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Capítulo 27.

Muchos comentarios xfis.

(...)

Ochako miraba el suelo, quería hacerse bolita y dormir hasta que todos los dolores de su cuerpo se fueran. Sin embargo, sabía perfectamente que su único descanso después de eso sería cuando su alma saliera para irse directamente al infierno, por más que quisiera negarlo, era allí en donde acabaría.

—¡¿Inductor de calor?! —La omega escuchó el grito lleno de horror qué soltó la matriarca Midoriya, volteó su rostro hacia ella para mirarla con desprecio—, ¡¿Por qué hiciste algo como eso?! ¡¿Qué tenías en contra de mi hijo?!

"¡Es un maldito ladrón!" le hubiera gustado gritar, Ochako se mordió la lengua hasta casi sacarse sangre, la rabia y los celos la consumía. "El emperador era mío, yo iba a ser la emperatriz! ¡Todo se arruinó por ese hijo de puta!" pensó la pelicastaña, si no fuera por esa puta llena de pecas, en ese momento ella estaría envuelta por las mantas de la cama que le pertenecía a Katsuki.

—Silencio, lady Midoriya, guarde su compostura, nosotros nos estamos asegurando de que la culpable sea castigada con todas las normas de la ley. —Aizawa regañó levemente a la mujer de cabellos verdes, quien se encogió en su sitio y apretó la boca—. Nuestro emperador ha reunido las pruebas suficientes, además, la misma curandera, Shuzenji Chiyo revisó un extraño extracto de plantas que se encontró en las ropas de la acusada, y también, se recogió pruebas de la bebida derramada en el suelo del salón de fiestas, poco después del incidente.

Un cuchicheo se oyó entre la multitud, ¿Acaso era posible? ¿Una mujer cualquiera podría atacar a un noble? Fue algo que salió de la noche a la mañana, las personas presentes empezaron a dudar de la veracidad de la situación, ¿Y si el emperador solo quería salvar el pellejo de la familia Midoriya? Es más que bien sabido lo cercanos que son, desde siglos atrás, y ahora quieren inculpar a una joven para que el omega no caiga en deshonra.

—¿Qué motivos tendría ella para hacer algo como eso? ¿Alguien más la vio haciendo todo eso que usted dice que pasó? —Enji habló, atrayendo la atención de todos los presentes—, no quiero dudar, majestad, y menos ofenderlo, pero no comprendo el porqué una simple sirvienta intentaría atracar en contra un noble de alto rango. ¿No será que se está encubriendo algo más? Que usted haya sacado de allí y mantenido alejados a todo de lady Midoriya en cuanto pasó el "incidente" deja mucho que pensar…

Hubo un silencio sepulcral en toda la sala, Shindou estuvo a punto de pararse de su puesto e irse en contra de la cabeza de la familia Todoroki, mas su padre lo detuvo, si llegaban a atacar las cosas podrían ser peor, no importaba si también estaba llenos de deseos de matar con sus propias manos al pelirrojo. Sintió a Inko a su lado tensarse, notó como ella enterró sus uñas en su palmas de lo fuerte que apretaba sus manos. Todo era tan frustrante.

—¿Dudando otra vez de mi palabra? ¿Será que ahora todo lo digo y lo que hago tiene que ser cuestionado por mis subordinados? —Katsuki dijo, pasó su mirada de la acusada al sekke que había hablado hace un momento—, ¿quieres más pruebas y la razones? Bien, de todas maneras eso iba a ser presentado.

Con un pequeño gesto dio permiso a que varios sirvientes entraran a la sala, entre ellos estaban las que trabajaban en el ala del emperador, Kendo y Tsusyu. Uno a uno fueron contando sus versiones, la forma sospechosa en la que actuaba cuando fue enviada al ala de los caballeros, como parecía siempre actuar de forma furiosa cuando alguno mencionaba al cuidador del príncipe o la manera en la que veía con cierto odio a la doncella de este.

Sobre todo, su comportamiento el día de la ceremonia fue el que más preocupación les dio a todos, "específicamente tomó la bandeja con sidra de manzana cuando el chef Sato le ordenó llevar bebidas a los invitados", "no atendió a nadie más que a lady Izuku, a pesar de que cruzó todo el salón", "ella se fue del sitio en cuestión de segundos una vez ocurrió el incidente".

