sonrojo en las mejillas.  - Yo no-...no he sabido nada de él en años. Y como los días acá son años en la Tierra, ha pasado demasiado tiempo... - Tampoco pudo evitar volver a bajar la cabeza en dirección a donde podía divisar la Montaña Huaguo entre las nubes. - Eres el único que sabe lo importante que era ese día, y-...

Nezha se rascó la quijada con desinterés. - Sí, sí...lo dejaste plantado. Eso ya lo sé, por dios! Pero a mis ojos, no eres lo suficientemente valiente. Dejaste de intentar de salir de acá. 

- Quieres bajar la voz...! -lo regañó Erlang mirando en todas las direcciones antes de volver a referirse a él, suspirando con una evidente y contenida tristeza. - ...Es imposible salir de la Corte. Creí que él también podría seguir adelante, tal como la humanidad lo hizo-...

- No importa si tiene un cuerpo inmortal, soquete, - Nezha lo volvió a interrumpir, y aquello ya hizo molestar a Erlang.  - él siempre tendrá la mentalidad de un mortal! Es un mono de una montaña, qué esperabas? Que actuara como Buddha? Él mismo renunció a ese cargo hace siglos, y sabes muy bien porqué. - El príncipe se volteó para encararlo de frente con una seria expresión.  - No solo para volver a su preciada montaña, sino por tí. Y cuando nos encerraron aquí, no te opusiste! 

- Y qué esperabas que hiciera?! - Erlang le respondió alzando la voz, ya sintiendo que estaba estallando con ese niño. - Rebelarse ante la Corte es un suicidio para quien sea que siquiera piense en hacerlo! Ni tú ni Wukong se salvaron de un castigo! Tengo en juego demasiadas cosas aquí arriba, y...

- Ahí abajo también, necio, y tienes lo más importante para tí aunque me lo niegues y ante Buddha igual. -le respondió Nezha señalando con la palma el vacío que tenían ante ellos. - Has intentado evadirme todos estos años, pero tus sentimientos hacen eco en toda la Corte, y mientras me he estado divirtiendo, tú te has mantenido igual, lamentándote sin hacer nada. 

Erlang dejó salir un profundo gruñido molesto y pesado de su garganta mientras se frotaba el ceño de lo irritado que se estaba sintiendo. Ya entendía bien porqué quiso también dejar de ver al príncipe. 

- Ugh...no lo entenderías, jamás lo entenderías, Nezha. Lo único que haces es molestarme todo el tiempo-...

- Contándote tus verdades. -corrigió el príncipe con una sonrisa. 

- Ya cállate! Siempre he tratado de renunciar el lado mortal de mí, pero no puedo...no puedo! - El pelinegro comenzó a caminar de un lado a otro para tratar de aliviar su desahogo con el contrario.  - Siempre dividido...no tienes idea de lo difícil que es tomar decisiones todos los días, sabiendo que eso puede destruir una parte de tí, siempre ha sido así...! Pero no puedes pensar en eso, solo piensas en divertirte por la Corte y-...espera, divertirte? - Erlang se detuvo en seco al encontrar una falla en todo eso, y se dio media vuelta para encontrarse con el menor, quien no paraba de sonreírle. 

- Ya terminaste de auto-compadecerte, viejo? 

- ...Dijiste que la Corte te parecía aburrida. -dijo Erlang encarándolo con confusión en el rostro. 

La sonrisa de Nezha se acrecentó en sus labios. - Y quién dijo que estaba hablando de la Corte? 

- ...! - A medida que lo entendía, Erlang fue abriendo cada vez más los ojos, y un vuelco en el corazón le hizo doler en el pecho, pero lo que tenía al frente era más importante. -  Nezha...qué hiciste? 

- Ah, querrás decir qué "hicimos". No fui solo yo. - El príncipe sacudió la cabeza y desvió la mirada, rascándose detrás de la oreja. - De seguro te habrás dado cuenta de que los Reyes Loong están incompletos aquí...aunque siempre se te retrata como que a tí no se te escapa nada, se te escapó una, y muy grande. 

- ...Encontraste una forma de salir. 

Nezha asintió con satisfacción. - Así es...te había estado buscando para decírtelo, pero el señor tres ojos quiso encerrarse en su burbuja de amor perdido en vez de dejarse ver y escucharme. - Nezha bajó los ojos hacia el perro Xiaotian y asintió con la cabeza en agradecimiento a él. Como respuesta, solo recibió un ladrido. - Además...nunca te lo quitaste. 

