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Capitulo 35.

Fue solo cuando el nudo de Katsuki se ensanchó en el interior del pecoso que este al fin pudo descansar. Izuku estaba demacrado, su rostro un desastre de lágrimas, con los ojos rojos y el cabello completamente sudado que se pegaba en su frente. Además, un sin fin de marcas cubría cada centímetro de su piel, estaba sudado y muerto de cansancio.

Sobre todo drenado, no recordaba el número de orgasmos que tuvo, pero sabe que los últimos dos fueron en seco, siendo estos los más intensos que le dejaron con tics nerviosos en las piernas y caderas. El emperador había llenado al omega con una gran cantidad de su espesa y viscosa semilla, incluso un pequeño bulto creció en el abdomen bajo del omega y más ahora que el nudo no dejaba salir nada.

Izuku ya no sabía si respiraba o no, su trasero estaba al aire y su rostro enterrado en las mantas entre un montón de lágrimas y otros fluidos. No sentía sus piernas, sus caderas, nada, al fin podría descansar al saber que el nudo de su esposo marcaba el fin de su noche de bodas. El pecoso reunió toda su fuerza de voluntad y física para alzar levemente el rostro, notando como afuera el sol brillaba fuerte, evidencia de que ya había salido desde hace unas horas.

"¿¡Cuándo amaneció!?" pensó el pecoso alarmado, pero estaba tan drenado de fluidos y fuerzas que en ese momento no le importó si ya era incluso medio día, Izuku simplemente se rindió y se durmió de inmediato. Mientras que, por su parte, Katsuki se acomodó al lado de su omega, buscando suavemente una cómoda posición para los dos.

—Mi emperatriz, esta noche fue magnífica. —Katsuki besó el cuello lleno de marcas que tenía el omega, paseó su mano desde los hombros pecosos, deslizándose hasta llegar a la cintura, para pasar después a los costados de las piernas de su amado.

"Hermoso, bello, sensual y todo mío". Fue su meta más grande, su paciencia había dado sus frutos, todos los hilos que movió y a las personas que desapareció de su camino para poder llegar a ese momento glorioso le hacía saber que había válido la pena, cada segundo. Ahora era el emperador más poderoso, y seguirá expandiendo sus tierras, tenía un hermoso cachorro que sería su heredero y el omega más precioso del mundo.

Mientras colocaba su mano en el vientre suave de Izuku, el enigma pensó que, ahora que nada podía detenerlo de tomar a su esposo cuando quisiera, el hecho de que Katsuo tuviera hermanos estaba más que destinado a pasar, pero, primero quería comprobar algo, así que dejaría a su pecoso recuperarse de su noche, sabía que lo iba a necesitar.

(...)

—¿Se encuentra cómodo, majestad? —Una joven preguntó suavemente, estaba esperando pacientemente a que el pecoso terminará de comer su deliciosa sopa, era lo esencial después de una noche llena de alcohol y sexo desenfrenado.

—Si quiere, podemos traer más almohadas. —Una sirviente a la derecha habló también, ella terminaba de doblar las nuevas mantas que habían traído para que el pecoso pudiera hacer su nido en la cama del emperador.

Normalmente a las emperatrices se les dejaba una habitación propia, pero esos casos sólo ocurrían cuando no eran marcados, por ello Izuku debía hacerse un espacio y compartir todo ahora con Katsuki, y vise versa. Sin embargo, no es como si al rubio le fuera a molestar ese hecho, todo lo contrario, desde que salió de la habitación tenía un aura brillante.

No tenía su habitual ceño fruncido, no gritaba ni exigía tanto, parecía relajado y una vez estuvo comiendo su desayuno/almuerzo habló de una vez con su sección de sirvientes y asignó a un par para que estuvieran al pendiente de Izuku todo el día. Después de eso, el emperador solo mandó a buscar a Katsuo, como la doncella Eri era quién lo cuidaba como si su vida dependiera de ello, no tuvo más opción que seguir a Katsuki, mirando como cumplía con sus obligaciones del día con el pequeño e inquieto cachorro sobre uno de sus hombros.

—N-no, así estoy bien, gracias. —Izuku murmuró con pena, su voz estaba rasposa y no podía hablar en su volumen normal, trataba de disimularlo mientras daba sorbos a su caliente comida—. ¿Puedo saber sus nombres?

El pecoso preguntó después de un momento, las jóvenes se presentaron, la de cabellos verdes como Tsuyu y la de cabellos naranjas como Kendo, buenas y dulces mujeres que parecían estar dispuestas a cumplir sin mala voluntad sus pedidos. Cuando Izuku solicitó descansar después de comer todo lo que le habían dado, las jóvenes se fueron dejándolo en su ansiada soledad.

Solo en ese momento pudo quejarse como quería, se acostó en la cama como si fuera una estrella de mar, a pesar de que le habían dado unos té de la señora Chiyo que servían para disminuir la fatiga y los dolores, para Izuku seguía siendo igual, sus caderas palpitaban, su garganta seguía rasposa incluso para pasar algo de saliva y ni siquiera le hagan pensar de las marcas que adornaban su pobre bien, sobre todo las zonas del cuello, pecho y muslos internos.

Moverse hacía que sus músculos llorarán y que sus caderas gritaran de dolor, como si se fueran a romper con la más ligera brisa. Por suerte pudo dormir el resto del día, con el estómago lleno y las mantas limpias bajo su cuerpo, ya después se encargaría de sus labores, cuando pudiera caminar correctamente, claro está, no importaba si eso tomaba incluso un mes.

Por suerte Izuku pudo salir de ese cuarto dos semanas después, aún tenía un ligero temblor en las piernas, pero ya podía cumplir con sus deberes, Katsuki tampoco ha hecho intentos para volverse a meter entre sus piernas, algo que el pecoso agradecía bastante. Sin embargo, no podía evitar esperar a que en las noches, cuando ambos estaban en su nido, el rubio quisiera arrancarle la ropa para tomarlo nuevamente hasta quedar satisfecho, le parecía extraño pero no cuestionario al emperador.

Mientras, lo mejor era aprovechar la benevolencia del enigma, centrar sus energías en su recuperación y en los deberes que ahora le tocaba ejercer; como llevar las cuentas de los gastos que se realizaban en el palacio, los sirvientes, documentos de comercializaciones importantes para el imperio, su presencia y supervisión en fundaciones para ayuda de las personas del pueblo, entre muchas otras cosas más. Sabía que su ayuda aliviaba un poco la carga de trabajo que tenía Katsuki y la mano derecha de este, el sekke Aizawa.

También tenía que cuidar de Katsuo, aunque al parecer el tiempo ahora sería alternado cuando Katsuki quisiera pasar ratos con él, lo que mayormente era por las mañanas, después de darle pecho el enigma le decía que se haría cargo y tomaba al pequeño príncipe en sus brazos. Mientras el mayor estaba concentrado en sus labores, ya sea en su escritorio, sala de juntas y salón de conferencias, el pequeño rubio era sentado en las piernas de este con juguetes en mano.

Al menos eso era lo que Eri le contaba, Katsuo siempre parecía intrigado en las labores de su padre, miraba todo con atención y detallaba a las personas que se acercaban a ellos cuando llegaban con tratados y documentos. Katsuki de vez en cuando le hablaba en voz baja, acariciaba su cabello o jugaba con él, la doncella albina que siempre estaba al pendiente veía todo con su corazón lleno de alegría, le gustaba que sus amos fueran felices.

Cuando llegaba el medio día, los tres iban al comedor principal para almorzar, Izuku tomaba a su cachorro para darle de comer las papillas que preparaban para él y después le daba un poco de pecho, Katsuki hacía preguntas, sobre su trabajo o cualquier cosa que se le viniera a la mente.

—Quisiera hacer una fundación de ayuda. —Era un día hermoso, e Izuku estaba tomando más confianza a la hora de hablar con su esposo, costumbre tal vez, le gustaba la rutina que llevaban ahora.

—¿Otra fundación? —Katsuki preguntó curioso, ya habían varias, para niños, gente mayor y personas de bajos recursos, tenía ganas de ver lo que pasaba por la cabeza del pecoso.

—Sí, pero esta vez será una concentrada en ayudar a los omegas, —El pecoso respondió mientras limpiaba las mejillas del pequeño rubio a su lado, después centró su atención en el enigma—, estuve investigando y una gran estadística muestra que los omegas son los más vulnerables a diferencia de las otras castas, incluso sus opciones para encontrar un trabajo con que sustentarse ellos y a sus familias es muy limitada… También quiero reformar un par de leyes y crear otras.. Claro, si su majestad me da el apoyo para hacerlo.

Por más que Katsuki dijera que era su igual, sabía de sobra que sin su aprobación nada de lo que quería lograr podía avanzar y en el consejo apenas lo iban a oír, sin el permiso del emperador sus súbditos no podían ayudar aún si quisieran hacerlo. Pero, era eso lo que Izuku quería cambiar, no solo las leyes, sino también las mentes arcaicas de esos viejos que tenían que esperar siempre al enigma para poder hacerle caso a su contra parte. Sin embargo, era un paso a la vez, algo así no podía ocurrir de la noche a la mañana.

—¿Y por qué no iba a darte mi apoyo? —Katsuki bebió de su taza de té—, mi madre siempre ha querido trabajar en ese tipo de cosas, pero su tiempo no le alcanzó, y es mejor que alguien que conoce mejor toda esa situación se encargue de ello, puedo ser el soberano de este imperio, un enigma. Sin embargo, también soy humano y tengo mis límites, estoy seguro que si me hubiera tratado de involucrar directamente, las personas y las cosas que quieres cambiar no hubiera sido recibido de la misma manera en comparación a como va a ser recibido siendo de tu parte.

Tenía razón cierto sentido, Katsuki era un enigma, podía hacer y decir lo que quería, nació y vivió en un contexto muy diferente a cualquier omega, siempre fue escuchado y siempre lo será, sino fuera porque es hijo único hubiera podido elegir cualquier cosa que quisiera para ser. Pero un omega solo podía encargarse de cachorros, estudiar para ser de apoyo a su alfa y ejercer los cargos que estos le permitían, muchos eran buenos, pero, ¿que pasaba con los omegas atrapados en un matrimonio infeliz? Con alfas arrogantes que solo los oprimían en casa cuidando de sus hijos, sitios abusivos, vendidos por sus padres, tratados mal en los lugares en donde apenas podían trabajar como servidumbre.

Incluso Izuku, si Katsuki no lo hubiera apoyado y respaldo, el accidente con su celo en el cumpleaños de Katsuo hubiera sido algo que incluso no le permitiera salir de casa ahora por todo los comentarios y señalamientos que habría sufrido, sin ser su culpa. Quería cambiar el pensamiento de la sociedad sobre los omegas, eso de reducirlo a un objeto que "pierde" su valor por tales circunstancias y situaciones, era estúpido.

—Gracias, —Izuku sonrió—, Kacchan.

Si no fuera porque estaba Katsuo presente, el enigma se hubiera abalanzado sobre el menor, pero se contuvo, continuaron con el almuerzo con otras conversaciones más triviales y después cada uno se fue a hacer sus labores. Izuku se llevó al pequeño príncipe consigo, poniéndose manos a la obra para empezar con la documentación de su nueva fundación.

El pecoso tenía pensado en tener una reunión con el consejo para presentar su idea, debía prepararse mentalmente, por suerte su padre estaba allí junto a su hermano, estaba seguro que estaría de acuerdo con sus planes. Pero, sobre todo, tenía la total aprobación de su esposo, el tan temido enigma del imperio. Izuku pasó una buena tarde con su cachorro y su joven doncella Eri, quién le hablaba animadamente en sus descansos tomando el té.

Ya por la noche, cuando Izuku y Katsuki estaban acostados cada uno en su lado de la cama, el pecoso miraba el techo oscuro sin tener sueño, a Katsuo ya lo habían mudado a su propia habitación, al lado de ellos, por lo que ya no dormía junto al pecoso. El menor no pudo evitar mirar a su esposo, quién estaba ligeramente de lado y no podía verle el rostro.

Izuku se deslizó por las mantas y se pegó a su espalda, jugando con sus dedos sobre los bíceps derechos del rubio, sintió que estaba despierto cuando el mayor movió ligeramente la cabeza en su dirección. El pecoso estaba sonrojado y lo miró con sus ojos verdes vidriosos.

—K-Kacchan… ¿no quieres…? —No tuvo que completar esa frase algo llorosa, Katsuki pudo oler el deseo flotando de él y sonrió, aparentemente, Izuku sí había disfrutado bastante su noche de luna de miel y parecía extrañar el calor de sus cuerpos.

No fue sorpresa para nadie que el omega peliverde mostrara síntomas de embarazo dos meses después de su boda, Katsuki parecía muy orgulloso de eso, nadie podía imaginarse la dicha que sentía, pues tenía todo lo que alguna vez quiso, su imperio, el omega que ama e hijos hermosos con este. Nada podía ser mejor.

Fin.

(...)

No quería, pero era algo inevitable, espero que les haya gustado mucho esta historia, me llenó de muchos sentimientos hermosos :3

Quién sabe cuando escriba los extras, saben que siempre me tardo en ello. Akdkaksks pero habrá, eventualmente xD

Sin más, nos leemos después, chiau

Zaorycast. ✨✨

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