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30

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Kim SiEun supo enseguida lo que había pasado cuando la mano derecha del Príncipe (no, ahora era el Emperador) apareció en sus aposentos con aspecto solemne. Ella se lo venía imaginando desde hacía ya varios días, pues era evidente lo que iba a pasar desde que TaeHyun tuvo ese aborto.

Una sonrisa de placer se deslizó por su rostro cuando la escolta del Emperador le empezó a hablar.

— Ha sido ascendida, mi Señorita — dijo SungHoon con voz tranquila —, en el Consejo de hoy se decidió que usted se casará con el Emperador.

— ¿De verdad? — SiEun soltó una risa de felicidad. — Pero... ¿qué ha pasado con Kang TaeHyun? ¿Fue expulsado acaso?

— El Concubino Kang pasará a ser el Concubino Imperial, mi Señorita — dijo el guardia.

SiEun sintió los bordes de su sonrisa tensarse en una clara muestra de descontento ante dicha decisión. Ella pensaba que, con todo lo ocurrido, finalmente se había deshecho de TaeHyun, que le mandarían al Palacio de la Tierra para nunca más salir de él. Era una de las cosas que más deseaba. Sin embargo, trató de no desanimarse con esas palabras, pues al fin y al cabo, ella iba a convertirse en Emperatriz, no ese tonto y estúpido chico al que le dieron demasiado poder.

Se puso de pie, con el rostro en alto.

— ¿Me voy a mudar de aposentos? ¿Cuándo podré ver al Emperador? Quiero verlo hoy mismo.

El guardia no contestó enseguida y SiEun se molestó al notar ese rostro calmado y, quizás, un poco indiferente a ella. No parecía muy intimidado por su nueva posición.

— Se mudará a los nuevos aposentos mañana por la mañana — dijo con lentitud. — Primero, el Consor- El Concubino Kang debe mudarse.

No era la respuesta que esperaba, pero sabía que lo mejor era no presionar.

— Supongo que se mudará aquí — dijo ella.

— Eso lo determinará el Emperador — contestó SungHoon.

Tampoco la respuesta que quería, y SiEun empezó a sospechar que, al parecer, las cosas no iban a ser tal y como ella esperaba. Lo que más quería era echar a TaeHyun del palacio, sabiendo muy bien lo mucho que el Emperador amaba a ese grosero muchacho que no trajo más que desgracias.

— ¿Hoy cenaré con él? —preguntó.

— El Emperador quedó muy cansado con la reunión de hoy en la tarde y se ha retirado para descansar. Mañana le verá, mi Señorita.

— Si está muy cansado, yo puedo cuidarlo y atenderlo. Es mi prometido ahora, y me corresponde...

— Él ya está muy cuidado y atendido — le interrumpió SungHoon, y eso la hizo enfurecer. — Si él la solicita, vendré a buscarla. Descanse por ahora... futura Emperatriz Kim.

Y, sin esperar otra pregunta, SungHoon inclinó su cabeza y le dio la espalda para marcharse de allí. No tenía que adivinar que la persona que estaba, en ese momento, junto al Emperador era TaeHyun. A pesar de haber sido degradado de lugar y caer en desgracia, el Emperador no parecía muy interesado en apartarlo de su lado.

Eso no era lo que ella esperaba. SiEun realmente creía que, con el aborto que el doncel sufrió, nadie querría que siguiera en el Palacio, ni siquiera el Emperador. Pensaba que eso sería suficiente...

Sacudió su cabeza. No iba a pensar en cosas absurdas por ahora, pues tampoco iba a cometer los mismos errores que ChaeHyun. Ella se había apresurado y no pensó un poco en sus acciones, y ahora, estaba muerta. SiEun iba a ser más inteligente que esa tonta Princesa.

Debido a ello no celebró cuando la noticia del aborto llegó a ella. SiEun se lo esperaba, tarde o temprano iba a ocurrir, y fue lo suficientemente inteligente para no hacer una pequeña fiesta, aunque las ganas no le faltaron. Sabía que debía irse con cuidado, además de que no sería bien visto considerando la muerte del antiguo Emperador. Así que solo fue paciente, esperando su momento para llegar más arriba, hasta que lo logró.

Ahora ella sería la Emperatriz Kim, la Joya del Imperio, y Kang TaeHyun no sería nada más que un simple Concubino.

Ella se aseguraría de eso.

TaeHyun había notado cuando MinJi llegó al atardecer a los aposentos de BeomGyu, pero sabía que no podía hacer preguntas con su Emperador allí presente.

— Estás muy tenso — comentó el menor cuando acomodaba las almohadas en su espalda. Le había acariciado los hombros, notando los nudos en esa zona —, ¿necesitas un masaje? Los que hace YuJin son magníficos.