Aquello tomó a Erlang por sorpresa ya que no se esperaba a que el príncipe lo recordara, pero de inmediato se llevó una mano al pecho, donde conservaba como collar el anillo que le daría al Rey Mono aquel día, estilizado como si fuera una Corona de la Disciplina en miniatura especial para el dedo anular, con la diferencia de que en vez de representar autoridad y someter a Wukong, daría pie a un significado completamente nuevo: el amor que quiso dar, mas nunca pudo. 

Nezha ladeó la cabeza y se llevó una mano a la cintura, orgulloso de ver esa nueva expresión en el dios del tercer ojo, de que se estaba dejando convencer. - Mejor tarde que nunca, no crees? Aunque ya hayan pasado sus milenios...

Pero en la mente de Erlang, aún no podía digerir ese cambio en el príncipe.  - ...Por qué me estás ayudando en todo esto? 

- Erlang, me ves con cara de querer verte sufrir? - A pesar de esa pregunta, el pelinegro definitivamente sabía la respuesta a eso, y se lo hizo saber con su expresión. - El punto es...que no solo te debía un favor. Ver a un hombre arrepentido toda su vida, eso sí que da lástima, incluso para ser la "Divinidad Sagrada". Tal como tú...puedo pelear del lado de esta gente, pero sus reglas...eesh, sí que me dan asco. Sabes bien lo que mi propio padre me hizo por querer salvar a un pueblo de ser ejecutado por ese dragón. La Corte no es perfecta, y nadie mejor que Wukong sabe eso. Y tú...solo necesitas un empujón para dejar de ser un cobarde. Tomarás esa oportunidad, Erlang Shen? O seguirás recluyéndote? 

Erlang se detuvo a pensar en esa última pregunta, y miró los ardientes ojos del príncipe sobre los suyos. Ahí estaba la respuesta, la última oportunidad de arreglarlo todo. No podía evitar pensar que...sí, sentía miedo de lo que se vendría, si la Corte llegase a descubrirlo, o si ya era demasiado tarde, pero si no lo intentaba, seguiría viviendo su vida con arrepentimiento. Desvió los ojos hacia el Monte Huaguo una vez más, y sintiendo su corazón volcar en su pecho, se volvió hacia el príncipe, ahora con una decisión definitiva en su rostro. 

- ...Enséñame. 

***

Wukong no tardó en reconocer las famosas siluetas de sus dos hermanos en medio de la montaña Lingshan, y apretó el paso para llegar con ellos al pie del altar, recibiéndolos con los brazos abiertos. 

- Ah, mis hermanos! En todo este tiempo, no han cambiado nada~ 

Tanto Zhu Bajie como Sha Wujing se dieron la vuelta para reparar con sorpresa que se trataba del aclamado Rey Mono, ex-Buda de la Lucha Victoriosa. El cerdo abrió como platos los ojos y el júbilo tampoco tardó en verse reflejado en su rostro. 

- Y tú, viejo mono! Has recorrido mucho para llegar aquí, déjame te recibo como debe ser... - Bajie se interrumpió para agarrar su rastrillo y lo posó en la nuca del mono para obligarlo a encogerse, y así rascarle la cabeza con los nudillos, riendo emocionado por verlo de nuevo. Wukong no pudo evitar carcajear con él y lo tomó de la espalda para también regresarle el mismo gesto. 

- Jaja! Te eché de menos, hermano Bajie! Espero que hayas bajado de peso en mi ausencia...y también a tí, Wujing. - Wukong suavizó su tono al dirigirse al barbudo pelirrojo, quien solo se limitó a inclinar la cabeza con respeto hacia él, sonriendo levemente. 

- Hermano Wukong...qué te ha traído de vuelta al monte Lingshan? Pensábamos que solo te volveríamos a ver en tu preciado reino de monos. 

- Bueno...Aparte de querer visitarlos, vine aquí para hablarles de algo que estoy planeando. - El Rey Mono se levantó y se apoyó sobre uno de los pilares que sostenían el viejo templo. - ...Esperaba que el maestro estuviera aquí también...

