Inicio de una amistad pt.2
[Continuación de la parte anterior: Inicio de una amistad]
Después de tanta caminata a través de la montaña, a pesar de que no habían hablado mucho desde entonces, el Rey Mono se encontraba muy contento y sonriente, mientras que Erlang estaba silencioso y pensativo, hasta que por fin decidió preguntarle algo al contrario.
- Entonces...casi nunca han probado la carne? Apenas la de pescado?
Wukong se extrañó bastante por esa pregunta, y giró la cabeza para encontrarse con la mirada del pelinegro. - Nosotros...jamás hemos pensado en cazar otros animales, además de intentar pescar peces. El resto son nuestros amigos.
- Huh, ya veo...
- No te preocupes, joven Erlang! -lo tranquilizó Wukong sacudiendo la mano. - Con todo este pescado y ahora que sé cómo pescar, les enseñaré y tendremos provisiones de comida mucho más grandes, y...y.... - De repente, Wukong empezó a sentirse demasiado pesado, y cansado, como si el peso de todo el cielo y la tierra estuviera sobre sus hombros. Soltó un fuerte bostezo y sacudió la cabeza tratando de despertarse, pero a pesar de todos sus esfuerzos, apenas dio un paso hacia delante, sus rodillas flaquearon y se desplomó en el suelo, sumido en un profundo sueño del cual no podía despertar. Los peces dentro de su canasta cayeron por todas partes, y Erlang se vio obligado a reaccionar rápidamente.
- Mono! ...Hey, Mono, despierta! -exclamó Erlang arrodillándose a su lado y tratando de despertarlo, sacudiéndolo y dándole leves palmadas en su rostro, pero el Rey Mono parecía no querer despertar, se veía tan dormido como si estuviera de medianoche.
- Vamos, Mono...no es tiempo de una siesta. Despierta! -le exigió Erlang cada vez más nervioso al ver que no estaba despertando, y se vio obligado a abrirle el párpado para que intentara verlo por la fuerza.
Al abrirlo, Erlang se dio cuenta que el ojo del Rey Mono ni siquiera reaccionaba a la luz, y no tardó en volver a cerrarse, para seguir durmiendo sin fundamento. Esto era grave...no tenía la más remota idea de lo que le podría pasar al mono, por lo que decidió recoger los peces que se le habían caído para volver a ponerlos en la canasta, cuando de repente...
- No toques nuestra mercancía, muchacho!
Erlang se sobresaltó al oír unas gruesas risas y rasposas voces, y al voltearse, se encontró con un par de zorros, uno sosteniendo una porra y el otro, una clase de incienso colgante que emanaba un denso humo de su interior.
- No puedo creer que el incienso haya funcionado, ese mono cayó como si hubiera muerto, jaja! -se rió uno.
- Pero no sabíamos que ya habían humanos en la montaña... -gruñó el otro sosteniendo la porra en dirección a Erlang. - Niño, apártate del mono y vete de aquí. No te conviene seguir en esta montaña.
Erlang al ver que los zorros se acercaban, se levantó rápidamente y dejó su canasta en el suelo, mirándolos serio y sintiendo su cuerpo tenso para una posible pelea. - Porqué debería de hacerlo?
- Teníamos una cuenta pendiente con este mono asqueroso! Nos robó parte de la fruta de nuestra frontera de la montaña solo por suplir el hambre de "sus pequeños", qué ridículo! Nosotros también luchamos por comer, no tenía derecho de hurtarnos la comida, qué ladrón! Y así se hace llamar el rey de la montaña...qué chiste -espetó sacudiendo la cabeza el zorro que sostenía el incienso.
- Eso mismo, pero gracias por su gran esfuerzo en conseguir estos peces, nuestra manada no pasará hambre en un buen tiempo, y nos daremos un festín con la carne y víceras de este mono sinvergüenza! -declaró el zorro de la porra acercándose más, e incluso apartó un pescado de su camino con la pata para no pisarlo. - Vete de esta montaña y déjanos con nuestros asuntos, niñato...es la última advertencia!
Erlang no pudo evitar sentirse alarmado al ver a los zorros seguir acercándose sin vacilar en darle una paliza si no se mueve. A pesar de que sería su primera pelea sin poderes, ni super fuerza, ni siquiera sin armas...pero Wukong estaba vulnerable ahora, se habían esforzado mucho en capturar a los peces y armar las canastas, además...tenía una promesa pendiente con el Rey Mono, por lo que ensombreció su mirada y dio un paso al frente, poniéndose delante del cuerpo del mono castaño, quien seguía profundamente dormido.
- No tienen derecho alguno de hacer un truco tan sucio...si quieren pelea directa, la tendrán no con él, sino conmigo. -declaró alzando los puños para estar en una pose en guardia.
- Fuiste advertido...ahora probaremos carne humana también! -vociferó el primer zorro y al ser aquel que portaba la porra, no perdió tiempo en abalanzarse contra el joven pelinegro. Erlang se lanzó a un lado para esquivar el primer porrazo, luego dio otro salto hacia atrás al evadir otro horizontal, pero en cuanto el zorro terminó de hacer swing con la porra, no dudó en lanzarse adelante y propinarle un primer puñetazo en la cara de su rival.