Múltiples testigos decían una y otra vez la verdad, cada uno tuvo que aceptar un sello de juramento, parecido al que usaban las familias de los cancilleres para evitar traición, solo que este era una marca de sol blanca que se tatuaba en la muñeca y se volvía negra si se mentía, no se podría levantar el encanto una vez se oscureciera, eso demostraba que no fue sincero en un juicio y no podía ser una persona confiable.

—Ella estaba celosa. —Fue lo que dijo Tsuyu cuando fue su turno de dar su declaración, su muñeca derecha estaba visible para todos los presentes—. Odiaba la cercanía que el emperador y lady Midoriya habían tenido en los últimos meses.

—¿Por qué una sirvienta estaría celosa de su cercanía con lady Midoriya? —Alguien murmuró la pregunta entre la multitud, todos ahora veían al rubio con intriga, Katsuki casi pone los ojos, estaba aburrido de todos ellos, si no fuera porque los necesitaba para dirigir su imperio los habría acribillado a todos hace un buen rato ya.

—He pasado un tiempo sin un compañero y no quiero lidiar con un harem, así que, quizás el que me haya calentado la cama un par de veces las noches le dio una idea equivocada de su puesto en el palacio. —Era algo que muchos suponían y sabían, por algo Katsuki tenía a su sección de sirvientes separados del resto, pero se encargaba de darles a entender bien que nunca serían más que eso.

Siendo un hombre joven y enigma de sobre toda las cosas, que tomara uno a dos omegas de los cuales le servían no era un escándalo, ni nada que no haya ocurrido antes con príncipes jóvenes antes de casarse y tomar su trono en el imperio de los Bakugou, pero, que uno de estos "alivios de una noche" quiera monopolizar a los miembros de la realeza o ponerse celoso por tener interacción con otros omegas que están a su nivel simplemente era ridículo.

Ochako pudo escuchar los gestos de burlas, ella miró con odio a todos y cada uno de los que fueron a hablar en su contra. No se podía esperar menos de ellos, ratas malolientes que siempre buscaban perjudicarla como los parásitos que eran. La castaña quería gritar, decirles a todos que Katsuki le pertenecía, él fue quién la llamó cada vez que la necesitaba, ella nunca se negó por amor, ella era quién debería ser su pareja y su futuro era ser la emperatriz.

—Lady Izuku, es una persona encantadora, no sólo mi primogénito se ha encariñado con él, —Los presentes quedaron mudos ante tal declaración, Katsuki prosiguió aprovechando el momento de silencio—, por eso declaro ahora que yo, Katsuki Bakugou, tomaré a Izuku Midoriya como mi emperatriz, es decir, él ahora es mi prometido así que cualquier comentario o acción que trate de dañar su integridad o imagen será castigado según mi veredicto.

Ahora todos tenían sus bocas abiertas por la sorpresa, menos Kirishima, Aizawa ni Shouto, el bicolor solo suspiró resignado. Katsuki miró hacia abajo, a Ochako que temblaba en su puesto, podía imaginar su ira y rabia, podía incluso olerla desde donde estaba, su aroma a canela y manzanas estaba podrido, al parecer ella no podría seguir mordiéndose la lengua para siempre, quizás debió quitársela antes.

—¡No! ¡Majestad, usted sabe la absoluta devoción que tengo hacia usted! —Parecía que había perdido la cabeza, aún creía que podría llegar a tener una posibilidad de estar con Katsuki, a pesar de que él mismo sería quien elegiría como iba a morir, seguramente eso era lo que iba a darle como destino.

La omega seguía gritando y llorando una segunda oportunidad para demostrarle lo buena pareja que podría ser, que sería la mejor madre del mundo para Katsuo. Sin embargo, el enigma la veía como a un incesto baboso, su rostro estaba lle o de asco, despidió del sitio a todos los testigos y ahora estaba listo para tomar su veredicto.

—Ochako Uraraka, por tus crímenes de atentar en contra de la vida mi prometido serás condenada a muerte, mañana después de que el sol del mediodía caiga serás encadenada en la hoguera, el fuego consumirá tu vida en la plaza de los traidores, que todos lo que te vean aprenda la lección.