- Él accedió a ir al Cielo, y nosotros nos quedamos a resguardar lo único que tiene su memoria. -le terminó de explicar Bajie, pero al ver las ropas del mono, no pudo evitar soltar un resoplido de recelo.  - Bah...qué son esas pintas? Piensas mezclarte con los humanos ahora? Yo ni hablar! Solo nos han dado problemas!

- Qué, esto...? - Wukong se sostuvo su chaqueta de cuero negra que llevaba puesta. Si no fuera por su pelaje ni su cola que sobresalían de los vaqueros ajustados, cualquiera solo diría que se trataba de un tipo alto y fornido, pero el mono solo sonrió pícaro.  - Sabes que las reglas de quedarse escondido y recluido no van conmigo. Y ahora que la Corte decidió encerrarse...soy prácticamente libre de viajar a donde sea~ Lástima que casi nadie que conocía piensa igual. En fin... - Wukong sacudió la cabeza antes de continuar. - Estas tierras alguna vez se pudieron compartir entre dioses, Yaoguais y humanos...hemos estado mucho tiempo a la deriva, y pensaba que...en unos días, por fin podríamos ser libres, por una sola noche~ 

Bajie enarcó una ceja sin saber muy bien a dónde quería ir su hermano jurado con todo esto. - A qué te refieres? Deja de hablar con acertijos!

- Una fiesta, hermanos. Estoy organizando la más grande fiesta que ha osado ocurrir en toda China~ Y tal vez del mundo! Porque no solamente estarán mis pequeños y humanos que estén dispuestos...sino Yaoguais, todos los que siguen escondidos a día de hoy, siendo la sombra de lo que alguna vez fueron. Todos nosotros deberíamos tener la oportunidad de...sentir una vez más que se puede alcanzar la libertad. Ustedes son mi primera parada en las invitaciones~ Y bien! Qué dicen? -les preguntó extendiéndoles la mano con una decisiva sonrisa, sacudiendo la cola. 

- Una fiesta de Yaoguais y humanos? Hm... - Bajie se llevó una mano a la barbilla pensativo. Aunque le atraía la idea, había algo que no terminaba de convencerle. - De seguro muchos aún te guardan rencor, Wukong. De verdad crees que es una buena idea? 

- Yo me encargaré de que no haya ninguna pelea en mi territorio, hermano Bajie. Y...no solamente será de humanos y Yaoguais. 

- ...!! Eh? - El cerdo sacudió las orejas sorprendido y miró al contrario sin poder creerlo. - N-no querrás decir que subirás a tratar de romper la barrera?! 

- ...Seguramente hay amigos allá arriba que están encerrados...será mejor ayudarlos a pasar un buen rato. 

- Pero se trata de los de la Corte Celestial, los que desprecias con tu ser! - Bajie intentó convencerlo, pero al encontrarse con la mirada del Rey Mono, supo que no quería invitar a muchos...únicamente tenía una persona en la cabeza. Lentamente fue negando, retrocediendo incrédulo, y soltó un pesado suspiro. - Ah, Wukong...Wukong...Tantos siglos han pasado, y aún no puedes desprenderte de la única libertad que tienen los mortales. Ven, siéntate. - Lo invitó a tomar y comer en la pequeña mesa redonda de piedra que tenían al pie del templo, y los tres fueron a sentarse para hablarlo mejor con comida. 

- Aunque Bajie decida ir...alguien debe quedarse y resguardar esta montaña, yo me encargaré de eso. -les aseguró Wujing mientras se sentaba y terminaba de beber de su propia copa. Wukong se limitó a asentir, sin poner resistencia. 

- Si así lo deseas... - El Rey Mono aceptó la copa plana de vino que le sirvió el pelirrojo, y dio un primer sorbo. 

- Mono tonto, acaso olvidas de quién estamos hablando?! Ni un solo contacto en estos miles de años que pasaron, y para colmo no puedes olvidar lo que pasó ese día! -le replicó Bajie al mono. - De seguro fue de esos que aceptaron encerrarse en la Corte!

- Eso no lo sabemos, hermano... -respondió Wukong agarrando un dumpling con la mano para darle una mordida, y soltó un pesado suspiro. - Yo más que nadie desea verlo para darle una buena paliza. Pero... -hizo una pausa para alzar su cabeza y mirar al cielo. - Aún cuando se trata de él, yo jamás dejo un asunto sin resolver. Lo siento en mi pelaje, hermano. Definitivamente hay un gato encerrado.  

