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Inicio de una amistad

[Nota: puede que algunas historias tengan conexión con otras. En este caso, esta parte se desarrolla en el mismo universo que el one-shot de "Risa".]

*** 

Wukong en la noche anterior había cumplido su palabra de haberlo ido a visitar, pero en cuanto logró encontrarlo en un pequeño refugio casero, notó que ya se había dormido, por lo que decidió no molestarlo, aún. También pudo reparar en que no había comida en ningún lado, por lo que decidió tenderle una sorpresa a la mañana siguiente. Tras anunciar que se iría de expedición por sí solo a sus pequeños, volvió al refugio donde se encontraba el joven pelinegro, y se apoyó sobre un tronco que había dentro, mirándolo fijamente desde arriba con una amplia sonrisa. 

- Buenos días, joven Erlang! Aquí pasaste la noche? No parece la gran cosa, pero... -hizo una pausa para agarrar su puñado de melocotones y dejarlos caer encima de él. - Te traje el desayuno, porque soy un rey compasivo con los invitados a la Montaña~

- Eh?...!!! -Al ver que aquella fruta comenzó a caer sobre él, Erlang la sostuvode golpe justo antes de que cayeran en su cara, aunque no se esperaba esa invitación del mono, le pareció agradable. - Ah...gracias. Qué te hizo volver aquí de nuevo?

- Bueno, anoche como prometí, iba a visitarte para ver cómo ibas. Me tomó un tiempo, pero por fin te encontré, y cuando llegué...ya te habías dormido. -le explicó rascándose la oreja, y entre los melocotones que trajo, no dudó en pegarle un buen mordisco al que tenía en la mano, dejando que el jugo de la fruta gotease y rebosara sus labios, y sin pena alguna habló con la boca llena. - Mph...Como el Rey Mono que soy, no necesito permiso de nadie para ir y venir cuando me plazca~ Qué haremos hoy? Ir por más frutas? Cazar algo más grande? -le preguntó moviendo la cola lleno de intriga. 

Erlang tomó la fruta y la vio un momento, se sentía dudoso al respecto pero tampoco podía morir de hambre, y debía bajar sus expectativas a lo que estaba acostumbrado, por lo que le dio un mordisco mientras escuchaba al mono. 

- Hmm...tenía pensado pescar un rato...quieres venir? -le preguntó luego de tragar la fruta y luego le propuso aquello sabiendo que tal vez aceptaría. - Me imagino que aquí deben comer peces y otras cosas además de frutas no?

- Pescar? -preguntó Wukong ladeando la cabeza curioso, y se bajó del tronco para pararse sobre sus dos patas. Aún no se acostumbraba mucho, pero tenía las manos ocupadas. Se detuvo dándole la espalda mientras masticaba. - Es bastante difícil pescar aquí...atrapar a esos peces resbaladizos es complicado! Por eso casi ni lo intentamos, se nos van de las manos! Pero si insistes... - Tiró la cabeza para atrás para mirarlo. - Acepto tu propuesta, joven Erlang~ Veamos cómo lo haces! - Sonrió de forma desafiante moviendo la cola. 

Erlang lo miró sin poder creer que aceptara tan rápido, pero tenía algo más en mente. - Muy bien, pero... - Se levantó de su puesto y vio al mono serio queriendo llegar a un trato con él. -Si logro pescar algo aquí, llévame donde está tu gente. 

- Eh? - Wukong preguntó de forma seca sintiéndose confundido por ese trato tan extraño, y se volteó para encararlo. - Te doy melocotones como desayuno y me exiges que te lleve a mi hogar? Hmm...subamos la apuesta~ - Sonrió mostrando los colmillos de forma desafiante y terminó de comerse la fruta, sacándose de la boca la semilla. - Si logras pescar más de diez peces el día de hoy...me llevaré un poco para mis pequeños y te llevaré a verlos, justo donde vivimos, en el corazón de la montaña~ Es mi última oferta. -le dijo extendiéndole la mano para cerrar el trato. 

- Hecho. 

 Erlang no dudó en aceptar y tomó su mano para así cerrar el trato. Sabía todo lo básico para sobrevivir por lo que no le sería nada difícil pescar. Al llegar al lago donde el mono lo guio, donde desembocaba uno de los ríos del Este de la Montaña de las Flores y los Frutos, buscó con la vista materiales para así improvisar una caña de pescar para así armarla en el camino. - Como hacías exactamente para pescar? Utilizabas algo en especial?

Wukong miró alrededor un poco indeciso, y se giró para ver cómo el pelinegro estaba armando algo que desconocía. - No solíamos...pescar aquí en el lago, sino en los rápidos por río arriba, pero supongo que aquí vienen a bajar todos los peces, bien pensado, joven Erlang. Y...acaso se utilizaba algo más aparte de las manos? -le preguntó sin saber nada sobre un artefacto que les ayudara a pescar, pero al intuir por dónde estaban yendo los tiros, apoyado sobre sus cuatro patas, se inclinó curioso hacia delante . - Qué estás haciendo?

Erlang escuchaba al mono mientras terminaba de armar su caña improvisada, aunque al menos serviría para ese momento. 

- Es...una caña de pescar. Así es más fácil que tomarlos con las manos, ven. -le dijo mientras se levantaba y caminó hacia la orilla del lago. Le colocó una carnada para luego lanzarla lejos. Erlang se sentó cruzando las piernas y suspiro leve. 

- Me sorprende que alguien con tanto poder como tu...no sepa usarlo.

Wukong ladeó la cabeza extrañado e intrigado por lo que acababa de armar con solo una rama larga y un pedazo de liana, pero al oír que con eso sería más fácil atrapar a los peces, fue con él hasta sentarse a su lado a la orilla del lago. Lo vio cómo la lanzaba lejos, y se quedó esperando a que algo extraordinario pasara, pero no ocurrió nada. - Eh?! A qué te refieres con eso? Yo uso mi fuerza por el bien de mis pequeños, los protejo y consigo comida, qué más debería hacer? -le preguntó incrédulo y sintiéndose indignado que le dijera que no sabía usar su fuerza, pero dentro de la vida pacífica de la montaña...tampoco se había parado a pensar en darle otros usos.

- Hmm, debes tener más que fuerza...poderes que no has llegado a despertar o aún no sabes controlar.  -le contaba de a poco mientras Erlang veía el paisaje, pero la caña de a poco comenzó a moverse, por lo que con algo de fuerza, sacó el anzuelo percatándose qué había pescado un pez. - Tuviste mucha suerte de nacer con un don como ese, debes aprender a utilizar para lo que es...no para armar un espectáculo.  - Erlang sacó el pez del anzuelo para así dejarlo fuera del agua y volvió a lanzar la caña. 

- Huh... - Wukong murmuró empezando a ponerse pensativo por lo que le decía el contrario, y por un momento, dejó de prestarle atención a la caña. El pelinegro parecía sabio, acaso tenía muchos más poderes que no sabía que tenía? O...no le estaba dando un buen uso a su fuerza? No terminaba de comprenderlo del todo, pero si podría tener más que fuerza, definitivamente haría algo al respecto. Despertó de sus pensamientos sacudiendo la cabeza al notar que ya tenían un pez junto a ellos, y lo miró sorprendido. 

- Eh?! Ya capturaste uno, tan rápido?! ... -hizo una pausa para mirarlo con la caña, y empezó a tener unas ganas crecientes de querer aprender a usarla. - Puedo intentarlo? -le preguntó extendiendo la mano hacia él. 

Erlang giró su cabeza para ver extrañado al contrario. Se quedó un buen tiempo sin decir nada, pero después de pensárselo bien, soltó un leve suspiro y terminó por entregarle la caña de pescar al castaño.

- Bien, esto es lo que tienes que hacer. Ya que está lanzada, debes esp--

Erlang se interrumpió de golpe apenas vio cómo el mono jaló bruscamente la caña hacia atrás, mandando a volar el anzuelo hasta volver a aterrizar a ellos, sin ningún pez.

- Ow...porqué no atrapé ninguno? Si hice lo que te vi hacer! -se quejó Wukong viendo el anzuelo vacío.

Erlang rodó los ojos y suspiró pesado, haciéndole regresar la liana que servía de cuerda. - Tonto mono...debes esperar un tiempo a que algún pez pique el anzuelo. En cuanto sientas que lo están jalando bien fuerte, ahora sí debes tirar la caña hacia tí, entendiste?

