Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1O.

Advertencias: fic de época con muchas atribuciones. hyunmin como pareja principal, pero al ser un fic harem, también existirán otras interacciones. alteración de edades. drama y fluff.

***

HyunJin murmuró una débil maldición contra las almohadas, sintiendo la suave lengua de SeungMin haciendo maravillas.

―Príncipe... Príncipe...

Sus gemiditos se convirtieron en un grito escandaloso al sentir el azote en su nalga derecha.

―¿Príncipe? ―gruñó SeungMin.

―Emperador, Emperador ―corrigió HyunJin, y movió sus caderas para que volviera su atención a él―, por favor, mi Señor...

La lengua de SeungMin lamió su agujero apretado alrededor de dos dedos, metiéndose un poco más adentro y embistiéndolo.

―Déjame follarte ―pidió el mayor―, déjame hacerlo, amor...

―No, no ―HyunJin jadeó con fuerza―, no todavía...

―¿Cuándo? ―SeungMin escupió en su entrada, observando la forma en que el culo de HyunJin se abría ante él―. ¿Cuándo, mi amor?

―Cuando te cases conmigo... ―la voz del doncel se cortó y transformó en un ronco gemido al momento de correrse sobre las ya sucias sábanas. Su cuerpo tembló y se sacudió, y SeungMin le agarró de las caderas para que no se derrumbara.

―Qué exigente eres.

HyunJin soltó una risa suave, sintiendo besos en su trasero y con los dedos deslizándose fuera de él. Los besos subieron por su espalda, haciéndole cosquillas, y pudo sentir el peso del príncipe sobre él.

―Mi Señor...

―No ―SeungMin le besó en el cuello―, no, no continúes. Mañana debes volver a tus aposentos.

HyunJin hizo un pequeño puchero, aunque sabía que SeungMin tenía razón. Esa mañana se lo había comunicado, pues tenía que volver a cumplir con sus obligaciones de Cortesano. Las heridas del menor ya estaban completamente cicatrizadas, el dolor se fue evaporando con el pasar de los días, y lo mejor de todo, es que a SeungMin no parecía importarle. Por el contrario, cada vez que podía, le besaba esas cicatrices pálidas en su piel.

―¿Cuándo me propondrás matrimonio? ―preguntó HyunJin, sintiendo los brazos de SeungMin a su alrededor―. Mi Emperador...

―Estás demasiado impaciente, cariño mío.

El muchacho mordió su labio inferior, tratando de no mostrar su tristeza. Llevaba cerca de dos semanas en los aposentos del Príncipe, pero hasta el momento no se había hablado de pasar a mayores en su relación con él. Eso le hería en lo profundo de su corazón y provocaba que no supiera cómo actuar. Temía, en el fondo, que SeungMin no estuviera tan seguro de él.

―No quiero volver a esa habitación ―murmuró HyunJin, sintiendo los dedos de SeungMin en su espalda―, SeungMin...

―Quiero verte bailar ―contestó el príncipe―, quiero que bailes el ganggangsullae cuando sea Chuseok.

HyunJin se rió por las leves cosquillas, con el sueño pesado comenzando a caer sobre él. SeungMin siempre sabía como dejarlo cansado, lo suficiente para que durmiera como si fuera un bebé.

―Ya es muy tarde ―contestó el chico―, me he perdido muchos ensayos, no...

―Soy el Príncipe Heredero ―SeungMin le besó en la mejilla―, ya hablé con la matrona para que te incluya en la coreografía.

―¿Le hablaste? ―HyunJin se acurrucó contra él―. ¿O la amenazaste, mi Emperador?

La risa baja de SeungMin fue lo último que escuchó antes de caer dormido.

A la mañana siguiente, no le sorprendió que SeungMin no estuviera en su cuarto, pues se lo avisó el día anterior. Dejó que las sirvientes lo limpiaran, envolviéndolo en un nuevo hanbok que el príncipe le regaló, de un brillante color rojo y flores negras. Se colgó unos preciosos aretes largos, saliendo poco después hacia el salón de desayuno. Las sirvientas se encargarían de llevar sus cosas al cuarto de cortesanas.

En el salón ya estaban las otras Cortesanas, y las cuatro chicas quedaron sorprendidas cuando lo vieron aparecer.