Bajie solo se limitó a responder con un gruñido, sin estar convencido del todo aún, pero sabía que Wukong cuando se proponía algo, lo cumpliría por cualquier medio posible. - No tiene caso...eres el mono más terco que he conocido jamás. Vivir en esta montaña ha sido aburrido desde que el maestro se fue, y tú también...Mm, mghhh... -gruñó de nuevo al pensárselo más de dos veces mientras masticaba de su comida, pero al final sacudió la cabeza volviendo a suspirar pesado. - Agh, ya qué demonios! Si ir a tu montaña implica algo más de emoción...te ayudaré a repartir las invitaciones, incluso a ese zoquete de allá arriba, pero no te aseguro que me contendré apenas le vea la cara. 

Wukong soltó una risita antes de dar otro sorbo a su copa. - Jeje...yo tampoco, hermano Bajie. Yo tampoco... 

Entre los tres se terminaron los platos de comida que tenían servidos, y luego de tocar aquel tema de la fiesta, no pudieron evitar conversar sobre los años de oro que tuvieron juntos, los viejos tiempos, y también se pusieron al día desde que Wukong decidió volver a la Montaña Huaguo. Al acabar con el banquete, tanto el Rey Mono como el cerdo se despidieron de Wujing, e iban a proseguir su viaje por el resto del país, cuando de repente, Bajie se detuvo en seco por el shock que le dio el ver el medio de transporte del mono. 

- Q-qué es esa cosa?! Dónde está tu nube? Eso se ve un cacharro horroroso!

- Hey! No la insultes así, es mi mejor bebé. -lo regañó Wukong apenas el cerdo empezó a hablar mal de su hermosa motocicleta, y pasó la mano por el fino asiento. La pintura negra relucía con sus patrones nublosos, estilizada a su persona, e incluso tenía tres banderines en la parte trasera. Eran un conjunto, y servían como su antiguo estandarte de "Gran Sabio Igual al Cielo". - Sentir cómo ronronea es una delicia, incomparable~ Ven, Bajie, y siéntate. 

- N-ni de chiste me subiré a eso! Prefiero irme como una nube y que todos los humanos de abajo me miren antes de poner un pie en esa cosa-- He-hey! Qué estás haciendo?! -exclamó Bajie apenas sintió que Wukong lo agarró de la ropa por detrás e igualmente lo forzó a sentarse. 

- Deja de quejarte como un verdadero anciano y solo agárrate a mí! -replicó Wukong apenas puso al cerdo sobre el asiento y él prosiguió a sentarse. Al encenderla con las llaves, puso un pie sobre el pedal y las manos en el manubrio, dejando que su hermano se aferrara fuertemente a él desde atrás, lo que le hizo reír burlón. Se volteó para despedirse de Wujing una vez más, y no tardó en arrancar la motocicleta. A ojos de Bajie, salieron disparados hacia delante y no pudo evitar gritar y maldecir al mismo tiempo, su boca no se callaba en todo lo que duraron en bajar la montaña, pero Wukong ya estaba más que acostumbrado, y no hacía más que molestarlo. 

Una vez bajaron de la montaña y llegaron a la carretera que trazaba los caminos a las urbes, el Rey Mono aceleró para así empezar la travesía por todos los reinos tanto humanos como de Yaoguais para repartir las invitaciones. Aunque siempre tenía en mente la invitación especial de Erlang Shen...procuraba que fuera la última parada. 

*** 

- ... - 

- Eh? Por qué nos detenemos? -preguntó Bajie en cuanto sintió que la motocicleta se detuvo. El viaje había sido tan rápido como agotador. Carreteras de kilómetros, valles, montañas, ciudades ocultas...El cerdo había visto de todo en una sola vuelta, y a medida que iban paseando más a menudo, él logró acostumbrarse a la velocidad e intensidad de Wukong, a tal punto que ya no veía necesario sujetarse de él, y se sentía en completa libertad en el asiento detrás del mono.

Visitando la Montaña del Viento Negro, el Monte Sumeru, las montañas heladas del Nuevo Oeste, (muy a su pesar) el Hueco Enmarañado, e incluso las Montañas Ardientes, invitando a toda clase de Yaoguais y sus respectivos reyes. Por suerte, Bajie agradeció que con el paso de los años Wukong había dominado aun más su habilidad persuasiva con las palabras, y aunque algunos todavía le tenían rencor, decidieron aceptar de buen grado, dispuestos a olvidar sus guerras con el mono al menos una sola noche. 