— Solo necesito que este día acabe — bufó, y TaeHyun sacudió su cabeza. Todavía tenía los ojos un poco hinchados por el llanto derramado antes, pero ahora, volvía a verse entero y firme. — ¿Pasarás la noche conmigo?

— Hmm — TaeHyun se puso de pie —, no lo sé, BeomGyu... Tengo muchas cosas que hacer... Debo empacar las cosas de los aposentos y...

— ¿Por qué harías eso? — exclamó el mayor, sorprendido.

TaeHyun sonrió, apesadumbrado.

— Porque esos son los aposentos de la Emperatriz, BeomGyu.

Vio cómo apretaba los labios, sus ojos oscureciéndose y su mandíbula tensa. BeomGyu tenía una mirada temible, pero TaeHyun no sentía miedo alguno.

— Esos son tus aposentos independientemente de...

— Claro que no — TaeHyun le agarró la barbilla. — Sería muy grosero que trataras así a tu nueva Emperatriz, Choi BeomGyu.

— Pero no la quiero — rezongó BeomGyu, con lástima en la voz. — Ella no es tú. Nunca será tú.

— Y yo seguiré aquí — dijo el menor con lógica —, seguiré a tu lado. Seré tu Concubino.

Más disgusto en el rostro de BeomGyu, pero TaeHyun ahora agarró la sopa que llevaron de cena para ayudarlo a comer.

— Pasaré la noche contigo — le dijo —, pero mis doncellas comenzarán a empaquetar todo. Ya le pedí a SungHoon que me habilitaran unos nuevos aposentos.

BeomGyu seguía molesto, pero al menos estaba comiendo. TaeHyun había notado que recuperó el color y peso natural que tenía antes, y le calentaba el corazón que se estuviera recuperando.

— Quiero tomarte... — murmuró BeomGyu.

TaeHyun bajó el plato de comida, poniéndose triste ante sus palabras.

— No por ahora — le dijo —, el médico Han ha dicho que debo esperar unas lunas. Mi cuerpo todavía está resentido por la pérdida, BeomGyu... No está preparado para eso.

— Lo sé — BeomGyu también se veía deprimido —, sé que es tonto, pero siento el desesperado deseo de hacerte mío otra vez. Mis dedos pican por poder tocar cada rincón de tu hermoso cuerpo, Tyunnie.

Con lentitud volvió a alimentarlo, con su corazón apretado por las palabras que escuchaba. A veces, pensaba en eso. Pensaba en que ni siquiera servía para complacer a su Señor como correspondía, y el dolor le ganaba. No podría complacerlo por un tiempo, por lo tanto, tampoco podría cumplir su deber como Concubino.

— Puedes tomar a otra...

— No te atrevas a terminar esa frase — gruñó BeomGyu, y TaeHyun obedeció. — Te deseo a ti. A nadie más, y mucho menos a SiEun.

Una parte de TaeHyun se alegró al escuchar dichas palabras, pero otra, pensó en que al final no importaba cuánto BeomGyu lo quisiera, tenía un deber que cumplir. Un deber dónde debía engendrar un hijo pronto para asegurar su lugar en la dinastía.

BeomGyu pareció pensar lo mismo, pues ahora se veía más deprimido.

— No quiero tener un hijo con ella — susurró, completamente bajoneado y triste.

— Aprenderás a quererla — aseguró TaeHyun —, y también amarás a ese niño.

— Si no es tuyo, entonces no lo quiero — masculló BeomGyu.

A veces, TaeHyun pensaba en lo mucho que detestaba cuando el mayor se ponía así. Se suponía que era para consolarlo, para hacerle saber que lo amaba, pero el doncel solo sentía que hacía las cosas más difíciles para él. Era un recordatorio constante de que era amado, sin embargo, ese amor debía estar oculto.

— Aprenderás a amarlo igualmente — le dijo, y su voz salió un poco dura.

BeomGyu parecía un cachorro al que se la pasaba regañando, aunque TaeHyun se enderezó y dejó el plato con sopa sobre el velador.

— Saldré a caminar para despejarme — le dijo.

— Tae...

— Volveré — le aseguró —, pero estoy un poco abrumado, BeomGyu.

Para su fortuna, el mayor supo comprenderlo y no insistió en acompañarlo o seguirlo. TaeHyun, a pesar de su ligera molestia, se inclinó a darle un suave beso en los labios.

Salió con YuJin detrás de él, dirigiéndose hacia sus aposentos (al menos, hasta el día de mañana), y con sus guardias detrás. No le dijo nada a su amiga, sabiendo que ese no era el mejor lugar para conversar, y solo pudo relajarse una vez llegó a las habitaciones. Allí, ChaeRyeong y MinJi estaban empacando todas sus cosas en varios baúles.

YooRim cerró las puertas detrás de él.

— YooRim, ¿me has conseguido un espía? — le preguntó TaeHyun a su guardia de más confianza.