―Buenos días. ―saludó HyunJin cortésmente.

―¡HyunJin! ―saludó RyuJin, poniéndose de pie para ir a recibirlo―. ¿Qué haces aquí? Pensamos que...

―¿Ya te vas a casar con el Príncipe? ―preguntó YooRim, y a HyunJin le sorprendió escuchar cierto resentimiento en su voz―. ¿O es que acaso te ha rebajado de lugar?

―Ni lo uno ni lo otro ―replicó HyunJin, tratando de controlar el tono de su voz―. ¿Qué pasa? Tengo muchos deberes que cumplir aquí.

―¿Qué es esto, un interrogatorio? ―intervino DaHyun, comiendo con calma―. Bienvenido, HyunJin. ¿Cómo estás de tus heridas? ¿Te has recuperado?

Le volvió a sorprender el tono suave de DaHyun, sin una gota de veneno allí. Desde lo ocurrido en ese incidente, tantos días atrás, que no tuvo tiempo de conversar con ellas en privado. Esperaba que la actitud de DaHyun volviera a ser suspicaz y agresiva, pero la chica pareció recuperar esa tranquilidad que tanto la caracterizaba. Sin embargo, no esperaba que Sojung le mirara con... con... ¿rencor?

YiZhuo tampoco le dirigió una mirada, concentrada en su desayuno, y HyunJin jamás se sintió tan fuera de lugar como en ese momento. Sólo RyuJin parecía tener una cara agradable, así que fue a sentarse junto a ella.

―¿Ha pasado algo interesante en mi ausencia? ―preguntó HyunJin, tratando de iniciar una conversación para aligerar el ambiente.

―¿Algo como qué? ―preguntó YiZhuo con una mirada de desagrado―. ¿Preguntas si el Príncipe nos ha venido a ver? No te preocupes, apenas nos ha dirigido una mirada.

HyunJin apretó sus labios, incapaz de sostenerle la vista y mirando su plato.

―No seas grosera ―dijo DaHyun limpiando su boca―, una concubina de tu nivel, YiZhuo, no merece ese comportamiento. Si los dioses han bendecido a HyunJin con la atención del Príncipe, no nos queda más que felicitarlo.

Fue como si le hubiera dado una bofetada a YiZhuo, que enrojeció con vergüenza y volvió la atención a la comida. HyunJin no sabía por qué DaHyun le estaba defendiendo de esa forma, y mucho menos entendía el por qué sus amigas le trataban de aquella manera.

Es decir, podía entender que se sintieran un poco resentidas por el hecho de que las atenciones del príncipe estuvieran puestas en él, pero de ahí a actuar de esa forma, era otro tema. Le hería escuchar esa voz.

―Es mejor que nos apresuremos en comer ―habló RyuJin―, los ensayos para el ganggangsullae comenzarán pronto.

―¿Dónde están ensayando? ―le preguntó HyunJin.

―¿Es que acaso piensas ir a mirarnos? ―dijo YooRim.

Oh, no ―el chico mordió el interior de su mejilla―, voy a... A formar parte de la coreografía.

Un instante de más silencio tenso. Pudo ver cómo YiZhuo hacía un mohín, mientras que la sonrisa de RyuJin se congelaba. DaHyun parpadeó, algo sorprendida, y YooRim bufó por lo bajo.

―¿Y eso por qué? ―preguntó YooRim, enfurecida―. Te has perdido todos los ensayos, además, no eres digno de formar parte de esa danza.

―¿Qué? ―HyunJin sintió su estómago caer ante esas palabras. ¿De qué estaba hablando YooRim? ¿Cómo podía estarle diciendo eso, cuando ellos fueron amigos tan cercanos en un inicio? YooRim fue casi su mejor amiga desde el día en que llegó allí.

―Eso ―YooRim miró sus uñas como si allí hubiera algo muy interesante―, tú piel está marcada, no eres digno de participar de esa danza.

―¡¿Qué mierda me estás diciendo?! ―estalló HyunJin, enojado.

―¡Basta! ―gritó DaHyun, poniéndose de pie y con una expresión molesta―. No es posible que estén comportándose así, ¿Qué demonios les pasa, YooRim y YiZhuo?

―Unnie...

―¡Si el Príncipe no las ha llamado, tal vez sea por la actitud infantil y venenosa que tienen! ―dijo DaHyun, molesta y echando la servilleta sobre el plato―. Ahora, vayan a prepararse para el ensayo, ¡No quiero oírlas discutir más!

HyunJin apretó sus labios con furia contenida, tratando de no romper a llorar por lo que le acababa de decir YooRim con tanta crueldad. Él sabía lo que pretendió el Sumo Sacerdote con lo que hizo, marcando su piel con el látigo. No sólo castigarlo, sino también humillarlo y rebajarlo, porque una persona de la realeza no podía tener marca alguna. Las personas marcadas de esa forma eran indignas e infame.

Pero a SeungMin no le importaba. Él dijo mil veces que no le importaba, así que ¿Por qué le tenía que importar a ellas? Ellas no tenían el derecho para sacarlo a discusión.

Ni siquiera DaHyun lo mencionó, pero ¿Por qué YooRim lo hizo?

Comió a la fuerza, saliendo poco después detrás de RyuJin, quién le agarró el brazo para acompañarlo hacia el salón de prácticas. Allí, la matrona ya les estaba esperando, y no hizo mención alguna sobre la inclusión de HyunJin.

En un inicio, HyunJin sólo contempló la coreografía desde fuera. No sólo estaban las Cortesanas, sino también varias mujeres nobles y algunas concubinas. El chico no quiso sentirse mal, pero casi todas las participantes de la danza le miraron con una expresión horrible. HyunJin estaba dudando de que esa idea fuera buena.

Sin embargo, pronto su ego se vio inflado cuando la matrona le pidió unirse, y demostró con facilidad lo buen bailarín que era. La matrona todavía no elegía a la persona que guiaría el canto y danza principal, y HyunJin se prometió que competiría por eso. No iba a dejar que le minimizaran por nada.

El ensayo fue detenido a mediodía y continuarían en la tarde, por lo que fueron despachados a comer. DaHyun le hizo un gesto para que se le acercara, y HyunJin no tardó en ir dónde ella.

―HyunJin, ¿Cómo has estado? ―preguntó ella, cruzando el brazo con él y comenzando a caminar―. No debes tomar en cuenta las actitudes de YiZhuo y YooRim.

―Todo ha estado bien, Noona ―el chico bajó la vista―. Es sólo que me... Me ha agarrado por sorpresa. No pensé que ellas...

―Están celosas ―respondió DaHyun, y HyunJin lo sabía―, tú sabes lo difícil que ha sido todo esto, incluso para mí y RyuJin. La diferencia es que nosotras tenemos... Ciertas ventajas.

―DaHyun...

―No resultaría extraño que el Príncipe me escogiera a mí o a RyuJin, pues ambas venimos de familias aristócratas ―contestó ella―, pero ellas ya estaban preparadas para eso. Tú, en cambio... Nunca fuiste una amenaza hasta ahora.

HyunJin lo sabía. ¿Cómo lo sería, cuando venía de una familia pobre, sin un apellido de renombre? Su vida cambió sólo porque los Dioses lo bendijeron, porque le dieron esa capacidad de gestar, pero si no hubiera sido así, él seguiría en el mismo lugar. Y llegar al concubinato, en esas condiciones, hizo que ninguna concubina le tomara en cuenta.

―Sé que puede ser duro ―continuó DaHyun―, sin embargo, si fueron agradables contigo, es por lo mismo. Ahora que eres una amenaza, ya no te miran con tanta estima.

Las palabras de la chica le provocaron un cierto dolorcito en el corazón, sabiendo que decía la verdad. Pero eso no quitaba que le hiciera sentir mal.

―¿Y tú? ―le preguntó―. ¿Tú no estás celosa, Noona?

―¿Celosa? ―DaHyun se rió―. Claro que sí, pero conozco mi lugar aquí. En caso de que no me case con el Príncipe, mi padre me conseguirá un buen matrimonio con alguien más, lo mismo que pasará con RyuJin. Nuestros padres no permitirán que quedemos como simples concubinas. En cambio, YiZhuo y YooRim...