Dicho eso, los mismos soldados que la habían traído la volvieron a tomar para sacarla a rastras del lugar, la castaña gritaba y pedía piedad, pero una vez dicho cómo moriría no había vuelta atrás. Morir quemado vivo era una muestra de que sería recordado con deshora, significaba que tal persona había cometido una de las peores acciones en vida, atentar en contra la familia real.

La traición se paga con decapitación, a los violadores y asesinos se castigan dejando que hiervan hasta la muerte, los que fallan en sus misiones, este es estrictamente a los miembros del ejército del imperio, tienen que acabar ellos mismos con sus vidas para que sus familias no sufrieran la marginación de la sociedad. Dejar que las llamas consuman a una persona viva puede ser cruel, pero es lo que se gana al querer meterse con la familia que le dio vida a todo el continente.

—¡Majestad! —El patriarca de los Hitoshi exclamó llamando la atención del rubio—, ¡¿no es algo muy apresurado?!

—¡El tiene razón, no se ha presentado un cortejo correcto o un anuncio hacia la corte sobre su decisión! —Está vez fue el patriarca de los Takami quien alzó la voz, unos cuantos más cuestionaron al emperador.

Katsuki cerró los ojos un momento, no queriendo mandar desde allí su magia explosiva para acabar con todos de una vez, era insoportable seguir oyendo sus quejas. Por otro lado, Hisashi, Shindou e Inko todavía no habían salido de su estado de incredulidad, esta última no pudo soportar más y sufriendo un pequeño desmayo, fue demasiado estrés y ansiedad por un día, necesitaba un momento de reposo con urgencia.

—¡Silencio! —Katsuki gritó, no era extraño para nadie que hiciera eso una vez sus subordinados lo sacaran de quicio—, ¡ustedes siguen olvidando quien los gobierna! ¡Sí yo eligo a un omega, beta o alfa de esta maldita sala como mi compañero y emperatriz, ustedes no tienen el poder ni el derecho de recriminar mi elección!

El aroma de Katsuki se azuzó, volviéndose un poco asfixiante para los presentes, el joven Tamaki tuvo que pasar una de las mangas de su kimono por el rostro de su pequeño cachorro, que hasta hace un momento pudo mantenerlo dormido a pesar de los gritos de aquella omega, para que no se sintiera abrumado o asustado por el olor amargo del enigma enojado, tuvo que mecerlo un poco para que no fuera llorar, Mirio le ayudó con su propio aroma a calmarlo. De verdad ese hombre nunca dejaba de ser aterrador.

—No majestad, nos está malinterpretando. —Enji habló de nuevo, por más que dijera eso, todos allí sabían lo inconforme que se veía con la decisión de su superior—. Es repentino y que no nos diera un anuncio con anterioridad hace que reaccionemos de esa forma.

—Cierra la boca Enji, solo dices eso porque rechazé la mano de tu hija hace tiempo. —Katsuki alzó el mentón hacia el pelirrojo que parecía incendiarse en su sitio—. No tienen nada que cuestionar, nada que argumentar, es mi vida y el futuro que eligió por mi mismo, los únicos que tenían ese poder… No están ahora entre nosotros. Piensen en elegir sus palabras sabiamente de ahora en adelante, los Midoriya ahora son parte de la familia real, eso es todo, lord Midoriya, lo veré mañana temprano para discutir con más detalle este asunto.

Con eso se fue, Hisashi ni siquiera pudo opinar sobre el asunto, un hombre de palabras filosas que siempre podía decir un comentario correcto para cada ocasión había quedado completamente sin decir nada. Igual a los demás, quienes ahora debían mantener la lengua amarrada si querían manterner sus cabezas puestas en sus sitios.

(...)

Izuku miraba su comida, bueno, no, el pecoso miraba a todas partes menos a su comida, ni siquiera pestañeaba. Estaba perdido en sus profundos pensamientos, preguntándose una y otra vez como fue que todo acabó de esa manera, era una situación tan bizarra, él solo era él, podría considerarse un omega de excelencia, pero nunca creyó llegar a esa jerarquía.

"Te casarás conmigo, serás mi emperatriz, Izuku. Sé la madre de todos mis hijos y mi compañero de vida…"

¿En serio esa bestia tenía corazón y sentimientos románticos? Debía ser una alucinación por ese inductor de calor, sabía que esas cosas a pesar de durar poco, de dos días a menos de un día, hacían estragos en la mente y los instintos de las personas que llegaban a consumirlos. Lo peor que le podía pasar a alguien con un segundo género era perder el equilibrio que los mantiene unidos.

Quizás debía de ser eso, Izuku estaba tan perdido entre sí mismo que todo lo que escuchó y sintió fue una alucinación. El pecoso parpadeó unas dos veces tratando de salir del más allá y alzó la mirada un poco, se encontró con la anciana Chiyo, era quién le acompañaba un momento mientras comía y le daría su medecina para terminar de sacar los restos de aquel extracto de plantas.

—¿Que clase de secretos buscabas en el plato de sopa, jovencito? —La mayor preguntó suavemente mientras revolvía una taza con un brebaje extraño, era de color marrón e Izuku sabía que no le ibe a gustar para nada.

—Estaba pensando… —Izuku decidió dejar el tema allí, no tenía muchas ganas de hablar, seguía preocupado por su pequeño príncipe y por lo pasaría más a futuro con su vida, ¿Katsuki ya les habría dicho a todos lo que le dijo a él o en verdad solo fue un sueño—, ¡ay, me quemé!

Por estar otra vez en el espacio, Izuku tomó una gran cuchara de sopa caliente sin siquiera soplarla un poco, obviamente sufrió las consecuencias de sus actos. Una sonrisa algo malvada se dibujó en el rostro de la mayor que lo acompañaba, el pecoso no le dijo nada y se trató de controlar a sí mismo, sus labios habían sufrido y ahora se estaban poniendo más rojizos de lo que eran.

Con el deseo de quedarse solo por un momento, Izuku comió su comida rápidamente y bebió de un trago aquel te de hierbas amargo, le dieron ganas de vomitar. Sin embargo, como era un niño grande debía de aguantarse, creó unas hojas de menta y las masticó para apasiguar el sabor del brebaje. Una vez Chiyo se fue, Izuku pudo respirar más profundamente, al menos ahora los únicos que estaban allí era él y sus pensamientos.

"¿Yo, el emperatriz?" llegó la pregunta a su mente, no podía creer que el emperador le propusiera tal cosa, no creía que fuera una broma por la forma que estaba tan serio le dijo sobre eso. ¿Podría serlo? Más importante aún, ¿Katsuki realmente lo encontraba apto para ser tal persona en su imperio? A veces pesaba que el rubio estaba loco, después de todas las cosas que le hizo pasar, ahora también lo haría casarse con él.

Por más que sonara tentador, siempre supo cuales eran sus niveles y ser el omega de un emperador estaba por mucho muy por encima de lo que alguna vez creyó lograr. No entendía como, no sabía porqué, pero al parece de alguna forma había hecho que el enigma, señor de todo, se fijara en él, de todas las personas que habían en su vastas tierras. Izuku suspiró, sonrió para sí mismo y trató de pensar en positivo, quizás las cosas no estaban tan mal, quiso ser importante, ¿Y que era mejor que ser emperatriz?

—¿Otra vez sobre pensando todo? —La puerta corrediza de la habitación se abrió suavemente en su totalidad, pero la voz del dueño de todos sus males le hizo saltar levemente en su puesto.

—¡Majes- ¡Katsuo! —Izuku chilló, un pequeño rubio era cargado por el mayor, estaba un poco adormilado, pero al oír su voz abrió los ojos bien despierto y extendió sus bracitos hacia él.

—¡Maaaama! —El menor sollozó, cuando fue abrazado por el pecoso, Katsuo no perdió tiempo en meterse entre su cuello para olerlo a profundidad, estaba muy feliz de ser regresado a su madre.

Katsuki no dijo nada para no interrumpir el lindo momento, ya Chiyo le había asegurado que no tendría ninguna recaída forzosa a su calor, así que lo mejor era traer a su cachorro para que el pecoso termine de mejorar. El rubio cerró la puerta de su habitación y se acercó al pecoso, no aguantó sus ganas de tomarlo por la cintura pada acercarlo a su cuerpo, tenía unos inmensos deseos de besarlo, pero los labios de este estaban siendo ocupados por las mejillas de Katsuo, ya sería para después.

(...)

Tengo sueño así que no revisé si hay errores ortográficos, buenas noches.

Zaorycast. ✨✨

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