— Estoy en eso, mi Señor. Mañana lo tendré ya listo — le prometió ella.

— Bien. ¿MinJi?

— Hoy tuve... una cita con el doctor Shin, mi Señor — dijo ella con rapidez. TaeHyun lo sabía, pues más temprano le pidió a YuJin que la ayudara a arreglarse para él. — El avance fue... lento, mi Señor, pero no quiero apresurarlo. No quiero que él sospeche.

— Está bien — TaeHyun sonrió con cansancio. — Para mi fortuna, tengo tiempo. No esperaba que BeomGyu me lo diera, pero, al parecer, él está tan entusiasmado por esta boda como yo — una risa apagada. — SiEun, supongo, se está preparando para mudarse aquí.

— Mandó a su doncella para apresurarnos — bufó ChaeRyeong con evidente irritación.

TaeHyun se lo esperaba también. Él tenía más que claro que SiEun no iba a desaprovechar su nueva oportunidad para humillarlo y hacerlo sentir mal, pero eso ya lo esperaba. Además... Una parte suya sabía que pronto caería en cuenta de la realidad: BeomGyu no se encontraba interesado en la Princesa, por lo que no recibiría el mismo trato que tenía él.

A su pequeña vena vengativa le gustaba mucho eso.

— Cuando ella me vea, actuará como una perra — le dijo TaeHyun con calma —, y se enfadará contigo, ChaeRyeong, ¿lo sabes?

— Le voy a cortar la cara si...

— Estoy seguro de que querrá tenerte como doncella para humillarte por haberte puesto de mi lado.

ChaeRyeong se calló cuando TaeHyun habló. El muchacho venía pensando eso desde que la reunión con el Consejo terminó.

— Ella tiene una sola doncella — reflexionó TaeHyun —, y no admitirá que yo tenga más que ellas. Una Emperatriz siempre debe ser mejor atendida que un Concubino. Exigirá que tú vayas con ella para hacerme sentir mal y tratarte mal, así se encarga de los dos con una sola decisión — una sonrisa irónica. — Y tú, ChaeRyeong, vas a aceptarlo. No te quedará de otra.

Los ojos de la muchacha brillaron.

— ¿Quiere que le corte la cara por la noche, mi Señor? — preguntó con una risita de maldad.

TaeHyun, sin poder evitarlo, soltó una risa divertida.

— Esto es lo que vamos a hacer.

ChaeRyeong escuchó sus instrucciones con atención.

Se quedó unos minutos más en los aposentos, ayudando a sus doncellas a ordenar sus cosas, aunque se cansó muy rápido y pronto YuJin le pidió (o, más bien, ordenó), que era hora de ir a la cama. Sin querer discutir, obedeció a su doncella y volvió a las habitaciones de BeomGyu, encontrándole ligeramente dormido.

Como ninguna de sus doncellas le acompañó, TaeHyun se quitó las ropas, joyas y maquillaje sin ayuda. Con todo el movimiento, el Emperador despertó y le observaba a través de sus ojos somnolientos.

— Ven aquí — murmuró BeomGyu.

TaeHyun se vistió con el camisón y se apresuró en ir a la cama. BeomGyu lo abrazó por los hombros y, como todas las noches anteriores, el menor se acomodó en su pecho.

— ¿Tienes mucho dolor? — preguntó TaeHyun, adormecido.

— No, ya no mucho. Estoy solo cansado — suspiró el mayor.

TaeHyun enderezó su cabeza un poco para besarle en los labios.

— Te amo — le aseguró.

— También te amo, mi Joya más preciosa.

Ojalá pudieran quedarse así para siempre, pensó TaeHyun antes de caer dormido.

La mañana fue agitada y agotadora.

Tuvieron que madrugar ya que BeomGyu se vio obligado a volver a sus actividades, además de que debía prepararse para su futura coronación. TaeHyun, por otro lado, debía mudarse de aposentos y acomodarse como correspondía. El Emperador refunfuñó durante todo el desayuno, insistiéndole que no era necesario que se mudara, pero TaeHyun no cambió de opinión.

BeomGyu se marchó primero con gesto molesto, con YeonJun detrás. Cuando TaeHyun salió, se sorprendió al ver a SungHoon esperándolo.

— Cortesano — saludó SungHoon —, ¿tuvo una buena noche?

— SungHoon — TaeHyun comenzó a caminar y el guardia lo siguió —, ¿BeomGyu te ha puesto a cuidarme?

— Algo así — una pequeña sonrisa en el rostro de SungHoon —, acompáñeme, por favor. Voy a mostrarle sus nuevos aposentos. Sus doncellas ya han movido todos los baúles y están acomodando sus cosas.

TaeHyun asintió y SungHoon se adelantó para guiarlo. Él sabía que, por costumbre, los aposentos de las Concubinas Imperiales solían encontrarse en el ala imperial, pero no en el mismo piso que los aposentos del Emperador y la Emperatriz. Por eso, su rostro se pintó con sorpresa cuando vio que, luego de caminar unos minutos más, llegó ante una puerta de donde ChaeRyeong salía.

— Mi Señor — se apresuró en decir —, sus aposentos están casi listos.

— ¿Cómo? ¿Estos son? — preguntó, mirando a SungHoon. — Pero estoy en el mismo...

— El Emperador ordenó que estos fuesen sus aposentos — explicó SungHoon. — No ha admitido que se le entreguen otros.

Sin poder evitarlo, una sonrisa bailó en el rostro de TaeHyun. Trató de no verse tan alegre, pero no pudo evitarlo.

— Puede traerle problemas — comentó TaeHyun, entrando al lugar.

Notó enseguida que eran más grandes de lo que esperaba: tres habitaciones unidas, una que serviría como su dormitorio, el baño, y la otra para que fuera un pequeño salón en el que recibir a sus invitados. La anterior era de cuatro, mientras que la del Emperador era de cinco cuartos. Él sabía que los aposentos de SiEun eran solo dos habitaciones.

La vista era hacia las montañas y recibía buena iluminación por lo mismo. Pero lo mejor era saber que no estaba tan lejos de BeomGyu.

— Oh, por supuesto que se los traerá — afirmó SungHoon —, aunque es el Emperador, ¿qué se le puede hacer?

TaeHyun dio un par de pasos para entrar cuando una voz desconocida habló.

— La prometida del Emperador, futura Emperatriz Kim SiEun.

Su sonrisa se tensó en los bordes mientras se giraba, observando de reojo a SungHoon y sus doncellas imitarle. Había sido antes de lo esperado, sin embargo, no era una sorpresa que ella se apareciera para presumir de su triunfo.

SiEun, por supuesto, iba vestida con un precioso hanbok azul y violeta, con el cabello recogido en un complicado peinado, aretes de oro colgando de sus orejas y un tocado de flores decorando su cabeza. Su maquillaje era ligero y se veía preciosa, pero TaeHyun solo pensó que nunca la vio más soberbia que ahora.

Todos se inclinaron, por supuesto. TaeHyun tardó un poco más, impasible, e hizo una pequeña inclinación.

— ¿Estos son sus aposentos? — preguntó ella, y a pesar de la soberbia, también se veía molesta. — ¿Por qué en el mismo piso donde dormirá mi Señor y yo? Es una falta de respeto enorme — entró al cuarto, sin importarle si TaeHyun no la había autorizado —, él debería mudarse a donde estuve yo.

— Prometida — habló SungHoon, educado —, fueron órdenes del Emperador. Él dijo que estos se le fueran dados al Concubino Imperial Kang.

Una mueca en esos brillantes labios rojos. TaeHyun mantuvo esa irritante tranquilidad que parecía enojarla más.

— Concubino — escupió a modo de saludo —, no te sientas tan orgulloso. Voy a convencer a mi Señor de que te dé unos aposentos... de acuerdo con tu lugar.

— Está bien — TaeHyun sonrió sin humor —, puede hacerlo. Disculpe, prometida, pero estoy ocupado y no tengo tiempo para...

— Vas a tener siempre tiempo para mí — replicó ella, chasqueando la lengua. — Ahora soy tu Emperatriz y, por lo tanto, me debes respeto.

SungHoon se aclaró la garganta cuando TaeHyun estrechó sus ojos, como si se estuviera conteniendo de voltearle el rostro con una bofetada.

— Prometida, ¿ya vio sus nuevos aposentos? Pensaba ir a buscarla-

— Ya los vi — interrumpió SiEun bruscamente. — Están bonitos, pero mandaré a que los remodelen. Huelen mucho a puta barata.

Todos parecieron contener el aire e incluso SungHoon enmudeció por la sorpresa. TaeHyun ladeó la cabeza.

— ¡No ofendas a mi Señor, víbora! — saltó ChaeRyeong con enojo.

SiEun volteó su rostro hacia ella y TaeHyun vio la manera en que sus ojos brillaban.

— ¿Quién eres tú para llamarme así? — espetó, con la voz temblando por la ira. — ¿Quién te crees que eres para hablarme de esa forma, a mí, una Emperatriz? Voy a ordenar que te azoten, así...

— Por favor, Emperatriz, disculpe a mi doncella — intervino TaeHyun. — ChaeRyeong es un poco volátil.

— ¿Volátil? — SiEun se enrabió más. — Ella me ofendió. Debería mandar a que la maten.

— Insisto en que la disculpe — dijo el muchacho. — ChaeRyeong, pídele perdón a la Emperatriz.

ChaeRyeong se puso roja por la molestia, pero TaeHyun tenía una expresión de piedra, y pasaron unos segundos hasta que ella se arrodilló.

— Perdón... Emperatriz — murmuró con enojo, aunque su cabeza estaba baja.

SiEun volvió su vista a él. De pronto, algo más brilló en sus ojos y TaeHyun estaba preparado para lo que iba a hacer.

— Discúlpate tú por ella, Concubino.

El menor notó la forma en que SungHoon frunció el ceño, mientras que ChaeRyeong levantaba la vista y palidecía. SiEun, frente a él, tenía una sonrisa de triunfo.

— Emperatriz, recuerde que...

— Que yo soy la Emperatriz — volvió a interrumpirle ella al guardia —, y él, solo un Concubino. Y su sirvienta me ha ofendido, lo que solo significa que él no la ha educado bien. Me debe una disculpa — alzó la barbilla. — Pídeme perdón, Concubino.

TaeHyun apretó sus labios, pero la expresión de SiEun era más que evidente: no importa lo que dijera, ella no dejaría pasar esa enorme oportunidad que tenía.

— Lamento mucho lo...

— Así no. De rodillas.

Unos segundos de tenso silencio. Todos parecían estar conteniendo el aire, a la espera de lo que fuera a ocurrir, hasta que finalmente TaeHyun dio dos pasos y se arrodilló al lado de ChaeRyeong, bajando la cabeza.

— Perdón, Emperatriz — dijo con tono suave.

— Bien — SiEun soltó una risa, divertida. — ChaeRyeong, tú pasarás a ser mi sirvienta ahora.

— ¿Có-cómo? — barboteó la chica.

— Como has oído — la Princesa parecía muy feliz, como si le hubieran dado el mejor regalo del mundo entero —, me hace falta una sirvienta y pienso que, al servirme, vas a ser educada como corresponde.

— Pero... pero soy la doncella del Consor- Concubino Kang — se corrigió con rapidez, pero SiEun notó lo que iba a decir.

— Ya no más — espetó. — Ahora me servirás a mí y vas a aprender bien cuál es tu lugar.

— Co-Concubino Kang — dijo ChaeRyeong, espantada —, no deje... no permita...

TaeHyun miró a SiEun, todavía arrodillado. Ella, desde su altura, sonreía con triunfo y orgullo, y en sus ojos se leía claramente lo que quería: "si la quieres, suplícame."

Pero eso TaeHyun no lo iba a hacer. Y todos allí lo sabían.

SiEun soltó un resoplido despectivo, volteándose para marcharse de allí. A ChaeRyeong no le quedó más remedio que ponerse de pie, con los ojos llenos de lágrimas por la humillación, y seguirla con una expresión de terror. Sin embargo, antes de desaparecer, ChaeRyeong miró a TaeHyun, que hizo un simple asentimiento con la cabeza.

Una vez SiEun y su grupo se marchó, YuJin se apresuró en ayudar a TaeHyun a levantarse. El muchacho limpió la falda de su hanbok, mientras que SungHoon se veía muy molesto.

— Que los dioses se apiaden de nosotros con esa Emperatriz — murmuró YuJin.

— TaeHyun — murmuró SungHoon, y realmente debía estar enojado si le llamaba por su nombre y no por su título —, lo que ha pasado...

— ¿Se lo contarás a BeomGyu? — TaeHyun sonrió. — Puedes hacerlo, SungHoon.

El guardia lo miró unos largos segundos, como si tratara de adivinar qué era lo que se traía entre sus manos. Sin embargo, él permaneció impasible y tranquilo, sin demostrar lo que estaba sintiendo.

Finalmente, SungHoon inclinó su cabeza en señal de despedida para retirarse. TaeHyun lo contempló marchar, antes de voltearse hacia MinJi.

— ¿Cuándo verás otra vez al doctor? — le preguntó en voz baja.

— Mañana, mi Señor — prometió ella.

— Bien, bien — suspiró con cansancio. — Pobre ChaeRyeong, santos dioses. Cuando salgamos de este embrollo, le regalaré alguna joya como recompensa por haber soportado a SiEun — se tomó un segundo para pensar. — Por favor, sean discretas cuando se comuniquen con ella. Nada puede fallar.

Ellas prometieron tener cuidado y TaeHyun volvió a suspirar, pensando en sus próximos movimientos.

BeomGyu vio a TaeHyun llegar a sus aposentos a la hora de la cena y su primer impulso fue atacarlo con preguntas para saber lo que había pasado con SiEun, pero lanzó una mirada a su rostro y supo que lo mejor no era hacerlo ahora.

Su Joya empezó a acomodar todo para ayudarle con la comida y, como venía pasando desde hacía varios días, BeomGyu contenía el impulso de decirle que podía por sí solo ahora. Sin embargo, había algo dulce, entrañable y tierno en el hecho de que TaeHyun quisiera alimentarlo, así que simplemente comenzó a comer del estofado que le habían preparado los cocineros.

— ¿Cómo fue tu día? — preguntó TaeHyun.

— Aburrido — BeomGyu hizo un mohín. — Están empezando con los arreglos para la coronación. Hemos decidido, finalmente, no hacerlo en el templo, sino en el patio del palacio. Vendrán muchas personas e invitaremos a las personas del pueblo para traer algo más de alegría.

— Suena como un buen plan — TaeHyun tarareó. — En lo que es yo, me aburrí mucho.

— ¿Te han gustado tus nuevos aposentos? — preguntó BeomGyu.

— Claro — TaeHyun sonrió y lo besó en la mejilla —, mi Señor siempre sabe cómo hacerme feliz.

— Mi Joya más preciosa se merece lo mejor — contestó BeomGyu.

Platicaron unos minutos más, hasta que llegaron los postres. TaeHyun parecía algo pensativo y BeomGyu le preguntó si ocurría algo.

— Estoy un poco preocupado — admitió. — Visitaré estos días mi fundación, pero, como están las cosas, probablemente tendré que cerrarla. Ya no recibiré el mismo sueldo por parte del Imperio y los nobles que quisieron participar van a retirar sus donativos, así que...

— No la vas a cerrar — bufó BeomGyu. — Tu sueldo se mantiene, TaeHyun. Y yo te daré los donativos necesarios para que se mantenga a flote.

TaeHyun enmudeció ante dichas palabras.

— Gyunnie... No deja un buen precedente que esté a la altura...

— Tú eres mi Emperatriz — dijo BeomGyu —, y recibirás todos los tratos de una.

— Haces todo tan difícil — dijo TaeHyun, pero decidió que no iba a pelear con él por eso, ya que había notado que cuando quería serlo, BeomGyu era más terco que nadie. Por lo mismo, decidió cambiar de tema. — Hoy almorcé con YeWon y he pensado...

Se vio interrumpido cuando tocaron las puertas y SungHoon abrió ligeramente.

— Su prometida, mi Emperador.

— Hazla pasar.

TaeHyun dejó el plato con el postre a medio comer para ponerse de pie, pero BeomGyu le agarró la muñeca e hizo un gesto claro de que se quedara en su lugar. Obedeció, por supuesto.

Las puertas se abrieron y apareció SiEun por ellas con una sonrisita de orgullo, que desapareció con rapidez cuando lo vio allí. TaeHyun no pasó por alto que iba mejor vestida que la mañana, ahora con el cabello suelto y una red de oro encima de ellos, y un maquillaje ligero y atractivo. Al parecer, iba con toda la intención de deslumbrar a BeomGyu.

Las puertas detrás de ella se cerraron. SiEun no se movió de su lugar, con el rostro cubierto de furia reprimida.

— ¿Así saludas a tu Emperatriz, Concubino? — preguntó ella con tono filoso.

— ¿Y así saludas a tu Emperador, SiEun? — habló BeomGyu, con su voz también helada y enojada.

SiEun, por supuesto, trató de controlarse para no perder los estribos. A pesar de que TaeHyun sabía que esa noche no pasaría nada entre BeomGyu y ella, no quería quedarse para escuchar lo que fueran a conversar. Con parsimonia, se puso de pie.

— Lo mejor es que me retire, mi Emperador — dijo con lentitud.

— Puedes ir a dar una vuelta para despejarte — dijo BeomGyu, más suave al hablarle a él —, pero vuelves a dormir conmigo. YeonJun irá a buscarte cuando acabe con esto — TaeHyun asintió. — Pero antes, he escuchado que hoy fuiste humillado por mi prometida, TaeHyun.

El muchacho sabía que tarde o temprano vendría esa conversación. Le había sorprendido que lo quisiera sacar ahora, con SiEun presente, aunque para él era evidente los motivos de eso.

— Mi antigua... doncella, ChaeRyeong, lanzó un comentario desafortunado — contestó con calma —, y la Emperatriz consideró que sus disculpas no fueron suficiente. Como yo era el responsable por ChaeRyeong, decidió que era pertinente que yo también me disculpara.

BeomGyu dejó de mirarlo para volver su vista a SiEun, que se veía más enfurecida de ser posible. Para TaeHyun era un poco gracioso adivinar cuál de los dos estaba más iracundo con el otro.

— ¿Ocurrió solo eso? — BeomGyu fingió desconocimiento. — Porque también me dijeron que te llamaron "puta barata".

Si era sincero, TaeHyun lo había olvidado. Se acostumbró a que las Concubinas le llamaran de esa forma que, sinceramente, no le importaba demasiado a esas alturas. Tenía mejores cosas qué atender.

SiEun se veía pálida, pero no sabía si era por el terror o el enojo.

— No recuerdo haberlo escuchado — mintió.

Un nuevo mohín en el rostro del Emperador. TaeHyun no había querido mentirle, sabía que lo mejor era ser honesto, sin embargo, no necesitaba todo aquel conflicto en ese preciso momento.

— Bien — un bufido por parte de BeomGyu. — De todas formas, ¿era necesario que te arrodillaras para pedir perdón? — preguntó BeomGyu.

— Me faltó el respeto con descaro — contestó SiEun.

— Tú también se lo faltaste — dijo el Emperador.

— Pero él es un Concubino, y yo, su prometida.

— Así es, SiEun — BeomGyu sonrió, aunque no había humor en su gesto. — Sin embargo, bien sabes lo que siento por ti y lo que siento por mi Joya. Y tal falta de respeto de tu parte hacia él no la dejaré pasar. Así que te doy una opción en este momento: discúlpate y olvidaré lo que hiciste hoy. De lo contrario, prohibiré que salgas de tus aposentos hasta que yo lo decida.

Los ojos de SiEun brillaban en odio e ira, y TaeHyun deseó que perdiera el control, que empezara a despotricar contra él, que incluso se lanzara a golpearlo. Pero la Princesa parecía ser inteligente, porque la vio tragar saliva y girarse hacia él.

— Lo lamento, Concubino Kang — dijo, o más bien, escupió con rabia.

— Así no. De rodillas — la sonrisa en el rostro de BeomGyu fue más siniestra. — Eso fue lo que dijiste, ¿no?

— Usted...

— Está bien de esa forma, mi Emperador — intervino TaeHyun, porque a pesar de que lo deseaba con todo su corazón, no quería que SiEun se lanzara contra él ese tiempo que le quedaba. Quería mantenerse lejos de su ojo. — No se preocupe. Acepto sus disculpas, mi Emperatriz. Si no es mucha molestia, me retiro.

BeomGyu, para su fortuna, no insistió. TaeHyun se inclinó ante él para retirarse sin dirigirle una mirada a SiEun. Cuando el menor salió, la habitación volvió a quedar en silencio, excepto por el ligero ruido que hizo el Emperador cuando se puso de pie y fue hacia el sofá. Le hizo un gesto a SiEun para que también se sentara, y ella, con lentitud, se acercó.

— Tú y yo sabemos que este compromiso es contra mis deseos — empezó a decir BeomGyu, helado. — Si por mí fuera, SiEun, tú seguirías en el lugar que te corresponde y yo adelante con mi matrimonio con TaeHyun.

— Él tuvo un aborto — dijo ella, sin mirarlo a los ojos.

No lo había mirado directamente en ningún momento desde que llegó. BeomGyu sabía que era por la herida que cruzaba su rostro, pues era la misma actitud que todas las personas tenían con él desde que llegó. Nadie quería mirarlo a la cara.

Nadie excepto TaeHyun.

— Lo sé — BeomGyu tenía muchos deseos de beber algo de vino, pero en sus condiciones, no era lo mejor —, aunque eso no disminuye mi amor hacia él. Yo habría sido partidario de intentarlo otra vez, y otra vez, y otra vez, pero nunca separarme de TaeHyun. Sin embargo, cedí a las presiones de mi Consejo ya que entiendo la necesidad de tener un heredero.

Observó la forma en que su rostro se llenaba de más y más enojo. Él no podía creer que SiEun pudiera enojarse tanto con sus palabras, pero ahí lo tenía. Se enfadaba, molestaba, sin embargo, no lo miraba a la cara porque debía darle asco. Era más que claro para él.

— Si te cité, es para aclararte todo esto y comprendas cuál es tu lugar aquí — continuó, sin importarle si era duro con ella, si la estaba humillando o haciendo sentir mal. — Te convertirás en mi Emperatriz, sí, pero nada más que eso, y tu única misión aquí es darme un heredero. Cumpliré con mi deber marital cuando corresponda en el momento necesario y, te aclaro desde ya, que no será por placer ni deseo. Una vez des a luz a mi heredero, no volveré a tocarte.

— Mi Señor, si usted me permite...

— No te lo permito — le interrumpió BeomGyu —, no tienes derecho a exigirme nada, porque no te lo daré. Por supuesto, serás bien atendida y cuidada, y tendrás libertad para moverte por el palacio. Pero a TaeHyun no lo vas a tocar ni molestar ni intimidar. Apenas escuche o vea que le haces algo que atente contra su integridad o dignidad, voy a castigarte.

— No es justo — la voz de ella se tornó desesperada ante esas palabras —, yo soy una Princesa, mi Señor. Si me diera una oportunidad, le puedo demostrar que soy mejor que él, que puedo...

— No me hables de justicia, porque aquí no la tendrás — BeomGyu fue mucho más cruel ahora. — Él es mi verdadera Emperatriz, nadie más. Y tú no tienes ningún derecho sobre él. Así que no volverás a humillarlo como hiciste hoy, ni a dirigirle siquiera una mirada grosera — bajó su voz a un tono más amenazante. — Como escuche que le has vuelto a llamar con una palabra que no corresponde, como puta o zorra, te llevaré yo mismo a un burdel para que tú seas la verdadera puta. Estás advertida, SiEun.

Por primera vez, desde que entró por esas puertas, ella levantó la vista. Sus ojos chocaron y notó el estremecimiento que tuvo su cuerpo.

— Usted es inhumano — acusó ella, con la mirada llorosa.

— Tú querías casarte con este Emperador inhumano, ¿no es así? — una sonrisa más siniestra. — Entonces, ahora atente a las consecuencias, SiEun. Si te comportas, no volveré a llamarte a mis aposentos. Ahora retírate, no quiero verte más.

No tuvo que repetirlo dos veces. SiEun se puso de pie, viéndose a punto de llorar, y se inclinó antes de ir hacia las puertas. Tocó una sola vez, le abrieron y salió a paso apresurado.

SungHoon asomó su cabeza.

— ¿Mi Emperador?

— Entra.

Su mejor amigo obedeció. Se veía algo cansado, pero siempre firme a su lado.

— No deberías estar allí — comentó SungHoon, más relajado ahora que estaban a solas —, como TaeHyun vea que te has levantado, va a ponerse como un animalillo furioso.

— Me gusta cuando se enfada — admitió BeomGyu. — Pero tienes razón. TaeHyun está ocultando algo.

SungHoon se sentó donde antes estuvo SiEun. Más temprano, mientras almorzaba, su mejor amigo le contó lo que había ocurrido entre TaeHyun y la muchacha, además de comentarle que el chico estaba actuando extraño.

Ahora BeomGyu lo había comprobado. En realidad, Ilevaba ya unos días así y BeomGyu solo lo atribuyó a que era resignación, pero tal vez era otra cosa. Lo tenía más que claro desde que llegó SiEun.

Antes, TaeHyun habría puesto una mirada herida y le habría hecho el quite por haberse comprometido con otra, por haber invitado a otra a sus aposentos. ¿No reaccionó así cuando ocurrió lo de ChaeHyun? Su Tyunnie era muy celoso y no le gustaba verlo con otra persona.

No solo eso. También no le contó de lo que había hecho SiEun, se lo guardó, y no parecía muy inclinado en obtener una venganza. Sumado a eso, le mintió respecto al insulto de SiEun diciendo que no recordaba haberlo escuchado. Incluso intervino cuando exigió que ella se arrodillara a pedirle perdón. Parecía más en control de sus emociones y expresiones, como si quisiera aparentar calma en todo momento, y BeomGyu no podía encontrarle sentido a ninguna de sus acciones.

Tampoco le dijo que SiEun le quitó a una de sus doncellas. TaeHyun muy bien pudo haberle pedido que se metiera en ese asunto, y BeomGyu estaba dispuesto a ordenarle a la Princesa que no podía quitarle sus sirvientas al chico y que mandara a ChaeRyeong de regreso con él. Pero no lo hizo.

— Ha sido... discreto, en general — comentó SungHoon. — No puedo escuchar sus conversaciones con sus doncellas. Cuando habla con ellas, siempre procura bajar la voz y asegurarse de estar solo. Y no puedo acercarme demasiado sin ser descubierto. Podrías preguntarle...

— Claro que no. Lo negará enseguida — BeomGyu lo conocía bien. — ¿Será algo demasiado grave? — un pensamiento horrible y estúpido lo atacó. — ¿Tendrá un amante?

SungHoon lo miró como si fuera idiota. BeomGyu no veía tan lejana esa posibilidad.

— Poco probable, BeomGyu — bufó su amigo. — Quizás... Está buscando una forma de deshacerse de SiEun. Veo más probable eso.

— Podría matarla y a mí no me importaría.

— BeomGyu — SungHoon se puso de pie, sacudiendo su cabeza —, me aseguraré de que no lo haga. Y de descubrir la verdad. Por favor, tú no hagas una estupidez.

— ¿Estupidez? ¿Cuándo yo...?

Las puertas se abrieron y TaeHyun entró. Venía con una expresión de relajo, que se transformó en enojo cuando lo vio.

— ¿Qué haces allí y no en tu cama, Choi BeomGyu? — preguntó con la voz temblando por la molestia.

BeomGyu comenzó a sudar. SungHoon se apresuró en salir de allí lo más rápido posible antes de que el infierno se desatara en ese cuarto.

¡y empezamos el mes del orgullo con una actualización del fic! 🥳

es taaaaaaaaan limdo explorar esta nueva faceta de tae. ahora es tan maduro y sabio. 🥺

¿opiniones? 🧐

¡Gracias por leer! <3

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