El zorro retrocedió con un quejido, pero volvió a arremeter rápidamente con otro porrazo, usando dos de sus manos. Erlang bloqueó el golpe con el brazo, y usó su codo para propinar otro ataque justo en el hocico del zorro.
- Aaah, mi nariz! -gritó, pero no tuvo tiempo de recomponerse ya que recibió un rodillazo en el estómago, y Erlang lo empujó bruscamente para que cayera rodando por el suelo. El zorro aún no había soltado la porra, pero estaba en desventaja.
Erlang se giró de golpe al recordar que tenía un compañero, y descubrió que el zorro contrario que sostenía el incienso, jalaba con su mano libre del pie el cuerpo de Wukong para sacarlo de la pelea y seguramente llevárselo, por lo que se apresuró a darle una patada en el estómago, haciendo que el zorro se encogiese, soltando el tobillo del mono, y Erlang ya se estaba preparando para propinarle otro golpe en la cara, pero rápidamente el zorro lo bloqueó con su mano desnuda.
- !!! - Los dos se miraron fijamente, y aquel zorro no vaciló en gruñir rabioso, abrir la mandíbula y queriendo darle un buen mordisco en el cuello.
El joven pelinegro se agachó rápidamente, y aprovechando que el zorro aún sostenía su puño, lo hizo encogerse también, y le dio una patada en el costado para apartarlo tanto de él como de Wukong.
- Maldito niñato! -gruñó aquel que sostenía la porra al terminar de levantarse, con el hocico manchado de sangre, y no dudó en cargar hacia delante una vez más para propinarle una buena golpiza.
Erlang se preparó no solo para bloquear el golpe, sino también tomar la porra con ambas manos y tras hacerlo girar, se la quitó del zorro. Ahora con un arma en su poder, podía contraatacar mucho mejor. El joven pelinegro no dudó en atacar al primer zorro que tenía en frente, batiendo la porra hacia su costado, y por ende, lo terminó tumbando al suelo, pero justo alzó el brazo para cubrirse de un zarpazo del segundo zorro, recibiendo una ardiente herida en la piel.
- Ngh! - A pesar de que se quejó, aquello solo le propinó mayor adrenalina, y contraatacó con otro porrazo, no a la cara, pero sí al hombro del zorro contrario, tumbándolo también al suelo igual que al otro.
- M-maldita sea...este niño está loco! Vámonos de aquí! -musitó el zorro que en un principio sostenía el incienso, sacudiendo la cabeza adolorido y empezando a retroceder.
- Volveremos a vernos, psicópata... -gruñó el segundo zorro, accediendo a retirarse por ahora pero no permitió soltar una advertencia hacia Erlang. Los dos zorros se incorporaron como pudieron e incluso usando sus cuatro patas, se alejaron de la escena corriendo como pudieron, quejándose y maldiciendo, desapareciendo entre la maleza. Erlang los observó alejarse, jadeando agitado y empezando a darse cuenta de sus propios golpes y heridas, por lo que soltó la porra, y se llevó una mano al costado, donde recibió un golpe, y soltó un quejido, pero más importante era aún su compañero, y se agachó para revisarlo.
- Mono...hey, Mono. -lo intentó llamar, pero fue en vano, el contrario todavía se encontraba sumido en el olor sedante del incienso, por lo que no tuvo de otra que dejarlo ahí acostado, mientras se encargaba de recoger ahora todo el pescado que se había caído de la canasta de Wukong.
Después de recoger todo, igualmente Erlang cargó con ambas canastas y arrastró del pie al Rey Mono para llevárselo lejos de allí, ya que sentía que por alguna razón...podrían seguir en peligro. Llevó al mono río arriba, a través de la montaña, hasta llegar finalmente a lo que era su pequeño refugio casero. Hasta que el castaño despertase, no podía hacer mucho más que cocinar unas porciones de su propio pescado, mientras dejaba que Wukong siguiera durmiendo, ya que si sabía algo de los sedantes, era que a quien se le sometían, no podía ser despertado a la fuerza.
Al entrar, dejó las canastas en el suelo y arrastró finalmente el cuerpo del Rey Mono hasta lo que se supone que era su cama: un montón de hojas de palmera. Lo observó jadeando levemente unos segundos. Incluso estando profundamente dormido, y aunque era un completo loco, durmiendo se veía tan...pasivo, tan callado y tranquilo, haciendo un fuertísimo contraste con lo que había visto de él. Puesto que debía revisarse a sí mismo por sus heridas, se quitó la túnica blanca, y la dejó sobre su amigo para mantenerlo en calor, mientras él se devolvía a un pequeño arroyo cerca de ellos para lavarse el torso y el brazo lleno de arañazos y moretones por la porra.
Erlang realmente no podía creer que el efecto del incienso duraría el resto de la tarde...
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