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Modern AU: Distracción


Desde los primeros tiempos en los que ganó el reconocimiento de la Corte tras partir la montaña en dos para salvar a su madre, Erlang siempre trató de mantenerse separado de situaciones tanto administrativas como políticas en el Cielo...y así logró ser continuar por un buen par de milenios, hasta que las cosas empezaron a cambiar. Las jerarquías divinas se seguían manteniendo, aunque Erlang sabía bien que la humanidad jamás aceptaría ser la "raza sumisa" mientras que los dioses seguían siendo los dominantes desde la creación misma. Para eso mismo, tanto él como otras deidades tuvieron que ser introducidas a la fuerza a la política, o al menos...a lo que se refiere con negociaciones y asambleas anuales entre todos los representantes de cada clan, dinastía y divinidad. 

Al ser desgraciadamente el sobrino del Emperador de Jade, cuando sucedían aquellas reuniones, Erlang siempre estaba entre la lista de sus representantes ante la Tierra, y esa noche en especial, se celebraba el aniversario de los últimos acuerdos de paz y negociaciones tanto entre la Corte Celestial como con los gobiernos de la humanidad y los reinados de los Yaoguais. En conmemoración al exitoso viaje de los peregrinos originales al Oeste en busca de las Sagradas Escrituras de Buddha, ese año la asamblea se celebraría en la sede del gran palacio de la Dinastía Tang. 

Erlang había sido de los primeros en entrar, y a pesar de que no dejaban de llegar más y más invitados de otras regiones, representantes de los Bodhisattvas, deidades mayores y menores, reyes Yaokuais, y políticos de los dominios humanos de los que Erlang tenía conocimiento pero no estaban en su zona de interés, apenas unos pocos pasaban a saludarlo. Incluso ahora después de tantos milenios conviviendo en la Tierra, la gran mayoría todavía se sentía intimidado por su mera presencia. No sabía muy bien si sentirse agradecido de no ser molestado por todos o un poco...solitario. 

Además de que entraba a jugar el hecho de que tampoco había logrado contactarse con Wukong desde hace...años. Para ambos, unas décadas eran menos que un parpadeo debido a sus inmortalidades, pero más de una vez se llegó a preguntar cómo lo estaba llevando el Rey Mono en su montaña. Las veces que él había ido a buscarlo, siempre le informaban que "Su Majestad" estaba ausente. Aquello lo llegó a molestar más de una vez, pero asumió que Wukong se encontraba demasiado ocupado como para prestar unas horas para un antiguo hermano jurado. A pesar de eso, Erlang de verdad deseaba verlo, hablar con él y simplemente hacerle compañía. No solo era imaginación suya, Wukong había dado señales en el pasado, de algo..."implícito" entre ellos, pero por ahora no había evolucionado a mucho, tal vez porque el Rey Mono se estaba queriendo dar el tiempo de explorar más posibilidades, lo cual sorprendería a Erlang, ya que...Wukong no era conocido por su paciencia exactamente. De cualquier modo, él ya se había trazado un plan. En cuanto acabara esa asamblea, no regresaría a su hogar, sino que se dirigiría a la Montaña Huaguo. 

Ya había pasado un buen tiempo, y a medida que el palacio se llenaba de gente, Erlang decidió moverse de su esquina y se dirigió a la mesa de muestras de bebidas y comida. No quería ensuciar por ahora sus guantes de cuero con los aperitivos, por lo que empezó con algo "ligero", agarrando una copa del fino vino imperial de la Dinastía. Sacudió levemente la copa y tras oler el fuerte aroma a alcohol y uvas fermentadas, optó por dar un primer pequeño sorbo para degustarlo. A pesar de que prefería sus propios vinos o los de la Corte, este no estaba nada mal...

- Erlang Shen...

Inmediatamente al oír su nombre, el pelinegro salió de su burbuja de pensamientos y se giró en redondo para encarar a su emisor. Erlang no pudo contener su sorpresa alzando las cejas apenas divisó una figura muy familiar acercándose a él y abriéndose paso entre los políticos. 

- Nezha..! No esperaba verte aquí. -lo saludó sin ocultar tampoco la ligera emoción en su voz e inclinó la cabeza en señal de respeto al príncipe, pero éste solo le devolvió el gesto con un resoplido pesado. Erlang jamás habría imaginado al joven en una asamblea como esta, y mucho menos con ese traje ajustado de color negro, con patrones rojos de llamas por las mangas y bordes del blazer, y un pin de flor de loto en el bolsillo izquierdo de su pecho. Aunque seguía portando aquel anillo alrededor de su cuello, también le sorprendió verlo con un nuevo flequillo cubriendo su frente, manteniendo las dos cebollas en su pelo recogido, y a diferencia de algunas deidades que preferían ser discretos...el listón rojo flotaba detrás del príncipe, proclamándose ante todos. Erlang ladeó la cabeza y adoptó una leve sonrisa desconcertada. - Creí que lo que más odiabas era la política...