Los ojos de Wukong volvieron a brillar levemente al haberlo comprendido mejor, y asintió emocionado. Alzó la caña e hizo un fuerte swing para lanzar el anzuelo bien lejos, a tal punto que quedó casi al otro lado del lago.

Erlang miró alzando las cejas de la impresión una vez más ante la fuerza que el Rey Mono poseía en sus manos, y se acomodó a su lado para esperar junto a él.

- Hm...esto de esperar a que ocurra algo...cuánto más debemos estar así? -preguntó Wukong, moviendo el pie de forma impaciente.

- Depende del pez...ven, ve jalando muy lentamente la liana hasta aquí. -le fue respondiendo Erlang mientras jalaba muy lentamente de la liana para enseñarle al contrario cómo se hacía. Wukong lo fue siguiendo con mucho cuidado y concentración, hasta que el pelinegro dejó todo el trabajo al mono. Wukong lentamente fue jalando de la liana tal como Erlang le había enseñado, sosteniendo la caña con los pies, hasta que de repente, pudo sentir cómo la liana fue jalada a la dirección contraria. Finalmente había picado!

- Oh! Lo siento, joven Erlang! Ahora que hago?!

- Jala la liana con todo lo que tengas...! -le respondió el pelinegro.

Wukong sonrió desafiante y tomó la caña con ambas manos y dio un fuerte jalonazo, al cual el pez del anzuelo no tuvo oportunidad alguna de pelea, y salió volando del agua en dirección a los dos jóvenes. Finalmente aterrizó en el suelo y comenzó a retorcerse, pero Wukong lo agarró con fuerza, y lo miró asombrado por su hazaña. Se lo enseñó a Erlang con una sonrisa muy orgullosa y emocionada.

- Mira, mira! Lo logré!

- Así es. Acabaste de pescar un pez. -concordó Erlang asintiendo con una suave expresión pero sin llegar a sonreír aún. 

- Cuando el pez pica el anzuelo, es divertido jalarlo. Otra vez! -exigió Wukong volviendo a acomodar el anzuelo y lanzó de nuevo la caña al lago.

Ahora la nueva dinámica se trataba de que cada vez que uno atrapaba un pez, al siguiente le tocaba la caña. De esta forma, los diez peces que formaron parte de la apuesta se cumplieron con mucha facilidad, pero la cuenta no hacía más que subir. El Rey Mono lo estaba disfrutando como nunca y Erlang...se sentía tranquilo. Después de haber pescado suficientes peces con la caña, Wukong se empezó a aburrir, pero ello le hizo tener una nueva idea, y sonrió travieso, levantándose de la orilla y miró al contrario.

- Ahora ven, te enseñaré cómo pesco yo! -le dijo el mono, tomó impulso y dio un potente salto para atravesar la mitad del lago, cayendo sobre una roca. Wukong alzó la mano para hacerle un ademán de que viniera con él. Erlang no tuvo otra opción, y aunque no quería mojarse...el mono no lo dejaría en paz hasta que fuera con él, por lo que se llevó la caña amarrándosela a la espalda y se metió en el agua, sin ser consciente de lo que le traería consigo.

La ropa...le pesaba mucho, demasiado...no podía nadar bien, y sentía que se estaba hundiendo con demasiada facilidad. Maldita sea! Esto no era nada parecido a lo que las aguas del Cielo solían ser, tan livianas y ligeras incluso aun con la más pesada armadura, y ahí en la Tierra incluso con sus túnicas delgadas sentía que se iba a hundir, por lo que escupió agua tratando de seguir nadando hasta la roca, aunque de repente sintió algo peludo sobre su cara, y notó que se trataba de la cola del mono.

- Ven, sujétate! -le ofreció Wukong mientras le acercaba su propia cola para que el contrario la tomara y que no se hundiera. Erlang no dudó en sujetarla con fuerza mientras el Rey Mono jalaba también para atraerlo más rápido a la roca, a pesar de que soltaba quejidos de dolor. La cola era su punto corporal más sensible, y el que se la estuvieran apretando, no podía evitar sentir dolor, pero finalmente soltó un jadeo agitado en cuanto el pelinegro llegó a salvo a la roca.