Ellas venían de otros reinos que no aportaban mucho al Imperio. Eran reinos pequeños, en especial el de YooRim, fácil de invadir y dominar, por lo mismo la chica estaba allí. Si no era elegida como Emperatriz, se quedaría como concubina, todo con tal de evitar una invasión. Lo mismo ocurría con YiZhuo, que venía de un reino un poco más grande, pero igual fácil de aplastar y controlar. Que un chico como él, proveniente de una familia sin recursos, ascendiera mucho más rápido que ellas, debía ser más que humillante.

―Lo que quiero decir, HyunJin ―suspiró DaHyun―, es que vayas con mucho cuidado y no te dejes molestar por sus palabras. Es muy probable que sigan actuando así, y quieran llamar la atención del Príncipe SeungMin.

―Muchas gracias, Noona ―respondió HyunJin, dándole un suave apretón en la mano―, en especial por... Por defenderme cuando ocurrió todo. No pensé...

―Yo no soy mi padre ―contestó ella―, y lo que pasó fue demasiado... Demasiado extremo. Lamento mucho lo ocurrido.

―Tú no tienes la culpa de nada, DaHyun ―contestó el chico―, pero agradezco lo que hiciste por mí.

―Lamento si fui agresiva también ―se disculpó ella―, no tuve días fáciles y no me comporté correctamente.

HyunJin se lo agradeció con una leve sonrisa, aliviado de que la chica hubiera relajado un poco la actitud con él. A pesar de todo, podía leer la sinceridad en sus palabras, y cómo estaba la situación, era lo que necesitaba.

***

Kim WonPil bajó la taza de té humeante, posándola con cuidado en la cerámica, antes de mirar al rostro impasible de su hijo mayor.

SeungMin era, en muchos sentidos, muy parecido a su madre, HyoYeon. Su difunta esposa siempre se caracterizó por tener una expresión tranquila e inalterable, capaz de esconder sus emociones con tal facilidad, aunque a escondidas se dejaba amar por él. Además, HyoYeon fue siempre una gran bailarina, y HyunJin le recordaba mucho a ella.

―¿Enviaste a HyunJin con las Cortesanas? ―preguntó el Emperador, dejando que la sirvienta le llenara la taza de té―. Pensé que ya ibas a pedirle matrimonio.

―Es muy pronto ―respondió SeungMin, reservado y haciendo una extraña mueca con la boca. WonPil sabía que era un gesto que heredó de HyoYeon―, todavía necesito pensarlo bien.

―Pensarlo bien ―repitió WonPil, suspirando―. ¿Tienes alguna Cortesana en la mira, también? ¿Tal vez DaHyun?

DaHyun, su hermosa y atenta prima. SeungMin se crio junto a ella, pues ambos eran de la misma edad, pero una vez fueron cumpliendo más y más años, la distancia entre ellos aumentó. A DaHyun empezaron a instruirla para convertirse en su concubina, y SeungMin ya no podía discernir los acercamientos de ella como amistad o un interés romántico.

Por lo mismo, sabía que DaHyun era una gran y excelente candidata para Emperatriz. No sólo fue instruida para responder a las necesidades de esposa, sino también en la política y economía con el objetivo de ser una ayuda para SeungMin.

―¿Crees que sería una gran Emperatriz? ―preguntó su hijo, bebiendo vino con pausa―. Ella es...

―Es una gran opción ―contestó el Emperador―, el otro día cené con ella y actuó muy amable y tranquila.

―Cité a RyuJin ―SeungMin hizo un gesto con su mano y los sirvientes salieron del cuarto de su padre. Esperó a que quedaran a solas para continuar―, la verdad es que... Tengo varias dudas, padre.

WonPil lo supo desde que SeungMin entró a la habitación. Vio la mirada de duda, los ojos inciertos, el movimiento impaciente de su mano en un gesto que conocía demasiado bien. Su hijo mayor siempre fue muy ansioso, tal vez por todo el peso que recibió desde muy pequeño por ser el heredero del imperio.

―Supongo que por el tema de tu matrimonio ―comentó el Emperador―. ¿Qué es lo que te atormenta?

―Necesito tu consejo respecto a la futura Emperatriz ―suspiró SeungMin―. Sé que me has dicho que puedo elegir, pero sé también las cualidades que se espera de mi consorte.

Una Emperatriz amable, compasiva, que le aconseje y, por sobre todo, tuviera una buena posición política y, tal vez, internacional. El Imperio Shilla estaba atravesando un gran período de prosperidad y estabilidad, pero eso no quitaba que existieran ciertos problemas, en especial en las fronteras. Por ejemplo, había roces muy importantes con el reino de YooRim, Baekje, por lo mismo la chica estaba allí, para tratar de interceder en favor de su pueblo.