Apoyando su espalda contra la del contrario, reparó que en todo ese trayecto habían estado subiendo los tramos de la Montaña Huaguo, los cuales estaban construidos en piedra, a diferencia del clásico asfalto. Pero sintió que se habían detenido, y se giró para ver en dónde estaban ahora, abriendo los ojos grande de la sorpresa al tener frente a ellos el enorme panorama del monte del Rey Mono. 

- Hasta aquí llega el camino para mi moto, hermano. - Wukong apagó la motocicleta y tras ponerle el caballete sobre el suelo, se desmontó y acercó al borde del risco. Desde tiempos inmemorables siempre se había mantenido como un mirador, pero aprovecharían que se trataba del punto más alto de la montaña.  - Es hora de llamar a una vieja amiga...

Wukong se detuvo a solo un pie del acantilado, se llevó los dos dedos a la boca e hizo un chiflido que...para sorpresa de Bajie, no emitió sonido alguno, pero podía oír a su hermano soplando. Quizás se trataba de un llamado especial? Pensó el cerdo para sí mientras se acercaba al contrario, y tras unos segundos en silencio, en el cielo pudo divisar una pequeña nube que se separó del resto. 

Surcando el aire y respondiendo al llamado de su dueño, la pequeña Nimbus bajó a toda velocidad hasta detenerse frente a ellos, esperando pacientemente. Bajie se sintió maravillado de volver a verla, y no dudó en expresarlo con sus gestos, mientras que Wukong solo sonreía con un toque de nostalgia. 

- Wuooh! La gran Nimbus por fin vuelve a la acción! Después de tanto tiempo, por fin te veré usarla como en tus años de oro. 

- Jeje, sí...ha pasado mucho, pero no he olvidado cómo se siente. - Wukong se acercó y apoyó un primer pie sobre la nube. - Estás lista para un vuelo?

- Ah, cómo extrañé esto! - Bajie se crujió  los dedos al estirarlos, y giró los hombros para destensionarse, acercándose también al borde de la montaña. - Lástima que a donde vamos no sea tan bonito. Encontremos a ese "tres ojos" y terminemos con esto de una vez!

Wukong se subió por completo en su nube y se fue separando de la montaña, alzándose en el aire, y sabiendo que Bajie lo seguía después de saltar del borde, envuelto en su propia nube azabache, la velocidad no se hizo esperar y los dos cortaron el aire al propulsarse en dirección al cielo. El viento golpeaba el rostro del Rey Mono, ondulaba su ropa y cola, y despelucaba su pelaje, pero lo único que hizo fue cerrar los ojos con una placentera sonrisa, al sentir que volaba una vez más, se sentía tan ligero como una pluma de la cola de un fénix que atravesaba las nubes con total libertad. A pesar de que ahora usaba más que nada su motocicleta, la experiencia de estar en la Nimbus simplemente era incomparable. 

- Wukong, estamos cerca! -exclamó Bajie a su lado en cuanto al sobrevolar un par de nubes, ya podían divisar en el horizonte la vasta Corte Celestial. El Rey Mono endureció su rostro y apretó el paso para adelantar al cerdo, pero apenas lo hizo, su cuerpo se aplastó como una mosca que se estrella contra una ventana. 

Por el impacto, la barrera entera que rodeaba la Corte vibró con una fuerte reverberación. Bajie se detuvo a tiempo para no sufrir el mismo destino, y tras ver a su hermano mono caer abatido sobre su nube, no pudo evitar estallar en una carcajada. 

- Tonto mono! Cómo no la viste?! Te estrellaste como una mosca- Ja ja ja!! 

Wukong soltó una bocanada ahogada por la falta de aire, y lentamente se fue incorporando, quejándose adolorido y sosteniéndose la cabeza. 

- U-ugh...no la recordaba tan grande...Qué demonios...! - El Rey Mono se levantó y apoyó una mano sobre la barrera, la cual como si estuviera hecha de agua, se hundió en la marca de su palma. 

- Y ahora cómo nos anunciaremos para buscarlo?