Erlang se subió en la roca jadeando agitado y tratando de recuperar el aire. Su cuerpo se sentía muy fatigado ahí en la Tierra, por lo que pensó que debía ejercitarse más seguido...- Ya...ya llegué...de verdad es necesario estar aquí? -le preguntó entre jadeos Erlang al mono. 

- Totalmente necesario, joven Erlang~ Aquí en el centro están todos los peces. Ahora mira y aprende! -le dijo Wukong y tras tomar impulso, dio un salto para caer al agua, al menos hasta donde sus pies aún alcanzaban las rocas del suelo. Erlang se sentó en la piedra, observando curioso al mono, mientras éste miraba alrededor tenso buscando algún pez que nadara cerca de él. Al observar una perca pasar justo entre sus pies, no perdió un segundo en meter sus manos al agua y tratar de atraparlo, pero el pescado fue más rápido.

- Maldición! -insultó Wukong y volvió a intentarlo otra vez, y otra, y otra...todos los peces se le escapaban de las manos, y ya se sentía frustrado, tanto así que soltó un resoplido, sacudiendo la cola. Erlang ladeó intrigado la cabeza, y luego la sacudió, suspirando pesado. Tomó la caña y le quitó la liana para que solo fuera un palo.

- Mono -llamó su nombre para que el castaño se volteara a verlo. -. Ten - Erlang le lanzó el palo afilado al contrario, y Wukong lo atrapó, mirándolo confundido. - Úsalo para atrapar peces.

Los ojos del Rey Mono se iluminaron y lo tomó en su mano con fuerza, volviendo a mirar abajo para encontrar algún pez. En cuanto divisó otra perca en el agua, en cuestión de un parpadeo, Wukong clavó el palo en el agua para empalarlo contra el pez. Al sacarlo, se sorprendió y emocionó muy contento al ver a la perca sacudiéndose con la punta del palo atravesándola.

- Funcionó! Realmente funciona! Ahora sí, a pescar! -exclamó emocionado Wukong dando saltitos en su lugar, y pronto comenzó la verdadera pesca. El Rey Mono tenía una agilidad impresionante e innata. Tras lanzar el pescado que recién atrapaba con el palo al borde del lago donde tenían el resto de peces, volvía y lo clavaba en otro. 

Así las provisiones crecieron más y más, Wukong no solo se estaba divirtiendo, sino también estaba muy contento de haber aprendido a pescar. Al cabo de un rato, al ver al pelinegro sentado en la piedra sin hacer nada, decidió detenerse, romper el palo en dos, y entregarle una mitad al contrario. Erlang lo miró dubitativo por el gesto.

- Ven y pesquemos juntos, joven Erlang! -lo invitó Wukong con una sonrisa y continuó pinchando peces muy contento. Erlang lo miró sorprendido por la invitación y por el hecho de que el mono una vez más le demostró que podía compartir, por lo que se arremangó los pantalones, y se metió al agua con el Rey Mono.

- Rápido, o voy a pescar más que tú! -lo desafió Wukong, y entre los dos comenzaron a pinchar en el agua para atrapar la mayor cantidad de peces que nadaban entre ellos. Aunque se trataba de una simple pesca, por alguna razón llenaba de energía a Erlang, quien no podía parar una vez hizo su primera captura. Ambos lanzaban los peces bien lejos hasta el borde, donde la pesca se iba acumulando en una pequeña montaña de comida.

Por un momento, cuando Wukong atrapó a un pez, dio un chillido emocionado y relamiéndose los labios, le dio un buen mordisco, salpicando sangre en el agua.

- Hey! -lo llamó Erlang dándole un pinchazo al mono con el palo apenas lo vio comerse uno de los peces, y los dos intercambiaron miradas atónitas, y por otro lado muy serias y molestas.

Wukong masticó muy lento la carne de pez que tenía en la boca, sin entender porqué su amigo ahora lo veía así de mal. - ...Qué?

- Deja de hacer eso, es asqueroso! -lo regañó enojado el pelinegro. - Acaso no saben usar el fuego para cocinar?

Wukong se quedó unos severos segundos en un atónito silencio, abriendo de par en par los ojos y moviendo emocionado la cola. - Acaso el fuego también se puede usar para cocinar?!

Erlang no se lo podía creer, y se llevó la mano a la cara suspirando pesado. - Ugh...aún nos queda muchísimo qué recorrer, Mono...

La única respuesta de Wukong fue una traviesa risita mientras terminaba de tragar su bocado, y pronto retomaron la pesca, pero después de un rato, el Rey Mono observó bien concentrado a Erlang, por lo que sonrió de forma traviesa, y se fue acercando de a poco, agazapándose en el agua, y cuando finalmente estuvo justo detrás de él, Wukong dio un gran chapuzón con sus brazos para mojar al pelinegro.

- Ha!

Erlang soltó un respingo sobresaltado apenas sintió el agua fría mojar su ropa y su piel. Se giró sobre sus pies y lo único que pudo ver fue al mono soltar una risita divertida en medio del agua.

El pelinegro lo miró incrédulo pero rápidamente frunció el ceño y le devolvió el chapuzón con las manos también, mojándole toda la cara al mono. Wukong inmediatamente se calló al recibir todo el agua en la cara, y se incorporó sacudiendo la cabeza, y restregándose los ojos. La tensión en Erlang fue bajando al ver al mono tranquilizarse, pero no se esperó la reacción del contrario.

- Hyaa! - Wukong se abalanzó sobre el suelo para dar otro intenso chapuzón con las palmas en dirección al joven dios, mojándolo por completo y posicionándose en sus cuatro patas para prepararse. Todas las túnicas y el rostro de Erlang quedaron mojadas por completo, por lo que al abrir los ojos, se le olvidó el palo, soltándolo y lanzándose a por el mono.

- Ya verás, Mono! -exclamó Erlang, pero Wukong con una carcajada lo esquivó de un salto, y le devolvió el chapuzón otra vez, también olvidando el palo en su mano.

El uno recibía el chapuzón del otro, y entre las risas y la acción errática de Wukong por querer divertirse, Erlang debía admitir que era...contagioso, por lo que en vez de querer darle una lección al mono, lentamente le fue siguiendo el juego.

- Estoy aquí! -lo llamó Wukong delante de él. Erlang le lanzó agua, pero en menos de un parpadeo ya se encontraba detrás, y recibió otro salpicón. - Estoy por acá!

Erlang volvió a voltearse para salpicarlo, pero a su vez recibió intensos chapuzones de agua en la cara uno tras otro, y se vio obligado a cubrirse con los brazos. Cuando finalmente lo notó detenerse, se encontró con Wukong riendo fuertemente y golpeando el suelo sin poder evitar salpicar. La alegría de aquel mono era demasiado contagiosa, la diversión y la euforia se podía compartir entre los dos...y Erlang al solo oír su risa y verlo pasándola tan bien, se echó el pelo hacia atrás, y por primera vez en muchísimo tiempo...se permitió sonreír, y reír con él

Sin darse cuenta de lo que estaba pasando, Erlang dejó de reír en cuanto notó que el mono también se había callado, pero apenas abrió los ojos, se encontró con los dorados suyos, mirándolo fijamente, pero con una expresión de absoluta felicidad y orgullo, como si por fin hubieran congeniado de verdad después de todo el día. Se sintió como si...por primera vez hubieran conectado, hubieran fortalecido aun más un vínculo que no sabían que tenían. Los dos pudieron sentir que...los muros se estaban cayendo entre ellos.

La expresión de Erlang se suavizó para carraspear un poco sonrojado, borrando la sonrisa de su rostro. Wukong entornó los ojos sonriendo de una forma curiosa, y se levantó sobre sus piernas para mirar el resto del lago.

- Quédate aquí, y observa esto~ -le dijo Wukong al pelinegro, se preparó para echar a correr, y dio un salto para lanzarse a las profundidades del lago. Fue buceando y nadando más y más profundo, basta que llegó a una roca que quedaba en el fondo del lago. Tras llegar ahí, miró hacia arriba y vio todo el cardumen de peces que nadaba sin preocupación alguna. Wukong sonrió desafiante, tomó impulso y dio un potente salto desde la roca, dando giros sobre sí mismo para crear un torbellino de agua detrás de él, que terminó por envolver a todos los peces, y salió disparado a la superficie, parecía como si quisiera alcanzar el cielo al estar en el aire.

Erlang lo observó atónito y boquiabierto en cuanto vio al Rey Mono salir del agua, y una lluvia lo mojó aun más, pero seguido de eso, los peces del lago comenzaron a caer del cielo.

- Wuu!! Qué tal eso, eh?! Una lluvia de peces! -exclamó Wukong al caer al suelo a su lado, y extendió las manos para atrapar a los pescados en sus manos. Erlang aún se encontraba sin palabras ante lo que el mono fue capaz de hacer y se lo tomaba como si fuera el pan de cada día. Pero rápidamente recobró el sentido parpadeando varias veces, y miró hacia arriba, justo para atrapar a una perca en sus manos. 

Tal como Wukong hacía, Erlang comenzó a atrapar los peces que caían del cielo, hasta que sus manos estuviesen llenas. El Rey Mono no tenía límites, después de que sus manos se llenaran de peces, atrapó uno con la cola, y finalmente, abrió su boca y agarró un pez considerablemente más grande que el resto en sus fauces. Miró al pelinegro y aun con un pez enorme en la boca, alcanzó a hacerle un gesto muy contento, y comenzó a dar saltos de alegría en su puesto, aullando como podía por una pesca tan grande y exitosa. Erlang lo observó unos segundos, y tal como la otra vez, en sus labios se asomó una sonrisa y soltó una risita divertida, ya que por primera vez, había olvidado las expectativas que los dioses y el Cielo tenían sobre él, y simplemente...disfrutó del presente.

Los dos amigos regresaron a la orilla del lago, dejando todos los peces que habían logrado atrapar juntos. Wukong soltó un chillido de la emoción y dio un alto salto de la alegría al ver que tenían tanta comida como para alimentar a toda la montaña durante meses.

- Cuántos peces! Ha sido la mejor pesca de mi vida, joven Erlang! Oh, mis pequeños se sentirán tan bien al volver a comer pescado~ Muchas gracias por enseñarme! Estaré siempre en deuda contigo. - Wukong se inclinó ante él en señal de agradecimiento. - Ahora llevemos toda esta comida a la cascada, te llevaré a mi hogar, joven Erlang~

- Espera, Mono...aún no terminamos. -lo detuvo sacudiendo la cabeza, y señaló con la mano la palmera más cercana. - Necesitaremos varias de esas...

Wukong no sabía muy bien para qué necesitaban hojas de palmera, pero le hizo caso y se dirigió a la palmera para treparla sin problema, y así arrancar varias de sus hojas con un solo jalón. Erlang las atrapó en el aire y se sentó en el suelo cruzado de piernas para así empezar a crear cintas con las cuales las trenzaba entre sí. Wukong regresó con él y se sentó a su lado, observándolo curioso y atento, con todo su cuerpo y pelaje calado hasta los huesos. Erlang en silencio le pasó una hoja para que comenzara a hacer lo mismo. Y así, juntos empezaron a construir unas canastas a base de hoja de palmera.

En un principio, Wukong era bastante amotro al tratar de trenzar los lazos de palmera, y varios nudos quedaban abiertos o sin solución, pero Erlang siempre estuvo a su lado para corregirle o volverle a enseñar, hasta que por su cuenta, el Rey Mono le fue cojiendo el tiro y seguir armando la canasta por sí solo.

El día fue avanzando, y se encontraba ya en el horizonte, coloreando el cielo de naranja. Tras atar el último nudo, Wukong alzó asombrado su canasta en sus manos para contemplar su obra artesanal. Sus ojos brillaban y su expresión no fijaba más que emoción.

- Esto...es una canasta. Podremos guardar los peces aquí. -le explicó Erlang mientras terminaba de amarrar los lazos que le servirían para llevar la canasta al hombro.

- Oh, bien pensado, joven Erlang! -le dio la razón asintiendo y empezó a guardar cuanto pescado pudo dentro de la canasta. Se repartieron de forma equitativa, por lo que al colgarse la pesca al hombro, Erlang miró al contrario sacudirse para secarse de las últimas gotas de agua del pelaje, siendo un poco salpicado por éste. 

- Mono...ve de pie. - Uh? Bien, bien... -resopló Wukong tras sacudirse y se levantó en sus piernas para colgarse la canasta, y juntos emprendieron la caminata en dirección a la cascada, al hogar de los monos de la montaña, tal como Wukong le había prometido a Erlang.

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