―Tuve la fortuna de amar a tu madre, y que ella fuera, al mismo tiempo, una mujer proveniente de un reino vasallo importante ―contestó WonPil―, pero sé que estás en una encrucijada.

SeungMin permaneció callado, escuchándolo con una expresión algo inquieta. WonPil sabía que podía usar el poder que tenía a su favor, pero también era un hombre justo.

―DaHyun es una buena opción ―habló SeungMin con lentitud―, y YiZhuo posee un reino con una importante flota naval que nos ayudaría en el comercio.

―¿Y HyunJin...?

―Pero HyunJin es el que me interesa, en realidad. ―completó el Príncipe.

Jongshin bebió de su té, pensativo.

―Existen dos grandes problemas ―habló el Emperador―. El primero, es que las concubinas se ponen celosas con facilidad, en especial cuando todas las atenciones del Príncipe son dirigidas a una persona que no tiene ninguna importancia. Escoger a HyunJin no sólo no trae ninguna ventaja al Imperio, sino que provocaría más intrigas y complots al interior de Palacio.

―Lo sé ―aceptó SeungMin, observando la mirada tranquila de su padre antes de continuar―, y el segundo es elegir a una Emperatriz que no me atrae de ninguna manera y tener a HyunJin como mi concubino consentido. La Emperatriz podría ponerse celosa de esas atenciones y también provocar confabulaciones.

―Veo que has analizado bien esas opciones ―WonPil asintió con la cabeza―. Cualquiera de las dos opciones traerá sus consecuencias, hijo, pero debes ser tú quién discierne qué serás capaz de soportar. Elegir a tu madre también me trajo consecuencias, pero tuve que tomar medidas para evitar que las cosas se salieran de control. Lo mismo ocurrió con tu abuelo.

SeungMin mordió su labio inferior ante la situación, sabiendo que su padre le estaba dando todas las libertades para elegir. Sin embargo, en lugar de ser un alivio, le seguía trayendo ciertas incertidumbres. Era la primera gran decisión que debía tomar por sí solo, y tenía demasiado pánico de equivocarse.

―SeungMin ―continuó el Emperador―, sea la decisión que tomes, eres tú también el dueño de tu destino, y debes actuar para que las cosas resulten como tú deseas ―su hijo asintió―. ¿Eso es lo único que te angustia?

―No ―SeungMin hizo una pequeña pausa―. Sino también el interés que pareces tener en mi concubino ―masculló SeungMin, y WonPil sonrió levemente―. Padre, sé que te puede parecer muy grosero, pero te pido que te alejes de HyunJin. No quiero enterarme de que le has citado para estar a solas con él.

WonPil agarró uno de los pastelitos que estaban servidos, comiéndoselo con tranquilidad y lentitud. Sabía que su hijo debía encontrarse impaciente por su respuesta, pero tal vez una de las cosas buenas que tenía el lugar de Emperador, era que podía tomarse el tiempo que quisiera para responder.

―Hijo mío ―dijo, bebiendo un poco de té―, lo siento, pero rechazo tu petición.

SeungMin enrojeció, pero WonPil no sabía si era por la vergüenza o la molestia. Probablemente ambas: vergüenza por estar mostrando sus sentimientos de esa forma, por exponer los celos que sentía, y la molestia por la negativa que mostraba ante sus palabras.

―HyunJin es mi concubino ―habló SeungMin, con la voz temblando por la rabia―, él no tiene porqué-...

―Claro que tiene porqué ―replicó el Emperador―, yo soy el Emperador y HyunJin es mi súbdito. Mis deseos están por sobre los tuyos.

SeungMin bajó la copa de vino con violencia y el ruido resonó en la habitación vacía, pero WonPil no se inmutó. Sabía que su hijo iba a reaccionar de esa forma, después de todo, casi nunca se le negó nada por ser el Príncipe Heredero. El único que le negaba cosas era el Emperador, y jamás tuvieron una situación como esa.

―¿Qué pretendes con él? ―le preguntó SeungMin, sin perder la tensión en su rostro. WonPil enarcó una ceja―. Si me llegara a casar con él...

―Exacto ―dijo el Emperador―, si es que te llegas a casar con él ―le dirigió una mirada de poco interés―. SeungMin, si no lo tomas como Emperatriz, haré que lo pasen a mi concubinato.

Sus palabras hicieron que su hijo se pusiera de pie, ahora si con el rostro completamente rojo por la ira. Sin embargo, otra vez, WonPil no reaccionó. Sabía que sus palabras causarían eso, después de todo, era una afrenta directa con los deseos de su hijo.

―¿De qué estás hablando? ―preguntó SeungMin―. Incluso si no lo eligiera, ¡Sigue siendo mi concubino! Él me pertenece...

―Y mis deseos están por sobre los tuyos ―repitió el Emperador.

―¿Me estás obligando a qué me case con él? ―gruñó SeungMin.

―Claro que no ―WonPil puso una expresión sorprendida―, tú eres libre de elegir a tu Emperatriz, SeungMin. Es sólo que me parece un desperdicio que dejes a HyunJin como un simple concubino. Conmigo...

SeungMin soltó una carcajada mordaz.

―Lo que faltaría ―escupió, pero WonPil no se ofendió por su actitud―, que lo conviertas en mi madrastra. ¿Eso no sería incómodo? Qué divertido, me follé a mi propia madrastra.

―Kim SeungMin ―el Emperador se puso de pie con una expresión helada, caminando hacia él―, no vuelvas a referirte así nunca más a HyunJin.

―Es mi concubino, es mi cortesano ―desafió SeungMin, sosteniéndole la vista―, yo puedo tratarlo como quiera porque me pertenece.

WonPil frunció el ceño y, sin pensarlo dos veces, le cruzó el rostro con una bofetada. El golpe seco resonó en la habitación y SeungMin se quedó congelado, con la mejilla marcada.

―Príncipe Heredero ―le dijo el Emperador, helado―, yo no te crie de esta forma, en especial para faltarle el respeto a un Cortesano que no lo merece.

―Tú me estás... ―la voz de SeungMin salió débil y arrepentida.

―Y también me debes respeto a mí ―le interrumpió WonPil―, no sólo porque soy el Emperador, sino también porque soy tu padre. Yo jamás me atreví a tratar de esta forma a tu madre, ni a ninguna de mis concubinas.

―Padre...

―No quiero hablar más contigo ―el Emperador se dio vuelta, haciéndole un gesto para despedirlo―, y como vuelvas a hablar así, te voy a castigar.

SeungMin apretó sus labios, haciendo una inclinación de despedida y murmurando un ‹‹nos vemos, padre››. WonPil no le contestó y sólo se volteó cuando la puerta se cerró, anunciando que su hijo se marchó.

Cerró sus ojos un momento, cansado, y pensando en todas las dificultades que se venían durante las siguientes semanas.

***

Durante el resto de la semana, HyunJin no fue llamado por SeungMin, pero en lugar de molestarlo, fue una forma de alivio para él.

Eso sirvió para calmar a las muchachas, incluso hizo que YooRim y YiZhuo se pusieran un poco altivas con él, pero HyunJin no le tomó importancia. Mientras dejaran de mirarle de esa forma, como si fuera un insecto que querían pisar, mejor para él.

―Miren los aretes que me regaló ―chillaba YooRim, luciendo los bonitos pendientes de oro y esmeralda―, ¿No son preciosos? ¡Dijo que lo pasó muy bien conmigo!

HyunJin se colgó el collar que el Emperador le regaló tantas semanas atrás. Esa mañana, EunWoo apareció en el desayuno, diciendo que el Emperador quería verlo, por lo que se estaba arreglando con delicadeza. Según lo que le dijo EunWoo, estaría todo el día con él.

Se puso de pie, listo para ir con el guardia al pabellón Imperial.

―¿Ya te vas? ―preguntó RyuJin, sonriéndole―. Te ves muy bonito, HyunJin.

―Gracias, RyuJin.

―Ya veo lo que va a pasar ―comentó YiZhuo, sonriendo maliciosamente―, el Emperador de seguro te moverá a su concubinato. Ya era hora.

HyunJin rodó los ojos, ignorándola y yendo a la salida. Se despidió de DaHyun y RyuJin, con EunWoo ya esperándolo, y le agarró el brazo.

―¿Hay algo en especial para que el Emperador me llame? ―preguntó HyunJin.

―Claro que no ―contestó EunWoo―, sólo un capricho de él. Y ante sus caprichos, nadie puede decir que no.

HyunJin soltó una pequeña risa, relajado y sin tomarle importancia al llamado. Hacía mucho que no veía al Emperador, y tal vez a SeungMin no le agradara esas visitas, pero el chico las disfrutaba. El Emperador era un muy buen conversador.

Llegaron pronto al pabellón Imperial, llevándolo al salón donde debía estar desayunando. Entró con una sonrisa, yendo hacia donde se encontraba el Emperador comiendo.

―Buenos días, mi Emperador ―saludó HyunJin, inclinándose―, agradezco mucho su llamado.

―¿Ya me estabas extrañando, HyunJin? ―habló el Emperador, haciéndole un gesto para que le sirvieran té al chico―. Sé que has estado muy ocupado con las clases de danza. ¿Alguna noticia interesante?

―He sido elegido como el bailarín principal ―contestó el muchacho, feliz―, la matrona ha dicho que nunca vio a un bailarín como yo.

―¿Es así? Felicitaciones, HyunJin ―dijo el Emperador―. Mi Emperatriz fue también una gran bailarina, ¿Lo sabías? Ella sabía como ser el centro de atención sólo con unos movimientos.

―¿La amó mucho, mi Señor? ―preguntó el muchacho.

Pronto se enfrascaron en una gran conversación sobre los años en que el Emperador era más joven. El hombre le contó cómo fue que se enamoró de la Emperatriz HyoYeon, las grandes cualidades que poseía y cómo le aconsejaba. También le habló sobre los años en que SeungMin era sólo un niño, y HyunJin pudo apreciar lo mucho que amaba el Emperador a su hijo.

Luego del desayuno, fueron a pasear al jardín hasta la hora de almuerzo. Después de esa comida, salieron a cabalgar a las tierras imperiales, tomando la merienda en un pabellón en medio de un prado. Cuando atardeció, se devolvieron al Palacio.

HyunJin disfrutó mucho esa salida. Hacía bastante que no salía al aire exterior como tal, además de que el Emperador era un gran conversador de bastantes temas, desde la política hasta de las últimas modas. Además, pasear por las tierras imperiales era un placer, pues estaba llenos de bosques y praderas en los que la familia imperial salía a cazar. SeungMin le dijo que, alguna vez, le llevaría a que cazaran juntos.

―Mi Emperador, me ha alimentado demasiado ―se quejó HyunJin en la hora de la cena―, hace mucho no comía demasiado.

―Pero lo has disfrutado, ¿Cierto, HyunJin? ―se rió el mayor.

―¡Claro! ―HyunJin probó los pastelitos de limón―. ¿Estos son nuevos, mi Señor?

―El cocinero ha traído nuevas recetas de occidente, ¿No son interesantes? ―dijo el Emperador―. Son bastante llamativas y espero que las sigas disfrutando.

―Si me invita más seguido, claro que las disfrutaré. ―se rió el muchacho.

El Emperador lo miró largo rato, intimidándolo y haciendo que sus mejillas se pusieran coloradas. No quería pensarlo de esa forma, pero era la mirada que le dirigía SeungMin antes de... De hacer sus cosas.

―Lo siento ―le dijo, y su voz salió un poco aguda―, pero no pretendía... Fue un atrevimiento...

―Tranquilo, HyunJin ―dijo el Emperador―. La verdad es que... Te tengo bastante aprecio, no sólo por ser un gran Cortesano, sino también por la persona que eres. Has demostrado ser honesto, humilde y leal, y esas son grandes cualidades que pocas personas poseen.

Más rubor manchó las mejillas de HyunJin, que parecía tan avergonzado por esas palabras que quedó sin voz.

―Mi... Mi Emperador... ―tartamudeó, bajando la vista.

―HyunJin ―el adulto estiró la mano, agarrándole la muñeca con delicadeza―, sé que te puede parecer un atrevimiento, pero me gustaría que esta noche la pasaras conmigo.

HyunJin abrió la boca, sorprendido y atónito, incapaz de pronunciar una sola frase.

***

¡Gracias por leer!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro