El Festival del Año Lunar
A pesar de que al Rey Mono no le agradaba mucho volver al Cielo, después de toda la tensión que pasó entre ellos...indudablemente no podía negar que veía muy atractiva la idea de ser invitado y asistir por fin al gran banquete del Festival del Año Lunar.
"Ya era hora!" pensó con emoción mientras dejaba el rollo de la invitación a un lado, y se empezaba a desvestir de sus túnicas casuales para así ponerse su armadura dorada, el sombrero de plumas de fénix y la capa roja que lo acompañaba, permitiendo la entrada de uno de sus colegas monos a su estancia dentro del santuario de la Cueva detrás de la Cascada.
- Su Majestad, con cuál propósito se está vistiendo la armadura? No hay amenaza alguna en la montaña. -dijo uno.
Wukong esbozó una desafiante sonrisa y tras terminar de atarse la capa, se dio media vuelta para encarar a sus compañeros. En este mismo espacio, se podía notar el enorme contraste de tamaño entre los monos comunes de la Montaña de las Flores y Frutos con el Rey Mono, quien tenía una estatura mucho mayor, cuerpo y facciones más humanas.
- Mis amigos~ He sido invitado a la Corte Celestial para el gran banquete de los dioses que anuncia el inicio del Festival del Año Lunar! Como rey que soy, no puedo negarme ante tal petición. Por fin el Emperador y esos dioses que aclaman ser sabios me ven como uno igual, e iré a festejar a lo grande, como lo indica mi nombre!
Los monos se miraron entre sí con nerviosismo y sin estar muy convencidos de aquel anuncio, y uno se atrevió a hablar por el resto.
- P-pero Señor...aquí en la montaña también teníamos planeado celebrar el festival, y de verdad esperábamos contar con su magnífica presencia... - Aquel mono fue interrumpido de repente al sentir una mano sobre su cabeza, y se dio cuenta que se trataba de Wukong, tratando de tranquilizarlo.
- No se preocupen, mis pequeños. Aunque en cuerpo no estaré aquí, podrán sentir mi alma festejando con ustedes. En cuanto la luna esté en su punto más alto, disparen los fuegos artificiales, y yo incluso desde la Corte, me sentaré a observarlos. Disfruten de esta noche como si yo estuviera a su lado! -declaró Wukong sonriente y animado como siempre se mostraba ante su gente, y aquella respuesta animó de nuevo a los inquietos monos y estuvieron de acuerdo con él.
Así, Wukong dejó a cargo el desarrollo del festival en la montaña, mientras él subió a su nube y se encargó de ir a la Corte Celestial tal como se lo habían pedido. Se sentía muy emocionado y contento de por fin participar como se lo merecía. Esperaba encontrar a sus viejos amigos, a Nezha, y sobre todo...a alguien en que desde que volvió a la Tierra, no dejó de pensar.
***
Por otro lado, Erlang se aseguró de escribir personalmente esa invitación a Wukong, en vez de relegarlo a los escribas de la Corte, pero también teniendo cuidado de ser lo más imparcial posible y de no dejarse descubrir con su estilo de escritura. Dentro de una reunión con su tío, el Emperador y el resto de dioses, fue él en proponer incluir al Rey Mono dentro de la lista de invitados para el Festival, y aunque muchos estuvieron en desacuerdo por el enorme historial de antecedentes del mono, varias Estrellas e incluso Nezha apoyaron su decisión de invitar al mono, tanto que lograron convencer al Emperador de reservarle un lugar especial en el banquete, ahora sí sin ningún problema, no como aquel desastre de los melocotones hace mucho tiempo...
Pero toda esta movida de la invitación y la propuesta no eran decisiones al azar, tenían un peso mucho mayor del que imaginaba, y todo se regía por una sola razón: Erlang desde hace un tiempo había empezado a desarrollar...sentimientos por Sun Wukong, y aprovechando la fecha más importante del año como lo era el Festival del Año Lunar, estaba decidido a confesarse.
No podía negar que estuvo luchando por mucho tiempo contra aquellos sentimientos, porque más que una traición hacia sí mismo, implicaría una traición directa hacia el Emperador, la Corte, y todo lo que lo ataba a aquella vida como deidad. Pero el Rey Mono tampoco hacía mucho en apagar esos sentimientos. Su forma de ser tan despreocupada, una visión muchas veces simplista de cómo vivir la vida, apreciando cada segundo del presente, su tenacidad y a la vez demostrando una inigualable habilidad en combate, lo hacían todo un personaje realmente único...y con quien ya había compartido demasiados momentos que dentro de Erlang, significaron unos granos de arena para contribuir a una visión diferente a la que estaba acostumbrado.
El único que sabía de eso era Nezha, ya que por un encuentro infortunio, terminó enterándose, pero de todos modos no planeaba revelárselo a nadie, con una única condición.
"Aunque se lo diga al mismísimo Buda, no cambiará nada, si tú no haces algo al respecto." Le comentó Nezha por aquel entonces. "Si no te pones los pantalones y tienes las agallas de decírselo a ese mono...yo lo haré, y te verá como un completo cobarde".
Ahora no solo tenía la presión de Nezha sobre él de que le diría a Wukong sobre sus sentimientos, sino que...le daba la razón, en que no podía ocultarlo para siempre, y nada cambiaría a no ser que él mismo hiciera algo. Aunque fuera grande, Erlang necesitaba aquel empujón para empezar a idear un plan. Y todo eso, lo llevó a escribir esa invitación al festival.
En sus aposentos, Erlang se terminaba de vestir con unas túnicas formales de blanco y negro, no para una batalla, como siempre solía portar su armadura, sino para un ambiente festivo, como lo era el Año Lunar. Después de atarse el cinturón, miró un segundo la cómoda, donde reposaba su corona dorada, y la tomó en sus manos, observándola en un reflexivo silencio, antes de soltar un profundo suspiro y llevársela a la cabeza para ponérsela. Su perro negro, Quan, quien lo acompañaba en su habitación en un principio acostado en el suelo, alzó de repente la cabeza, dejando salir un leve chillido al percibir a alguien que acababa de abrir la puerta.
Erlang ni siquiera se tuvo que girar para saber quién era. - ...Acaso tu padre no te enseñó modales sobre tocar una puerta?
- Como si los necesitara contigo. -respondió Nezha en su tono desafiante e indiferente, apoyándose en el marco de la puerta tras haberla abierto, ignorando la mirada punzante del perro negro. - Ya casi empezará el Festival...y tú, como aquel que invitó personalmente a ese mono, deberías ser quien lo reciba en la Corte. Él...
- Está viniendo, lo sé. -terminó Erlang y se dio media vuelta para encarar a Nezha, alzando las cejas sorprendido al notar al niño con un traje de esqueleto rojo, pero al menos tenía prendas diferentes a las comunes, y tenía el pecho cubierto, por fin. - Así que sí puedes tomarte las cosas en serio...
- Esto? No es nada, tampoco le des muchas vueltas. -se quejó Nezha cruzándose de brazos haciendo un puchero y frunciendo el ceño bastante molesto. - No olvides lo que hablamos...y será mejor que no lo pierdas de vista. Si el mono vuelve a causar algún desastre aquí...el Emperador no solo lo culpará a él...sino a tí también.
- Lo sé bien...uh, -se interrumpió al oír de repente una fugaz ráfaga cortar el sonido de los cielos, y empezando a caminar fuera de la habitación, seguido de Quan, Erlang se fue con paso rápido a recibir al aclamado y...controversial invitado.
***
Sun Wukong dio un salto para bajar de su nube y poner sus pies en la primera lámina que marcaba el inicio de la Corte Celestial, y miró alrededor expectante, empezando a avanzar. No solamente la enorme luna llena se estaba alzando poco a poco a su cenit, sino también que incluso desde la entrada, podía notar las luces doradas iluminando no solo las calles y palacios, sino también el cielo mismo. Sin duda una gran celebración estaba por comenzar! Pero encima de la emoción, se sintió extrañado al no ver a absolutamente nadie en la entrada para recibirlo.
- Ehh...hola?! Aquí el Gran Sabio presentándose a la Corte! Qué descorteces...se atreven a invitarme pero no a recibirme? -exclamaba Wukong mientras giraba sobre sus pies para tratar de hallar a alguien, pero los soldados celestiales que aguardaban las fronteras de la Corte ni se inmutaron ante su presencia. Aquello ya estaba empezando a molestar al Rey Mono, cuando de repente, una voz detrás suyo lo hizo girarse en redondo.
- Sun Wukong...me alivia ver que sí aceptaste la invitación. -se pronunció Erlang ante él, dejando que la suave brisa meciera no solamente su pelo negro, sino también sus largas túnicas especiales para esta fiesta en específico. Recibió al mono con una suave expresión, pero si no quería ser tan obvio con sus intenciones, debía disimularlo lo mejor posible.
- Ah, Erlang Shen! Mi amigo, a veces enemigo, otras veces hermano jurado~ Quién mejor que tú para recibirme? - Wukong se mostró complacido al ver al dios del tercer ojo, y se acercó a él para extender su mano. Erlang se mosqueó un poco por aquella forma tan informal de saludarse, pero no tuvo opción que estrecharle la mano tal como a veces lo hicieron en batalla al encontrarse. - No me digas que el festival ya empezó sin mí...!
