Capítulo 10.
He vuelto aquí ✨🐜
Muchos comentarios xfa u.u
(...)
El ambiente era tan tenso que se podría cortar con un cuchillo. Izuku contuvo la respiración, le dolía el cuerpo, estaba maltratado, pero su mirada quedó clavada en la espalda del emperador Katsuki, y sobre todo en la ira que emanaba de él como una nube negra y espesa que le hacía imposible tomar aire.
Quizá era por el fuego y ceniza que flotaba en todas partes, pero toda la habitación estaba de igual forma, incluso los intrusos que habían intentado matar a Izuku y a Katsuo. El alfa de ojos rojos sostuvo la katana con un ligero temblor que casi no se notó, pero el pánico en su mirada era más que evidente.
-Aizawa, llévalos lejos de aquí y váyanse, que los soldados esperen afuera por si éstas escorias intentan escapar. -el enigma echó la cabeza hacia un lado haciendo crujir su cuello, tensó las manos y el humo de ellas se hizo más intenso.
El pecoso apenas pudo suspirar de forma temblorosa, la persona que seguramente era Aizawa lo tomó en brazos lo más cuidadoso que pudo, eso no evitó que un quejido de dolor saliera de sus labios, la adrenalina que tenía antes se había aplacado y ahora todo le dolía más.
Katsuki volteó ligeramente hacia él, como si hubiera escuchado su sufrimiento, pero no hizo más que eso, después de todo no podía apartar la mirada del enemigo. Izuku agachó la cabeza y dejó de ver al emperador, apenas había logrado proteger a su hijo, seguramente lo despedirán después de que todo acabe.
El alfa de cabellos negro trató de ser suave al moverse e irse, los guardias también se apartaron de la ira que emanaba el rubio, se quedaron en los pasillos, ni muy cerca ni muy lejos por si se necesitaba ayuda. El omega dejó caer la cabeza en el hombro del mayor, agotado por completo.
Un ruido extraño lo hizo temblar, fue bastante fuerte y no duró más de un segundo, había salido del lugar por el que habían salido. Izuku se preocupó, ¿Y si esos asesinos le habían hecho algo al emperador? Había escuchado que el rubio era bastante fuerte, pero la magia de ellos era bastante peligrosa, ¿Qué pasa si el alfa de la katana lo corta justo sobre una arteria? Su magia corrosiva empeoraría la herida y le provocaría una hemorragia peligrosa.
-No te preocupes, niño. -el señor Aizawa le murmuró sacándolo de sus pensamientos-. Eso que acabas de escuchar es la magia de su majestad Katsuki, los que tendrán una grave hemorragia serán aquellos bastardos, ya lo comprobarás después.
Las mejillas de Izuku se colocaron ligeramente rojas, no sabía que al parecer tenía energías para murmurar en voz baja, era una costumbre y lo hacía cuando estaba muy estresado o preocupado. No dijo nada y era mejor así, el pecoso centró su atención en el capullo de tulipán que de pronto se comenzó a mover en sus brazos, ligeros quejidos salían de su interior.
Con su magia lo hizo abrirse revelando al pequeño príncipe que había dentro, el rostro del menor estaba arrugado y parecía que iba a llorar, tal parece que los efectos de su magia anestesiante se habían acabado, apenas si logró mantener ese capullo funcionando con las pocas reservas de maná que tenía.
-¡Lord Aizawa! -alguien gritó cuando giraron en un pasillo, pero Izuku no vio quién era o dónde estaban, simplemente se quedó mirando el puchero de Katsuo, el bebé no tenía ni el más mínimo rasguño, por suerte.
(...)
-¡Me las pagarás! -aquel patético intento de alfa intentó atacar con su katana llena de magia corrosiva al rubio, pero este lo esquivó fácilmente y utilizó su propio poder.
Katsuki extendió la mano lo más cerca posible de los brazos de Shigaraki para hacer estallar una explosión sobre ellos, sí, era el último miembro de aquella familia que se atrevió a desafiar los en batalla y terminó perdiendo hace mucho tiempo atrás. No sabía que había quedado vivo, lo habría buscado y acabado desde antes si se hubiera enterado.
-Eres una desgracia, te lo dije una vez y en lugar de apreciar tu miserable vida viniste a este lugar, atacando lo que es mío e intentando herir lo que más aprecio, no sabes cuánto deseo reventar tu cráneo. -a diferencia del aroma iracundo de Katsuki que estaba sometiendo rápidamente a Shigaraki y al otro alfa que estaba con él, su voz era inusualmente suave.
El rubio tenía dos clases de ira, la que lo caracterizaba por ser una persona volátil que gritaba órdenes y humillaba a los demás con su "ladridos", como lo decía Aizawa, y su otra ira era la más peligrosa de todas, pero en ese momento Katsuki no actúa sin pensar ni se dejaba llevar por su molestia haciendo que todo fuera un caos.
La forma de esa ira es fría, porque el enigma era más letal en ese momento, así le enseñó su padre, la emperatriz Mitsuki, nunca se debía atacar al enemigo con la mente ciega. Había que ser preciso, atacar sus puntos más débiles dejando que se retorcieran de dolor e imposibilitado en pelear de vuelta.
Shigaraki temía de él por esa razón, cuando peleó con Katsuki por primera vez tenía un ceño fruncido en el rostro y gritaba fuertemente maldiciones por doquier. No pudo hacer nada cuando un dolor insoportable llegó a sus brazos justo después de aquella explosión, su arma cayó al suelo y el rubio aprovechó la pequeña oportunidad para golpearlo con fuerza en la cara.
El alfa fue estrellado contra una pared ardiente, las brasas encendidas le quemaron la piel junto a partes de la ropa. Shigaraki se retorció y gritó de dolor, no podía mover los dedos de sus manos, hacerlo era otra agonía y no sabía cómo podría defenderse ahora sí su magia estaba anulada.
Katsuki esquivó una llamarada de fuego azul que iba dirigido hacia su dirección y dejó que golpeara una pared. Miró al alfa que lo atacó, reconocería ese olor en donde fuera, además, la mirada turquesa y afilada también era bastante familiar, ah, conque de esa forma pudieron guiarse por los terrenos de su palacio.
-¿Sabes una cosa? Tu padre podría estar encantado de verte, -el rubio sonrió de una forma muy maníaca, disfrutando como los ojos del alfa se abrieron a más no poder-, él se conmovió cuando "moriste", Touya, duró una semana de luto, solo por ti.
Rápidamente aquella mirada sorprendida se frunció y las palmas de Touya brillaron de color azul, con ambas manos al frente el alfa lanzó una fuerte ataque de fuego frío, carbonizando desde el suelo al techo. Cuando el ataque cesó y el fuego se disipó gradualmente, el alfa, que se hacía llamar así mismo "Dabi", creyó por un segundo que había conseguido matar al enigma.
Pero antes de que pudiera alegrarse por ello, una presencia que de repente apareció en su costado lo hizo girar hacia él, lo único que miró fueron el rostro de Katsuki, sus ojos oscuros deseaban sangre. El rubio lo tomó por el cuello para estrellarlo contra el suelo mientras era sujetado de allí.
Al parecer la mayor parte de su ira era descargada contra él, Dabi sintió el sabor metálico de la sangre en la boca cuando su rostro tocó el piso lleno de carbón ardiente. Katsuki extendió una mano hacia abajo y su palma brilló, el alfa tirado apenas pudo moverse a un lado tratando de esquivar la potente explosión dirigida hacia él.
De todas formas no sirvió de mucho, ya que la fuerza de la detonación mandó a hacia una pared cercana a Shigaraki, lo hirió y posiblemente le rompió una o dos costillas. Ambos alfas estaban indefensos contra Katsuki, el alfa de ojos turquesa gruñó con dolor cuando el enigma le rompió una mano con el pie.
El rubio los miró desde arriba, de una forma que parecía que simplemente observaba insectos entre la tierra. Tal vez eso eran, pequeños insectos que se sobrepasaron de sus límites en la cadena alimenticia y ahora solo eran juguetes de un ser superior que podría hacer lo que quisiera con ellos.
-No crean que morirán de una forma tan fácil, van a pagar con dolor y lágrimas cada moretón y corte que le dejaron en su bella piel. -Katsuki sonrió y azuzó su aroma, terminando de someter a los alfas, dejándolos inconscientes.
(...)
Cuando Izuku despertó, sentía que había sido arrastrado por las fuertes corrientes de un río, todo el cuerpo le dolía y estaba agotado. Su magia era poca, sabía que iba a necesitar un par de semanas antes de recuperarla, para eso tenía que descansar bastante y comer, pero sobre todo descansar.
El omega trató de sentarse, estaba en una suave cama elevada, la habitación era sencilla y el sol entraba por una ventana a su lado, a juzgar por el tejado que veía desde su lugar, sospechaba que podría estar en el segundo piso y sector de la doctora Chiyo, era bastante famosa al trabajar para tres generaciones seguidas de emperadores, nadie sabía exactamente su edad, pero confirmaban que era alguien tenaz y fuerte a pesar de eso.
-Oh, lady Midoriya, está despierto. -la voz suave de la beta lo hizo voltear hacia ella, fue tan silenciosa que no la oyó abrir la puerta-. Me alegra mucho que esté bien, lleva un día entero dormido, el emperador y el príncipe parecen muy preocupados por usted.
-¿El emperador? -Izuku frunció el ceño levemente y colocó una mano en su cabeza cuando sintió que un dolor comenzaba a llegarle.
Entonces recordó lo que pasó con aquellos asesinos que quisieron acabar con él y miró su brazo envuelto en vendas, apartó la mano de su rostro para ver bien hasta donde llegaban, eran los dos brazos y en el derecho la venda llegaba hasta su hombro, genial, ¿Ahora que alfa lo iba a querer si tenía cicatrices?
-¿Dónde está Katsuo, él está bien? -el pecoso dejó de mirarse y volteó hacia Chiyo, ella comenzó a mezclar hojas y semillas secas en un mortero, le agregó algo de agua haciendo una pasta, reconocía la medicina por el olor, era para untarlas en sus heridas.
-El joven príncipe está bien, pero no podrás verlo hasta que estés más sano, no puedo usar mi magia contigo, consume energía en quién la utilizó, estás con pocas fuerzas, así que ésto es todo lo que puedo hacer por el momento. -la mayor se acercó con la medicina e hizo su trabajo, lo limpió, le colocó el engüento y le cambió el vendaje.
Izuku no se quejó sabiendo de antemano las cosas, también sabía de medicina y como tratar a un paciente, después de pasar dos días allí acostado durmiendo y comiendo recuperó las fuerzas suficientes como para que Chiyo pudiera usar su magia curativa. Fue en la tarde y le quitó bastantes energías, comió la cena con ayuda de una sirvienta ya que tenía demasiado sueño, se durmió justo después de eso hasta el otro día.
Aparte de algunas sirvientas, nadie le había visitado, bueno, se la pasó durmiendo la mayor parte de esos días así no estaba dispuesto para hablar con nadie, tenía la mente nebulosa, pero al fin después de cuatros días de estar encerrado en esa habitación se levantó perfectamente.
Sus heridas estaban casi curadas completamente, su brazo no dolía al moverlo y ya no tenía la sensación de estar arrollado. Izuku al fin pudo salir, fue guiado por la omega de cabellos naranjas, lo había ido a buscar informando sobre Katsuo, al parecer el pequeño no se encontraba bien siendo separado de él por tanto tiempo.
-¿Ha comido regularmente éstos días? -el pecoso preguntó, las largas mangas de su kimono ocultaban las vendas de su brazo derecho, era el que no se curó al cien por ciento, pero otra pequeña sesión con Chiyo dentro de unos días lo ayudará.
-La verdad no, lady Midoriya, se está comportando igual o peor a la forma que era antes de que usted llegara. -la omega murmuró con vergüenza-. Su doncella trata de ayudar ya que le conoce, pero ni ella puede hacer mucho.
-¿E-eri? ¿Ella está bien? -Izuku sintió que su corazón al fin se alivió, no había tenido noticias de ella desde el incidente, le hacía feliz que no le haya pasado nada.
La sirvienta asintió en respuesta, lo llevó a la habitación en la que se encontraba su doncella y su pequeño príncipe, al acercarse oyó el llanto claramente, también el sonido de un cascabel, estaban tratando de calmarlo, pero sabiendo que exigía su presencia y seguramente tenía hambre no se iba a calmar tan fácil.
Izuku se adelantó, escuchando a su omega interno que pedía calmar al cachorro, abrió la puerta encontrándose con tres personas en el lugar, dos sirvientas más, una de cabellos marrón corto que no había visto, y la otra era la de cabellos verdes oliva que lo llevó a ver el emperador la otra vez.
En cambio, la tercera persona era más pequeña y su cabello albino le hizo saber fácilmente quién era. La pequeña Eri volteó hacia él y su rostro se iluminó, sus ojos casi parecían derramar lágrimas de felicidad, Izuku la quería abrazar, pero los chillidos estridentes del pequeño Katsuo debían de ser callados lo antes posible.
-Lamento la tardanza, -Izuku anunció su llegada, mantuvo un rostro pacífico e hizo crecer pequeñas flores en su ropaje, eran pocas, pero lo suficientes como para completar su aroma.
Se acercó al cachorro quien rápidamente lo buscó con la mirada en cuanto lo pudo oler, estiró sus pequeñas manos en su dirección cuando apareció delante de él. Izuku lo cargó, tomó suavemente a Katsuo entre sus brazos y lo arrulló, el menor hipaba de forma temblorosa mientras hundía su pequeño rostro en el cuello del omega, quién le murmuró un "ya estoy aquí" al mismo tiempo que le acariciaba la espalda.
-Lady, nos retiramos para que pueda atender al joven príncipe con tranquilidad, si nos necesita, llámenos. -las tres sirvientas mayores hicieron una reverencia.
La de cabellos marrón de corto miró de reojo al pecoso mientras se inclinaba, apretó la boca con fuerza, disgustada consigo misma por lo poder hacer que el cachorro se encariñara con ella sin importar lo que trató de hacer para lograrlo. Al final se retiraron dejando solo a Izuku con su doncella, el peliverde abrió la parte superior de su kimono dejando que sus pechos llenos hasta el borde de leche materna estuvieran libres.
-Has de tener mucha hambre, ¿Verdad Katsuo? -Izuku acomodó al menor en sus brazos y dejó que viera sus pezones.
Tuvo una reacción inmediata, el pequeño príncipe se aferró a uno de esos botones rosados como si su vida dependiera de ello. Izuku jadeó, tuvo que apartarlo un par de veces para que no se fuera a atragantarse por lo rápido que succionaba su comida, cada vez que lo hizo se ganó un puchero, además que el bebé se aferraba a su ropa con un fuerte agarre.
-Izu, me alegra tanto que usted esté bien. -la doncella albina se aferró a su costado pegando la cabeza a su ropa, Izuku le rodeó con un brazo y le sonrió de forma cariñosa.
-Soy más terco de lo que crees, no puedes perderme fácilmente. -el omega acarició el cabello de la menor con una mano mientras su otro brazo presionaba con suavidad al cachorro que se aferraba a su comida, no había nada que le hiciera feliz en ese momento, de alguna forma se sintió en casa.
(...)
Espero que les hayan gustado el capítulo de hoy, y que no tenga muchos errores ortográficos uwu
Zaorycast. ✨✨
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