- Y así es. Cada segundo en el que estoy aquí me enferma. -respondió el contrario y le lanzó una estudiosa mirada a toda la estancia con desdén. Se volvió al mayor con un suspiro pesado. - Pero...el incompetente de mi padre me obligó a asistir. Que "debería involucrarme más en los asuntos internos entre los reinos mortales y divinos"...Qué porquería! -espetó sin importar que haya sonado alto ante los demás, y Erlang se vio obligado a hacerle un gesto para invitarlo a ir a otro lugar menos concurrido para hablar. 

Nezha accedió a caminar con él, y no tuvo miedo en lanzar llameantes miradas a cualquier deidad o político humano o Yaokuai que se les cruzaba. Se cruzó de brazos frunciendo el ceño. - Todos estos "líderes"...son unos hipócritas. Se llenan de méritos falsos y tienen el descaro de decidir por los de abajo. Mi padre es igual. 

- Qué quieres decir con eso? Desde que se firmaron los acuerdos, no ha estallado ni una sola guerra entre los reinos. - Erlang enarcó una ceja confundido y finalmente se detuvieron ante uno de los pilares que sostenían el enorme edificio. Nezha en respuesta, soltó una risita en un resoplido burlón. 

- Se nota que no tienes idea de lo que ocurre en este mundo... - Sin siquiera mirar, Nezha robó un pequeño guo tie de la bandeja que un mayordomo sostenía al pasar cerca de ellos. Lo estudió unos segundos antes de llevárselo a la boca. - Mi padre también forma parte de ese complot...Los verdaderos Reyes Yaokuais están muy tensos. Esta gente solo son sus representantes, unos dobles...actores que leyeron un estúpido guion y esperan convencer a todos aquí, heh...qué ridículo. Se movilizan en las sombras...aprenden técnicas, se infiltran en los dominios humanos...Mi área protegida está en el círculo rojo de las mafias, humanos y Yaokuais por igual. Templos religiosos se mantienen con dinero sucio...y las deidades terrenales no se pronuncian. Por más que todos estos imbéciles lo nieguen...una guerra estallará pronto. Y para colmo, ese estúpido mono anda desaparecido...

Erlang fue sintiendo un creciente vuelco en el estómago y el corazón con cada palabra que el príncipe decía. De verdad estaba hablando en serio? Él jamás se había enterado de nada de esto, y sabía muy bien cuándo el pelinegro mentía y cuándo no...ahora estaba hablando totalmente en serio. Erlang frunció el ceño y bajó la vista a su copa, de la cual decidió no tomar más por ahora, a pesar de que solo había dado un sorbo. Miró al príncipe con el rostro tenso y sombrío. 

- ...Cómo es que sabes de todo eso?

- Eres tonto o te haces? A diferencia de mi padre, yo no tengo mensajeros, he viajado por.....

De repente, Erlang dejó de escuchar a Nezha, ya que algo nuevo había captado su atención. Quitó sus ojos del príncipe rojizo y se fijó en la entrada del palacio. Las puertas se abrieron de par en par  y primero entraron un par de guardaespaldas...Simios guardaespaldas, para ser precisos. Detrás de ellos entró la verdadera estrella a la estancia. 

El alma de Erlang se le cayó a los pies y no pudo disimular ni un poco su horrorizado shock. Imponente, reflejando su aura dorada con cada paso que daba, Sun Wukong no necesitaba detenerse para que los invitados se abrieran paso para darle espacio. Su mera figura demarcaba una evidente jerarquía, y Yaokuais, como deidades menores, representantes de los mayores y humanos mostraron su asombro y respeto ante el Apuesto Rey Mono. Las plumas de fénix destacaban por encima de cualquiera, portaba un sofisticado traje, la capa interior de color verde, corbata roja y los dobleces de su blazer resplandecían de dorado al igual que la bufanda de oro que caía sobre sus hombros, y a su vez sobre éstos reposaba el esponjoso borde blanco de su larga capa coloreada de un intenso rojo que inmediatamente atraía la atención. 

Pero esta vez, no caminaba solo. Justo a su lado derecho, andaba un joven mono idéntico a él, con la única diferencia de que éste llevaba un traje de patrones más oscuros y de color azul, aparte de llevar una camisa de cuello de tortuga gris, y al contrario de la decidida e imponente sonrisa de Wukong, se mantenía serio y e inexpresivo. Erlang no comprendía de quién se trataba y porqué se veía como una copia exacta de Wukong, pero de seguro tendría una explicación. 

A medida que la pareja fue avanzando, fueron pasando por el pilar donde se encontraban Nezha y Erlang. El príncipe ni se mosqueó en voltearse par ver al mono, pero el pelinegro...no podía despejar sus ojos del Rey Mono. Como si Wukong sintiera sus intensos tres ojos sobre él, parpadeó y giró la cabeza para encontrarse con Erlang. En ese preciso instante, el corazón del semidiós dio un fuerte vuelco y el tiempo pareció congelarse entre ellos. Cada segundo que pasaba, para ambos brotaron memorias de tiempos que creían haber olvidado, pero nunca fue así. Wukong entornó la mirada hacia Erlang y éste pudo sentir aun más los intensos ojos dorados del mono sobre él. En silencio le comunicaba esos sentimientos "sin decir" que ambos tuvieron en el pasado y que querían seguir cultivando en ese presente. 

Erlang no supo decir qué palabras exactas quería darle Wukong, pero sintió que tampoco era necesario. Todo lo que tenía que saber era que Wukong quería verse con Erlang. Fuera de ahí, lejos de toda esa gente. En privado. Pudo sentir el énfasis en ese "privado", e incluso Wukong se permitió sonreírle con toda esa intención mientras caminaba. Sus ojos reflejaban gozo de solo poder verlo después de tanto tiempo, y que definitivamente tenían asuntos "internos" que resolver. A Erlang le estaba costando ya mantener la mirada, y sus mejillas lo expusieron coloreándose ligeramente de rojo, lo que llenó más de fulgor al mono. Por un momento, el otro joven también giró la cabeza para encontrarse con el pelinegro, pero a diferencia de Wukong, endureció la mirada en una expresión para nada amistosa. 

Erlang no lo pasó desapercibido y el contraste entre ambos monos era demasiado fuerte. Parecían dos caras de una misma moneda, y mientras que el joven no tardó en apartar la cabeza de él suspirando pesado, Wukong se la mantuvo todo el tiempo en el que caminó el tramo principal de la estancia, y quedando seguro de que Erlang había captado su intención, fue apartando la cabeza del pelinegro, no sin antes sonreírle una última vez por encima del hombro, y así volver a ver al frente, sin detenerse en su camino a las escaleras que subían a la cámara de las asambleas. 

El semidiós lo siguió todo el trayecto sin despegar sus ojos de él. Su corazón palpitaba con una fuerza impresionante a tal punto que sentía calor debajo del traje, y se preguntó...porqué Wukong decidió aparecer justo ahora? Esta era la primera vez en todos los años que el Rey Mono decidía aparecer, y de seguro tendría una buena razón...

- Erlang Shen!! -gritó Nezha enfurecido y no dudó en tomar con fiereza las mejillas del pelinegro para obligarlo a voltear su cabeza para que lo mirara ahora a él. Podía echar fuego por los ojos y era evidente que su cuerpo tenso contenía toda su ira. - No me escuchaste nada de lo que dije, verdad, imbécil?! Por una vez que aparece el estúpido mono y ya echas saliva como un hormonal! Presta atención, que esto es más importante que tus ganas de cogerlo! 

- Ngh! Ya suéltame-- 

Erlang sacudió la cabeza y se apartó del príncipe para zafarse de su agarre, aunque no podía evadir la mirada asesina que el contrario tenía sobre él. De verdad se había atontado tanto? Parpadeó varias veces para espabilar y al enfocarse en la estancia de nuevo, Wukong  y su acompañante habían desaparecido. Se volvió al príncipe realmente apenado con él. 

- Perdóname...no fue mi intención--

- Ya cállate. -espetó Nezha gruñendo, y soltó un suspiro pesado, negando con la cabeza y frotándose el ceño con los dedos.  - Ya comenzará este circo...no tiene caso que te repita todo. Si tienes problemas en tu dominio, no me pidas ayuda! 

Y así, Nezha se retiró malhumorado para mezclarse entre la multitud que empezaba  subir las escaleras en dirección a la cámara. Erlang aún tratando de digerir lo que acababa de pasar, dejó la copa de vino en una mesa, y tras ajustarse el traje bastante avergonzado, también optó por entrar de una vez a la gran reunión, esperando no distraerse de nuevo como ahora...

***

[Basado en este dibujo del artista en Twitter "@GNlukprajaotakk" !]

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