Erlang sacudió la cabeza levemente. - De hecho, acaba de empezar, llegaste justo a tiempo...
- Oh, qué bien! -lo interrumpió Wukong emocionado por entrar a la Corte y ver el ambiente festivo que manejaban ahí. - Desde aquí puedo ver las luces, ya quiero entrar a ver todo lo que tienen! - La energía del mono se suavizó al ver la expresión del pelinegro, y soltó una risita burlona. - Qué, pensabas acompañarme?
Erlang se quedó congelado desde que el Rey Mono lo interrumpió, sin creer que aún tenía la audacia de esos modales. El contrario iba tan rápido que apenas pudo organizar sus ideas, y por cómo el mono se rio, supo que fue demasiado evidente con su rostro. Parpadeó varias veces volviendo a sacudir la cabeza para espabilar. - Uh, pues...
- Jaja, es un chiste! Ya que fuiste el único que tuvo la decencia de recibir al Gran Sabio...te concedo acompañarme durante el Festival del Año Lunar~ -respondió Wukong haciendo una irónica reverencia, y tras palmar el hombro del pelinegro, empezó a caminar a paso apresurado y emocionado por el sendero para entrar de una vez en la Corte Celestial. Erlang trotó un poco para llegar a su ritmo, y así, juntos entraron al festival.
***
Wukong jamás había visto la Corte Celestial tan llena de deidades, invitados especiales y muchas otras criaturas que venían de muy lejos para asistir al festival, tal como él. Las calles decoradas de pétalos dorados y linternas flotantes iluminando el cielo le daban un toque cálido. Sombrillas de papel de colores, réplicas de los animales del zodiaco sobresalían entre las casas más pequeñas, y cometas de distintas formas también volaban en alto. Así que el Cielo sí podía ser pacífico...pensó el Rey Mono mientras caminaba por las calles, observando cada puesto de negocio junto a Erlang. Esto se sentía como estar en una ciudad humana, más que la suprema Corte Celestial que le dio tantos problemas en el pasado y hacía actos atroces en nombre del código.
A pesar del ambiente festivo, la mayoría de deidades por no decir todas, giraban sus cabezas para mirarlo directamente a él, ya sea con caras de shock o incredulidad, algunas hasta de indignación por verlo por ahí, pero a Wukong no le podría haber sentido mejor, y devolvió las miradas con una orgullosa sonrisa de estar ahí con ellos.
- Hola, buenas noches! Hey, amigo! Feliz de verme por aquí? Sí, yo igual!
Erlang no pudo evitar sentirse nervioso ante la forma en la que el mono andaba tan despreocupado entre los puestos, y le tocó el brazo con el codo.
- Yo que tú mantendría un perfil bajo, Mono...La lista de invitados es muy grande, y digamos que solo unos pocos sabíamos que vendrías...no les caes bien a la mayoría.
- Sabes bien que los perfiles bajos no van conmigo, Erlang. Y yo no tengo la culpa de la falta de mensajeros que les hizo para anunciar mi llegada. - Wukong pudo sentir la punzante mirada del pelinegro sobre él, por lo que soltó una risita moviendo la cola. - No te preocupes, no vine aquí para pelear...vine aquí para celebrar! Anímate, es una fiesta~ Oh, qué tenemos aquí? -se interrumpió al parar por un puesto de comida, con un brillo en los ojos al ver unos brillantes y exquisitos dumplings en sus recipientes, echando un fino hilo de vapor, recién cocinados.
Erlang dejó que el Rey Mono inspeccionara la comida, mientras se quedó pensando sobre ello. Tal vez debía relajarse un poco más, ya que de por sí...Wukong tenía razón, se trataba de un festival, más pronto que tarde los demás se acostumbrarían a la presencia del mono, siempre y cuando él lo mantuviera bajo control. Asintió para sí mismo, quedándose con ese plan, pero no podía ignorar la fuerte presión que ejercía su corazón sobre su pecho...tanto así que no se dio cuenta que el contrario lo estaba llamando.
- Erlang...Erlang! -exclamó Wukong para sacarlo de su burbuja, y en cuanto vio al pelinegro despertar, le tendió el dumpling en su mano una vez más. - Te estoy ofreciendo, no me dejes esperando...
El dios del tercer ojo se quedó unos segundos mirando aquel dumpling en la mano del Rey Mono, antes de tomarlo con cuidado, a diferencia de cómo lo había deformado el contrario al agarrarlo, y le dio un pequeño mordisco en la punta, por lo que el mono se rio.
- A eso le llamas una mordida? Jajaja!
- ...Los dumplings se deben disfrutar y comer a su tiempo, no tragárselos de un solo bocado... - Erlang se interrumpió al ver que en la cesta de bambú ya no quedaba un solo dumpling de los seis que en un principio yacían. - Ugh, Mono!
- Algún día de estos te invitaré a mi montaña y verás cómo un dios de verdad come un banquete~ -le aseguró Wukong riendo levemente, y tras agradecer por la comida, los dos se retiraron a ver más puestos.
No solamente había de dumplings, sino también de toda clase de platos que Wukong ya conocía y que jamás había visto en su vida, pero al darles una probada, no pudo evitar sentirse más eufórico y contento con el intenso sabor que manejaban. De esta forma, fueron pasando de un puesto a otro, aunque en cierto punto, Erlang se abstuvo de seguir pidiendo, dejando las muestras al Rey Mono. En un puesto de abanicos, mientras Wukong los miraba uno por uno, queriendo ver cuál era el más grande, Erlang se reservó uno pequeño pero especial, que definitivamente sacaría más tarde, y continuaron su camino en cuanto el Rey Mono perdió el interés por los abanicos.
Mientras iban caminando por la longeva calle, Erlang en realidad lo estaba guiando a un lugar un poco menos concurrido, y lo miró de reojo mientras el contrario terminaba de zamparse un tazón lleno de caldo y fideos, sorbiendo sin ninguna pena y salpicando a sus alrededores.
- Te recomiendo que guardes espacio para el banquete...estas han sido solo muestras.
- Hm? - Wukong volteó la cabeza para mirarlo, a medio sorber de los fideos, y terminó por absorberlos todos, quedando con la boca llena, y se dedicó en masticar rápidamente, entornando los ojos. - Lo sé bien! Crees que me siento lleno con solo aperitivos? No tienes idea de hasta cuánto puedo comer...
- Oh, como aquella vez que desafiaste al Yaoguai de las llanuras a un desafío de comida? Te zampaste una montaña entera de frutas y carne que...
- Multiplicaba el tamaño del Yaoguai por diez! -terminaron la frase juntos y aquello puso de buen humor a Wukong. Se limpió la boca con el dorso de su mano, dejando el plato vacío. - Así que sí me viste competir! Ese estuvo bueno, pero te juro que pude haber comido mucho más.
- Qué dices? - Erlang hizo una pausa para soltar una risita mientras seguían caminando. - Si cuando lo derrotaste, dormiste por tres semanas de lo lleno que estabas.
- N-ngh...! no tenías porqué recordarme eso... -se quejó Wukong con un ligero sonrojo en sus mejillas, pero la risa de Erlang, le hizo sentir una creciente calidez en su corazón, hasta que sus pies sintieron algo diferente a piedra, y se detuvo para darse cuenta que se habían alejado de la aglomeración del festival, y habían ido a parar a un puente de madera, en medio de los nocturnos jardines celestiales, separados por un cristalino arroyo en donde flotaban flores de loto blancas y linternas de papel. - Esto...jamás lo había visto en mis visitas a la Corte.
- Tal vez porque en ese entonces...luchabas tanto por destacar que no quisiste explorar los jardines, ni de...disfrutar el presente. - Erlang respondió suavemente con una leve sonrisa al por fin haber encontrado el momento para devolverle la broma.
- Ja ja, muy gracioso... - se burló Wukong con una sarcástica risa, y dejó el cuenco en la baranda del puente, para apoyar sus manos y observar más a detalle todo lo que tenían al frente. El silencio, la calma...el sonido del festival se sentía tan lejano, no sabía cómo este lugar hacía para aislarlos, pero no se sentía nada mal. Wukong cerró los ojos, tomó un profundo respiro y lo dejó salir por la boca, sintiendo la propia brisa ondular las plumas de su sombrero y la capa.
- Heh...no está nada mal.
- Sabía que te gustaría este lugar. -respondió Erlang también apoyando las manos en la madera del puente, contemplando la vista junto a él en un tranquilo silencio.
- Aún no se compara a la tranquilidad de mi montaña... -empezó el Rey Mono inclinándose hacia delante, con una tranquila expresión. - Alguna vez has pensado en...tan siquiera bajar y volver a disfrutar de la verdadera creación, Yang Jian?
Las mejillas de Erlang no pudieron evitar sonrojarse levemente por oír ese nombre tan personal, por lo que bajó la cabeza para mirar al río. - ...La gente no tiende a saber esto, pero... -hizo una pausa para entrelazar sus manos. - Yo también...tengo una montaña, allá abajo.
Los ojos de Wukong se abrieron de la sorpresa, y giró la cabeza levemente para ver cómo Erlang no le regresaba la mirada.
- Ehh? Ahora quieres competir por quién tiene la mejor montaña en la Tierra?
- Nada de eso, Wukong. Esa montaña...es especial para mí. En días de antaño, la partí en dos, para salvar a mi madre de un destino injusto. - Erlang alzó la cabeza para mirar ahora al cielo, a la luna llena que yacía sobre ellos, y las estrellas que la acompañaban.
Wukong se quedó en un silencio nada propio de él, pero debía bajar sus humos ya que...por fin entre tanta broma y risa, tenía un momento personal con el pelinegro, finalmente, se estaba abriendo a hablar.
- Entonces...tu madre...ella desafío a la Corte Celestial?
- Sí, lo hizo. Y aunque partí la montaña en dos para salvarla, no marcó diferencia alguna. - En los ojos de Erlang ahora se reflejó una apagada melancolía. - Cubierta de nieve, aislada del mundo celestial y terrenal...ahí está mi hogar.
- Huh... - Wukong apartó la mirada para pensar unos segundos, quedándose callado. De todos modos, intentó levantar un poco el ánimo, y dio un primer indicio, alzando la cola y tocando la pantorrilla del pelinegro por encima de las túnicas. - Aunque esté cubierta de nieve y no haya nada, debe de ser linda. Ya conoces mi montaña desde el mar hasta la cascada, deberías llevarme a visitar la tuya! Así, cuando estés por ahí...no la sientas tan sola.
Erlang bajó la cabeza para encontrarse así con los ojos del Rey Mono. Aunque no se esperaba esa reacción, el que el contrario estuviera dispuesto a hacerle compañía en su pequeño templo en la montaña, sin duda le hizo regocijar, de que...tal vez sus sentimientos iban dirigidos a la persona indicada para él.
Una suave sonrisa se asomó en sus labios, y asintió levemente. - Por supuesto.
Wukong le devolvió una sonrisa más amplia, enderezándose en el puente, aunque inmediatamente le entró curiosidad al ver al pelinegro sacar algo de la manga de su túnica. Era un...abanico? No entendía porqué, pero más confundido se sintió cuando le fue entregado.
- Quiero que tengas esto. Sé que no te divierten los abanicos, pero...te has vuelto especial, Wukong.
El Rey Mono abrió el abanico de papel y reparó sorprendido en el dibujo que tenía: en un extremo, yacía su Montaña de las Flores y Frutos, y al otro lado, había un solitario y nevado pico, donde reposaba un solitario y oscuro templo, pero ahí pudo notar dibujado a Quan, por lo que supuso que se trataba del lugar especial de Erlang. Aunque los dos no estuviesen pintados explícitamente, en su montaña habían pequeños monos y un árbol de melocotones, y por el otro lado yacían ráfagas de viento y nubes, y entre ellos, un halcón blanco. Wukong no pudo evitar sonrojarse hasta las orejas, y soltó una nerviosa risita. rascándose la nuca.
- A-ah, jaja! Jeje...este...no me esperaba esto de tí, Erlang Shen~ Y tienes razón, no me divierten los abanicos, pero este... -hizo una pausa para agitarlo levemente. - Lo guardaré y llevaré bien conmigo. Qué tal me queda~? -preguntó de nuevo acercándoselo al rostro para cubrirse la mitad de la cara mientras lo agitaba y parpadeaba varias veces, tal como haría una concubina.
Erlang rio levemente y le dio un empujón. - Mono...! Incluso aquí, no puedes parar de bromear...Hm? -se interrumpió al oír unas campanadas sonar por toda la Corte, incluso en aquel jardín, y los dos se voltearon para ver la loma más alta donde yacía el palacio del Emperador. Su corazón dio un vuelco al saber qué seguía a continuación. - El banquete está por comenzar...
- En serio? Entonces, no perdamos más tiempo, Erlang! Andando. - Inmediatamente a Wukong le volvió a dar un subidón de energía más que nada porque tenía las expectativas muy altas de aquel deleitoso banquete, por lo que cerró el abanico y lo encogió al mismo tamaño de un alfiler, para así guardárselo detrás de la oreja izquierda, la contraria donde tenía guardado su bastón. Sin pena alguna, tomó a Erlang de la muñeca comenzaron a trotar de nuevo a las escaleras que subían al palacio, olvidando por completo el tazón de fideos que había dejado en el barandal del puente...
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