- Déjame pensar...hm? - Wukong se interrumpió en cuanto notó que del cielo ahora caían pétalos de cerezo, pero no rosados, sino rojos...imbuidos en un fuego carmesí. Frunció el ceño sacudiendo la cola con una creciente tensión en sus músculos, sabiendo lo que significaba. 

- No se supone que estén aquí, Yaoguais. 

- Gh- "Yaoguai" tu padre, mocoso! -espetó Bajie con rabia al ver la silueta del príncipe de fuego haciendo acto de presencia ante ellos. Nezha tenía suerte de que estaban siendo separados por la barrera invisible. 

Nezha se mantuvo impasible con los brazos cruzados, y primero le dirigió una punzante mirada al cerdo. - Zhu Bajie...tu conteo de mal amores no ha terminado, o sí? 

- Ya déjate de juegos, Nezha. - le exigió Wukong sin mucho humor para bromear con el príncipe, y con la Nimbus se elevó al mismo nivel que el pelinegro. Se mantuvo en silencio unos largos y pesados segundos, ya que sentía un fuerte nudo en la garganta que le costó demasiada fuerza de voluntad desatar para preguntarle. - ...Está...está Erlang Shen allá en la Corte? 

- Para qué? No me digas que eres de esos exes que suplican volver aún después de milenios sin verse. -lo provocó Nezha. 

- ...Tengo-tengo que hablar con él. Es importante, entiendes? 

- No está. 

Aquello tomó al Rey Mono por sorpresa, y sus ojos se dilataron mientras arrugaba el ceño.

- Cómo...? Eso es imposible. La barrera les impide a ustedes volver a bajar a la Tierra! 

- Ajá, sí... -respondió Nezha revisándose sus brazaletes dorados sin ningún interés. - He dicho que no está aquí, mono sordo. De hecho... -hizo una pausa para volver a clavarle la mirada.  - Bajó a buscarte. 

Wukong sintió un doloroso vuelco en el corazón con esas palabras, y no tuvo qué responder por unos segundos. De verdad el mismo hombre que lo había dejado plantado, después de milenios en silencio, se atrevió a romper la barrera y bajar a la Tierra a buscarlo? No terminaba de creérselo, pero seguía hundido en su torbellino de pensamientos. Por suerte, no estaba solo en ese momento. 

- No nos estarás tomando del pelo, verdad?! Cómo puede ser posible que hayan sido capaces de romper la barrera, impuesta por el Emperador? -preguntó Bajie sosteniendo su rastrillo. 

- No la rompimos, la agrietamos...lo suficiente como para que logremos salir. Han visitado el palacio del Rey Dragón del Mar del Oeste? Está esperando ansioso su invitación. 

Wukong se sintió aun más tenso al ver que Nezha estaba al tanto de su plan, por lo que parpadeó varias veces para espabilar y volver a verlo. 

- Si lograste escapar...qué estás haciendo aquí? 

- Ah...he de admitir que tu truco es muy efectivo para estas cosas, Mono. -respondió Nezha con un suspiro y sacó una daga de su cinturón. Sin miedo alguno, se clavó la hoja en su brazo, haciendo que Bajie se sobresaltara, pero para sorpresa de los dos hermanos, el brazo del príncipe al contacto de la daga comenzó a arder en llamas, pero cualquiera...sino unas traslúcidas. Wukong alzó las cejas asombrado al ver que aquel príncipe no era más que...

- Cabellos ilusorios. Heh, no lo haces nada mal! Y decías que yo no te traería nada útil. - Wukong se llevó ambas manos a la cintura. 

Nezha le devolvió la sonrisa y volvió a guardarse la daga, y así, su brazo recuperó su forma opaca de carne y hueso. - He estado allá abajo por mucho tiempo, y no pienso subir aquí de nuevo. Erlang hace poco por fin dio el salto de fe. Si pudiera predecir a ese viejo traumado por amor...diría que se fue a tu montaña. 

Wukong se dio media vuelta para divisar su isla del Monte Huaguo, y sintió su corazón cada vez más acelerado. Apretó el puño para evitar temblar, pero no quería saltar demasiado a la ansiedad todavía, por lo que antes de emprender el viaje de vuelta, se dirigió a la ilusión de Nezha, y le volvió a sonreír. 

- Niño, por fin te puedo estar agradecido en algo. Si gustas...estás invitado también a la fiesta más grande que alguna vez ha surcado China! 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro